comiendo con tu mejor amigo
[P.J. Huffstutter] Los chuchos de Chicago podrán sentarse a la mesa en restaurantes, con sus mejores amigos.
Chicago, Estados Unidos. El chef Didier Durand ha pasado meses probando el nuevo menú de su restaurante con su clienta más melindrosa: Princess, su caniche francés de dos años.
¿Paté de campo de avestruz? De babear. ¿Pastel de médula de hueso? Deliciosamente crujiente. ¿Un bife de carne molida a la parrilla? Desaparece en un tarascón.
Durand y otros chefs en la ciudad están preparándose para atender a una clientela canina ahora que el ayuntamiento de Chicago considera aprobar una ordenanza, este mes, que permitirá que los perros puedan comer junto a humanos en las terrazas de restaurantes.
"Cuando llegue la primavera, todo el mundo querrá salir con sus mascotas", dijo el edil Walter Burnett Jr., que es dueño de Star, un shuh tzu, y de un pit bull llamado Shadow. "Me parece ridículo que la gente no pueda parar a comerse un bocadillo en un café y pedir agua para su mascota o algo para picar".
Es bueno ser perro en Estados Unidos, donde ninguna indulgencia parece demasiado. Los perros reciben alimentos orgánicos, son dejados en guarderías caninas y mimados en exclusivos balnearios para perros con terapias aromáticas y masajes profundos de tejido. Cada vez más, los amantes de las mascotas acarrean por las aceras y parques y otros espacios públicos de la ciudad, sus bolsitas para perros.
"Yo no tengo patio, así que cada vez que salgo sin mi perra, Mitzie se queda encerrada en el condominio", dice Rachel Baker, 28, una abogado que vive en el centro de Chicago. "He entrado a restaurantes con Mitzie en el bolso. Si ladra, pretendo que he estornudado. Algunos amigos se han avergonzado cuando me han visto hacer esto, pero nunca nos han echado de ningún restaurante".
Pero la ordenanza propuesta en Chicago ha provocado la hostilidad de gente del otro lado de la división cultural canina.
"Ya es bastante molesto que, cuando vas a un restaurante, te pregunten si quieres sentarte en el área de fumadores o de no fumadores. ¿Ahora también te van a preguntar si quieres el área con o sin perros?", pregunta Terrence Lee, 37, un estudiante que vive a unas cuadras del restaurante de Durand en el centro, Cyrano's Bistrot & Wine Bar. "No quiero que ningún chucho me olisquee los zapatos mientras estoy gastando dinero tratando de impresionar a mi ligue".
Además, dijo Lee, "me gustan los gatos".
De aprobarse la ordenanza, Chicago se uniría a un pequeño, pero creciente número de ciudades dispuestas a adaptarse o hacer la vista gorda con los códigos de higiene, para apaciguar al público hambriento que quiere incluir a sus mascotas en la experiencia culinaria.
En Alexandria, Virginia, los dueños de restaurantes ofrecen normalmente bizcochos Milk-Bone a los perros que pasan el tiempo a los pies de sus dueños. En el centro de Long Beach, los cachorros jadeantes a menudo se refrescan, los veranos, sorbeteando en cuencos de agua colocados a la entrada de las tiendas y de las cocinerías. Y en Florida, este mes, el gobernador Jeb Bush firmó un proyecto de ley que creó un programa piloto de tres años que permite a los restaurantes decidir si admitir o no a perros, con sus dueños, a las áreas de comedores al aire libre.
"No hay motivo para que Chicago no lo haga", dijo Ken Sawyer, director de relaciones gubernamentales de la Asociación de Restaurantes de Illinois, que ha presionado a los políticos del ayuntamiento para introducir la ordenanza que modificaría los códigos de sanidad de la ciudad. "Las leyes deben ser cambiadas, a medida que cambian las ideas de la gente sobre el comer fuera".
Las leyes federales exigen que los restaurantes admitan dentro a los perros de ciegos, y en Illinois, como en la mayoría de los demás estados, se prohíbe que los animales, excepto los de servicio, se sienten juntos a humanos en establecimientos gastronómicos. California y Nueva York -consideradas durante largo tiempo como líderes gastronómicos de Estados Unidos- tienen códigos de sanidad que obligan a los comensales a mantener a sus mascotas no trabajadoras fuera de los recintos de restaurantes -estén o no al aire libre.
"Olvídese de las preocupaciones obvias sobre temas de salud e higiene', dijo Rick Sampson, presidente y director ejecutivo de la Asociación de Restaurantes del Estado de Nueva York. "Todo lo que tiene que ocurrir es que un perro muerda a alguien y ya tendremos un litigio en tribunales".
Pero en Chicago -calificada el año pasado como la ciudad estadounidense más amistosa hacia los chuchos por la revista Dog Fancy, que mencionaba el alto número de negocios y espacio públicos accesibles para perros-, esas normas son a menudo ignoradas.
Después de todo, dicen los dueños de mascotas, la temporada de actividades al aire libre va de abril a principios de octubre. Y quieren pasar todo momento posible al sol con sus perros.
Michelle Schwartz, una dentista de 36 años, dijo que ella y Prada, su mezcla de caniche con lhasa apso, son visitantes tan frecuentes de la elegante Gibsons Steakhouse que la anfitriona "nos conoce por el nombre".
En A Taste of Heaven, un restaurante del Lado Norte conocido por su letrero que dice "niños de todas las edades deben comportarse y hablar normalmente", los perros, si se mantienen a los pies de sus amos, son mejor bienvenidos que los niñitos bulliciosos.
"Todo el mundo quiere a los perros", dijo el amo Dan McCauley. "No todo el mundo quiere a los niños gritones".
Esas actitudes exasperan a los funcionarios del ayuntamiento, que explican a clientes y a hosteleros pro-perros que los perros son, en realidad, animales y que algunos "pueden contaminar el área de comedor", dice Frances Guichard, director del programa de protección de los alimentos del Departamento de Salud Pública de Chicago. "La ley dice que no se supone que sean admitidos".
Sin embargo, la Asociación de Restaurantes de Illinois insiste en que los clientes quieren que sus mascotas tengan sus propias bolsitas.
La asociación profesional empezó a cabildear sobre el tema con ediles hace algunos meses, después de que varios restaurantes elegantes de Chicago fueran multados por participar en un evento de beneficencia llamado Saca A Comer A Tu Perro.
El recaudador de fondos reunió cerca de diez mil dólares para una organización sin fines de lucro que aparea a mascotas con pacientes de terapias físicas. También llamó la atención de funcionarios del departamento de salud, que tiraron las orejas a varios de los restaurantes -incluyendo el Cyrano's Bistrot- con una multa de 250 dólares.
Mientras el ayuntamiento considera el asunto, Durand está dando los retoques finales a su menú canino fijo de cuatro platos, de cinco dólares -y esperando que los rumores sobre su lujosa comida den un empujón a su negocio.
Los cuencos de cerámica, con agua mineral, están en la parte trasera. También hay diminutos jarrones de capullo.
"Yo veo esto como una ocasión muy especial, una noche para salir con tus mejores amigos", dice Durand, que veía montones de perros en restaurantes en su nativa Francia. "La gente puede venir aquí y reunirse con una amiga o amigo. Los perros podrían encontrarse con alguien para ir jugar a recoger el hueso al parque".
Pero los nutricionistas de perros advierten que existen los mimos excesivos.
"Comer fuera significa normalmente comer comida cargadas de calorías", dijo George C. Fahey Jr., profesor de ciencias animales y nutricionales de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. "La gente piensa que están complaciendo a sus perros, pero en realidad los están engordando".
¿Paté de campo de avestruz? De babear. ¿Pastel de médula de hueso? Deliciosamente crujiente. ¿Un bife de carne molida a la parrilla? Desaparece en un tarascón.
Durand y otros chefs en la ciudad están preparándose para atender a una clientela canina ahora que el ayuntamiento de Chicago considera aprobar una ordenanza, este mes, que permitirá que los perros puedan comer junto a humanos en las terrazas de restaurantes.
"Cuando llegue la primavera, todo el mundo querrá salir con sus mascotas", dijo el edil Walter Burnett Jr., que es dueño de Star, un shuh tzu, y de un pit bull llamado Shadow. "Me parece ridículo que la gente no pueda parar a comerse un bocadillo en un café y pedir agua para su mascota o algo para picar".
Es bueno ser perro en Estados Unidos, donde ninguna indulgencia parece demasiado. Los perros reciben alimentos orgánicos, son dejados en guarderías caninas y mimados en exclusivos balnearios para perros con terapias aromáticas y masajes profundos de tejido. Cada vez más, los amantes de las mascotas acarrean por las aceras y parques y otros espacios públicos de la ciudad, sus bolsitas para perros.
"Yo no tengo patio, así que cada vez que salgo sin mi perra, Mitzie se queda encerrada en el condominio", dice Rachel Baker, 28, una abogado que vive en el centro de Chicago. "He entrado a restaurantes con Mitzie en el bolso. Si ladra, pretendo que he estornudado. Algunos amigos se han avergonzado cuando me han visto hacer esto, pero nunca nos han echado de ningún restaurante".
Pero la ordenanza propuesta en Chicago ha provocado la hostilidad de gente del otro lado de la división cultural canina.
"Ya es bastante molesto que, cuando vas a un restaurante, te pregunten si quieres sentarte en el área de fumadores o de no fumadores. ¿Ahora también te van a preguntar si quieres el área con o sin perros?", pregunta Terrence Lee, 37, un estudiante que vive a unas cuadras del restaurante de Durand en el centro, Cyrano's Bistrot & Wine Bar. "No quiero que ningún chucho me olisquee los zapatos mientras estoy gastando dinero tratando de impresionar a mi ligue".
Además, dijo Lee, "me gustan los gatos".
De aprobarse la ordenanza, Chicago se uniría a un pequeño, pero creciente número de ciudades dispuestas a adaptarse o hacer la vista gorda con los códigos de higiene, para apaciguar al público hambriento que quiere incluir a sus mascotas en la experiencia culinaria.
En Alexandria, Virginia, los dueños de restaurantes ofrecen normalmente bizcochos Milk-Bone a los perros que pasan el tiempo a los pies de sus dueños. En el centro de Long Beach, los cachorros jadeantes a menudo se refrescan, los veranos, sorbeteando en cuencos de agua colocados a la entrada de las tiendas y de las cocinerías. Y en Florida, este mes, el gobernador Jeb Bush firmó un proyecto de ley que creó un programa piloto de tres años que permite a los restaurantes decidir si admitir o no a perros, con sus dueños, a las áreas de comedores al aire libre.
"No hay motivo para que Chicago no lo haga", dijo Ken Sawyer, director de relaciones gubernamentales de la Asociación de Restaurantes de Illinois, que ha presionado a los políticos del ayuntamiento para introducir la ordenanza que modificaría los códigos de sanidad de la ciudad. "Las leyes deben ser cambiadas, a medida que cambian las ideas de la gente sobre el comer fuera".
Las leyes federales exigen que los restaurantes admitan dentro a los perros de ciegos, y en Illinois, como en la mayoría de los demás estados, se prohíbe que los animales, excepto los de servicio, se sienten juntos a humanos en establecimientos gastronómicos. California y Nueva York -consideradas durante largo tiempo como líderes gastronómicos de Estados Unidos- tienen códigos de sanidad que obligan a los comensales a mantener a sus mascotas no trabajadoras fuera de los recintos de restaurantes -estén o no al aire libre.
"Olvídese de las preocupaciones obvias sobre temas de salud e higiene', dijo Rick Sampson, presidente y director ejecutivo de la Asociación de Restaurantes del Estado de Nueva York. "Todo lo que tiene que ocurrir es que un perro muerda a alguien y ya tendremos un litigio en tribunales".
Pero en Chicago -calificada el año pasado como la ciudad estadounidense más amistosa hacia los chuchos por la revista Dog Fancy, que mencionaba el alto número de negocios y espacio públicos accesibles para perros-, esas normas son a menudo ignoradas.
Después de todo, dicen los dueños de mascotas, la temporada de actividades al aire libre va de abril a principios de octubre. Y quieren pasar todo momento posible al sol con sus perros.
Michelle Schwartz, una dentista de 36 años, dijo que ella y Prada, su mezcla de caniche con lhasa apso, son visitantes tan frecuentes de la elegante Gibsons Steakhouse que la anfitriona "nos conoce por el nombre".
En A Taste of Heaven, un restaurante del Lado Norte conocido por su letrero que dice "niños de todas las edades deben comportarse y hablar normalmente", los perros, si se mantienen a los pies de sus amos, son mejor bienvenidos que los niñitos bulliciosos.
"Todo el mundo quiere a los perros", dijo el amo Dan McCauley. "No todo el mundo quiere a los niños gritones".
Esas actitudes exasperan a los funcionarios del ayuntamiento, que explican a clientes y a hosteleros pro-perros que los perros son, en realidad, animales y que algunos "pueden contaminar el área de comedor", dice Frances Guichard, director del programa de protección de los alimentos del Departamento de Salud Pública de Chicago. "La ley dice que no se supone que sean admitidos".
Sin embargo, la Asociación de Restaurantes de Illinois insiste en que los clientes quieren que sus mascotas tengan sus propias bolsitas.
La asociación profesional empezó a cabildear sobre el tema con ediles hace algunos meses, después de que varios restaurantes elegantes de Chicago fueran multados por participar en un evento de beneficencia llamado Saca A Comer A Tu Perro.
El recaudador de fondos reunió cerca de diez mil dólares para una organización sin fines de lucro que aparea a mascotas con pacientes de terapias físicas. También llamó la atención de funcionarios del departamento de salud, que tiraron las orejas a varios de los restaurantes -incluyendo el Cyrano's Bistrot- con una multa de 250 dólares.
Mientras el ayuntamiento considera el asunto, Durand está dando los retoques finales a su menú canino fijo de cuatro platos, de cinco dólares -y esperando que los rumores sobre su lujosa comida den un empujón a su negocio.
Los cuencos de cerámica, con agua mineral, están en la parte trasera. También hay diminutos jarrones de capullo.
"Yo veo esto como una ocasión muy especial, una noche para salir con tus mejores amigos", dice Durand, que veía montones de perros en restaurantes en su nativa Francia. "La gente puede venir aquí y reunirse con una amiga o amigo. Los perros podrían encontrarse con alguien para ir jugar a recoger el hueso al parque".
Pero los nutricionistas de perros advierten que existen los mimos excesivos.
"Comer fuera significa normalmente comer comida cargadas de calorías", dijo George C. Fahey Jr., profesor de ciencias animales y nutricionales de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. "La gente piensa que están complaciendo a sus perros, pero en realidad los están engordando".
12 de junio de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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