tres reportajes chilenos
Sumado al depósito de armas de alto poder expropiado el año pasado, Colonia Dignidad se transformó en la "sociedad benefactora y educacional" más peligrosa del mundo, y recién ahora se comienza a desenrollar la madeja.
A los químicos –que prefirieron mantenerse fuera de la publicidad–, primero les pareció extraño que los alemanes almacenaran curanina, un veneno difícil de obtener en Chile, utilizado por los indígenas del Amazonas y el valle del Orinoco que se extrae del bambú. Pero si tenían fósforo, ya nada podía sorprender.
Primero fue la confesión de Gerhard Mücke: "Los cuerpos de los prisioneros los quemamos con fósforo y las cenizas se tiraron al río". Ahora, ahí estaba el fósforo, entre el arsenal químico requisado en el marco del proceso por detenidos desaparecidos que instruye el juez Jorge Zepeda.
"El fósforo, sea amarillo, rojo o negro, es un elemento altamente peligroso y de muy difícil manejo por las personas, y normalmente lo manejan los químicos industriales especializados, por su peligrosidad. En contacto directo con la materia orgánica, la quema y no queda nada, sólo cenizas". Es la sentencia de uno de los dos químicos examinadores de la lista.
Pero, que se sepa, ni el ‘tío Mauk' (Mücke), ni Willy Malessa, ni Rudi Collen, los que trabajaron tres semanas a fines de 1978 por orden de Paul Schäfer –que a su vez cumplió la orden de Pinochet para realizar la ‘Operación Retiro de Televisores' también dentro de Dignidad– para desenterrar los restos de 22 prisioneros de Parral y hacerlos desaparecer para siempre, son expertos químicos para manejar el fósforo y quemar los cuerpos. Una posibilidad es que fueron asesorados por algún industrial químico de la zona o de otra parte del país, escogido entre la gruesa lista de ‘ayudistas' de todas las profesiones, incluidos sacerdotes, que arrojaron las 40 mil fichas también requisadas, preparadas por décadas por ‘el filósofo' Gerd Seewald Lefevre.
El impresionante arsenal químico descubierto e incautado por personal especializado de la Policía de Investigaciones el pasado 25 de noviembre de 2005, contenido desconocido hasta ahora y a cuyo detalle accedió LND, es tanto o más explosivo que el depósito de armas que mantenía la jerarquía de Colonia Dignidad. Literalmente explosivo, porque entre los 454 elementos abundan los nitratos, cloratos y percloratos de todo tipo, con los que los ‘tíos de la beneficencia' podrían haber volado medio Chile.
Los químicos coinciden en la alta capacidad explosiva de todo ese material reunido en un solo lugar. Como algunos percloratos, entre ellos el de amonio, que según ‘The Merck Index', la enciclopedia especializada en químicos, drogas y material biológico de uso común para cualquier químico, se utiliza para la propulsión de rockets. O el nitrato de amonio, también encontrado en gran cantidad que, de acuerdo a los químicos de la U. de Chile, es un compuesto "altamente explosivo que produce óxido nitroso, un gas hilarante".
El informe de la Policía de Investigaciones, respecto del hallazgo recibido por el juez, estableció que parte de los insumos químicos encontrados "se utilizan habitualmente en la confección de artefactos explosivos como el TNT y el explosivo plástico T-4". Este último se usó para causar las explosiones que hicieron volar los automóviles del general Carlos Prats en Argentina, y del ex canciller Orlando Letelier en Washington.
Desayuno Con Arsénico
Pero la elegantemente llamada ‘Villa Baviera', según recuerdan algunos fugados bautizada así por Schäfer en honor a la visita que una vez hizo a la secta el ultraderechista alemán social-cristiano Franz Joseph Strauss, estaba además pertrechada de elementos como el trióxido de diarsénico y de arsénico. De acuerdo al programa de International Chemical Safety Cards (Fichas Internacionales de Seguridad Química), la sustancia tiene fuerte efecto sobre los pulmones, médula ósea, sistema nervioso, función cardíaca, riñones e hígado, y "es cancerígena para los seres humanos". O sea, mata.
En opinión de los químicos consultados, un elemento más de la lista, el peróxido de bario, es otro veneno que opera como agente oxidante. Lo mismo sucede con los cianuros que forman parte del material incautado, en sus versiones de cianuro de plata y potasio. El ácido oxálico es otro veneno que actúa sobre la función renal, causando un estado de coma y luego la muerte.
También aparecen varios elementos hipnóticos, como el bromuro de sodio y la acetofenona. O la cafeína pura, como poderoso agente estimulante.
Entre otros nitratos hallados figuran los de potasio y cobalto, este último utilizado también para la fabricación de tinta invisible, forma de comunicación y ocultamiento de información en la que la jerarquía de Dignidad se dio harta maña. El dicromato de potasio aparece en la lista de incautación y es otro elemento venenoso.
A todo esto se agrega una gran cantidad de distintos ácidos, algunos de ellos bastante sofisticados, y otra considerable variedad de cloruros, sulfuros, sulfatos, sulfitos, mercurio, perclorato de sodio, tetraborato de sodio, carbonato de amonio, tolueno, hidróxido de sodio, oxalato de amonio, bromuro y tiocianato de potasio, tiocianato de amonio, sulfato de antimonio, acetato de amonio y zinc, fierro, cianuro de potasio y nitroprusiato de sodio.
Amantes del Arte
Llama la atención de los químicos consultados que en la lista de elementos confiscados hay una gran variedad de productos que se utilizan en el campo de la fotografía para el revelado, intervención de negativos y otros efectos especiales que se obtienen en la fotografía y filmación con película, sistema usado en Colonia Dignidad desde hace décadas.
Según se ha podido establecer en las investigaciones judiciales, el material de fotografía y filmación realizado en forma oculta a los huéspedes que llegaban al predio por distintas razones, se constituyó en una de las amarras más fuertes mediante la cual la jerarquía de la facción criminal construyó su red de protección a través del chantaje.
De esta manera se podría explicar la considerable cantidad y diversidad de elementos químicos que tienen su relación más próxima con la fotografía y filmación.
A pesar de que la lista de incautación tiene como característica una relación detallada de cada uno de los elementos encontrados, 20 de los envases que los contienen no indican de qué tipo de sustancia se trata y por eso en la nómina figuran con la clasificación "sin rótulo". Pero se presume que la Policía de Investigaciones ya dio cuenta al juez de qué tipo de materias se trata.
De acuerdo a la información que aportan libros especializados, varios de estos productos hallados tienen asimismo la facultad de provocar una muerte retardada, sea por ingestión, inhalación o contacto con la piel, a través del daño progresivo que causan a las distintas partes del organismo.
Se piensa que algunos de estos elementos también fueron usados en el sector de castigo del hospital de Dignidad, conocido con el nombre de ‘Neukra', donde la jerarquía mantenía encerrados a los colonos de cualquier sexo y edad que se rebelaban contra el sistema de opresión impuesto a sus vidas.
30 de julio de 2006
©la nación
la movida del éxtasis
Alberto tiene 16 años; José, 17, y hace un poco más de un año se tiraron una pastilla de éxtasis. Consiguieron la píldora en Santiago de los modos más tradicionales que se conocen. Un amigo que la trajo de Europa y una megafiesta tecno. A José, el dealer le recomendó no mezclar la dosis con alcohol. Y también beber mucha agua. "Así lo hice y fue genial. Me encantó. Los colores, la música, los sentidos se te disparan". Con Alberto sucedió algo parecido: "Siempre recordé la rica sensación, pero no sabía lo que era hasta que tiempo después me dijeron que era la pastilla del amor".
Para hablar de éxtasis y cómo conseguirla, dicen los dos, sigue siendo necesario echar mano a la billetera. Fabricarla clandestinamente en Europa es fácil y barato para un bioquímico: no cuesta más de medio dólar una tableta. Pero comprarla es cara. Más en Chile. Lo ha sido desde que asomó, y a pesar de la disminución del precio, para estos escolares no deja de ser muy caro. "La primera vez me costó veinte lucas", advierte José. "Después, como éramos varios los clientes habituales, la conseguíamos a siete mil" .
En la fiesta electrónica, Alberto tardó 30 minutos en conseguir dos a diez mil cada una. Pero el traficante, por seguridad del bien cerrado negocio, no le dio el fono para una próxima movida. No se hizo un gran lío, recorrió otras discos e igual dio con las pastillas: blancas o rosadas, con o sin dibujos en bajorrelieve de caritas sonrientes, conejitos ‘Playboy' o marcas de autos; Audi y Mitsubishi, las más cotizadas.
Ni Alberto ni José supieron jamás qué clase de éxtasis consumieron; menos, su grado de pureza o calidad. No tenían cómo. Tampoco se enteraron de los aditivos con que los laboratorios clandestinos suelen patear las dosis reemplazando o falseando los ingredientes para hacer rendir el MDMA (–3,4 metilenodioxi-n-metanfetamina, nombre químico del éxtasis), materia prima con que se ‘cocina' la droga. Sólo suponen que era ‘del bueno' y que están ahí para contarlo sin haber sufrido derrames cerebrales o golpes de calor.
La entrada del supuesto MDMA al planeta escolar –como los casos de José y Alberto– viene siendo monitoreada por la Comisión Nacional para el Control de Estupefacientes (Conace). Su tercera encuesta bianual en estudiantes de octavo básico a cuarto medio acaba de revelar que los adolescentes beben metros y metros cúbicos de alcohol, que cada vez fuman más marihuana de diversa procedencia y que jalan una cantidad de coca similar al sondeo anterior. Entre tanto dato duro, el más brusco salto lo marcó el éxtasis entre alumnos de primero medio de colegios municipalizados.
Sorpresa. La encuesta rompía el perfil ABC1, profesional joven y amante de la música electrónica, como el consumidor más conocido de la pastilla de los abrazos. La tableta que permite bailar sin cesar, que deshidrata, sube la temperatura y encarece el precio del agua mineral en las discos. La pastilla que desinhibe y vuelve más empática a la gente y que, como toda droga legal e ilegal puede o no generar desastres en la salud, ya no era, al parecer, nicho exclusivo de jóvenes con plata.
La encuesta abordó a 60 mil estudiantes de 86 comunas de todo Chile de colegios municipalizados, subvencionados y pagados. En total, 1.475 colegios, masa representativa del millón de estudiantes. Veinte alumnos por curso llenaron anónimamente el cuestionario y depositaron las papeletas en buzones. Juan Carlos Araneda, jefe del área de estudios de Conace, muestra que, de acuerdo a los datos, el consumo declarado en escolares de colegios pagados se mantiene estable, que el aumento se registra en los municipalizados (de 1,5% a 2,3%), y que la región que más marcó fue la Sexta (3,7%), seguida de la Quinta (2,2%), Octava (2,0%) y Metropolitana (1,9%).
A secas, los números alarmaron a los de siempre. Organizaciones de rehabilitación, como la red Dianova, donde José y Alberto están desintoxicándose. Y también al senador Jaime Orpis, de la corporación de ayuda a drogodependientes Esperanza. El congresista suscribe la tesis que enseñó el sondeo. "El éxtasis está en escolares de colegios municipalizados porque el precio ha bajado", dice con seguridad.
No todos piensan igual. Al contrario, sospechan de las cifras y desmienten los números. "No le creo nada a ese informe", lanzó un sabueso experto antinarcóticos. Porque el éxtasis entre escolares de clase baja no calza con el Chile real. "El estudio no es bueno. Nada dice si se está en presencia de consumidores normales, problemáticos o adictos. Y son mañosamente interpretados por un discurso represivo que desinforma", se engrifa Claudio Venegas, que trabajó en el estudio "La cultura del éxtasis y la escena electrónica en Santiago", editado en 2004 por Conace.
"Dudo que más de 16 mil escolares hayan probado éxtasis, y dudo aún más que seis mil adolescentes lo hayan tomado en el último mes, cuando se trata de un círculo cerrado y de un carrete que requiere de veinte mil pesos para fiesta, pastilla, agua y movilización", opina Venegas.
Pero es en el propio Conace donde se oye la hipótesis más aterrizada que explicaría las cifras: "Esta encuesta recoge lo que los escolares anónimamente declaran. Y puede ser que declaren lo que creen que han probado, o bien lo que los dealers les dicen que es, cuando en realidad es otra cosa". En esto coinciden el senador Orpis y el jefe nacional del Departamento de Químicos de la Brigada Antinarcóticos de Investigaciones de Chile, Alex Schwarzemberg, y el jefe de la Brigada Antinarcóticos Metropolitana, Germán Ibarra.
"El estudio de consumo en escolares de colegios municipalizados se me cae al considerar la variable precio", sanciona Ibarra. "El éxtasis es caro, diez o doce mil pesos, y su mercado muy restringido. Sólo va a bajar el precio cuando en Chile se instalen laboratorios clandestinos, lo que, pese a las denuncias sin antecedentes, no ha ocurrido", explica aludiendo a la denuncia de Orpis, de la que no ha entregado pistas concretas sobre ubicación o capacidad productiva ni a la policía ni al Conace.
Lo que de verdad inunda el mercado, por bajo precio, es la pasta base (500 pesos los 0,15 gramos), la caleta de marihuana (un ‘cuhete' por mil pesos), la cocaína más barata (cinco mil pesos) y la chapulina, una bolsita de tres gramos de pasta base (cinco mil pesos). El resto es alcohol.
Pura Mula
Hace un año, LND publicó el mapa de la coca santiaguina y demostró que la pureza de la diosa blanca no superaba el 11%. Bajo la lupa química del laboratorio de antidoping de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la U. de Chile, el mote comprado en la comuna de La Reina marcó 0,7% de pureza; el de la población San Gregorio y el de Vitacura, 5%; Providencia, 7%; Peñalolén, 8,4%, y el del barrio Club, Hípico 10,8%. La coca más pura tenía 90% de aditivos: benzocaína, lidocaína, procaína, sulfato de magnesio, ácido bórico, bicarbonato, maicena, talco, leche en polvo, cal, yeso, harina o azúcar flor.
Alex Schwarzemberg brinda la lista de los contenidos de los falsos éxtasis: anfetaminas, benzodiacepinas y flunitrazepán. Estimulante el primero, ansiolíticos los segundos, todos pueden ser vendidos a incautos escolares como si fueran pastillas del amor. La adulteración del éxtasis se realiza con "cafeína, lactosa, lidocaína y maicena, todo mezclado con alguna dosis de MDMA, en ocasiones LSD o alguna clase de metanfetaminas". Una de ellas es el PMA (parametoxianfetamina), que produce desde euforia a pequeñas alucinaciones, pero en dosis altas gatilla vómitos e hipertermia. Según publicó en junio de 2002 la revista "New Scientist", al falso éxtasis con PMA se le atribuyen nueve muertes en Estados Unidos y tres en Europa.
Los éxtasis adulterados suelen abundar. En la Brigada Antinarcóticos santiaguina, Germán Ibarra suma al listado lo que algunos denominaron el éxtasis de los pobres: fenproporex, un adelgazante similar en aspecto y en algunos efectos al éxtasis, es decir vendible a menor precio como si fuera original. Hace menos de un mes fue descubierta una bodega con 106.753 pastillas de fenproporex en Maipú. Todo estaba en poder de un traficante de... cocaína. La fachada era el jardín infantil Los Angelitos.
Golpe de Suerte
En esas condiciones, el verdadero éxtasis se vuelve una incógnita para quien compra. Y también para los camellos, traficas y minoristas. Además, se vuelve invisible para las policías, que ni infiltrando durante seis meses fiestas electrónicas ni investigando con técnicas de inteligencia durante un año han logrado dar con las hebras de un contrabando que, dicen, es complejo, difuso, inorgánico y esporádico. "Los doce decomisos realizados desde mediados de los '90 han sido golpes de suerte. Siguiendo pistas de coca nos topamos con la pastilla", comentan los detectives.
Así ocurrió con el mayor golpe. El 23 de diciembre de 2003 en San Antonio, V Región, las 5.228 dosis de éxtasis estaban en poder de Thomas Riallis, imputado como contrabandista de coca. "Esas pastillas, que venían de Holanda, eran parte del pago de una partida de coca. Debieron ser unas seis mil pastillas en total y, como no tenía mucho mercado, incluso las vendía a seis mil pesos", relata una fuente policial. Como sea, la ruta chilena importadora del éxtasis sigue siendo vía Holanda, España, Argentina y Brasil.
Alex Schwarzemberg aporta otro dato: "Una vez se siguió una clara pista de éxtasis durante varios meses, pero finalmente descubrimos que no era lo que decían, sino anfetaminas que a algunos les venden como si fuera éxtasis". Falsa alarma. Falso éxtasis. Una estafa: en la calle, una anfeta bordea los 1.500 pesos.
No es la única dificultad que reconocen los detectives. Dar con el dealer en plena fiesta electrónica para alguien que no pertenece al cerrado círculo de conocidos es un parto. En 2003, varios detectives lo intentaron. Se sumergieron meses y mimetizaron con ropas, imitaron modas, frecuentaron lugares de reunión y arrendaron un departamento. Acudieron a fiestas electrónicas y a festivales tecno de varios días.
Hurgaron y hasta usaron videocámaras. Veían frente a sus narices cómo algunos jóvenes bailaban y bebían litros y litros de agua para cuidar su salud de los efectos del éxtasis. Pero nada. Con suerte, los ratis infiltrados pudieron comprar una pastilla, pero no dieron con una red de tráfico. Los detectives volvieron a los cuarteles y olvidaron su camuflaje: tiraron los piercings al tacho de la basura. Su labor era más útil, por su magnitud, en la caza de medianos o grandes peces de la coca, la pasta base o la marihuana.
Mira Mi Pastilla
Desde Barcelona, Josep Rovira, profesional que trabaja en Energy Control, una ONG creada en 1997 que, en lugar de hacer campañas represivas contra la droga, promueve la reducción de daños en el consumo de éstas, añade la última adulteración del éxtasis: "Hace un año detectamos MCPP, piperacina, un antidepresivo que mezclado con alcohol genera vómitos, paranoia y dolores de cabeza. Entonces advertimos e informamos a jóvenes".
La basura tóxica mezclada es el gran tema para quienes no saben lo que se meten y también para quienes deciden consumir sicoactivos. Pero en Chile no hay modo legal de testear las pastillas. En Europa y Estados Unidos sí es posible, aunque no completamente legal. Salvo en Holanda y Suiza. Energy Control, en Madrid y Barcelona, se instala con una mesa fuera de las discos: "¿Drogas?: información gratuita. ¿Condones? También gratis".
Así analizan las pastillas de éxtasis u otras drogas que los jóvenes españoles les llevan, y reducen el riesgo de intoxicaciones. Para ver si es o no éxtasis usan el test de Marquis. Rallan un poco de pastilla, dejan caer unas gotas de una solución reactiva en base a ácido sulfúrico y formaldehído. Si el color se vuelve negro, entonces es MDMA. Más seguro es el test GC-MS, que es una máquina de cromatografía de alta resolución, pero su precio es altísimo.
Pese a la prohibición, la prueba de Marquis hizo subrepticiamente su estreno en Chile. "Lo hicimos muy piola y a puro dato en fiestas electrónicas. El 20% de las pastillas que nos trajeron no eran MDMA o éxtasis. Esas pastillas fueron a la basura y nos encargamos de funar al que las estaba vendiendo", destapa un activista chileno. El festival tecno no era uno cualquiera. Paradójicamente, era el mismo donde se infiltraron los detectives de Investigaciones. En el megacarnaval electrónico estuvo un integrante de Energy Control de España, Sicólogo con residencia en Barcelona, master en antropología médica y candidato a doctor en antropología de la medicina. Promueve, en lugar de la abstinencia como premisa totalizadora, la responsabilización de los usuarios de drogas. También participó en el informe de Conace sobre éxtasis en la escena electrónica en Santiago. En diciembre de 2003 relató en un foro la experiencia chilena.
En el festival de tecno instalaron zonas de descanso en una carpa: un chill out con 70 cojines con información preventiva, fruta y agua para que la gente se hidratase. "Pero fue todo un lío hacer análisis de sustancias con test de Marquis. Los abogados me dijeron: ‘¡Estái loco!, te vai a ir preso acusado de promover el consumo de drogas'. Y sí, así lo indica la ley chilena. Pero igual hicimos el testing en otra carpa. Inventamos una clave de ingreso y evitamos que las personas consumieran la pastilla entera, para no tener complicaciones o una experiencia no deseada", contó.
El Chamán Químico
A los 80 años, Alexander Shulguin se ha convertido en una especie de referente en la sicología transpersonal promoviendo el uso terapéutico del MDMA.
Todo comenzó en los '60, el día en que Shulguin probó la mescalina contenida en el peyote. Esa experiencia, cuenta, le dio un caudal inmenso de autoconocimiento, y en adelante su objetivo fue sintetizar un compuesto para potenciar su uso medicinal.
Claro que en este punto las versiones difieren. Algunas crónicas aseguran que el químico californiano fue contratado por la CIA para crear un ‘suero de la verdad', y en el curso de estas investigaciones llegó al MDMA, una mezcla de metanfetamina con otra sustancia parecida a la mescalina.
El antecedente directo del éxtasis se encuentra en el año 1914: el laboratorio alemán Merck lo usó como remedio contra la obesidad.
Shulguin se pasó 40 años de su vida generando derivados del químico. Actualmente, el éxtasis –nombre que el científico no acepta del todo– tiene versiones mejoradas en el 2-CB y el 2-CT. Shulguin y su esposa han conducido terapias a base de MDMA o sus derivados, y sus pacientes han logrado superar severos traumas relegados en el inconsciente. El registro de estos tratamientos y de los efectos provocados por las 172 sustancias sicoactivas que han probado juntos se encuentran en dos libros de su autoría: ‘Pihkal, amor químico' y ‘Tihkal, la continuación', versiones posmodernas del clásico ‘Las enseñanzas de Don Juan' de Carlos Castaneda.
"Me considero un creador de herramientas para el conocimiento de la mente humana. Diseño drogas para abrir la mente y estudiarla", dijo en una entrevista Sasha, como lo llaman sus amigos. Shulguin ha dicho que lamenta el uso indiscriminado que se le ha dado a su creación adoptiva, sobre todo porque el comercio callejero ha estimulado la venta de sucedáneos de bajísima calidad desde que en 1985 la Drug Enforcement Administration (DEA) puso al éxtasis en la misma lista que el LSD, la marihuana, la cocaína y la heroína.
30 de julio de 2006
©la nación
caravana de la muerte en temuco
Hasta ahora, la estadía de Arellano en Temuco ha quedado sin investigar, pero coincidentemente con el aterrizaje del helicóptero Puma en el patio del regimiento Tucapel al atardecer del 2 de octubre de ese año, en Temuco fueron ejecutados esa noche seis prisioneros. Cuatro de ellos al interior del regimiento Tucapel, y los otros dos en la base aérea de Maquehua de la Fach. Los bandos publicados en la prensa local en los días posteriores, indicaron que los detenidos "intentaron la fuga". Vale decir, la misma excusa oficial que justificó varios de los otros crímenes del pelotón de Arellano.
La presencia de Arellano y su gente esa noche en Temuco está acreditada en el expediente del proceso Caravana, al menos por los dichos de Pedro Espinoza, que integró el escuadrón, y el copiloto Emilio de la Mahotiere. Espinoza afirma exactamente que al regimiento Tucapel llegaron "el 2 de octubre, al atardecer, y alojamos en el casino de oficiales. Esa noche me acosté temprano, pero no sé dónde alojó el general Arellano".
De la Mahotiere sostiene a su vez que "con seguridad pernoctamos en Concepción y Temuco. Desde Temuco recuerdo que viajamos dos veces a Valdivia por disposición del general Arellano".
Pero también el Diario Austral de Temuco registró la estadía de Arellano y la caravana en esa ciudad, aunque sin entregar el día exacto de su arribo. La información indica que "lo hizo en un helicóptero Puma, que descendió con matemática precisión en el patio del regimiento Tucapel".
El diario El Correo de Valdivia también da pistas de la presencia de la caravana en Temuco, al publicar el 4 de octubre de 1973 la información de la llegada de Arellano a Valdivia, y mencionar que "viajó en las últimas horas de ayer (3 de octubre) a Temuco". Como igualmente lo mencionó el piloto del Puma por la gira del sur, Antonio Palomo, el escuadrón estuvo más de una vez en Temuco.
También Desaparecidos
De esta manera, sobre la presencia de Arellano y su gente en Temuco no existe duda. Sin embargo, curiosamente, hasta ahora las muertes ocurridas la noche del 2 de octubre de 1973 no se vinculan procesalmente a la comitiva enviada por el dictador Augusto Pinochet.
Más aún, coincidentemente con el ir y venir del escuadrón a Temuco, de acuerdo a las indagaciones que realizó la comisión Rettig, entre los días 3 y 4 de octubre de 1973 desaparecieron otros tres prisioneros que fueron sacados desde la cárcel pública o que permanecían detenidos en el regimiento Tucapel. La semana pasada fue interpuesta una querella por uno de ellos, el ex sacerdote Omar Venturelli, dirigida también en contra del ex fiscal militar de Temuco Alfonso Podlech Michaud, quien a juicio de testigos tiene información acerca de las acciones del pelotón de Arellano en esta ciudad.
La noche del 2 de octubre de 1973 fueron ejecutados al interior del regimiento Tucapel: Daniel Mateluna Gómez, José María Ortigoza Ansoleaga, Pedro Ríos Castillo y Guido Troncoso Pérez. Sus certificados de defunción tienen esa misma fecha. Los cuerpos fueron autopsiados en la morgue local, pero, extrañamente, al menos los protocolos de autopsia de Mateluna u Ortigoza no muestran impactos de bala por la espalda u otros lugares del cuerpo atribuibles a una fuga de noche, sino certeros disparos que les destrozaron el cráneo.
La misma noche del 2 de octubre de 1973, en la base aérea Maquehua de la Fach en Temuco, fueron eliminados con la misma excusa del "intento de fuga" Alejandro Flores Rivera y Hernán Henríquez Aravena. Y si bien los certificados de defunción registraron como fecha de muerte de ambos el 5 de octubre de 1973, las indagaciones de la comisión Rettig establecieron que fueron ejecutados la noche del 2 de octubre de 1973.
Por esas horas desaparecieron desde el regimiento Tucapel o sacados de la cárcel pública: Dixon Retamal Cornejo, Rubén Morales Jara y Omar Venturelli Leonelli.
Algunas de las investigaciones acerca de estas muertes en Temuco las tiene acumuladas el ministro Alejandro Solís y no el juez Víctor Montiglio que instruye la causa Caravana de la Muerte. Sin embargo, el episodio podría pasar a Montiglio.
31 de julio de 2006
©la nación
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