secuestrado por la cia
[Craig Whitlock] Clérigo radical cuenta en una carta detalles de su secuestro a manos de la CIA.
Milán, Italia. En un relato sacado clandestinamente de la cárcel, un clérigo musulmán radical cuenta en detalle cómo fue secuestrado por la CIA en esta ciudad del norte de Italia y llevado por avión al Cairo, donde fue torturado durante meses con descargas eléctricas y encadenado a un potro de hierro conocido como ‘la Novia'.
Hassan Mustafa Osama Nasr, también conocido como Abu Omar, escribió una carta de once carillas describiendo su secuestro a manos de agentes de la CIA y del servicio secreto italiano. De algún modo sacó el documento de Egipto -donde sigue encarcelado- y lo hizo llegar a manos de los fiscales italianos que están investigando su desaparición.
El jueves el despacho del fiscal público de Milán confirmó la autenticidad de la carta, cuya existencia fue primero reportada por el diario italiano Corriere della Sera.
El documento ha sido entregado como evidencia a los abogados que representan a 25 agentes de la CIA, un oficial de la Fuerza Aérea norteamericana y nueve agentes italianos que han sido acusados de organizar el secuestro de Nasr, un nacional egipcio, en febrero de 2003.
Una copia del documento manuscrito en árabe, llegó a manos del Washington Post. Sin fecha, se lee como una declaración jurada hecha en casa, detallando cómo fue aprehendido Nasr en una operación encubierta en la que participaron espías de tres países.
"No entendía qué estaba pasando", escribió Nasr. "Empezaron a pegarme en el estómago y en todas partes de mi cuerpo. Me envolvieron la cabeza y la cara con cinta de pegar e hicieron hoyos a la altura de la nariz para que pudiera respirar".
Tras su llegada a Egipto horas después, dijo, fue llevado a un cuarto por un oficial de seguridad egipcio, que le dijo que "dos pashas" querían hablar con él.
"Sólo habló uno de ellos, un egipcio", recordó. "Y todo lo que dijo fue: ‘¿Quieres colaborar con nosotros?'" Nasr dijo que el otro ‘pasha' parecía ser norteamericano. Sus secuestradores le ofrecieron un trato: Le permitirían volver a Italiasi accedía a convertirse en informante. Nasr dice que lo rechazó. Como resultado, dijo, fue interrogado y maltratado físicamente durante los siguientes 14 meses en dos cárceles del Cairo.
Los fiscales italianos acusan que la CIA y la agencia de inteligencia militar italiana conocida como Sismi, colaboraron en el secuestro de Nasr, que era conocido por sus sermones radicales en Milán y críticas de las políticas de Estados Unidos en Afganistán y Oriente Medio. De acuerdo a los fiscales, el secuestro desbarató una investigación policial separada de las actividades de Nasr y puso en peligro una operación de vigilancia contra otros radicales de Milán.
Actas judiciales dicen que el secuestro fue orquestado por el jefe de estación de la CIA en Roma e implicó al menos a dos docenas de operativos de la CIA, la mayoría de los cuales llegaron a Italia meses antes para encargarse de las fases preliminares. Los jueces italianos han emitido órdenes de detención contra los agentes de la CIA y han prometido que los juzgarán en ausencia si es necesario.
Aunque el caso ha causado furor en Italia, el gobierno norteamericano no ha ni confirmado ni negado haber desempeñado un papel en la desaparición de Nasr. Funcionarios egipcios también han guardado silencio. Un portavoz de la CIA se negó a hacer comentarios sobre este reportaje.
La esposa de Nasr y su abogado en El Cairo han dicho que el clérigo sigue encarcelado en Egipto, aunque ha sido puesto bajo arresto domiciliario durante breves períodos. No está claro cómo recibieron los fiscales italianos una copia de la carta. Los investigadores dijeron que expertos en grafología han corroborado que Nasr es el autor.
Los fiscales en Milán también están investigando acusaciones de que espías italianos ofrecieron a Nasr 2.5 millones de dólares si firmara unos papeles diciendo que había salido voluntariamente de Italia y no había sido secuestrado, de acuerdo a informes en la prensa italiana.
El imán de una mezquita de Milán donde Nasr predicaba a veces, dijo que él también reconoció la letra como la del egipcio. "Es su letra, estoy seguro", dijo el imán, Arman Ahmed al-Hissini, que es conocido en la localidad como Abu Imad y dirige la mezquita de Viale Jenner, a unas calles de donde fue secuestrado Nasr.
Abdel Hamid Shaari, presidente del Centro Cultural Islámico de Milán, dijo que le preocupaba que la revelación pública de la carta de Nasr pudiera poner en peligro su vida, o al menos desbaratar las posibilidades de que le dejen en libertad. "¿Qué van a hacer con él ahora?", dijo Shaari. "Es un problema para los italianos, los egipcios y los norteamericanos".
En su carta, Nasr describe el grave deterioro de su salud. Ha perdido el oído en una oreja debido a los continuos golpes, dijo, y su pelo antes negro azabache, se ha tornado blanco. Dijo que lo mantenían en una celda sin retrete ni luces, donde "las cucarachas y ratones se suben por mi cuerpo".
También dio una gráfica versión de prácticas de interrogatorio egipcias, incluyendo que era amarrado a un potro de hierro llamado ‘la Novia' y golpeado con armas paralizantes.
En otras ocasiones, escribe, fue amarrado a un colchón mojado en el suelo. Mientas un interrogador se sentaba en una silla de madera colocado sobre los hombros del prisionero, otro interrogador apretaba un interruptor, enviando descargas eléctricas a los resortes del colchón.
Hassan Mustafa Osama Nasr, también conocido como Abu Omar, escribió una carta de once carillas describiendo su secuestro a manos de agentes de la CIA y del servicio secreto italiano. De algún modo sacó el documento de Egipto -donde sigue encarcelado- y lo hizo llegar a manos de los fiscales italianos que están investigando su desaparición.
El jueves el despacho del fiscal público de Milán confirmó la autenticidad de la carta, cuya existencia fue primero reportada por el diario italiano Corriere della Sera.
El documento ha sido entregado como evidencia a los abogados que representan a 25 agentes de la CIA, un oficial de la Fuerza Aérea norteamericana y nueve agentes italianos que han sido acusados de organizar el secuestro de Nasr, un nacional egipcio, en febrero de 2003.
Una copia del documento manuscrito en árabe, llegó a manos del Washington Post. Sin fecha, se lee como una declaración jurada hecha en casa, detallando cómo fue aprehendido Nasr en una operación encubierta en la que participaron espías de tres países.
"No entendía qué estaba pasando", escribió Nasr. "Empezaron a pegarme en el estómago y en todas partes de mi cuerpo. Me envolvieron la cabeza y la cara con cinta de pegar e hicieron hoyos a la altura de la nariz para que pudiera respirar".
Tras su llegada a Egipto horas después, dijo, fue llevado a un cuarto por un oficial de seguridad egipcio, que le dijo que "dos pashas" querían hablar con él.
"Sólo habló uno de ellos, un egipcio", recordó. "Y todo lo que dijo fue: ‘¿Quieres colaborar con nosotros?'" Nasr dijo que el otro ‘pasha' parecía ser norteamericano. Sus secuestradores le ofrecieron un trato: Le permitirían volver a Italiasi accedía a convertirse en informante. Nasr dice que lo rechazó. Como resultado, dijo, fue interrogado y maltratado físicamente durante los siguientes 14 meses en dos cárceles del Cairo.
Los fiscales italianos acusan que la CIA y la agencia de inteligencia militar italiana conocida como Sismi, colaboraron en el secuestro de Nasr, que era conocido por sus sermones radicales en Milán y críticas de las políticas de Estados Unidos en Afganistán y Oriente Medio. De acuerdo a los fiscales, el secuestro desbarató una investigación policial separada de las actividades de Nasr y puso en peligro una operación de vigilancia contra otros radicales de Milán.
Actas judiciales dicen que el secuestro fue orquestado por el jefe de estación de la CIA en Roma e implicó al menos a dos docenas de operativos de la CIA, la mayoría de los cuales llegaron a Italia meses antes para encargarse de las fases preliminares. Los jueces italianos han emitido órdenes de detención contra los agentes de la CIA y han prometido que los juzgarán en ausencia si es necesario.
Aunque el caso ha causado furor en Italia, el gobierno norteamericano no ha ni confirmado ni negado haber desempeñado un papel en la desaparición de Nasr. Funcionarios egipcios también han guardado silencio. Un portavoz de la CIA se negó a hacer comentarios sobre este reportaje.
La esposa de Nasr y su abogado en El Cairo han dicho que el clérigo sigue encarcelado en Egipto, aunque ha sido puesto bajo arresto domiciliario durante breves períodos. No está claro cómo recibieron los fiscales italianos una copia de la carta. Los investigadores dijeron que expertos en grafología han corroborado que Nasr es el autor.
Los fiscales en Milán también están investigando acusaciones de que espías italianos ofrecieron a Nasr 2.5 millones de dólares si firmara unos papeles diciendo que había salido voluntariamente de Italia y no había sido secuestrado, de acuerdo a informes en la prensa italiana.
El imán de una mezquita de Milán donde Nasr predicaba a veces, dijo que él también reconoció la letra como la del egipcio. "Es su letra, estoy seguro", dijo el imán, Arman Ahmed al-Hissini, que es conocido en la localidad como Abu Imad y dirige la mezquita de Viale Jenner, a unas calles de donde fue secuestrado Nasr.
Abdel Hamid Shaari, presidente del Centro Cultural Islámico de Milán, dijo que le preocupaba que la revelación pública de la carta de Nasr pudiera poner en peligro su vida, o al menos desbaratar las posibilidades de que le dejen en libertad. "¿Qué van a hacer con él ahora?", dijo Shaari. "Es un problema para los italianos, los egipcios y los norteamericanos".
En su carta, Nasr describe el grave deterioro de su salud. Ha perdido el oído en una oreja debido a los continuos golpes, dijo, y su pelo antes negro azabache, se ha tornado blanco. Dijo que lo mantenían en una celda sin retrete ni luces, donde "las cucarachas y ratones se suben por mi cuerpo".
También dio una gráfica versión de prácticas de interrogatorio egipcias, incluyendo que era amarrado a un potro de hierro llamado ‘la Novia' y golpeado con armas paralizantes.
En otras ocasiones, escribe, fue amarrado a un colchón mojado en el suelo. Mientas un interrogador se sentaba en una silla de madera colocado sobre los hombros del prisionero, otro interrogador apretaba un interruptor, enviando descargas eléctricas a los resortes del colchón.
10 de noviembre de 2006
©washington post
©traducción mQh
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