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murió kurt vonnegut


[Elaine Woo] Sus populares novelas combinaban la crítica con el humor negro.
Murió Kurt Vonnegut, héroe cultural norteamericano célebre por sus irónicos y chiflados comentarios sobre la guerra, el apocalipsis, la tecnología, el materialismo y otras aflicciones en ‘Matadero Cinco' [Slaughterhouse-Five] y otras novelas. Tenía 84 años.
Vonnegut, uno de los últimos de una generación de grandes novelistas norteamericanos de la Segunda Guerra Mundial, murió el miércoles noche en Nueva York.
Vonnegut sufrió lesiones cerebrales hace unas semanas, cuando se cayó, dijo su esposa, la fotógrafo Jill Krementz. Tenía casas en Manhattan y Sagaponack, Nueva York.
"Nunca hubo un escritor tan amable y, al mismo tiempo, ingenioso", dijo al Times, Tom Wolfe, amigo y admirador de Vonnegut. "En ese sentido, era una gema. Y como escritor, supongo que es lo más parecido a Voltaire que teníamos. Podía ser terriblemente divertido, aunque siempre había una capa de ironía debajo, lo que hacía realmente extraordinario.
"Nunca era divertido sólo para ser divertido", agregó Wolfe.
Un oscuro escritor de ciencia ficción durante veinte años antes de ser alcanzar la fama en 1969 con ‘Matadero Cinco', Vonnegut era un norteamericano original, comparado a menudo con Mark Twain por una visión que combinaba la crítica social, un delirante humor negro y un llamado a la decencia humana básica. Era, dijo una vez el novelista Jay MacInerny, "un satírico con corazón, un moralista alegre".
Aunque a menudo desdeñado por algunos críticos que pensaban que su trabajo era demasiado popular y accesible, su narrativa inspiró tomos y tomos de eruditos comentarios así como sitios en la red llevados por jóvenes fans que han ayudado a mantener en stock las catorce novelas que escribió en una carrera de cincuenta años. Cinco de sus novelas fueron llevadas al cine.
Es, "junto con John Hawkes y Gunter Grass... el escritor más testarudamente original", escribió sobre Vonnegut el novelista John Irving. "No es un cualquiera, ni incluso una versión de alguien, y es un escritor con una causa".
Sus novelas, que incluyen ‘Las sirenas de Titán' [The Sirens of Titan], ‘Cuna de gato' [Cat's Cradle], ‘Madre Noche' [Mother Night] y ‘El desayuno de los campeones' [Breakfast of Champions], introdujeron un rodante reparto de personajes estrafalarios, desde el oprimido visionario Billy Pilgrim hasta Kilgore Trout, el escritor fracasado que era el alter ego de Vonnegut.
Vonnegut era también ensayista, dramaturgo y cuentista, cuyas piezas más breves fueron publicadas en libros como ‘Bienvenido a la jaula de los monos' [Welcome to the Monkey House] (1968), ‘Wampeters, foma y granfalloons' (1974) y ‘Destinos peores que la muerte' [Fates Worse Than Death: An Autobiographical Collage of the 1980s'] (1981).
‘Matadero Cinco' fue un libro que trató de escribir durante 25 años. Una hábil mezcla de fantasía y las experiencias de Vonnegut durante la Segunda Guerra Mundial, introduce a Pilgrim, un viajero del tiempo, que, como Vonnegut, sobrevivió el bombardeo aliado de Dresde.
Poco ortodoxa en estructura y patentemente antibélica, la novela causó impacto entre las generaciones más jóvenes. Vonnegut se convirtió en un icono de la contracultura de los años setenta, y su libro se transmutó en un hito histórico de la literatura norteamericana posmoderna, que no volvería a igualar, ni en vigor ni en maestría, en ninguna de sus novelas posteriores.
"Escribe sobre las cosas más terriblemente dolorosas", observó Michael Crichton en una reseña de ‘Matadero Cinco' en New Republica. "Sus novelas han atacado nuestros temores más profundos sobre la automación y la bomba, nuestras culpas políticas más profundas, nuestros más feroces amores y odios. Nadie escribe libros sobre estos temas; son inaccesibles a tratamientos novelísticos normales".
No tenía pretensiones: Era un escritor público, que trataba directamente algunos de los temas más fastidiosas de su época.
"Mis motivos son políticos", dijo una vez a la revista Playboy. "Estoy de acuerdo con Stalin, y Hitler y Mussolini, de que el escritor debe servir a su sociedad... Yo creo que deberían ser -y tienen que serlo, biológicamente- agentes de cambio".
En otra ocasión explicó que su objetivo al escribir novelas era "atrapar a la gente antes de que se transformaran en generales y senadores y presidentes" y "envenenar sus mentes con humanidad. Estimularlos a hacer un mundo mejor".

Niño Solitario
Un alemán-americano de cuarta generación, Vonnegut nació en Indianapolis el 11 de noviembre de 1922.

Aunque tenía un hermano mayor, Bernard, y una hermana, Alice, Vonnegut fue a menudo un niño solitario. Su principal sostén cuando estaba creciendo fue una mujer negra llamada Ida Young, la cocinera de la familia. Sugirió que el "intolerable sentimentalismo" que algunos críticos detectaban en su escritura, se debía a Young, que se pasaba largas horas leyéndole de una antología poética sobre amor eterno, perros fieles y hogares humildes y felices.
Hijo y nieto de arquitectos, creció en la prosperidad hasta la Depresión, que golpeó duramente a su padre, Kurt Sr.. La economía de la familia era tan abismal, que su madre, Edith, que había nacido en la afluencia, tuvo que vender la porcelana china. Vonnegut diría más tarde que sus padres le dejaron un legado de pacifismo e irreverencia, así como una "profunda tristeza" y en muchos de sus escritos posteriores sus personajes serían tocados por el desempleo y la subsecuente pérdida de estatus y utilidad.
Cuando el dinero de la familia se acabó, dejó el colegio privado y entró a la Escuela Secundaria pública de Shortridge, en Indianapolis, donde su esquelético físico lo convirtió en el blanco de chistes. Apodado ‘Snarf' después de que sus compañeros de colegio lo pillaron olfateando [sniffing] sus sobacos, despreocupadamente, se describía a sí mismo como "un niño realmente flaco, de espaldas estrechas... un ridículo tipo de flamenco", no muy diferente del excéntrico Billy Pilgrim en la novela que lanzaría a Vonnegut a la fama. Encontró un hueco en el personal del diario del campus, el Eco, como escritor y editor.
Cuando se marchó a la Universidad de Cornell en 1940, siguió a su hermano mayor y estudió química. Sin embargo, a diferencia de su hermano, Vonnegut era un mal estudiante que llamaba la atención por sus bromas pesadas, como aparecerse en exámenes finales de enormes cursos en los que no estaba inscrito y hacer añicos el examen frente al asombrado profesor.
También se hizo conocido por su literatura, que ocupaba la mayor parte de su tiempo en la universidad. Trabajó como editor general del Cornell Daily Sun como autor de una columna humorística tres veces a la semana.
Muchos años después, cuando le pidieron que identificara sus influencias culturales, mencionaba a menudo a escritores como Twain, Jonathan Swift y James Joyce. "Pero la verdad es que yo soy un bárbaro: mis deudas culturales más profundas son el Gordo y el Flaco... Buster Keaton, Fred Allen, Jack Benny, Charlie Chaplin...", escribió en 1972. "Me hicieron reír a carcajadas durante los años de la Gran Depresión y durante todas las otras depresiones más chicas de después".
Estaba en Cornell a principios de 1943 cuando se incorporó al ejército y fue enviado al Carnegie Institute of Technology y la Universidad de Tennessee para estudiar ingeniería mecánica. Fue preparado en artillería y como explorador de infantería de avanzada.
Justo antes de que Vonnegut fuera embarcado a Inglaterra, su madre se mató con una sobredosis de píldoras para dormir el Día de la Madre en 1944. Había sufrido ataques de depresión después de fracasar en su intento de ganar dinero escribiendo para una revista literaria de los años treinta, una actividad que inició para apuntalar los ingresos familiares. De acuerdo a los recuerdos de su hijo, también había empezado a depender del alcohol y de "ilimitadas cantidades de barbitúricos recetados". Su muerte fue el primero de una serie de bizarros giros en la vida de Vonnegut que, más tarde, darían color a sus historias.
A fines de 1944 Vonnegut fue capturado por los alemanes durante la Batalla de las Ardenas y terminó en una cuadrilla de prisioneros en Dresde, una ciudad tan apreciada por su barroca belleza que nadie pensaba que iba a ser bombardeada. Si se quedaba allá, pensó Vonnegut, estaría en un lugar seguro hasta el fin de la guerra.
Pero el 13 de febrero de 1945, Dresde fue atacado por sucesivas oleadas de bombarderos británicos y norteamericanos, que destruyeron la extraordinaria arquitectura y tesoros artísticos de la ciudad y mataron al menos a sesenta mil personas y quizás unas 200 mil, más que las explosiones atómicas en Hiroshima y Nagasaki juntas.
Vonnegut y su grupo salvaron la vida por que su prisión era tan sólida como un búnker de cemento subterráneo: "un frío frigorífico debajo de un matadero", dos pisos bajo superficie, que compartían con seis guardias e "hileras e hileras de fétidos cadáveres de cerdos, caballos y corderos".
Cuando terminó el bombardeo, emergió para descubrir que los aliados habían "quemado toda la maldita ciudad". Él y otros prisioneros de guerra debieron trabajar como ‘excavadores de cadáveres', recuperando a los muertos que se habían asfixiado en los refugios. Vonnegut arrastraba fuera esos cuerpos y los apilaba en enormes piras funerarias. La campaña de rescate fue finalmente terminada y los alemanes empezaron a quemar a los muertos donde los encontraban, convirtiendo los refugios en crematorios.
"Fue una cosa inimaginable, asombrosa", dijo Vonnegut en una entrevista con Paris Review en 1977.

Suceso Emocional
Aunque a veces restaba importancia a sus vivencias en Dresde, reconoció que la experiencia le dio "algo sobre lo que escribir".

También tiznó su visión del mundo.
"El bombardeo de Dresde un fue suceso emocional sin ningún trazo de importancia militar...", dijo en un discurso sin fecha publicado en ‘Destinos peores que la muerte'.

"Diré nuevamente lo que he dicho a menudo en artículos y discursos, que ningún soldado norteamericano avanzó ni siquiera una pulgada debido al bombardeo de Dresde. Ninguno de los prisioneros de los nazis recuperó su libertad una décima de segundo antes. Sólo se benefició claramente una persona en la Tierra, y esa persona soy yo", dijo Vonnegut, refiriéndose a su exitosa novela. "Me pagaban unos cinco dólares por cada cadáver, sin contar la tarifa de esta noche".
El horror y el sin sentido de la catástrofe lo acosaría durante años mientras trataba, y finalmente desechaba, la idea de que uno podía escribir convencionalmente sobre cosas que desafiaban la lógica de manera tan resuelta.
Dresde cerró un período hinchado de traumas para Vonnegut, que luchó años después con sus propias depresiones y que estuvo a punto de matarse.
Vonnegut fue licenciado del ejército en 1945 y se casó con su novia de la infancia, Jane Cox. Se matriculó en la Universidad de Chicago, se cambió de química a antropología y consiguió un trabajo como reportero para Chicago City News Bureau. El novato periodista fue asignado a los asesinatos, los accidentes de carretera y el tiempo. En 1947 dejó la facultad después de que su tesina, ‘Fluctuations Between Good and Evil in Simple Tales', fuera rechazada por la comisión de la facultad. (En 1971, después de haberse convertido en un ilustre autor, la universidad finalmente aceptó su novela ‘Cuna de gato' como tesis y le otorgó un diploma). También dejó el periodismo por un trabajo mejor pagado en relaciones públicas en la General Electric GE de Schenectady, Nueva York, donde su hermano trabajaba como físico atmosférico.
De día escribía boletines de prensa que fomentaban la filosofía del progreso de GE como su "producto más importante", una idea que no había inventado y que para Vonnegut perdió rápidamente su encanto. De noche empezó a escribir cuentos que mostraban los potenciales efectos negativos del progreso científico, tales como los peligros de los computadores y la radio extraplanetaria. La idea de que la humanidad estaba ideando los medios de su propia infelicidad y destrucción emergerían como un tema dominante en sus obras posteriores.
Las historias de Vonnegut aparecieron en importantes revistas de los años cincuenta, incluyendo el Saturday Evening Post, Collier's, Ladies Home Journal y Cosmopolitan, así como en publicaciones más especializadas, como Fantasy y Science Fiction. Para 1950, descubrió que se podía mantener a sí mismo y a su creciente familia con lo que ganaba como escritor y renunció a GE.
El entorno de GE, en el que estaba "completamente rodeado de máquinas y de ideas para máquinas", inspiró su primera novela, ‘La pianola' [Player Piano], publicada en 1952 y reimpresa como libro de bolsillo unos años después con el título de ‘Utopia 14', gira sobre un ingeniero que se rebela contra la mecanización de la sociedad, que ha hecho la vida más fácil pero ha privado a la gente de propósito. El ingeniero busca consuelo espiritual como seguidor de un ministro formado en antropología. De acuerdo a Jerome Kinkowitz, observó un especialista en Vonnegut, la novela muestra a los lectores "cómo el progreso como un fin en sí mismo es una proposición fracasada".
El libro fue en gran parte ignorado por los críticos, de modo que Vonnegut decidió volver a dedicarse al mercado del cuento breve mientras trabajaba en otra cosa. Enseñó inglés en la secundaria en Cape Codd y vendió coches Saabs.
Pasaron siete años antes de que apareciera su segunda novela, ‘Las sirenas de Titán' (1959). La trama gira sobre unos extraterrestres que se mezclan en el curso de la historia humana para ayudar a un viajero en el tiempo a conseguir un repuesto para su nave espacial. Presentada como ciencia ficción, aunque era una sofisticada sátira del género, se vendía en las paradas de buses y droguerías, y se agotó rápidamente. Kinkowitz y John Somer, en su libro ‘The Vonnegut Statement', observan que en el underground universitario los ejemplares se vendían a cincuenta dólares, hasta que fue publicado nuevamente por Dell en los años sesenta.
‘Madre Noche', publicada en 1962, presentaba al personaje Howard W. Campbell Jr., un agente de la inteligencia norteamericana en Alemania al inicio de la Segunda Guerra Mundial que se hace pasar tan exitosamente como propagandista radial nazi que es secuestrado por agentes israelíes y juzgado por crímenes de guerra hasta que se suicida. Vonnegut resumió la lección de esta historia confesamente moralista en esta frase: "Somos lo que pretendemos ser, de modo que debemos ser cuidadosos sobre lo pretendemos que somos".
Una novela de transición que tiene pocos elementos de ciencia ficción, llamó la atención de importantes críticos, impresionados con su autoritativo tono. El crítico Richard Schickel, en Harper's, la llamó "un maravilloso chapoteo de colores primarios brillantes, una optimista caricatura que nos deja ver la desesperación sin obligarnos a entregarnos a ella".
Con su libro siguiente, Vonnegut empezó a ser observado en círculos literarios más amplios. El protagonista de ‘Cuna de gato', publicada en 1963, es un escritor que viaja al Caribe donde se convierte en un seguidor de Bokonon, un disidente religioso que promete la salvación a través de un despreocupado evangelio de fomas, o mentiras inofensivas. El escritor también presencia el mortífero poderío de Ice-9, una substancia que mata todo lo que toca, congelándolo.
El título de la novela refiere al juego de cordeles en el que el jugador enrosca el cordel para hacer imágenes supuestamente reconocibles, tales como la cuna de gato. Vonnegut lo explica como una broma pesada: "Ningún maldito gato, ninguna maldita cuna", se queja amargamente uno de los personajes. Era el modo de Vonnegut de decir que muchas de las sabidurías aceptadas, incluyendo doctrinas políticas y religiosas, de hecho no explican nada en absoluto.
Entre varios notables escritores que elogiaron la novela estaba Graham Greene, que dijo que era "una de las tres mejores novelas del año de la mano de uno de los escritores más capaces".
‘Cuna de gato' fue seguida por la rudamente satírica ‘Dios le bendiga, Mr. Rosewater' [God Bless You, Mr. Rosewater, or Pearls before Swine], en 1965. Esta novela introdujo al personaje de Eliot Rosewater, un millonario filántropo asqueado por su riqueza y su poder para pervertir los ideales. Predica el amor por medio de un lema que suena como todo lo que escribió Vonnegut: "Maldición, tienes que ser amable".
El libro también introdujo a Trout, un escritor de ciencia ficción viejo y fracasado. Pese a la reseña de Green, Vonnegut se veía a sí mismo en el mismo rutinario surco que el imaginario Trout y se quejaba ruidosamente de la falta de aprecio por su talento de parte de los críticos.
Escribió ‘Dios le bendiga, Mr. Rosewater' en un momento bajo de su carrera, cuando apenas ganaba dinero para sostener a su familia, que se había duplicado en tamaño debido a los trágicos acontecimientos de 1958. Ese año adoptó a tres hijos de su hermana después de que ella y su marido murieran, uno días después del otro, ella de cáncer y él en un accidente de tren. En 1965, Vonnegut dejó la casa familiar de Cape Cod y se mudó a Ciudad de Iowa en un destartalado Volkswagen para inscribirse en el Taller Literario de la Universidad de Iowa. Resultaría ser una decisión providencial.
Un colega del taller, el crítico Robert Scholes, se convirtió en su defensor y dedicó un capítulo a las historias de Vonnegut en su ‘The Fabulators', un libro de 1967 con críticas que empezaron a cambiar la imagen de Vonnegut en círculos académicos.
Sus primeras novelas volvieron a ser publicadas en libros de bolsillo más o menos en esa época, fomentando su reputación underground. Dos de sus novelas, ‘La pianola' y ‘Madre Noche', fueron reimpresas en cartón y recibieron una seria atención de la crítica.
También volvió al periodismo, escribiendo ensayos en primera persona para la revista del New York Times, Life and Esquire, sobre temas que van desde la meditación transcendental hasta el vuelo a la luna del Apolo 11. Un artículo, una reseña del diccionario humorístico, llamó la atención de Seymour Lawrence, de Delacorte Press, que en 1968 le ofreció un contrato por tres libros. Ese año Vonnegut ganó una beca Guggenheim para viajar a Dresde.
El primer libro que apareció con el nuevo contracto fue ‘Matadero Cinco'.
Los problemas de Vonnegut para escribir esta novela empezaron después de volver de la guerra, más de dos décadas antes.
"[...] Llegué a casa en 1945, empecé a escribir sobre esto, y escribir sobre esto, y escribir sobre esto, y escribir sobre todo... " recordó en un discurso a los estudiantes de Iowa City en 1969. "Es como el libro de Heinrich Boll, ‘Absent Without Leave', historias sobre unos soldados alemanes que no recuerdan la guerra. Los ves marcharse y volver, pero vuelven con un terrible agujero en el medio. Así son mis recuerdos de Dresde..."
El gran paso adelante se produjo cuando se dio cuenta de que, en lugar de escribir una historia sobre la guerra, podía simplemente contar la verdad. La Guerra de Vietnam fue como un catalizador que lo liberó para que "finalmente pudiera hablar sobre algo malo que le hicimos a la peor gente imaginable, los nazis. Y lo que vi, lo que tenía que decir, hacía que la guerra se viera muy fea", escribió en un ensayo incluido en su libro de 2005, ‘Un hombre sin patria' [A Man Without a Country].
‘Matadero' empieza con unas inusuales disculpas de Vonnegut, que se inserta él mismo como narrador. "Me carga decirte que este pésimo librito me costó dinero, ansiedad y tiempo", se queja en el primer capítulo. Quizás el ardor de fines de los años sesenta -cuando Norman Mailer, en otros prominentes escritores, también estaba experimentando con las formas inyectándose él mismo en la historia- estaba provocando esta desviación de la convención literaria.
Vonnegut nunca describe el bombardeo mismo. En lugar de eso, la historia salta hacia y hacia adelante en el tiempo, pasando del Pilgrim cuando era joven y estaba detenido por los alemanes en Dresde, a Pilgrim el viudo senil encarcelado por los extraterrestres, y a un Pilgrim de edad mediana en un congreso de colegas optómetras. El efecto es desconcertante -deliberadamente, porque parte del mensaje del autor es que una profunda perplejidad es la única respuesta apropiada al sin sentido de la destrucción de Dresde.
El libro es "tan breve y embrollado y discordante... porque no se puede decir nada inteligente sobre una masacre", escribe Vonnegut. "Se supone que todo el mundo está muerto, que nunca volverá a decir o querer nada. Se supone que vuelve muy tranquilo después de una masacre, y siempre ocurre, excepto por los pájaros.
"¿Y qué dicen los pájaros? ¿Todo lo que se puede decir sobre una masacre, son cosas como ‘pu-ti-wit'?"

Mensaje Antibélico
No se podía confundir la inclinación antibélica de la novela, lanzada cuando Estados Unidos estaba empantanado en Vietnam. La mayoría de los soldados colegas de Pilgrim estaban malamente preparados
y terriblemente desmoralizados. Abundan la muerte y la tragedia, puntuada por el refrán alternativamente gastado y poco serio: "Así son las cosas".
Pero Vonnegut no deja nunca dudas sobre sus intenciones: "Les he dicho a mis hijos que ellos no deben bajo ninguna circunstancia participar en masacres, y que las noticias sobre masacres de enemigos no debe colmar a los hombres de satisfacción o regocijo.
"También les he dicho que no trabajen para compañías que fabrican máquinas de masacre, y a despreciar a la gente que piensa que necesitamos máquinas como esas".
La novela reflejaba las preocupaciones de la época, tratando no solamente la guerra, sino también la sobrepoblación, la ecología y el consumismo. Fue la reseña principal del suplemento de libros, como los del New York Times Book Review, donde Scholes despotricaba que Vonnegut era un "verdadero artista" y "uno de los mejores escritores de su generación".
El crítico Leslie Fiedler, en un influyente ensayo en Esquire en 1970, dijo que ‘Matadero Cinco' giraba "menos sobre Dresde que sobre la incapacidad de Vonnegut de superarlo... uno de esos trabajos más bellamente frustrantes sobre su propia imposibilidad, como ‘8 1/2', de Fellini".
Otros distinguidos críticos vieron ‘Matadero' en términos menos favorecedores. A Alfred Kazin le repugnó lo que llamó el "humor traviesamente sentimental" sobre los absurdos de la guerra. Según Kazin, Vonnegut "está en lo mejor no en ‘Matadero Cinco' (realmente una sátira de la gran novela norteamericana), sino en las parodias de la escena americana como ‘Dios le bendiga, Mr. Rosewater'... En ‘Matadero Cinco' Vonnegut parece, comprensiblemente, dominado por su materia y se hace el tonto. Es más divertido cuando es implacable".
Durante los años setenta, la novela sufrió ataques de candidatos a censores, que rechazaron sus numerosas obscenidades y escenas gráficas. Fue convertida en una bien considerada película por el director George Roy Hill en 1972. El libro también llegó al lugar 18 en la lista de las cien mejores novelas en lengua inglesa del siglo veinte, de la Modern Library.
Vonnegut no se tomaba estos logros muy en serio. En la entrevista en Paris Review, dijo que escribir no era más complicado que una buena broma pesada. "Si haces que la gente ría o llore sobre pequeñas marcas negras en láminas de papel blanco", dijo, "¿qué es sino una broma pesada? Todos los grandes diálogos son en realidad bromas pesadas de gente que se cae una y otra vez". Decía que sus novelas eran esencialmente "mosaicos de chistes".

Promesa
Aunque ‘Matadero' lo instaló en la vanguardia de las letras americanas, sufrió cada vez más depresiones y juró que no volvería a escribir otra novela. "Después de escribir ‘Matadero Cinco', sentí que no tenía por qué volver a escribir, si no quería", escribió
en ‘Wampeters, Foma, y Granfalloons'. "Fue una amenaza que haría varias veces en las siguientes décadas.
Escribió una pieza de teatro que fue representada en Broadway, ‘Happy Birthday, Wanda June', así como una pieza de teatro para la televisión pública, ‘Between Time and Timbuktu'. Cubrió la Convención Nacional Republicana de 1972 para Harper's y fue elegido vice-presidente del PEN/American Center.
‘El desayuno de los campeones', publicado en 1973, marcó el retorno a la novela del autor de -entonces- cincuenta años. Reconoció que era de modo importante un libro catártico: El patético Kilgore Trout, que para entonces había aparecido en varias novelas de Vonnegut, finalmente se convirtió en un escritor rico y famoso.
La novela, que recibió reseñas en general tibias, no marcaron, sin embargo, el fin de las depresiones de Vonnegut. De hecho alude directamente a las preocupaciones del autor sobre la depresión y el suicidio en diálogos como: "‘Tienes miedo de matarte a ti mismo como lo hizo tu madre', le dije". En 1984 Vonnegut trató de suicidarse con alcohol y píldoras y pasó un mes en un pabellón mental. Más tarde contaría al Washington Post que no estaba loco, sino que enrabiado. "Si lo hago, y podría hacerlo, será a causa del ejemplo de mi madre", dijo, refiriéndose a su sobredosis décadas atrás. En enero de 2000 escapó sin graves lesiones del incendio de su casa de East Side Manhattan, causado aparentemente por un cigarrillo que dejó encendido en su estudio. Fue hospitalizado en condiciones críticas por inhalación de humo.
"Ahora estoy pensando en demandar a los fabricante de Pall Mall", bromeó el inveterado fumador en cadena después de su recuperación. "En la cajetilla prometen matarme y todavía no lo logran".
Ese tipo de humor negro atrajo a sucesivas generaciones de fans de Vonnegut, cuyo ardor de culto tuvo algo que ver con uno de los engaños más exitosos en internet de los últimos años.
En 1977 un e-mail enviado a miles de personas entregaba lo que pretendía ser el texto de un discurso de graduación en el MIT pronunciado por Vonnegut, un popular escritor de este tipo de discursos. Estaba lleno de simples ocurrencias populares, tales como "Póngase bronceador" y "Sea amable con sus rodillas. Las va a echar de menos cuando se vayan" que mucha gente -incluyendo a su esposa- cree que eran Vonnegut por excelencia.
El texto fue en realidad escrito por un columnista de un diario de Chicago y enviado sin su nombre ni permiso. Vonnegut se había convertido en víctima de una foma>, una palabra que significa mentira piadosa que había inventado él mismo hace tres décadas en ‘Cuna de gato'.
Vonnegut se casó con Krementz en 1979, después de que su primer matrimonio terminara en divorcio. Tuvo una hija con su segunda mujer, Lily. También tuvo tres hijos de su primer matrimonio: Mark, Edith y Nanette; y los tres sobrinos que adoptó tras la muerte de su hermana: James, Steven y Kurt Adams.
Reunió muchos de sus escritos más breves en cuatro tomos, entre ellos ‘Caja Del Rapé De Bagombo' [Bagombo Snuff Box] (1999), que presentaban sus cuentos no publicados previamente; ‘Dios lo bendiga, Dr. Kevborkian' (2000), una serie de notas sobre eminencias muertas, como William Shakespeare, que había escrito originalmente para la radio; y ‘Un hombre sin patria' [A Man Without a Country], una colección de ensayos breves y discursos (2005). Entre sus novelas se encuentran ‘Payasadas' [Slapstick, or Lonesome No More], en 1976, ‘Pájaro de celda' [Jailbird] en 1979, ‘Buena puntería' [Dead-Eye Dick] en 1982, ‘Galápagos' en 1985 y ‘Barbazul' [Bluebeard] en 1987. Su última novela, ‘Timequake' dividió a los críticos, unos manifestando su disgusto por su familiar tono de fatigado desconcierto, y otros calificándolo como su obra más divertida en años.
Después de ‘Timequake', dijo que no volvería a escribir novelas, pero en 2000, mientras ocupaba el cargo de State Author para Nueva York, admitió que se había retractado de esa promesa. Estaba trabajando en una novela sobre un cómico de Nueva York. El título sugería otra irreverente rumiada sobre la vida moderna y sus males. Lo iba a titular ‘If God Were Alive Today'.

elaine.woo@latimes.com
Stuart Silverstein contribuyó a este reportaje.

13 de abril de 2007
12 de abril de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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