escudero del quijote en méxico
[Mónica Medel] Eulalio Ferrer, un ex miliciano de la Guerra Civil española (1936-39) que se exilió en México donde tras vivir unas experiencias novelescas y convertirse en el principal publicista del país, está dedicado a la tarea de promocionar a Cervantes y al Quijote en suelo americano.
Ciudad de México,México. Eulalio Ferrer, de 83 años, es el presidente de la Fundación Cervantina de México, además del principal patrocinador del Centro de Estudios Cervantinos (CEC) y del Museo Iconográfico del Quijote, que está compuesto básicamente por su colección personal de imágenes de la obra.
"¿Mi interés por el Quijote? Es novelesco, pertenezco a los que lucharon en el bando republicano en la Guerra Civil española. Era capitán, con 17 años, y en el repliegue hacia Francia fui atrapado e internado en el Campo de Argeles-Sur-Mer, donde conviví con 80 mil refugiados", explicó en entrevista con EFE.
Al ingresar al campo, un miliciano barbudo le ofreció un libro a cambio de una cajetilla de cigarrillos. Como no fumaba aceptó el trueque sin siquiera mirar cuál era la obra, que usó de almohada en su primera noche.
Al día siguiente, buscando un jersey para protegerse del frío, dio con el libro: un Quijote de Calleja, edición de bolsillo de 1912, con una letra minúscula que ya no puede ver, pero que le acompañó y alentó durante los meses que pasó en ese campo y luego en las campañas de trabajo forzoso en el centro de Francia.
"No puedo yo recordar mi vida sin recordar el momento en que leí el Quijote", aseveró, rememorando cómo le contagió su locura' de manera positiva para sobrevivir y cómo pasó los días tratando de identificar a sus personajes "al barbero, al Sancho, incluso a la Dulcinea, porque había mujeres inicialmente en el campo".
"No puedo olvidar cómo entre los piojos y la miseria me refugiaba en Don Quijote y me alentaba en él, transfigurando un poco esa locura que a veces es riqueza de imaginación porque, de atenerse a la realidad física, era para hundirse", dijo.
El Quijote fue su refugio de la locura, que lo alentó a "vencer a los molinos de viento" y sobrevivir motivado porque tenía que "hacer cosas importantes en la vida".
"Con mis manos ensangrentadas, porque no sabía manejar el pico y la pala, seguía leyendo el Quijote y, algunas noches, cuando no estábamos totalmente abatidos, lo leía al grupo de compañeros de la compañía de trabajo", relató.
Guanajuato, Capital Americana del Quijote
Tras una serie de penurias, Eulalio Ferrer consiguió escapar del campo de refugiados y reunirse con su familia en la estación de trenes de San Lázaro, en París, para luego viajar a Burdeos y embarcarse a América con su Quijote.
Su destino fue la República Dominicana, donde el dictador Rafael Leónidas Trujillo (1930-61) se negó a recibir la expedición, formada por medio millar de exiliados "después de haber cobrado 600 dólares por cada cabeza".
Finalmente fueron amparados por el Gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-40) en México, donde Ferrer inició una carrera en el periodismo con la revista "Mercurio", de la que era redactor, vendedor de anuncios y cobrador.
Uno de sus patrocinadores le ofreció entonces trabajo en publicidad y así inició una meteórica carrera, hizo fortuna y fue compadre del mismo Cantinflas, el cantante Pedro Vargas, la actriz Dolores del Río y el compositor Agustín Lara.
Ferrer es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y miembro correspondiente Hispanoamericano de la Real Academia Española y ha escrito libros sobre publicidad y comunicación, que son textos de estudio en universidades.
A mediados de los 80, buscando una forma de "demostrar a México la gratitud del exilio español", le vino el recuerdo del Quijote, una lectura que le quedó "grabada a fuego".
"El Quijote está por encima de los colores políticos y de cualquier diferencia religiosa. Su figura es incuestionable y no está sujeta a discusión", afirmó al explicar su decisión.Para celebrar el IV centenario de la obra, Ferrer ha impulsado la organización de una serie de celebraciones en Guanajuato (en el estado homónimo ubicado en el centro del país), donde se ubican el museo del Quijote y el Centro de Estudios Cervantinos (CEC).
Esa ciudad será nombrada en marzo por la UNESCO y por el gobierno de Castilla-La Mancha como "capital cervantina de América" en el inicio de las celebraciones.
13 de enero de 2005
©univisión
"¿Mi interés por el Quijote? Es novelesco, pertenezco a los que lucharon en el bando republicano en la Guerra Civil española. Era capitán, con 17 años, y en el repliegue hacia Francia fui atrapado e internado en el Campo de Argeles-Sur-Mer, donde conviví con 80 mil refugiados", explicó en entrevista con EFE.
Al ingresar al campo, un miliciano barbudo le ofreció un libro a cambio de una cajetilla de cigarrillos. Como no fumaba aceptó el trueque sin siquiera mirar cuál era la obra, que usó de almohada en su primera noche.
Al día siguiente, buscando un jersey para protegerse del frío, dio con el libro: un Quijote de Calleja, edición de bolsillo de 1912, con una letra minúscula que ya no puede ver, pero que le acompañó y alentó durante los meses que pasó en ese campo y luego en las campañas de trabajo forzoso en el centro de Francia.
"No puedo yo recordar mi vida sin recordar el momento en que leí el Quijote", aseveró, rememorando cómo le contagió su locura' de manera positiva para sobrevivir y cómo pasó los días tratando de identificar a sus personajes "al barbero, al Sancho, incluso a la Dulcinea, porque había mujeres inicialmente en el campo".
"No puedo olvidar cómo entre los piojos y la miseria me refugiaba en Don Quijote y me alentaba en él, transfigurando un poco esa locura que a veces es riqueza de imaginación porque, de atenerse a la realidad física, era para hundirse", dijo.
El Quijote fue su refugio de la locura, que lo alentó a "vencer a los molinos de viento" y sobrevivir motivado porque tenía que "hacer cosas importantes en la vida".
"Con mis manos ensangrentadas, porque no sabía manejar el pico y la pala, seguía leyendo el Quijote y, algunas noches, cuando no estábamos totalmente abatidos, lo leía al grupo de compañeros de la compañía de trabajo", relató.
Guanajuato, Capital Americana del Quijote
Tras una serie de penurias, Eulalio Ferrer consiguió escapar del campo de refugiados y reunirse con su familia en la estación de trenes de San Lázaro, en París, para luego viajar a Burdeos y embarcarse a América con su Quijote.
Su destino fue la República Dominicana, donde el dictador Rafael Leónidas Trujillo (1930-61) se negó a recibir la expedición, formada por medio millar de exiliados "después de haber cobrado 600 dólares por cada cabeza".
Finalmente fueron amparados por el Gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-40) en México, donde Ferrer inició una carrera en el periodismo con la revista "Mercurio", de la que era redactor, vendedor de anuncios y cobrador.
Uno de sus patrocinadores le ofreció entonces trabajo en publicidad y así inició una meteórica carrera, hizo fortuna y fue compadre del mismo Cantinflas, el cantante Pedro Vargas, la actriz Dolores del Río y el compositor Agustín Lara.
Ferrer es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y miembro correspondiente Hispanoamericano de la Real Academia Española y ha escrito libros sobre publicidad y comunicación, que son textos de estudio en universidades.
A mediados de los 80, buscando una forma de "demostrar a México la gratitud del exilio español", le vino el recuerdo del Quijote, una lectura que le quedó "grabada a fuego".
"El Quijote está por encima de los colores políticos y de cualquier diferencia religiosa. Su figura es incuestionable y no está sujeta a discusión", afirmó al explicar su decisión.Para celebrar el IV centenario de la obra, Ferrer ha impulsado la organización de una serie de celebraciones en Guanajuato (en el estado homónimo ubicado en el centro del país), donde se ubican el museo del Quijote y el Centro de Estudios Cervantinos (CEC).
Esa ciudad será nombrada en marzo por la UNESCO y por el gobierno de Castilla-La Mancha como "capital cervantina de América" en el inicio de las celebraciones.
13 de enero de 2005
©univisión
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