murió esther hautzig
17 de noviembre de 2009
Escribió ‘La estepa infinita’ sobre el exilio en Siberia. La familia de la autora fue enviada a la remota región soviética por ser capitalista. Eso fue probablemente lo que los salvó de la muerte en el Holocausto.
[Matt Schudel] En un hospital de Nueva York el 1 de noviembre falleció Esther Hautzig, cuyas memorias sobre la vida en el exilio en Siberia, ‘La estepa infinita’ (The Endless Steppe) se convirtió en un clásico de la literatura infantil. Sufría del mal de Alzheimer y tenía 79 años.
Hautzig nació en el seno de una familia acomodada en Vilnius, Lutuania, entonces parte de Polonia, donde poseían una joyería. En 1941, después de que la Unión Soviética y Alemania firmaran un pacto de no agresión que puso a Vilnius bajo control soviético, la familia de Hautzig fue arrestada por ser capitalista. A los diez días fue enviada con sus padres y abuelos en un vagón ganadero hacia la ciudad de Rubtsovsk, en Siberia.
Pasó la Segunda Guerra Mundial allá, asistiendo a la escuela y aprendiendo a vivir con privaciones y pérdidas. Más de veinte años más tarde, después de que Hautzig se asentara en Estados Unidos, escribió ‘La estepa infinita’.
Escribió el libro para niños cuando los editores le dijeron que su historia no atraería a los adultos. Ganó varios premios y fue aclamada como una digna sucesora de el poderoso ‘Diario de Ana Frank’.
En el libro, Hautzig cuenta una valerosa historia de exilio y supervivencia. De niña se adaptó a sus nuevos entornos sorprendentemente bien, y aprendió ruso y asistió a una escuela estricta que, como escribió un reseñador del New York Times en 1968, "sería la envidia de las madres de Nueva York".
Escribió sobre cómo tratar de ganar dinero vendiendo libros de poesía rusa, recordando que un hombre hojeó un libro antes de decidir que no lo compraría porque el papel no servía para liar cigarrillos.
Las batallas de esos tiempos de guerra afectaron de diferentes modos a su familia. Su abuela lamentaba un mundo perdido de criados y grandes casonas; su padre fue enviado a la guerra en el ejército soviético; y su madre trabajó en una mina de yeso y en una panadería. Su abuelo murió a los 72 años en un campo de trabajos forzados.
"Pasamos en Siberia los siguientes seis años", escribió Hautzig en ‘Remember Who You Are: Stories About Being Jewish’, una antología de 1960 de recuerdos de infancia. "Fui a la escuela allá, hice amigos, aprendí a sobrevivir a pesar de todo".
Después de la guerra su familia se reencontró en Lodz, Polonia, descubriendo que su exilio forzado les había salvado la vida. La mayoría de sus familiares que se quedaron en Vilnius (llamado entonces Vilna) había perecido en el Holocausto. De los 57 mil residentes judíos de Vilnius a principios de la guerra sólo sobrevivieron tres mil.
Esther Rudomin nació el 18 de octubre de 1930 y tuvo una infancia encantadora en una ciudad culta y próspera.
"Todo lo que hago viene de Vilna", dijo a la publicación judía Forward en 2002. "Soy una guía de Vilna, en ausencia".
Tras reunirse con sus padres y abuela en Lodz, en 1947 llegó por sus propios medios a Estados Unidos, conociendo al pianista concertista vienés Walter Hautzig en el buque en que cruzaban el Atlántico. Completó su educación secundaria en Brooklyn, Nueva York, y estudió en la Hunter College de Nueva York antes de casarse con Hautzig en 1950. Su marido le sobrevive, junto con dos hijos y tres nietos.
Hautzig llegó a ser una talentosa artesana en Siberia, donde aprendió, entre otras cosas, a teñir cortinas con piel de cebolla. Escribió la primera serie de libros para niños sobre cocina, decoración y cómo hacer regalos con poco o nada de dinero cuando trabajaba en editoriales neoyorquinas en los años cincuenta.
Más tarde Hautzig tradujo obras del yiddish y continuó escribiendo libros para jóvenes sobre su infancia en Vilnius. Durante su única visita de retorno de su ciudad natal en 1993, dijo que "tenía el fuerte sentimiento de haber visto a los muertos caminando entre los vivos".
12 de noviembre de 2009
©los angeles times
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