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intrigas en la frontera


[Chris Kraul] Intrigas en la frontera colombo-venezolana. El hallazgo de los cadáveres de dos soldados colombianos despierta interrogantes de ambos gobiernos.
Santa Bárbara, Venezuela. Una película policiaca que implica a dos soldados colombianos encubiertos cuyos cadáveres fueron encontrados al oeste de Venezuela ha elevado las tensiones entre los dos países vecinos y levantado el velo de los pequeños y sucios secretos de sus relaciones fronterizas.
Al principio, se pensó que los cuerpos no identificados y en avanzado estado de descomposición encontrados a fines de abril en el vertedero de la ciudad eran de víctimas del tráfico de drogas. Casi un tercio de la cocaína procesada en Colombia es transportada a través de la región y las guerras territoriales son constantes.
Luego, funcionarios policiales mencionaron el robo como motivo de los asesinatos después de que familiares colombianos se apersonaran a reclamar los cuerpos y dijeran que las víctimas eran vendedores viajeros.
Más tarde, la sorpresa: el ministro colombiano de Defensa, Juan Manuel Santos, confirmó que los dos, el capitán Camilo González y el sargento Gregorio Martínez, eran agentes encubiertos del ejército colombiano. Habían sido descubiertos por rebeldes de izquierda colombianos que operan en Venezuela, que los capturaron, torturaron y mataron, dijo el mes pasado en una entrevista por radio.
Para enardecer aun más las cosas, la revista colombiana Semana, citando fuentes venezolanas, afirmó que los dos colombianos habían sido detenidos en una instalación de la Guardia Nacional Venezolana en Santa Bárbara poco antes de que fueran asesinados. Una de las víctimas logró llamar por celular a un familiar para decir que estaba detenido en Venezuela y para alertar al gobierno colombiano, confirmó al Times una fuente cercana a la investigación.
"Plantea la incógnita de si las fuerzas armadas venezolanas facilitaron o incluso participaron en los asesinatos", dijo la fuente, que pidió no ser identificada debido a la sensibilidad del caso.
En una entrevista con el Times la semana pasada en Bogotá, la capital colombiana, el conservador presidente colombiano Álvaro Uribe se negó a comentar el caso, diciendo que estaba siendo "investigado por los dos países".
Dejando de lado las turbias circunstancias, el caso ha arroja luz sobre las intrigas fronterizas -la amplia red de espionaje de Colombia y lo que los críticos del izquierdista presidente Hugo Chávez llaman la actitud permisiva de Venezuela para con los grupos rebeldes que operan en su territorio. También plantea interrogantes sobre si las fuerzas armadas venezolanas ofrecen a los rebeldes colombianos más que un apoyo pasivo.
Santos, cuyo despacho no respondió a peticiones de una entrevista sobre el caso, reconoció en una entrevista por radio que Colombia tenía "montones de personas" que habían infiltrado las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia [FARC]. En los últimos años, espías colombianos han logrado capturar a dos conocidos comandantes de las FARC, Rodrigo Granda, en Venezuela en diciembre de 2004, y Simón Trinidad, en Ecuador en enero de 2004.
El gobierno colombiano considera los espías como un arma necesaria, especialmente en Venezuela, donde Chávez está tratando de remodelar su país como un estado socialista. Aunque Chávez niega que apoye a los grupos rebeldes, adora a Fidel Castro, el líder cubano que patrocinó en el pasado los movimientos guerrilleros de América Latina.
Chávez no oculta su oposición al Plan Colombia, la campaña norteamericana contra las drogas y el terrorismo. Chávez responsabiliza a la campaña de empujar hacia Venezuela a los combatientes de ambos lados de la guerra civil en Colombia.
En una entrevista a fines del mes pasado en la capital venezolana, Caracas, el general Alberto Muller Rojas, asesor de seguridad de Chávez, dijo que su gobierno no tenía "datos que vinculen a nuestras fuerzas armadas con esos dos oficiales. Al menos oficialmente no sabemos nada sobre ese asunto... Imagino que los mataron los guerrilleros".
Muller también criticó a Santos, diciendo que estaba determinado a presentar a Venezuela como un "estado paria". Pero reconoció que las FARC y otro grupo izquierda rebelde de Colombia, el Ejército de Liberación Nacional, conocido por sus iniciales ELN, utiliza comúnmente Venezuela como un refugio.
Pararlos "no es nuestro trabajo", dijo. "No tenemos porqué incurrir en gastos para contener a un enemigo que no es nuestro enemigo. Eso es trabajo de ellos", dijo Muller, refiriéndose al gobierno colombiano.
Muller dijo que los rebeldes colombianos en Venezuela "se portan bien".
"No quieren provocar problemas. Son los paramilitares los que están en el origen de los desórdenes públicos", dijo, refiriéndose a los grupos paramilitares colombianos de extrema derecha que dice que también se internan en Venezuela.
En su ‘Aló, Presidente', el programa radial semanal de los domingos, Chávez reconoció que la presencia de las guerrillas colombianas en Venezuela era un problema, diciendo que estaba consciente de que los funcionarios en Apure habían tomado contacto con los rebeldes. Prohibió que los oficiales venezolanos siguieran haciéndolo, diciendo que aplicaría "todo el peso de la ley" contra quien lo hiciera.
"Sean quiénes sean, el ELN o las FARC, ellos tienen su guerra en Colombia y deberían hacerla allá. No tienen nada que hacer en Venezuela", dijo Chávez a sus oyentes.
Aunque las relaciones entre Uribe y Chávez son a primera vista cordiales, las tensiones son evidentes en otros lugares. El mes pasado, el ex vicepresidente venezolano José Vicente Rangel dijo que Santos estaba detrás de una conspiración contra Chávez y que los dos soldados muertos eran parte de una misión para desestabilizar a Venezuela. El gobierno colombiano desechó como absurdas esas acusaciones.
Desde que Chávez asumiera en 1999, Venezuela ha discontinuado las reuniones de los dos comandos militares y gobernadores fronterizos de los dos países, debido a que su verdadera función, dijo, era "involucrarnos en su guerra civil".
Pese a las declaraciones de Chávez el domingo, aquí los funcionarios que se oponen al presidente venezolano ven un propósito político en lo que consideran una actitud permisiva de las fuerzas armadas con respecto a la presencia de rebeldes armados colombianos. Aquí en el estado fronterizo de Zulia, donde 13 de los 21 municipios son controlados por alcaldes de la oposición, se ha producido un rompimiento entre las fuerzas de la seguridad pública y los gobiernos locales dirigidos por opositores de Chávez.
"Tenemos que defendernos porque hay un quiebre institucional", dijo Alfonso Márquez, el alcalde antichavista de Machiques, un pueblo ganadero a unos 130 kilómetros al noroeste de Santa Bárbara. Dijo que los rebeldes colombianos eran vistos frecuentemente en las calles y tiendas del pueblo, sin que la policía local los molestara.
"Son fáciles de detectar", dijo. "Tienen la piel curtida y andan siempre en grupos de tres o cuatro... Los grupos armados han entrado siempre a Venezuela, desde Colombia. Pero antes, el gobierno trataba de impedirlo. Ahora no. Ahora simplemente les dejan entrar".

chris.kraul@latimes.com

16 de junio de 2007
15 de junio de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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