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criminal desaparecido


[Juan Guzmán] Hay ciertos parlamentarios que han manifestado públicamente su apoyo a su condición de ‘rebeldía' y han asegurado que comprenden sus argumentos y respaldan su fuga.
Estas declaraciones resultan pueriles e invitan a que otros emulen actuaciones tan poco dignas.
El general Raúl Iturriaga Neumann es el primer militar chileno que asume esa categoría propia de los delincuentes comunes, la de ser prófugo. Aunque sus amigos y algunos militares en retiro se nieguen a admitir su condición, lo cierto es que hay que atenerse a las cosas por su nombre, olvidándonos de los eufemismos tan propios de nuestra cultura ‘homo chilensis'. Hoy, lo cierto es que Iturriaga Neumann es un fugitivo ‘desaparecido', que una vez más rehúye la ley.
Su decisión de eludir su condena a cinco años y un día de presidio, como autor del secuestro calificado del militante del MIR Dagoberto San Martín Vergara, ocurrido el 17 de diciembre de 1974, es una forma más de sentar la impunidad en los crímenes propios de las dictaduras que hasta hace poco había sido la norma general.
Al igual como huye de la policía un delincuente habitual o común, lo hace el ex jefe del departamento exterior de la DINA. Desapareció formulando un mensaje en el que publicitaba su huida, evidenciando su desprecio a la ley de su país al decir: "Abiertamente me rebelo ante esta arbitraria, sesgada y antijurídica condena". Se olvida del ejemplo de Sócrates, quien aceptó la ley, porque siempre tiende al bien común.
En cuanto a lo práctico, si se encuentra en Chile, su condena no prescribirá antes de 15 años, y si está escondido en el extranjero, se cuentan dos días por cada uno, por lo tanto, no prescribirá antes de los próximos 30 años.
Se burla, además, de los familiares de los verdaderos desaparecidos que sufren en forma irreparable la eterna pérdida de su ser querido. "Búsquenlo en mi casa", dice, sabiendo cuál fue su destino.
Aclaremos. Si desaparece una persona secuestrada y no hay rastro de ella ni de su cadáver, ¿hay homicidio? Es obvio que no. Debe haber un muerto con evidencias de presentar lesiones mortales causadas por un tercero para que haya un homicidio.
¿Qué hechos, en cambio, sí se conocen? La privación ilegal de la libertad de la víctima y que esa situación se extiende más allá del lapso de la amnistía de 1978. Y esa privación ilegal de libertad es lo único que se ha probado. Además, ese secuestro permanente constituye una figura jurídica contemplada en la ley, y se denomina, en los tratados internacionales sobre el tema, desaparición forzada. Pero, según Iturriaga Neumann, no hubo nada.
Hay ciertos parlamentarios que han manifestado públicamente su apoyo a su condición de ‘rebeldía' y han asegurado que comprenden sus argumentos y respaldan su fuga. Estas declaraciones en un Estado de derecho, en un país que se dice civilizado y en el que pretendemos una democracia, resultan pueriles e invitan a que otros emulen actuaciones tan poco dignas. ¿Acaso olvidan que las resoluciones del sistema judicial se tienen que respetar y acatar? ¿O eso no es válido para los crímenes de lesa humanidad?
El ex jefe de la brigada de exterminio Purén de la DINA se rebeló por considerar que no fue respetado su derecho "a un debido proceso" en la investigación por la desaparición de Dagoberto San Martín, alias ‘El Peluca'. Iturriaga Neumann, como está probado, operó en el cuartel ‘Venda Sexy', desde donde se perdió precisamente el rastro de este ser humano.
Para quienes defendemos los derechos humanos y hemos luchado por la justicia, único camino válido que asegura la paz social, la imagen de este ‘desaparecido' nos hace pensar en la del general Pinochet, cuya defensa eludió el juicio, huyendo su cliente también de la justicia. Por otro lado, no olvidemos que el prófugo Iturriaga Neumann está siendo procesado como coautor en el asesinato de quien fuera su ‘padre espiritual', el general Carlos Prats González y de su esposa, Sofía Cuthbert.
Aún es tiempo que Raúl Iturriaga Neumann recupere su dignidad, se atenga a la ley y reconozca la justicia a la cual tuvo derecho él. No así el desaparecido Dagoberto San Martín.

El autor es decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Central.

24 de junio de 2007
©la nación
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