cantina quitapenas
El histórico ‘Quita Pena': un lugar para reír y también llorar.
Cañete, Chile. Son muchos los relatos e historias que se pueden tejer en torno a una caña de vino. Pero por su mística, sin duda, que al interior de una cantina, es diferente. Y es que entrar a estos bares es un grato viaje al pasado. En ellos, parece que el tiempo se ha detenido.
Añejas rinconeras, algunas de vidrio, acumulan copas chicas y grandes. De chica y pipeño, de ron y pisco, de cerveza y de malta. Hay para todos lo gustos.
A diferencia de los actuales pubs, frente al mesón se ven solamente botellas. Los licores más refinados parecieran no tener cabida.
Incluso, más de alguna mantiene el inconfundible frasco con harina tostada, la que mezclada con malta da vida a la popular chupilca.Y es que hay un aroma que los envuelve y un pasado que los caracteriza, tal como el ‘Quita Pena', con 30 años de existencia, entrega a la ciudad histórica.
Único
Ubicado frente al cementerio general, en calle Prat 696, este boliche ha servido ha cientos de bohemios diurnos locales, o de paso, como hombrera para sus penas en momentos de angustia tras la perdida de algún ser querido. Y eso, le entrega un soporte propio e inconfundible.
Hernán Navarro, mejor conocido en Cañete como ‘el Nancho', ha sido el hombre que ha dado vida a este popular rincón del sector oriente de la ciudad. Este hincha de Universidad Católica y antiguo trabajador de la Corporación Nacional Forestal en la época de la Unidad Popular, y hasta el año 77, logró reunir algunos recursos que le permitieron dar vida al ‘Quita Pena'.
Clientes
Relata, al costado de un banderín cruzado y con mexicanos al unísono de fondo, que sin duda los mejores clientes son los trabajadores del cementerio y que las mejores ventas que realiza son, indudablemente, cuando padece alguna persona, en donde pueda hasta triplicar la venta de un día común y corriente. "Por eso le pusimos Quita Pena", afirma.
Historias tiene por montones, pero ‘don Nancho', cree que los clientes que la han visitado son los encargados de contarlas. Ya lo sabe, asista y cree su propia historia. Salud.
Cañete, Chile. Son muchos los relatos e historias que se pueden tejer en torno a una caña de vino. Pero por su mística, sin duda, que al interior de una cantina, es diferente. Y es que entrar a estos bares es un grato viaje al pasado. En ellos, parece que el tiempo se ha detenido.Añejas rinconeras, algunas de vidrio, acumulan copas chicas y grandes. De chica y pipeño, de ron y pisco, de cerveza y de malta. Hay para todos lo gustos.
A diferencia de los actuales pubs, frente al mesón se ven solamente botellas. Los licores más refinados parecieran no tener cabida.
Incluso, más de alguna mantiene el inconfundible frasco con harina tostada, la que mezclada con malta da vida a la popular chupilca.Y es que hay un aroma que los envuelve y un pasado que los caracteriza, tal como el ‘Quita Pena', con 30 años de existencia, entrega a la ciudad histórica.
Único
Ubicado frente al cementerio general, en calle Prat 696, este boliche ha servido ha cientos de bohemios diurnos locales, o de paso, como hombrera para sus penas en momentos de angustia tras la perdida de algún ser querido. Y eso, le entrega un soporte propio e inconfundible.
Hernán Navarro, mejor conocido en Cañete como ‘el Nancho', ha sido el hombre que ha dado vida a este popular rincón del sector oriente de la ciudad. Este hincha de Universidad Católica y antiguo trabajador de la Corporación Nacional Forestal en la época de la Unidad Popular, y hasta el año 77, logró reunir algunos recursos que le permitieron dar vida al ‘Quita Pena'.
Clientes
Relata, al costado de un banderín cruzado y con mexicanos al unísono de fondo, que sin duda los mejores clientes son los trabajadores del cementerio y que las mejores ventas que realiza son, indudablemente, cuando padece alguna persona, en donde pueda hasta triplicar la venta de un día común y corriente. "Por eso le pusimos Quita Pena", afirma.
Historias tiene por montones, pero ‘don Nancho', cree que los clientes que la han visitado son los encargados de contarlas. Ya lo sabe, asista y cree su propia historia. Salud.
2 de julio de 2007
©renacer de arauco 
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