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demanda por bar de ostras


[Pete Wells] Chef interpone demanda por propiedad intelectual de menú.
A veces, a Rebecca Charles le gustaría tener menos influencia. Fue, dice, la primera chef de Nueva York que cogió los bocadillos de langosta, las almejas fritas y otros recios componentes de la gastronomía del marisco de Nueva Inglaterra y los elevó a la categoría de estrellas en su menú. Desde que abriera el Pearl Oyster Bar [Bar de Ostras Pearl] en el West Village hace diez años, ha observado con amargura la llegada de una serie de restaurantes que ella considera ‘imitaciones' del suyo.
Ayer presentó una demanda en el Tribunal de Distrito Federal de Manhattan contra el último y, dijo, más descarado de sus imitadores: Ed McFarland, chef y co-propietario del Ed's Lobster Bar [Bar de Langostas de Ed] en el SoHo y su segundo en el bar de ostras durante seis años.
La demanda, que denuncia daños económicos no especificados causados por McFarland y el restaurante mismo, dice que el Ed's Lobster Bar copia "cada uno de los elementos" del Pearl Oyster Bar, incluyendo la mesa de mármol blanco, la pintura gris de los revestimientos, las sillas y taburetes con sus respaldos de paja, las cajitas de galleticas de soda colocadas en cada mesa, y el aliño de la ensalada César.
McFarland no quiso hacer comentarios sobre la querella, diciendo que todavía no la había leído. Pero dijo que su Ed's Lobster Bar, que abrió sus puertas en marzo, no era una imitación.
"Yo diría que es un restaurante similar", dijo. "Pero no que es una copia".
Los abogados de Charles, 53, dicen que lo que ha hecho el Ed's Lobster Bar es equivalente al robo de propiedad intelectual -el tipo de denuncia que se ve más a menudo en el mundo de los espectáculos o editorial, o entre gigantes cadenas de restaurantes que protegen sus marcas.
En los últimos años, un puñado de chefs y hosteleros han invocado conceptos de propiedad intelectual, incluyendo marcas comerciales, patentes e imágenes comerciales -el aspecto y estilo distintivo de un negocio- para defender sus restaurantes, sus técnicas e incluso sus recetas, pero la mayoría de ellos no han alcanzado a llegar a tribunales. La demanda del Pearl Oyster Bar puede representar el uso más agresivo de esos conceptos por la dueña de un pequeño restaurante. Algunos juristas creen que el número de casos puede crecer ahora que los cocineros empiezan a pensar como ejecutivos.
Charles Valauskas, un abogado de Chicago que representa a varios restaurantes y chefs en asuntos de propiedad intelectual, calificó su descubrimiento de la ley de propiedad intelectual "muy necesaria" y lo atribuyó a la mayor competencia así como a los altos costes de abrir un restaurante.
"Ahora lo que se juega es mucho", dijo. "Un restaurante promedio gana millones de dólares. Si yo fuera inversionista, me aseguraría de que mis inversiones estén protegidas".
La inversión de Charles fue modesta. Levantó el Pearl Oyster Bar con cerca de 120 mil dólares -un coste que en el mercado de hoy sería una oferta para madrugadores.
Reconoció que el bar Pearl mismo se inspiró en otro local pequeño y modesto, el Swan Oyster Depot de San Francisco. Pero dijo que había pasado muchos meses tomando cientos de pequeñas decisiones sobre el aspecto, estilo y menú de su restaurante.
Esas decisiones transformaron su local en algo único, dijo, y fue además coloreado por la historia. La pintura, por ejemplo, quería evocar el paisaje marino a lo largo de la costa de Maine donde ella pasaba los veranos cuando era niña.
"Mi restaurante es un reflejo personal de mí misma, mis experiencias, mi familia", dijo. "Ese restaurante es mío".
McFarland, dijo, se había aprovechado injustamente de todo lo que ella había pensando para levantar el bar Pearl. "Quedarte con todo eso, sin que tengas que tomar nunca ninguna decisión... es injusto", dijo.
Pero el detalle que más la irrita es un aperitivo de siete dólares en el menú de McFarland: ‘Ed's Caesar'.
No lo ha probado, pero ella y sus abogados reclaman que está hecha con su propia ensalada César, que incluye huevo sancochado y cuscurros de magdalenas inglesas.
Lo aprendió de su madre, que lo aprendió a su vez hace décadas de un cocinero de un restaurante de Los Angeles desaparecido hace mucho. Se convirtió en una especie de firma de Pearl. Y aunque ella le enseñó a McFarland cómo hacerlo, dijo que había protegido su receta más celosamente que algunos hosteleros sus bodegas de vino.
"Cuando se la enseñé, le dije: ‘No la podrás hacer nunca en ninguna parte'", insistió. De acuerdo a los abogados de Charles, la receta de la ensalada César es un secreto comercial y McFarland no puede llevársela con él -del mismo modo que un empleado de Coca-Cola no puede llevarse consigo la fórmula de Diet Coke.
McFarland dijo que la acusación de que había robado la ensalada Caesar era "una pretensión ridícula". "Tengo mis propias recetas", dijo.
Invitado a elaborar sobre las diferencias entre su restaurante y el Pearl, McFarland dijo: "Yo diría que es mucho más elegante que el Pearl. Mucho más limpio, más pulcro y mucho más bonito". El Ed's Lobster Bar incorpora elementos novedosos, como un bar de ostras y un tragaluz; en cuanto al mesón de mármol blanco, dijo que cualquiera podía verlos en "todos los bares de ostras" de Boston, y que había trabajado "diseñando el comedor".
Calificando la querella como "un completo shock para mí", McFarland dijo: "Encuentro interesante que ella quiera llamar la atención sobre la querella que ha entablado contra mí, a pesar de que eso atraerá a la gente hacia mí. Personalmente no tengo porqué preocuparme de nada".
Sin embargo, otros chefs están tomando muy en serio los derechos de propiedad intelectual.
Uno de los clientes de Valauskas, Homaro Cantu, ha pedido las patentes sobre varias de sus invenciones culinarias, como un método para imprimir fotografías de alimentos en papel comestible aromatizado. Cantu también exige a sus cocineros que firmen un acuerdo de confidencialidad en Moto, su restaurante en Chicago.
Tim Wu, profesor en la Facultad de Leyes de la Universidad de Columbia, dijo que esto parecía el resultado inevitable de llevar a los abogados a la cocina. "Lo primero que dirá un abogado es que toda tu gente debe firmar un acuerdo de confidencialidad", dijo. "Es el clásico matrimonio americano entre la comida y la ley".
Pocos chefs han seguido las huellas de Cantu hasta la Oficina de Patentes y Marcas Comerciales. Uno que sí lo hizo es David Burke, chef de David Burke & Donatella, en el Upper East Side, y otros restaurantes. Dijo que había patentado una ‘rodaja de pez espada' y ‘pastrami de salmón', pero que ya no trata de defenderlos de los copiones.
"Tienes que dedicarte a perseguir a la gente que los copia. Y me cansé de hacer eso", dijo. Pero dijo que todavía seguía patentando innovaciones más recientes, como su vaporizador de tocino.
Muchos chefs se muestran escépticos de que la ley de propiedad intelectual corresponda a su tipo de trabajo. Tom Colicchio dijo que había decidido no hacer nada sobre una tienda de bocadillos que él considera una copia de su cadena de tiendas de bocadillos, ‘Wichcraft'. "No puedes hacer nada", dijo. "No puedes proteger las recetas, no puedes proteger el aspecto de un local, es imposible".
Pero Charles está dispuesta a gastar algo de dinero y tiempo para demostrar que tiene razón. (Una vez demandó a la socia con la que abrió el Pearl, Mary Redding, por problemas de propiedad. Redding abrió su propio restaurante de mariscos en el West Village, el Mary's Fish Camp).
Charles ha llegado a pensar que si este caso obliga al Ed's Lobster Bar a cambiar hasta que deje de parecerse a su Pearl Oyster Bar, sería lo más influyente que ha hecho nunca.
"Pensé que si tengo éxito con esta demanda, que eso sería una contribución importante", dijo. "Si algún tío en California tiene problemas, podría hablar con su abogado, estudiar este caso y decir: ‘Quizás podamos hacer algo sobre esto'".

9 de julio de 2007
27 de junio de 2007
©new york times
©traducción mQh
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