mercenarios chilenos en iraq
[María Laura Carpineta] Naciones Unidas investiga el envío de ex soldados y oficiales para trabajo de seguridad. Más de mil chilenos serían mercenarios en Iraq.
La empresa contratista es una filial de la estadounidense Blackwater y tiene contactos con ex pinochetistas, la marina norteamericana y la CIA. Hombres armados de Chile, Perú, Honduras y Colombia forman parte de un ejército irregular de 20 mil hombres –los chilenos podrían ser 2200, según un senador socialista.
En 2003, Chile se negó a apoyar la invasión y posterior guerra en Irak. Sin embargo, en los últimos cuatro años más de mil ex soldados y oficiales de sus fuerzas armadas han combatido o realizado tareas de seguridad allí. Sus hombres son parte del segundo contingente militar más importante, después del estadounidense. Las Naciones Unidas estiman que 20 mil mercenarios están actualmente en Irak, la mayoría de países latinoamericanos, como Chile, Perú, Honduras y Colombia. Una misión del grupo de trabajo de la ONU sobre contratación de mercenarios llegó ayer a Santiago para investigar el reclutamiento de las milicias privadas. La empresa contratista es una filial de la estadounidense Blackwater y tiene contactos con ex pinochetistas, la marina norteamericana y la CIA.
En octubre de 2003, el diario chileno La Tercera publicó un aviso de la empresa consultora con sede en Washington DC, Red Táctica, en el que se buscaban ex oficiales "preferentemente de fuerzas especiales, con salud compatible y con dominio del inglés". La empresa explicó más tarde que la búsqueda era para realizar tareas de consultoría portuaria. Sin embargo, el presidente de Blackwater en Estados Unidos, Gary Jackson, le decía otra cosa al diario británico The Guardian. "Vamos hasta el fin del mundo en busca de profesionales y los comandos chilenos son muy profesionales y se ajustan al sistema de Blackwater", señalaba. El sistema de Blackwater es simple. Contratan soldados retirados en el Tercer Mundo, los entrenan muchas veces en sus mismos países –a veces incluso con ayuda de las fuerzas armadas locales– y los colocan como agentes de seguridad privada en lugares de alto riesgo, como las embajadas occidentales o las bases militares extranjeras en Irak.
En Chile este esquema de reclutamiento se descubrió por primera vez en 2003, cuando un centenar de oficiales retirados fueron reclutados para hacer tareas de vigilancia en Irak y Afganistán. Según denuncias que la Justicia militar investiga, fueron entrenados en el país con armamento liviano que habrían entregado militares en actividad. El reclutamiento de mercenarios volvió a ganar los titulares a finales de 2005, cuando 105 militares retirados chilenos fueron expulsados de Honduras, en donde entrenaban junto a otros latinoamericanos antes de viajar a Medio Oriente. Los ex oficiales fueron repatriados a Santiago. Sin embargo, gradualmente fueron dejando el país nuevamente con destino a Irak.
Según sus cifras, unos mil ex soldados chilenos habrían trabajado como seguridad privada en Irak. Para el senador socialista Alejandro Navarro, una de las personas que primero sacaron a la luz la existencia de mercenarios en el país, el número es mucho mayor. "Nuestros informes sostienen que alrededor de 2200 han viajado a Irak y han vuelto a Chile desde la invasión", aseguró el legislador oficialista a este diario. Sus fuentes, explicó, son familiares de los ex militares contratados e incluso los mismos mercenarios, que de vuelta en Chile se quejan de malos tratos y de no haber recibido los sueldos prometidos. Mientras que el gobierno estadounidense le paga entre siete y 10 mil dólares mensuales a las empresas contratistas, éstas ofrecen no más de 1200 dólares.
Tanto los informes de Navarro como los de la ONU se centran en Red Táctica y en la figura de su presidente, José Miguel Pizarro. Pizarro es un ex teniente de artillería del ejército chileno, que en 1995 decidió dejar la institución y mudarse a Estados Unidos. Allí no cambió muchos sus hábitos. Ingresó en el cuerpo de infantería de la Marina y más tarde volvió a colgar el uniforme para convertirse en un consultor en la capital estadounidense. En su currículum también se destacan sus apariciones esporádicas como analista en la cadena CNN, que lo presenta como un "experto de conflictos bélicos", y por sus vínculos con personas y empresas cercanas a la CIA. Además, su encargado de relaciones comerciales en Santiago, Herman Brady, es el hijo de un ex ministro de Defensa de la dictadura de Augusto Pinochet.
Pizarro es buscado por la Justicia chilena y por la ONU. Su oficina en Santiago, sin embargo, sigue reclutando. "Hemos confirmado que 45 chilenos han salido en estas últimas semanas. Tienen visas de turista y su destino es Uruguay o Jordania. Allí cierran los contratos y los envían a centros de entrenamiento o directamente a Irak", explicó Navarro. Según el senador, muchas veces les hacen firmar los contratos durante los vuelos para evitar caer sobre la jurisdicción del país de origen. "Todas las irregularidades están cubiertas por los contratos de confidencialidad", agregó.
En 2003, Chile se negó a apoyar la invasión y posterior guerra en Irak. Sin embargo, en los últimos cuatro años más de mil ex soldados y oficiales de sus fuerzas armadas han combatido o realizado tareas de seguridad allí. Sus hombres son parte del segundo contingente militar más importante, después del estadounidense. Las Naciones Unidas estiman que 20 mil mercenarios están actualmente en Irak, la mayoría de países latinoamericanos, como Chile, Perú, Honduras y Colombia. Una misión del grupo de trabajo de la ONU sobre contratación de mercenarios llegó ayer a Santiago para investigar el reclutamiento de las milicias privadas. La empresa contratista es una filial de la estadounidense Blackwater y tiene contactos con ex pinochetistas, la marina norteamericana y la CIA.
En octubre de 2003, el diario chileno La Tercera publicó un aviso de la empresa consultora con sede en Washington DC, Red Táctica, en el que se buscaban ex oficiales "preferentemente de fuerzas especiales, con salud compatible y con dominio del inglés". La empresa explicó más tarde que la búsqueda era para realizar tareas de consultoría portuaria. Sin embargo, el presidente de Blackwater en Estados Unidos, Gary Jackson, le decía otra cosa al diario británico The Guardian. "Vamos hasta el fin del mundo en busca de profesionales y los comandos chilenos son muy profesionales y se ajustan al sistema de Blackwater", señalaba. El sistema de Blackwater es simple. Contratan soldados retirados en el Tercer Mundo, los entrenan muchas veces en sus mismos países –a veces incluso con ayuda de las fuerzas armadas locales– y los colocan como agentes de seguridad privada en lugares de alto riesgo, como las embajadas occidentales o las bases militares extranjeras en Irak.
En Chile este esquema de reclutamiento se descubrió por primera vez en 2003, cuando un centenar de oficiales retirados fueron reclutados para hacer tareas de vigilancia en Irak y Afganistán. Según denuncias que la Justicia militar investiga, fueron entrenados en el país con armamento liviano que habrían entregado militares en actividad. El reclutamiento de mercenarios volvió a ganar los titulares a finales de 2005, cuando 105 militares retirados chilenos fueron expulsados de Honduras, en donde entrenaban junto a otros latinoamericanos antes de viajar a Medio Oriente. Los ex oficiales fueron repatriados a Santiago. Sin embargo, gradualmente fueron dejando el país nuevamente con destino a Irak.
Según sus cifras, unos mil ex soldados chilenos habrían trabajado como seguridad privada en Irak. Para el senador socialista Alejandro Navarro, una de las personas que primero sacaron a la luz la existencia de mercenarios en el país, el número es mucho mayor. "Nuestros informes sostienen que alrededor de 2200 han viajado a Irak y han vuelto a Chile desde la invasión", aseguró el legislador oficialista a este diario. Sus fuentes, explicó, son familiares de los ex militares contratados e incluso los mismos mercenarios, que de vuelta en Chile se quejan de malos tratos y de no haber recibido los sueldos prometidos. Mientras que el gobierno estadounidense le paga entre siete y 10 mil dólares mensuales a las empresas contratistas, éstas ofrecen no más de 1200 dólares.
Tanto los informes de Navarro como los de la ONU se centran en Red Táctica y en la figura de su presidente, José Miguel Pizarro. Pizarro es un ex teniente de artillería del ejército chileno, que en 1995 decidió dejar la institución y mudarse a Estados Unidos. Allí no cambió muchos sus hábitos. Ingresó en el cuerpo de infantería de la Marina y más tarde volvió a colgar el uniforme para convertirse en un consultor en la capital estadounidense. En su currículum también se destacan sus apariciones esporádicas como analista en la cadena CNN, que lo presenta como un "experto de conflictos bélicos", y por sus vínculos con personas y empresas cercanas a la CIA. Además, su encargado de relaciones comerciales en Santiago, Herman Brady, es el hijo de un ex ministro de Defensa de la dictadura de Augusto Pinochet.
Pizarro es buscado por la Justicia chilena y por la ONU. Su oficina en Santiago, sin embargo, sigue reclutando. "Hemos confirmado que 45 chilenos han salido en estas últimas semanas. Tienen visas de turista y su destino es Uruguay o Jordania. Allí cierran los contratos y los envían a centros de entrenamiento o directamente a Irak", explicó Navarro. Según el senador, muchas veces les hacen firmar los contratos durante los vuelos para evitar caer sobre la jurisdicción del país de origen. "Todas las irregularidades están cubiertas por los contratos de confidencialidad", agregó.
10 de julio de 2007
©página 12
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