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bergman, un director visionario


[Myrna Oliver] Exploró en el cine las profundidades de la mente humana.
Murió Ingrid Bergman, el director sueco cuya visionaria obra en tempranas piezas maestra como ‘El séptimo sello' [The Seventh Seal] y ‘Fresas salvajes' [Wild Strawberries] y películas posteriores como ‘Persona' y ‘Gritos y susurros' [Cries and Whispers] exploró las profundidades de la mente humana, en dramas existenciales que redefinieron el cine y moldearon la sensibilidad de otros importantes directores. Tenía 89.
El retraído director y escritor, y ganador de un Oscar, murió en su casa en la isla de Faro, en el mar Báltico, frente a las costas de Suecia. Astrid Soderbergh Widding, presidente de la Fundación Ingmar Bergman, confirmó su muerte en la página web de la fundación. Bergman nunca se recuperó completamente de una operación a la cadera en octubre, informaron medios de comunicación suecos.
Bergman era considerado uno de los grandes directores en la historia del cine moderno. Sus películas abrieron en Estados Unidos las puertas a las películas extranjeras en la era de Eisenhower.
Ganó Oscares tres veces por la mejor película extranjera -por ‘El manantial de la doncella' [The Virgin Spring] (1960), ‘Como en un espejo' [Through a Glass Darkly] (1961) y ‘Fanny y Alexander' (1983)- y recibió el Premio Irving J. Thalberg de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas en 1970 por toda su obra.
"Bergman era el epítome del director de un director: haciendo bellas y complejas, inteligentes películas que se imprimieron para siempre en la psique, inspirando a cineastas de todo el mundo para crear sus propias películas con similar pasión y brío", dijo en una declaración Michael Apted, presidente del Gremio de Directores de Estados Unidos [Directors Guild of America].
El director Woody Allen, en una declaración, llamó amigo a Bergman. "Me dijo que tenía miedo de morir en un día muy asoleado, y sólo puedo esperar que haya estado nublado y que murió con el tiempo que quería".
El crítico Peter Rainer escribió para el Times en 2005 que "Bergman es innegablemente uno de los grandes directores, pero siempre ha sido mucho más que la suma de sus películas. Desde el principio fue considerado... un visionario que abordaba las Grandes Interrogantes de Dios y el Hombre. Sus películas rebosantes de símbolos estaban empapadas con el sudor nocturno de los tormentos mentales. Era el tipo de artista que criamos en la creencia de que creer era lo importante: Sufría por nuestras almas".
Las películas de Bergman sondeaba las relaciones personales, dilemas sociales y problemas éticos, con sus acompañantes emociones de alegría, amor, nostalgia, temor, vergüenza, deseo, soledad, dolor y odio. Considerado a menudo un feminista de vanguardia, Bergman creó personajes femeninos que eran fuertes, pacientes e innatamente sabias, mientras sus personajes masculinos eran usualmente egoístas, auto-indulgentes o intolerantes.
El camarógrafo Sven Nykvist se convirtió en su colaborador más familiar en una asociación que empezó en 1960. Compartían una preferencia por rodar en locación y la luz natural, y Nykvist ganó un Oscar por ‘Gritos y susurros' (1972), que contaba la historia de una mujer agónica y las dos hermanas y criada que la atienden.
La película tenía "el hipnótico estilo de un sueño", escribió la crítica Pauline Kael en su libro ‘Reeling' (1976). "Se trata de una fantasía onírica que lo envuelve todo; el protagonista invisible, Ingmar Bergman, es la presencia que sentimos en toda la película".
También observó que en gran parte de su obra, "lo imaginario deriva su poder de asociaciones inconscientes o no completamente comprendidas" que provocaban que Bergman explicara una escena diciendo: "Es simplemente mi poesía", dejando que el espectador se preguntara qué estaba tratando de lograr.
Su fuerza como director de cine empezó a emerger con ‘Fresas salvajes' (1957), una película que muchos críticos consideraban su mejor película, aunque la hizo temprano en su carrera. Utilizó con gran maestría las escenas retrospectivas para contar la historia de un doctor envejecido que revisa los fracasos de su vida mediante sueños y una visita a casa.
"No hay una despedida más resonante en el cine que la toma final del viejo médico de Victor Sjostrom en ‘Fresas salvajes', con su cabeza sobre la almohada después de una larga odisea, cuando se convierte en un fantasma ante nuestros ojos", escribió Rainer en el Times.
‘Fresas salvajes', influyeron de modo importante en ‘Mi vida es mi vida' [Five Easy Pieces], la película de 1970 de Bob Rafelson sobre un pianista de concierto (Jack Nicholson), que lo abandona todo para irse a trabajar en un campo petrolífero, escribió Kael.
Allen describió una vez a Bergman como "probablemente el más grande artista del cine... desde la invención de la cámara de cine", y consideraba un héroe al cineasta sueco. Trazó su "adicción vitalicia" a las películas de Bergman, a ‘Fresas salvajes'.
"Todavía recuerdo mi boca seca y el latido de mi corazón con la primera misteriosa secuencia onírica del último y sereno primer plano. ¿Quién puede olvidar esas imágenes? El reloj sin manos. El coche fúnebre tirado por caballos que se queda repentinamente estancado -la encandilante luz del sol y la cara del viejo cuando está siendo metido en el ataúd por su propio cuerpo muerto", escribió Allen en el New York Times en 1988. "Claramente aquí estaba un maestro con un inspirado estilo personal; de un artista con una profunda pertinencia e intelecto, cuyas películas eran equivalentes de la gran literatura europea".
La sombría ‘Interiores', de Allen, evocaba ‘Persona' (1966), y ‘Hannah y sus hermanas' [Hannah and Her Sisters] (1986) era en cierto modo reminiscente de ‘Fanny y Alexander' del maestro. Como Bergman, Allen a menudo se concentra en un grupo de abrumados personajes femeninos, y algunas de sus películas también contaron con la compañía de actores de Bergman, como Liv Ullman y Max von Sydow.
Von Sydow fue protagonista como el caballero de ‘El séptimo sello' (1957), la alegoría medieval en la que Von Sydow, en una escena que sería famosa, juega al ajedrez con la muerte. La desgarradora meditación sobre la fe en Suecia en el siglo 14 consolidó todavía más el prestigio internacional de Bergman.
Cuando se lanzó la película, Bergman era tan venerado que los editores de una revista de cine de Suecia declararon que sólo publicaría críticas negativas sobre el director y sus películas. Bergman se divirtió con el ardid y, utilizando un seudónimo, escribió un ataque contra sí mismo.
‘Persona' se concentra en dos mujeres parecidas, Ullman y Bibi Andersson, que se conocen en un hospital psiquiátrico donde una es paciente y la otra, enfermera. Sus contornos personales se funden hasta el punto de que sus conciencias parecen fusionarse.
La conciencia de Bergman fue formada por una educación estricta y complicadas relaciones familiares.

Nació como Ernst Ingmar Bergman en Uppsala, Suecia, hijo del pastor luterano Erik Bergman, que sería más tarde el capellán de la familia real , y su esposa Karin. Sus primeros años se reflejaban a menudo en sus películas, incluyendo su guión de ‘Las mejores intenciones' [The Best Intentions] (1992).
Su primera visita infantil a la ‘ciudad del cine', un estudio en Rasundo, Suecia, observó años después, era "como entrar al cielo".
"Cuando tenía diez años recibió mi primer rechinante proyector de películas", escribió Bergman en una introducción a su libro de 1960, ‘Four Screenplays'.
"Esta maquinita desvencijada fue mi primer equipo. E incluso hoy me recuerdo a mí mismo que yo realmente soy un conjurador... Hago trucos con un aparato tan caro y tan maravilloso que cualquier artista en la historia daría cualquier cosa por tenerlo".
En la Universidad de Estocolmo, Bergman estudió arte y literatura y participó en producciones teatrales, en dirección de escena, actuación y dirección. También se distanció de su familia.
"Ese hogar de estricta clase media me dio una pared donde golpear, algo para formarme a mí mismo", dijo Bergman, atribuyendo a su familia gran parte de su desarrollo. "Al mismo tiempo, me enseñaron algunos valores -eficiencia, puntualidad, sentido de responsabilidad económica- que pueden ser ‘burgueses', pero son sin embargo importantes para el artista".
Después de la universidad, Bergman se convirtió en aprendiz de director en un teatro de Estocolmo y escribió muchas piezas para teatro, novelas y cuentos, la mayoría de los cuales no han sido publicados nunca.
Se incorporó a la Svensk Filmindustri en 1941 y en 1944 fue asignado para escribir su primer guión de cine, ‘Hets', que se convirtió en ‘Torment' en Estados Unidos. La película tuvo tal éxito internacional que la industria del cine sueco lo asignó a ‘Crisis' al año siguiente.
Bergmam se absorbía en las películas, dijo al Times en 1984, principalmente para escapar de su vida personal, que calificó de "fiasco".
"Cuando llegué a los treinta, ya me había casado tres veces", dijo. "Yo quería convertirme en un buen director porque yo, como ser humano, era un fracaso. En el estudio y en el teatro yo podía vivir feliz. Todavía lo siento así".
En total se casó cinco veces, tuvo nueve hijos y una sucesión de amantes entre las cuales se encuentran actrices de sus películas -Harriet Andersson, Bibi Andersson y Liv Ullman, con la que tuvo una hija, la novelista Linn Bergman.
Se casó con la coreógrafa Else Fisher, la bailarina Ellen Lundstrom, la periodista Gun Grut, la pianista Kabi Laretei y, de 1971 hasta su muerte en 1995, Ingrid von Rosen, que se convirtió en su secretaria y representante.
"Para mí no es difícil decir adiós al cine", dijo Bergman al Times, sorpresivamente en 1984. Había declarado que su película de 1982, ‘Fanny y Alexander' sería su última, pero pensaba continuar trabajando en teatro y televisión.
"Sería una catástrofe si fuera obligado a dejar el teatro", dijo Bergman, que dirigó más de cien piezas de teatro. "Me gusta mucho más que el cine".
La última pieza que dirigió fue ‘Fantasmas' [Ghosts] de Ibsen, en 2002, y su última película fue ‘Saraband', una película de televisión que se emitió en Suecia el mismo año de su retiro, en 2003.
Cuando se estrenó ‘Saraband' en teatros en 2005, la revista Time dijo que "podría ser el último primal scream, al que su arte y oficio dan la severa majestad de una suite para cello de Bach". La película giraba sobre otro doloroso tema de su pasado, la muerte de un hijo enajenado.
Bergman continuó escribiendo -guiones, una novela y su autobiografía, ‘Linterna mágica' [The Magic Lantern] (1987). La memoria se convirtió en la base de la película de su hijo menor, Daniel, ‘Niños del domingo' [Sunday's Children], de 1989.
Temprano en su carrera Bergman pasaba hasta siete meses al año dirigiendo teatro, incluyendo la dirección del Real Teatro Dramático de Estocolmo, de 1963 a 1966.
"El teatro es como una esposa fiel", dijo en 1950. "El cine es la gran aventura, la amantes más exigente y costosa -las amas a las dos, a cada una de diferente manera".
Bergman a menudo decía que los años cincuenta fueron "el periodo más rico de mi vida", cuando dirigió diecisiete piezas de teatro y ocho películas en seis años. El periodo incluye sus películas más célebres: ‘Sonrisas de una noche de verano' [Smiles of a Summer Night] en 1955 (más tarde convertida en el musical de Stepehn Sondheim, ‘A Little Night Music'), ‘El séptimo sello' y ‘Fresas salvajes'. Esta última película obtuvo el Oso de Oro del Festival de Cine de Berlín.
En enero de 1976, Bergman quedó devastado cuando fue detenido mientras ensayaba en el Real Teatro Dramático de Estocolmo. Fue acusado de evadir el pago de 600 mil dólares de impuesto a la renta en un acuerdo abortado con el director italiano Federico Fellini. Aunque fue absuelto de los cargos dos meses después, el episodio le provocó una profunda depresión que se caracterizó por una crisis nerviosa.
Algo recuperado en abril, un amargado Bergman escribió un artículo de diario con el titular de ‘Ahora Me Marcho de Suecia' y empezó un exilio auto-impuesto de ocho años en Alemania.
El exilio, insistía, no era "una declaración. Es simplemente una decisión para salvar mi cerebro, mis nervios, mi salud... mi alma".
Se asentó en Munich, donde Bergman dirigió teatro y formó una nueva compañía cinematográfica, Personafilm.
Independientemente de dónde hiciera sus películas, muchos espectadores en todo el mundo confesaban no entenderlos. Algunos que lo hicieron, se mostraron críticos, diciendo que Bergman propugnaba su propia y rígida visión del mundo, con su resentido pesimismo, y exhibía una obsesión con la muerte, la traición y el desengaño.
"Yo era muy cruel con los actores y otras personas", dijo, cuando estaba en sus sesenta. "Yo era un hombre muy, muy desagradable. Si yo me encontrara con el joven Ingmar hoy, creo que le diría: ‘Tienes mucho talento y veré si puedo ayudarte, pero no creo que quiera tener algo más que ver contigo'. No digo que ahora sea simpático, pero creo que he cambiado poco a poco en mis cincuenta. Al menos, espero haber cambiado".
Ingrid Bergman, la actriz nacida en Suecia, era más amable. Cuando trabajó para él en Oslo en ‘Sonata de otoño' [Autumn Sonata] en 1977, dijo:
"He oído que era una bestia, muy temperamental, siempre pegando alaridos y gritando, pero él nunca alzó la voz contra mí... Él es suficientemente grande para escuchar tus ideas, y, si le gustan, las usará. Es muy flexible..., permite que los actores sientan que también están creando y que no son simples marionetas en sus manos".
‘Fanny y Alexander' de Bergman fue algo más de despedida, una reinvención de su infancia y una suma de su obra, con muchas alusiones a sus películas anteriores".
"Para hacer otra película y hacerla verse gris y pesada y difícil, con montones de problemas, eso sería muy triste", dijo, después de declarar que la película de 1983 sería su última. "He visto a muchos de mis colegas envejecer y envejecer y ponerse más y más polvorientos hasta que son empujados fuera repentinamente... Mejor parar ahora cuando todo es perfecto".
Casi al final de su vida, Bergman dijo que sus películas le deprimían y que ya no las podía mirar.
Para el 50 aniversario del Festival Internacional de Cine de Cannes de 1997, antiguos ganadores del principal galardón del festival, la Palma de Oro, se reunieron en el escenario para dar a Bergman -que nunca ganó antes el trofeo- la super Palma de las Palmas honoraria.
Al aceptarlo a nombre de Bergman, su hija leyó un mensaje de su padre: "Perdonad a un hombre viejo por no estar aquí esta noche". Dice: "Después de años y años de jugar con las imágenes de vida y muerte, la vida misma me dio alcance".

Elaine Woo, Valerie J. Nelson y John Horn contribuyeron a este reportaje.

1 de agosto de 2007
30 de julio de 2007
©los angeles times
©traducción mQh

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