Blogia
mQh

denuncian racismo en españa


[José Miguel Jaque] Chileno detenido en España hace más de un año habla desde su encierro y su madre clama ayuda. "Si nos condenan será para encubrir, maquillar y legalizar el racismo".
El estudiante, de 26 años, está preso al igual que otro chileno y un argentino acusado de agredir a un guardia que quedó en estado vegetal. Ellos alegan inocencia y corrupción policial. La justicia pide once años de cárcel. La madre de Álex pide a autoridades chilenas una acción decidida.
"Ni un año y medio, ni más tiempo serán suficientes para esconder la verdad y dejar en el olvido todas las mentiras que nos mantienen encerrados, a pesar de todo lo que hacen para fabricar culpables creíbles". Así empieza la carta que Álex Cisternas le envió a su madre, Delia, desde la Cárcel Modelo de Barcelona, al cumplirse un año y medio desde su detención en la ciudad condal.
La madrugada del 4 de febrero del año pasado Álex, su amigo Rodrigo Lanza y el argentino Juan Pinto doblaron por una calle donde miembros de la Guardia Urbana local y personas que participaban en una fiesta de okupas, protagonizaban una pelea. No alcanzaron a devolverse.
Un agente de la Guardia Urbana resultó gravemente herido en la cabeza por un proyectil y los tres sudamericanos fueron acusados de atentado a la autoridad y lesiones graves.
Se supone que le lanzaron una piedra al policía, quien quedó en estado vegetal. Fueron detenidos e incomunicados y han pasado un año y medio privados de libertad. ¿Por qué? "La jueza argumentó que se podían escapar, por ser sudamericanos. Eso es racismo", dice sin anestesia Delia Améstica. Recién en mayo de este año la fiscal de Barcelona Elena González entregó su petición: reclama 11 años de prisión para los tres jóvenes acusados.
La supuesta piedra nunca apareció y el lugar donde permaneció el guardia fue rápidamente aseado.
"Si la policía no conservó las pruebas, inventó falsas confesiones y nos torturó en comisaría, no fue un hecho al azar, sino que fue una estrategia para poder encajarnos en su falso atestado", dice Álex en su carta.
"Si la justicia archivó tres de las cuatro denuncias que presentamos por el trato que recibimos por parte de la policía es precisamente para limpiar la cara de nuestros acusadores (...) En todo este tiempo la justicia ha ejercido como parte acusadora: su poca motivación y la falta de argumentos para encerrarnos e imputarnos por una acusación, que basa su fuerza sólo en la autoridad de los acusadores y en nada más".
Delia leyó la carta y quedó con la misma sensación que su hijo, la que la invade desde hace más de un año: no hay ánimo de hacer justicia. Por eso quisiera ver una acción más decidida de las autoridades chilenas.
"Nos han apoyado de manera diplomática, pero me gustaría ver instancias mayores", comenta. "Cuando estaba preso Pinochet se movió todo el Estado chileno y Pinochet era tan chileno como mi hijo. A la selección que fue a Canadá le pusieron un abogado penalista y es tan chilena como Alex y Rodrigo. Ellos no son delincuentes".
A la madre de Álex no le gusta la respuesta que encuentra detrás de la puerta de las autoridades. "Dicen que la justicia española es autónoma. Si fuera el hijo de un senador o alguien de arriba, ¿darían esa respuesta? No lo digo con el ánimo de ofender, sino con el dolor de una madre.
Parece que acá hay ciudadanos de primera y segunda". Hace dos semanas Mariana Huidobro, la madre de Rodrigo, se juntó con embajador chileno en España, Osvaldo Puccio.
"Él quedó de ir a verlos. Dijo que lo haría próximamente..." Eso no ha ocurrido. Mientras, los tres sudamericanos ven cómo la justicia desechó una a una todas sus pruebas, incluyendo los peritajes que apuntaban a la incompatibilidad entre la herida del guardia y la supuesta piedra, y cómo el juicio paralelo contra quienes -dicen- los torturaron avanza lento: los policías han presentado una y otra vez excusas para evitar presentarse a declarar.
"Si esto está pasando en el juicio por torturas, imagínate qué va a pasar en el juicio por el caso del policía", se atormenta Delia.
"Jamás seremos culpables de algo que no hicimos y si nos condenan será para encubrir, maquillar y legalizar el racismo, su corrupción y el ánimo de venganza policial. Todo esto no es más que una tapadera y el éxito de una venganza a ciegas donde todo vale para culpar a alguien. Nos podrán encerrar pero nunca callar", dice Álex desde su prisión.

7 de agosto de 2007
©la nación
rss


0 comentarios