cuba, refugio de rebeldes
[Simón Romero] Cuba, el lugar de nacimiento de grupo guerrillero, se convierte en refugio.
La Habana, Cuba. La cena con los guerrilleros fue un asunto civilizado. Un Mercedes con chofer, gentileza del gobierno de Cuba, llevó a los invitados a la quinta donde alojan a menudo los líderes de uno de los grupos rebeldes más resistentes de Colombia cuando están en la ciudad.
Francisco Galán, ex seminarista de larga barba blanca, sirvió copas de ron Añejo de Caldas y repartió cigarrillos de un paquete de Marlboro Lights. Antes de sentarse a disfrutar de una cena de pargo rojo, un festín usualmente reservado a turistas ricos, Pablo Beltrán, el negociador jefe del Ejército de Liberación Nacional, ELN, ofreció un brindis por Cuba.
Por Cuba: un apropiado tributo para un país que ha nutrido aquí a la insurgencia desde sus orígenes en los años sesenta y se ha convertido en una especie de refugio para los envejecidos rebeldes, que llegan aquí de vez en vez para tratamientos médicos.
También es, paradójicamente, el lugar donde los revolucionarios están tratando pacíficamente de poner fin a su movimiento después de décadas de violenta lucha contra una serie de gobiernos pro-norteamericanos. Este es uno de los pocos lugares donde el ELN se siente suficientemente seguro como para participar en negociaciones sobre una tregua con el gobierno colombiano.
"La Habana es un lugar donde las cosas marchan en cámara lenta, en comparación con otras ciudades", dijo Beltrán, 53, que pasó de sus estudios en ingeniería del petróleo en la universidad a colocar bombas para volar oleoductos y secuestrar a empleados de compañías extranjeras. "Es el lugar perfecto para negociar con tranquilidad y contemplar qué hacer después".
En esta ciudad en gran parte destartalada, lejos de las amenazas de asesinato o incluso de delitos fortuitos, el relativo lujo del que gozan los líderes del ELN lo dice todo sobre los cambios sufridos por Cuba y Colombia -y quizás sobre lo que ellos mismos han cambiado. Las relaciones entre Colombia, con un gobierno conservador, y Cuba, son cordiales, pese a sus filosofías políticas en extremo diferentes.
Y después de años de aislamiento y conflicto, los rebeldes parecen satisfechos, una vez terminadas las negociaciones del día, como para visitar los clubes de jazz de esta ciudad y pasear por el malecón sin tener que cuidarse las espaldas.
Los líderes del ELN, incluyendo a Beltrán y Galán, son principalmente hombres en la cincuentena que han pasado sus vidas adultas enmarañados en una guerra, en campamentos en las montañas o en calabozos. Galán, cuyo nombre verdadero es Gerardo Antonio Bermúdez, viaja hasta aquí desde Medellín, donde ha estado viviendo desde que saliera de la cárcel hace poco.
Beltrán, que nació como Israel Ramírez Pineda, viaja desde los campamentos rebeldes en la región fronteriza entre Venezuela y Colombia. Juan Carlos Cuéllar, otro comandante del ELN en la mesa de negociaciones, salió con permiso de su celda en una cárcel en las afueras de Medellín.
El ELN se formó cuando un grupo de sacerdotes entusiasmados con las ideas de la teología de la liberación, se aliaron con colombianos que habían estudiado en La Habana a principios de la revolución castrista. Juntos juraron desalojar a la elite rica de Colombia.
El actual líder del ELN, Nicolás Rodríguez, que utiliza el nombre de guerra Gabino, se unió al grupo a mediados de los años sesenta, cuando era un adolescente campesino.
El grupo se convirtió en el favorito de Castro entre los movimientos guerrilleros extranjeros, junto con los rebeldes en Bolivia a los que dirigía el Che Guevara en la época de su muerte en 1967.
Después, durante años, Cuba hizo lo que pudo para exportar su revolución a Colombia, inclusive permitiendo a los rebeldes que usaran a Cuba como un puesto de escucha. El ELN fue diezmado por tropas contrainsurgentes en los años setenta, pero se reagrupó y concentró sus ataques contra la infraestructura petrolera en manos de compañías extranjeras.
En años más recientes, Cuba adoptó un papel de apoyo diferente cuando las batallas con las milicias paramilitares de extrema derecha y otros grupos rebeldes empezaron a socavar la fortaleza del ELN. Y Colombia, que rompió relaciones diplomáticas con Cuba a principio de los años ochenta por el apoyo que prestaba Castro a los grupos revolucionarios, cambió su posición. El presidente Álvaro Uribe, el más estrecho aliado del gobierno de Bush en América del Sur, ha mejorado sus relaciones con Cuba, y los dos países han estado conversando sobre cómo reducir las barreras comerciales.
Los comandantes del ELN visitan ahora Cuba por razones más prácticas que ideológicas. A veces llegan clandestinamente para someterse a tratamientos médicos. Se dice que Manuel Pérez, el sacerdote español que precedió a Rodríguez como líder del ELN, fue tratado aquí por complicaciones con una hepatitis antes de su muerte en 1998, a los 54 años.
Y luego están las varias rondas de negociaciones para una tregua. Para estas, Cuba se ha ofrecido actuar como anfitrión, pero también ha proporcionado a los rebeldes una quinta en El Laguito, un recinto amurallado con casas de antes de la revolución reservadas meticulosamente para su uso por dignatarios extranjeros.
De momento, la paz sigue siendo un objetivo distante. Las conversaciones recientes terminaron el mes pasado con una nota de amargo desacuerdo. El ELN rechazó la propuesta de que sus líderes sean transferidos fuera de Colombia. (Otra ronda de negociaciones se ha iniciado esta semana en Venezuela, pero los detalles no se han dado a conocer). Entretanto, el futuro papel de Cuba como base de negociaciones permanece incierto.
Y también es incierto el futuro de los soldados del ELN. No es el grupo revolucionario más grande de Colombia. Tampoco es especialmente activo, y en los últimos años ha evitado acciones como el secuestro, en 1999, de un avión de Avianca.
El grupo, clasificado como terrorista por Estados Unidos, todavía se sostiene a sí mismo con extorsiones y secuestros, guardando unos doscientos secuestrados, y dice que tiene cinco mil miembros; analistas militares dicen que eso es una exageración.
"El ELN no está ni en paz ni en guerra", dijo León Valencia, ex comandante ELN que escribe sobre temas de seguridad en Bogotá.
Gran parte de la vida de los comandantes transcurre en una zona gris: para aquellos que todavía son buscados por las autoridades colombianas se han suspendido las órdenes de detención para permitirles viajar a las negociaciones.
La Habana es quizás el único lugar donde los revolucionarios escapan al sentimiento de vivir en el limbo. Aquí, son casi visitantes normales. Aparte de visitar los clubes de jazz, a veces pasean por las calles de la Vieja Habana, donde el trasfondo de cotorreos en ruso ya no lo producen asesores de ese país, sino entusiastas turistas bronceados por el sol.
A veces, después de cenar en su quinta, los guerrilleros caminan hacia un lago cercano, cercado de mansiones que pertenecieron antes a la clase rica cubana. A veces, los negociadores del gobierno colombiano, que alojan en el mismo recinto, tienen la misma idea y las dos delegaciones suelen toparse inadvertidamente.
"Nos saludamos con cordialidad", dijo Beltrán, "y seguimos cada uno nuestra ruta".
Francisco Galán, ex seminarista de larga barba blanca, sirvió copas de ron Añejo de Caldas y repartió cigarrillos de un paquete de Marlboro Lights. Antes de sentarse a disfrutar de una cena de pargo rojo, un festín usualmente reservado a turistas ricos, Pablo Beltrán, el negociador jefe del Ejército de Liberación Nacional, ELN, ofreció un brindis por Cuba.
Por Cuba: un apropiado tributo para un país que ha nutrido aquí a la insurgencia desde sus orígenes en los años sesenta y se ha convertido en una especie de refugio para los envejecidos rebeldes, que llegan aquí de vez en vez para tratamientos médicos.
También es, paradójicamente, el lugar donde los revolucionarios están tratando pacíficamente de poner fin a su movimiento después de décadas de violenta lucha contra una serie de gobiernos pro-norteamericanos. Este es uno de los pocos lugares donde el ELN se siente suficientemente seguro como para participar en negociaciones sobre una tregua con el gobierno colombiano.
"La Habana es un lugar donde las cosas marchan en cámara lenta, en comparación con otras ciudades", dijo Beltrán, 53, que pasó de sus estudios en ingeniería del petróleo en la universidad a colocar bombas para volar oleoductos y secuestrar a empleados de compañías extranjeras. "Es el lugar perfecto para negociar con tranquilidad y contemplar qué hacer después".
En esta ciudad en gran parte destartalada, lejos de las amenazas de asesinato o incluso de delitos fortuitos, el relativo lujo del que gozan los líderes del ELN lo dice todo sobre los cambios sufridos por Cuba y Colombia -y quizás sobre lo que ellos mismos han cambiado. Las relaciones entre Colombia, con un gobierno conservador, y Cuba, son cordiales, pese a sus filosofías políticas en extremo diferentes.
Y después de años de aislamiento y conflicto, los rebeldes parecen satisfechos, una vez terminadas las negociaciones del día, como para visitar los clubes de jazz de esta ciudad y pasear por el malecón sin tener que cuidarse las espaldas.
Los líderes del ELN, incluyendo a Beltrán y Galán, son principalmente hombres en la cincuentena que han pasado sus vidas adultas enmarañados en una guerra, en campamentos en las montañas o en calabozos. Galán, cuyo nombre verdadero es Gerardo Antonio Bermúdez, viaja hasta aquí desde Medellín, donde ha estado viviendo desde que saliera de la cárcel hace poco.
Beltrán, que nació como Israel Ramírez Pineda, viaja desde los campamentos rebeldes en la región fronteriza entre Venezuela y Colombia. Juan Carlos Cuéllar, otro comandante del ELN en la mesa de negociaciones, salió con permiso de su celda en una cárcel en las afueras de Medellín.
El ELN se formó cuando un grupo de sacerdotes entusiasmados con las ideas de la teología de la liberación, se aliaron con colombianos que habían estudiado en La Habana a principios de la revolución castrista. Juntos juraron desalojar a la elite rica de Colombia.
El actual líder del ELN, Nicolás Rodríguez, que utiliza el nombre de guerra Gabino, se unió al grupo a mediados de los años sesenta, cuando era un adolescente campesino.
El grupo se convirtió en el favorito de Castro entre los movimientos guerrilleros extranjeros, junto con los rebeldes en Bolivia a los que dirigía el Che Guevara en la época de su muerte en 1967.
Después, durante años, Cuba hizo lo que pudo para exportar su revolución a Colombia, inclusive permitiendo a los rebeldes que usaran a Cuba como un puesto de escucha. El ELN fue diezmado por tropas contrainsurgentes en los años setenta, pero se reagrupó y concentró sus ataques contra la infraestructura petrolera en manos de compañías extranjeras.
En años más recientes, Cuba adoptó un papel de apoyo diferente cuando las batallas con las milicias paramilitares de extrema derecha y otros grupos rebeldes empezaron a socavar la fortaleza del ELN. Y Colombia, que rompió relaciones diplomáticas con Cuba a principio de los años ochenta por el apoyo que prestaba Castro a los grupos revolucionarios, cambió su posición. El presidente Álvaro Uribe, el más estrecho aliado del gobierno de Bush en América del Sur, ha mejorado sus relaciones con Cuba, y los dos países han estado conversando sobre cómo reducir las barreras comerciales.
Los comandantes del ELN visitan ahora Cuba por razones más prácticas que ideológicas. A veces llegan clandestinamente para someterse a tratamientos médicos. Se dice que Manuel Pérez, el sacerdote español que precedió a Rodríguez como líder del ELN, fue tratado aquí por complicaciones con una hepatitis antes de su muerte en 1998, a los 54 años.
Y luego están las varias rondas de negociaciones para una tregua. Para estas, Cuba se ha ofrecido actuar como anfitrión, pero también ha proporcionado a los rebeldes una quinta en El Laguito, un recinto amurallado con casas de antes de la revolución reservadas meticulosamente para su uso por dignatarios extranjeros.
De momento, la paz sigue siendo un objetivo distante. Las conversaciones recientes terminaron el mes pasado con una nota de amargo desacuerdo. El ELN rechazó la propuesta de que sus líderes sean transferidos fuera de Colombia. (Otra ronda de negociaciones se ha iniciado esta semana en Venezuela, pero los detalles no se han dado a conocer). Entretanto, el futuro papel de Cuba como base de negociaciones permanece incierto.
Y también es incierto el futuro de los soldados del ELN. No es el grupo revolucionario más grande de Colombia. Tampoco es especialmente activo, y en los últimos años ha evitado acciones como el secuestro, en 1999, de un avión de Avianca.
El grupo, clasificado como terrorista por Estados Unidos, todavía se sostiene a sí mismo con extorsiones y secuestros, guardando unos doscientos secuestrados, y dice que tiene cinco mil miembros; analistas militares dicen que eso es una exageración.
"El ELN no está ni en paz ni en guerra", dijo León Valencia, ex comandante ELN que escribe sobre temas de seguridad en Bogotá.
Gran parte de la vida de los comandantes transcurre en una zona gris: para aquellos que todavía son buscados por las autoridades colombianas se han suspendido las órdenes de detención para permitirles viajar a las negociaciones.
La Habana es quizás el único lugar donde los revolucionarios escapan al sentimiento de vivir en el limbo. Aquí, son casi visitantes normales. Aparte de visitar los clubes de jazz, a veces pasean por las calles de la Vieja Habana, donde el trasfondo de cotorreos en ruso ya no lo producen asesores de ese país, sino entusiastas turistas bronceados por el sol.
A veces, después de cenar en su quinta, los guerrilleros caminan hacia un lago cercano, cercado de mansiones que pertenecieron antes a la clase rica cubana. A veces, los negociadores del gobierno colombiano, que alojan en el mismo recinto, tienen la misma idea y las dos delegaciones suelen toparse inadvertidamente.
"Nos saludamos con cordialidad", dijo Beltrán, "y seguimos cada uno nuestra ruta".
9 de septiembre de 2007
©new york times
©traducción mQh
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