un asunto deshonroso
[Katherine Zoepf] El asesinato por honor sigue plagando estado laico sirio.
La lucha, si la hubo, debería haber sido muy breve. Fawaz recordó más tarde que su mujer, Zahra, estaba profundamente dormida a su lado y ligeramente acurrucada contra la almohada cuando se levantó al alba y se preparó para marcharse a su trabajo en unas obras en las afueras de Damasco. Era una lluviosa mañana de domingo un enero y muy fría; al salir, Fawaz se volvió una vez más para arreglar la manta de su mujer de dieciséis. Zahra siguió durmiendo sin moverse, y su marido cerró suavemente la puerta de su pequeño apartamento al salir.
Zahra estaba probablemente todavía durmiendo cuando su hermano mayor, Fayyez, entró poco después al apartamento, utilizando una llave robada y portando un puñal. Su hermana yacía en el suelo alfombrado, sobre el delgado colchón de espuma que compartía con su marido, así que Fayyez tuvo que arrodillarse junto a Zahra para poder izar el puñal y apuñalarla cinco veces en la cabeza y espalda: cuchilladas desgarradoras y brutales que despedazaron la base de su cráneo y casi cercenaron su espina dorsal. Dejando la puerta abierta, Fayyez bajó la escalera y se dirigió a la comisaría local de policía. Allá dijo que se había entregado, diciendo a los agentes de servicio que había matado a su hermana para limpiar la deshonra que había provocado a su familia al perder su virginidad fuera del matrimonio hace casi diez meses.
"Fayyez dijo a la policía: ‘Es mi derecho corregir ese error'", me contó no hace mucho Maha Ali, una abogado siria que conocía a Zahra y ahora trabaja gratuitamente para su marido. "Me dijo: ‘Es verdad que ahora mi hermana está casada, que nunca pudimos borrar la vergüenza'".
De momento, casi todo el mundo en Siria que sigue las noticias se sabe los detalles básicos de la vida y muerte de Zahra al-Azzo: cómo la niña, entonces de sólo quince, fue raptada en la primavera de 2006 cerca de su casa al norte de Siria, llevada por su secuestrador a Damasco y violada; cómo la policía que descubrió a Zahra temía que su familia, como ocurre a menudo en Siria, culpara a la niña de su propia violación y la matara; cómo entonces las autoridades metieron a Zahra en una cárcel para niñas, creyendo que era el único modo de protegerla de sus familiares. Y de cómo en diciembre, Fawaz, 27, primo de Zahra, accedió a casarse con ella para poder sacarla de la cárcel y, también, esperando recuperar su reputación a los ojos de su familia; de cómo, apenas un mes después de su matrimonio con Fawaz, su hermano Fayyez apuñaló a su hermana Zahra, 25, mientras esta dormía.
Zahra murió debido a sus heridas en el hospital al día siguiente, una de las trescientas niñas y mujeres que mueren cada año en Siria en los llamados asesinatos por honor, de acuerdo a estimaciones de activistas de la mujer aquí. En Siria y otros países árabes, muchos hombres creen en una idea del honor personal en la que la defensa de la castidad de sus hermanas, sus hijas y las otras mujeres de la familia es una fundamental obligación social. Los asesinatos por honor tienden a ocurrir, dicen los activistas, cuando los hombres se sienten presionados a demostrar que protegen suficientemente la virtud de la parte femenina de la familia. A veces se mata juntos a los amantes, pero lo más frecuente es que sólo se castigue a las mujeres. A veces a las mujeres se las mata por la mera sospecha de que tienen una aventura, o sobre la base de una acusación falsa, o debido a que fueron abusadas sexualmente, o porque, como Zahra, fueron violadas.
Al hablar con la policía, el hermano de Zahra utilizó una expresión coloquial: ghasalat al arr (limpiando la vergüenza), que quiere decir matar a una mujer o niña cuya vida misma se ha convertido en una mancha intolerable en el honor de los hombres de la familia. Una vez que este tipo de vergüenza sexual familiar ha sido ‘lavada', el asesinato es normalmente olvidado tan pronto como posible. Según la ley siria, el asesinato por honor no es homicidio, y el hombre que lo comete no es un asesino. Como en otros muchos países árabes, incluso si el asesino es condenado por el cargo menor de ‘asesinato por honor', normalmente recupera su libertad en unos meses. Mencionar el asesinato -o incluso el nombre de la víctima- se transforma en tabú.
Que esto no haya ocurrido en la historia de Zahra -que su caso, lejos de ser ignorado, se ha convertido en una suerte de cause célèbre, un grito de guerra para abogados, estudiosos del islam y funcionarios sirios que esperan modificar las leyes que protegen a los perpetradores de esos asesinatos por honor- es el resultado de una peculiar confluencia de circunstancias. Se debe en parte a los esfuerzos de un grupo de activistas de los derechos de la mujer y en parte a lo específico de su historia, que ha galvanizado la simpatía pública de un modo previamente desconocido en Siria. Pero en el fondo es por el joven viudo de Zahra, Fawaz, que había hablado con su novia sólo una vez antes de su compromiso. Ahora, desafiando a su tribu y sus tradiciones, ha entablado una demanda civil contra el asesino de Zahra y se niega a olvidar su caso.
Nashweh, donde nació Zahra al-Azzo en 1990, es el tipo de ciudad siria que parece desmoronarse literalmente en sus bordes -sus casas achaparradas de bloques de cemento ceden el espacio a pilas de materiales de construcción en mal estado, estos a los trigales cubiertos de rastrojos y basura. La cantidad de ropa de lavado puesta a secar en cables estirados entre las casas sugiere familias extensas. Nashweh es tan chica y remota que cuando un desconocido desciende de un coche, en cuestión de segundos lo rodea un grupo de niños con batas sucias gritando invitaciones a tomar el té en casa. Antes del año pasado, Zahra había pasado toda su vida allí, pero hace poco, cuando les preguntaron si habían conocido a Zahra, una media docena de mujeres de la ciudad -todas con pañuelos de cabeza y un finos vestidos de terciopelo, la mayoría de ellas mayor de cuarenta con tatuajes faciales azules de beduinos- simplemente apartaron la vista.
Según normas locales, las circunstancias de la vida de Zahra en Nashweh eran perfectamente corrientes. En los primeros años de su infancia, la familia llevaba una buena vida con la crianza de caballos árabes, pero en los últimos tiempos los Azzo estaban pasando penurias, y del padre de Zahra, de acuerdo a las asistentes sociales que hablaron con Zahra en la cárcel, se rumoreaba que tenía una aventura.
De acuerdo a la abogado Maha Ali, que conoció a Zahra en la cárcel, Zahra se enteró de los rumores por un amigo de su padre. El hombre amenazó a Zahra, diciéndole que revelaría el escándalo si ella no se reunía con él frente a su casa, lo que en sí mismo es una grave transgresión en su conservadora sociedad. Que Zahra haya acatado, desobedeciendo a su familia y salido con un hombre sin más compañía, incluso bajo coacción, es tan escandaloso para muchos sirios que trabajan en el caso de Zahra han tratado de oscurecer este hecho, prefiriendo describir lo que ocurrió como un simple secuestro. También dicen que a los quince era una niña extremadamente ingenua, tan joven para su edad que cuando estuvo en la cárcel se iba a dormir todas las noches con un oso de peluche.
El hombre aterrorizaba a Zahra, pero aparentemente creyó que si salía con él, aunque fuera brevemente, podría resguardar la reputación y seguridad de su familia. En lugar de eso, dice Yumin Abu al-Hosn, una trabajadora social en la cárcel, el hombre la llevó a Damasco, donde la retuvo en un apartamento y violó. Aterrada, en una ciudad extraña y atiborrada que no había visitado nunca, Zahra no trató de escapar. Estuvo en la capital durante casi una semana con el hombre cuando un dato de un vecino llevó a la policía al apartamento de Damasco. El hombre fue encarcelado, donde espera ahora que se le enjuicie por secuestro y violación. Entretanto, Zahra fue llevada a una comisaría para hacerle el llamado examen de virginidad, el análisis de himen que, por poco fiable que sea a la hora de establecer la virginidad, es un procedimiento estable en Siria en casos de violación y común cuando la policía detiene a mujeres.
En Estados Unidos, un edificio blanco y fuertemente custodiado como el edificio donde fue enviada Zahra para su propia protección podría probablemente ser llamado centro de detención juvenil, pero el árabe no ofrece esos eufemismos, así que se usan las palabras ‘cárcel' e ‘institución'. Siria no cuenta con refugios donde las niñas o mujeres puedan refugiarse si se las amenaza con asesinarlas por honor; en lugar de eso, las menores son a menudo colocadas en cárceles para niñas para protegerlas. Como muchas de las adolescentes que llegan allá, Zahra se sintió humillada de tener que pasar el examen genital obligatorio y al principio trató de resistirse, de acuerdo a Maha Ali. "Entré y vi a Zahra", dijo Ali. "Y me miró y me dijo: ‘Dios mío, ¿tengo que contarle la historia otra vez?'"
Para niñas como Zahra, la cárcel es sólo una solución temporal. Incluso las familias más criminalmente inclinadas a menudo obtienen órdenes judiciales de cortes de apelaciones para que les devuelvan a sus hijas. Los jueces normalmente tratan de extraer declaraciones juradas de los custodios, promesas de que las niñas, si son dejadas en libertad, no serán castigadas. Pero a menudo esas promesas se rompen.
Entre las llamadas familias tribales de Siria -clanes beduinos asentados como el de Zahra-, los matrimonios entre primos primeros son habituales. Así que no fue una sorpresa cuando su familia, buscando a alguien que se casara con ella mientras estaba en la cárcel, dio con uno de sus primos: Fawaz. Pero Fawaz no tenía intenciones de casarse con una prima, me dijo hace poco, y se asombró cuando el hermano de Fayyez se apareció por la casa.
"Fayyez empezó diciéndonos que su hermana Zahra había sido raptada", dijo la madre de Fawaz, que usualmente es llamada por su título honorífico Umm Fawaz, que quiere decir ‘madre de Fawaz'. Estaba sentada con las piernas cruzadas, con su hijo y su marido, en la sala de estar en el apartamento de la familia en las afueras de Damasco. Las persianas habían sido bajadas para protegerse del calor de una abrasadora tarde de primavera, y el cuarto estaba iluminado por un solo tubo fluorescente. Umm Fawaz indicó los cojines -ordenados al estilo árabe, en el suelo contra las paredes- donde se había sentado Fayyez.
El solo hecho de que Zahra hubiera sido sacada de su casa por unos días implicaba una deshonra para la familiar. "‘Oh, tiíta, no sé qué decir', dijo Fayyez, según recuerda Umm Fawaz, mientras se ajustaba su hijab con una mano y se palpaba su ojo con un pañuelo de papel con la otra. "Le dije: ‘No te avergüences de su hermana. Esto pasa incluso en las mejores familias'". Fayyez dijo que pese a haber sido secuestrada, su hermana todavía era virgen. Poco a poco fue abordando el tema que quería tratar. ¿Se casaría Fawaz con ella para que Zahra pudiera salir de la cárcel?
Al principio Fawaz, un hombre tímido y enjuto, lo rechazó cortésmente. Lo lamentaba por Fayyez, me dijo, pero no podía dejar de sentir algo de repugnancia con la historia, que en su comunidad es un feo escándalo sexual. Además, ya estaba comprometido con otra chica. Cuando Fayyez se marchó, Fawaz y su madre hablaron sobre la situación de Zahra. "Decidimos visitar a la niña, para ver", dijo Umm Fawaz. Y así varios días después las dos cogieron un taxi hasta la cárcel donde estaba la niña. Pasaron por un pesado portón de acero, y un custodio los escoltó hasta una oficina.
Fawaz sonrió cuando recordó el momento en que entró Zahra. No sería elegante comentar el aspecto de Zahra, de modo que fue Umm Fawaz quien habló de la belleza de Zahra ("¡Tan guapa como Sibel Can!", exclamó, mencionado a una popular cantante turca en el mundo árabe).
"Me gustó la chica", dijo Fawaz, que parecía algo avergonzado de haber admitido algo tan personal en público, y se corrigió rápidamente: "Quiero decir, aquí nos enamoramos de una chica después de casarnos con ella. Pero decidí abandonar a mi novia, por Zahra. Pensé que una chica normal como mi novia tendría otras oportunidades. Pero con Zahra pensé, Dios mío, que esta chica tenga que estar en la cárcel".
El padre de Fawaz lo desaprobó, sospechando desde el principio que la familia de Zahra la mataría apenas saliera de la cárcel. Pero cuando meses más tarde la familia de Zahra suplicó a la otra familia que lo reconsiderara, el padre de Fawaz cedió y Fawaz finalmente acompañó al padre de Zahra al tribunal para firmar los papeles que aseguraban su libertad. Zahra y Fawaz se casaron en una ceremonia formal en el barrio, en la nueva casa de la novia. Las pocas fotografías de la boda fueron tomadas con celulares, de modo que las impresiones son borrosas y de efímera calidad. En ellas Zahra tiene un aire aturdido y un poco enfurruñada, con el pelo recogido arriba, sus rasgos infantiles cubiertos con una gruesa capa de crema base, una estridente sombra de ojos rosada y pintura labial brillante.
El matrimonio, según los informes, era feliz. "Zahra me siguió llamando, incluso después de la boda", recordó Ali, la abogado. "‘¿Cómo está Fawaz?', le preguntaba. Y me decía: ‘Oh, tiíta Maha, pasamos toda la noche despiertos, hablando y divirtiéndonos'. Una vez su tía me llamó. Me dijo: ‘No le diga a Zahra que llamé, pero ¿puede usted hablar con ella? Usted tiene influencia sobre ella. Fawaz no se puede levantar a trabajar en las mañanas porque Zahra lo mantiene despierto toda la noche'".
Fawaz me dijo que de acuerdo a su interpretación del islam, él estaba "honrando a Zahra nuevamente" -recuperando su virtud perdida- casándose con ella. En esta decisión lo apoyaba su jeque, u orientador religioso, que de acuerdo a Fawaz apoya a una escuela progresista en la interpretación del Corán. Fawaz y su familia inmediata, aunque no muy cultos, están orgullosos de su tolerancia y él se fanfarronea de la inteligencia y escolaridad de Zahra. Incluso así, él y su familia rechazaron los intentos de Zahra de contarles sus sufrimientos, de modo que hasta el día de hoy conocen algunos detalles sólo de segunda mano. "Muchas veces, cuando estábamos casados, me quiso hablar sobre lo que le había ocurrido", dijo Fawaz. "Pero yo me negué. Le dije: ‘Tu pasado es tu pasado'".
De acuerdo a Fawaz, Zahra llevaba apenas cinco semanas de casada cuando su hermano, Fayyez, llegó en una visita no anunciada, diciendo que pensaba buscar trabajo en Damasco. Zahra se contentó de ver a su hermano, pero Fawaz dijo que se sintió dolorosamente desgarrado entre sus deberes de hospitalidad, una virtud central en la cultura beduina, y su presentimiento de que Fayyez -que dormía arriba en el apartamento de los padres de Fawaz- era un peligro para su mujer. La mañana en que Zahra fue atacada, Fawaz recuerda haber subido antes de marcharse al trabajo y haber encontrado a Fayyez despierto y golpeteando nerviosamente su celular.
"Él no tenía dinero para un celular", dijo Fawaz. "Me he estado haciendo preguntas sobre eso. Resultó que su tío se lo había regalado de modo que pudiera llamar y contar a la familia que había matado a su hermana. Nos enteramos más tarde de que esa noche tenían una fiesta en la casa para celebrar la limpieza de su honra. Invitaron a toda la aldea".
La mayoría de los asesinatos por honor sólo son mencionados brevemente en los diarios sirios, pero la muerte de Zahra al-Azzo era diferente a las demás. Decenas de artículos y programas de televisión han discutido en detalle su historia, nutriendo una atención pública sin precedentes sobre las raíces y moral de los crímenes de honor.
En mayo, esperando sopesar los sentimientos de la opinión pública sobre el caso de Zahra, pasé algunas horas caminando en un atestado vecindario de clase media baja en Damasco. En las zonas más ricas de la ciudad, la mitad de la gente en la calle pueden ser mujeres, pero aquí, al anochecer, no se las ve. En tiendas de shawarma y puestos de jugos, la mayoría de los hombres habían oído hablar de Zahra, pero más de la mitad de ellos creían que la práctica del asesinato por honor estaba protegida -o exigida- por las leyes islámicas. Un hombre llamado Abu Rajab, que posee un puesto de cigarrillos, lo describió como "algo de nuestra religión" y agregó que incluso si cambiaban las leyes, "un hombre matará a su hermana si tiene que hacerlo, incluso si eso significa pasarse quince años en la cárcel".
Sin embargo, la noción de que el islam aprueba esos asesinatos es una mala interpretación, de acuerdo a algunos abogados y prominentes estudiosos del islam. Daad Mousa, abogado y activista por los derechos de la mujer, me dijo que aunque las creencias sobre la limpieza del honor de los hombres se deriva de tradiciones beduinas, las tres leyes sirias utilizadas para perdonar a los hombres que cometen asesinatos por honor no se remontan a la ley islámica, sino al código civil, basado en el código napoleónico, que fue impuesto en el Levante durante el mandato francés. "El artículo 192 establece que si un hombre comete un crimen con un ‘motivo honorable', quedará en libertad", dijo Mousa. "En los países esta ley normalmente se aplica en casos en que los doctores matan accidentalmente a sus pacientes, cuando tenían la intención de salvarlos, pero aquí la idea de ‘motivo honorable' se interpreta a menudo de modo que incluya a hombres que se considera que actuaron en defensa de su honor.
"El artículo 242 se refiere a crímenes pasionales", continuó Mousa. "Pero es realmente el artículo 548 el que rechazamos. El artículo 548 estipula claramente que si un hombre presencia a una familiar en un acto inmoral y la mata, no será encarcelado". A menudo los jueces interpretan estas leyes de manera tan suelta que un asesinato premeditado -como el cometido por Fayyez- habitualmente es juzgado como ‘crimen pasional'; ‘presenciar' la conducta de una mujer de la familia se define a veces como oír los rumores en el vecindario sobre el asunto; y para una mujer el mero hecho de hablar con un hombre puede ser considerado como un ‘acto inmoral'. Siria, que ha sido gobernando desde 1963 por un régimen baazista laico, tiene una fuerte reputación en la región en cuanto a la igualdad de género; las mujeres estudian en secundarias y universidades en número similares a los hombres y alcanzan frecuentemente posiciones influyentes como médicos, profesoras e incluso ministros de gobierno. Pero en la familia se aplican normas diferentes. "Aquí el honor significa una sola cosa: mujeres, y especialmente la vida sexual de las mujeres", dijo Mousa. La decisión de cometer un asesinato por honor usualmente la toma la familia como grupo, y a menudo se designa a un menor de edad para que lo ejecute, para eliminar incluso el riesgo más pequeño de una sentencia de prisión.
Algunos activistas dicen que Siria tiene un número especialmente alto de asesinatos por honor per cápita, diciendo que es el segundo o tercer país del mundo. De hecho, es casi imposible conseguir estadísticas fiables sobre los asesinatos por honor. El Fondo de Población de Naciones Unidas dice que al año ocurren unos cinco mil asesinatos por honor en el mundo, pero debido a que ocurren a menudo en áreas rurales donde no se lleva la cuenta ni de nacimientos ni de defunciones, es muy difícil contarlos por país. Se han reportado algunos asesinatos por honor en culturas europeas, incluyendo Italia, y en comunidades cristianas y drusas en países predominantemente musulmanes. Pero se acepta ampliamente que los asesinatos por honor son desproporcionadamente altos en comunidades musulmanas, desde Bangladesh hasta Egipto y Gran Bretaña.
El Gran Muftí Ahmad Badr Eddin Hassoun, el profesor islámico de más alto estatus en Siria, ha condenado los asesinatos por honor, y el artículo 548 en términos inequívocos. A principio de año, cuando nos reunimos para una rara entrevista en su espaciosa oficina en décimo piso del ministerio de Dotaciones Religiosas de Siria, me dijo: "A veces ocurre que un estudioso religioso misógino afirme que las mujeres son la fuente todo mal. "De hecho, dijo, el Corán no hace distingos entre hombres y mujeres en cuanto a sus leyes morales, y exige castidad sexual de ambos, por ejemplo. Dijo que la creencia comúnmente aceptada de que el artículo 548 se deriva de la ley islámica es falsa.
Con su turbante blanco apretado y un anillo de perla gigante, el gran muftí es una de las figuras públicas más reconocibles de Siria. Es carismático y es un jeque generalmente popular, pero debido a que es nombrado por el estado, muchos sirios creen que sus opiniones reflejan las del partido gobernante, y piensan que sus enseñanzas son también sospechosas. En el centro de Damasco, un hombre al que entrevistaba en la calle declaró que el grand muftí no era un "verdadero musulmán" si creía en la cancelación del artículo 548. "Es una ley islámica matar a un familiar que ha errado", dijo el hombre, que dijo que se llamaba Ahmed y dijo que se había enterado de la historia de Zahra en la televisión siria. "Si el jeque trata de controlarlo, el pueblo se levantará y le cortarán la garganta".
Hay personajes religiosos que defienden el status quo. En una conferencia sobre los asesinatos por honor realizada este año en la Universidad de Damasco, Mohammed Said Ramadan al-Bouti, uno de los clérigos más apreciados de Siria, sostuvo que no se debían cambiar las leyes, defendiéndolas sobre el principio en la ley sharia de que matar en defensa de tu propiedad debe ser tratado con indulgencia (pero se cree que a moderado su posición desde entonces). Cuando, al principio de la conferencia, el grand muftí anunció que no creía que proteger la virginidad de la mujer fuera el componente más importante del honor, muchos asistentes se marcharon indignados. En respuesta, un grupo de una media docena de mujeres, todas con las largas túnicas negras abayas que en Siria las llevan usualmente las mujeres muy conservadoras, salieron de la sala.
En nuestra entrevista, el grand muftí me dijo que creía que el artículo 548 será derogado por el parlamento sirio en algunos meses, y dados los vínculos oficiales que cultiva, debería saberlo. Sin embargo, las activistas por los derechos de la mujer no se muestran tan optimistas. Señalan que las elites educadas de Siria se han opuesto siempre a los asesinatos por honor, aunque hay a menudo remilgos a la hora de tocar una práctica que les es vergonzosa. Dicen que algunos sirios conservadores están dudando de la costumbre gracias a los esfuerzos de sus maestros islámicos, pero son pocos.
Bassam al-Kadi, una abogada de mujeres, me dijo que el caso de Zahra era un grito de guerra ideal. "Tenemos cientos de Zahras", dijo. "Pero hay sólo algunas historias con las que puedes salir de campaña". En otras palabras, Zahra -extremadamente joven, víctima de una violación, casada al mismo tiempo que se la mató- es una figura agradable para un amplio público sirio de un modo que no se daría, digamos, si alguien mayor fuera asesinada después de ser vista con su novio en un café.
Con tensiones como estas en el ambiente, las activistas por los derechos de la mujer en Siria se muestran cautelosas a la hora de expresar sus críticas a las tradiciones tribales con respecto al honor y el artículo 548 en términos islámicos. Aunque algunas admiten en privado que son laicas, incluso feministas, prefieren ser discretas. Sería completamente imposible sugerir en público, por ejemplo, que las mujeres tienen derecho a elegir a sus parejas sexuales. La cultura básica de la castidad no está siendo discutida de ningún modo. Algunas activistas dicen que su causa resultaría perjudicada si fuera percibida como tolerante de ‘valores occidentales' y algunos conservadores ven incluso al asesinato por honor como un baluarte contra esos valores. Mientras que hace quince años Siria prohibía la importación de máquinas de fax y módems, hoy internet es ampliamente accesible. "Ha habido una reacción muy complicada hacia la nueva disponibilidad de medios occidentales en esta parte del mundo", explicó Kadi, la activista por los derechos de la mujer. "Estamos atravesando una transición, y nuestros valores están cambiando de manera dramática.
"Nuestros padres nos dicen que hubo una época en que el honor significaba que eres honorable en tu trabajo, que no aceptabas sobornos, por ejemplo", dijo Kadi. "Pero ahora la situación política y económica es tan mala que se necesita algún grado de corrupción para poder sobrevivir. La gente dirá que eres un proveedor de tu familia; no te culparán de nada. Históricamente hablando, todas nuestras ideologías se han derrumbado. Nadie habla de lealtad con el país, nadie habla del honor profesional. Ahora es apenas la familia, la tribu, la mujer. Es el único tipo de honor que nos va quedando".
Activistas sirias dicen que aunque muchos en el gobierno aprobarían cambiar el artículo 548, el gobierno, dirigido por la diminuta minoría religiosa de los alawitas, puede tener miedo a ofender a los elementos más conservadores de la mayoría sunní siria. En otras partes en Oriente Medio las tensiones entre las elites gobernantes y los conservadores religiosos han complicado los intentos de combatir el asesinato por honor. Rana Husseini, una activista jordana por los derechos de la mujer, me dijo que aunque un intento de fijar castigos más severos para hombres que maten a mujeres de la familia recibió el apoyo de miembros de la familia real, el parlamento jordano rechazó la ley en 2003 después de que grupos conservadores se opusieran a ella. En Marruecos, una campaña para parar el asesinato por honor resultó en una resolución que, si tuviese algún efecto, sería el de apoyar la práctica, otorgando a mujeres que matan en un ataque de celos sexuales las mismas garantías legales que tenían los hombres.
Sin embargo, hay signos de cambio. En el Líbano el mes pasado, el gran ayatolá Mohammed Hussein Fadlallah, el más importante clérigo chií y líder espiritual de Hezbolá, emitió una fatwa prohibiendo el asesinato por honor y describiéndolo como "un acto repulsivo, condenado y prohibido por la religión". Y antes este año el gran muftí de Egipto defendió un edito que afirma que el islam permite que una mujer pueda ‘restaurar' su virginidad por medio de una cirugía del himen, lo que le permitiría casarse y anularía la necesidad de limpiar la llamada mancha en el honor de la familia. Incluso apareció en televisión nacional para aconsejar a las mujeres egipcias que consideraran la operación. Aunque el dictamen ha sido atacado por estudiosos conservadores, ha sido bien recibido por aquellos que esperan que impida futuros asesinatos por honor.
En Siria, las activistas dicen que la existencia de un caso como Zahra -que ha seguido abierto en parte debido a la mala sangre entre Fawaz y la familia de Zahra- ha resultado ser esencial para mantener el ímpetu de la campaña para cambiar el artículo 548. La demanda civil entablada por Fawaz dice que Fayyez conspiró para engañarlo, y la existencia del caso civil significa que, bajo la ley siria, el caso criminal no será abandonado tan rápidamente como otros similares. Fayyez está detenido a la espera de su juicio (aunque todavía no se le ha asignado un abogado) y si la muerte de Zahra es declarada homicidio antes que asesinato por honor, podría pasar en prisión entre doce y quince años. Las activistas dicen que la pena, se anule o no el artículo 548, sería una fuerte advertencia a otros candidatos a cometer esos crímenes en nombre del honor. Fawaz y su familia están bajo una enorme presión de su tribu para abandonar el caso. Han tomado contacto con familiares de la familia de Zahra -los que, dicen, no niegan en crimen ni que lo hayan celebrado. La familia de Zahra ha ofrecido a Fawaz dinero y otra hija con quien casarse, dice, si abandona la demanda que es ahora la causa de tanta atención pública.
"Ahora es un gran escándalo en todo el barrio, en toda la comunidad", dijo Fawaz. "Ahora ni siquiera puedo tomar café con mis mejores amigos, porque tienen miedo por sus hermanas".
Pero Fawaz me dijo que no sabía qué pensaba sobre el asesinato por honor hasta la muerte de Zahra y esperaba que la publicidad que había rodeado el caso ayudara a otros hombres a revaluar sus opiniones. "En el caso de Zahra, la chica fue básicamente secuestrada", dijo Fawaz. "Si hubiese sido una chica mala, si ella hubiese decidido huir con un hombre, yo diría entonces, quizás. Es una solución brutal, pero quizás".
Su padre lo interrumpió. "¡Incluso entonces! Cuando una chica hace algo malo como eso, especialmente una chica joven, no creo que sea responsable. La familia es responsable. El padre es responsable. Nadie debe tener excusas para matar".
Fawaz asintió. "Pienso en Zahra tendida ahí, muriéndose, y no creo que yo siga creyendo en esos valores".
Zahra estaba probablemente todavía durmiendo cuando su hermano mayor, Fayyez, entró poco después al apartamento, utilizando una llave robada y portando un puñal. Su hermana yacía en el suelo alfombrado, sobre el delgado colchón de espuma que compartía con su marido, así que Fayyez tuvo que arrodillarse junto a Zahra para poder izar el puñal y apuñalarla cinco veces en la cabeza y espalda: cuchilladas desgarradoras y brutales que despedazaron la base de su cráneo y casi cercenaron su espina dorsal. Dejando la puerta abierta, Fayyez bajó la escalera y se dirigió a la comisaría local de policía. Allá dijo que se había entregado, diciendo a los agentes de servicio que había matado a su hermana para limpiar la deshonra que había provocado a su familia al perder su virginidad fuera del matrimonio hace casi diez meses.
"Fayyez dijo a la policía: ‘Es mi derecho corregir ese error'", me contó no hace mucho Maha Ali, una abogado siria que conocía a Zahra y ahora trabaja gratuitamente para su marido. "Me dijo: ‘Es verdad que ahora mi hermana está casada, que nunca pudimos borrar la vergüenza'".
De momento, casi todo el mundo en Siria que sigue las noticias se sabe los detalles básicos de la vida y muerte de Zahra al-Azzo: cómo la niña, entonces de sólo quince, fue raptada en la primavera de 2006 cerca de su casa al norte de Siria, llevada por su secuestrador a Damasco y violada; cómo la policía que descubrió a Zahra temía que su familia, como ocurre a menudo en Siria, culpara a la niña de su propia violación y la matara; cómo entonces las autoridades metieron a Zahra en una cárcel para niñas, creyendo que era el único modo de protegerla de sus familiares. Y de cómo en diciembre, Fawaz, 27, primo de Zahra, accedió a casarse con ella para poder sacarla de la cárcel y, también, esperando recuperar su reputación a los ojos de su familia; de cómo, apenas un mes después de su matrimonio con Fawaz, su hermano Fayyez apuñaló a su hermana Zahra, 25, mientras esta dormía.
Zahra murió debido a sus heridas en el hospital al día siguiente, una de las trescientas niñas y mujeres que mueren cada año en Siria en los llamados asesinatos por honor, de acuerdo a estimaciones de activistas de la mujer aquí. En Siria y otros países árabes, muchos hombres creen en una idea del honor personal en la que la defensa de la castidad de sus hermanas, sus hijas y las otras mujeres de la familia es una fundamental obligación social. Los asesinatos por honor tienden a ocurrir, dicen los activistas, cuando los hombres se sienten presionados a demostrar que protegen suficientemente la virtud de la parte femenina de la familia. A veces se mata juntos a los amantes, pero lo más frecuente es que sólo se castigue a las mujeres. A veces a las mujeres se las mata por la mera sospecha de que tienen una aventura, o sobre la base de una acusación falsa, o debido a que fueron abusadas sexualmente, o porque, como Zahra, fueron violadas.
Al hablar con la policía, el hermano de Zahra utilizó una expresión coloquial: ghasalat al arr (limpiando la vergüenza), que quiere decir matar a una mujer o niña cuya vida misma se ha convertido en una mancha intolerable en el honor de los hombres de la familia. Una vez que este tipo de vergüenza sexual familiar ha sido ‘lavada', el asesinato es normalmente olvidado tan pronto como posible. Según la ley siria, el asesinato por honor no es homicidio, y el hombre que lo comete no es un asesino. Como en otros muchos países árabes, incluso si el asesino es condenado por el cargo menor de ‘asesinato por honor', normalmente recupera su libertad en unos meses. Mencionar el asesinato -o incluso el nombre de la víctima- se transforma en tabú.
Que esto no haya ocurrido en la historia de Zahra -que su caso, lejos de ser ignorado, se ha convertido en una suerte de cause célèbre, un grito de guerra para abogados, estudiosos del islam y funcionarios sirios que esperan modificar las leyes que protegen a los perpetradores de esos asesinatos por honor- es el resultado de una peculiar confluencia de circunstancias. Se debe en parte a los esfuerzos de un grupo de activistas de los derechos de la mujer y en parte a lo específico de su historia, que ha galvanizado la simpatía pública de un modo previamente desconocido en Siria. Pero en el fondo es por el joven viudo de Zahra, Fawaz, que había hablado con su novia sólo una vez antes de su compromiso. Ahora, desafiando a su tribu y sus tradiciones, ha entablado una demanda civil contra el asesino de Zahra y se niega a olvidar su caso.
Nashweh, donde nació Zahra al-Azzo en 1990, es el tipo de ciudad siria que parece desmoronarse literalmente en sus bordes -sus casas achaparradas de bloques de cemento ceden el espacio a pilas de materiales de construcción en mal estado, estos a los trigales cubiertos de rastrojos y basura. La cantidad de ropa de lavado puesta a secar en cables estirados entre las casas sugiere familias extensas. Nashweh es tan chica y remota que cuando un desconocido desciende de un coche, en cuestión de segundos lo rodea un grupo de niños con batas sucias gritando invitaciones a tomar el té en casa. Antes del año pasado, Zahra había pasado toda su vida allí, pero hace poco, cuando les preguntaron si habían conocido a Zahra, una media docena de mujeres de la ciudad -todas con pañuelos de cabeza y un finos vestidos de terciopelo, la mayoría de ellas mayor de cuarenta con tatuajes faciales azules de beduinos- simplemente apartaron la vista.
Según normas locales, las circunstancias de la vida de Zahra en Nashweh eran perfectamente corrientes. En los primeros años de su infancia, la familia llevaba una buena vida con la crianza de caballos árabes, pero en los últimos tiempos los Azzo estaban pasando penurias, y del padre de Zahra, de acuerdo a las asistentes sociales que hablaron con Zahra en la cárcel, se rumoreaba que tenía una aventura.
De acuerdo a la abogado Maha Ali, que conoció a Zahra en la cárcel, Zahra se enteró de los rumores por un amigo de su padre. El hombre amenazó a Zahra, diciéndole que revelaría el escándalo si ella no se reunía con él frente a su casa, lo que en sí mismo es una grave transgresión en su conservadora sociedad. Que Zahra haya acatado, desobedeciendo a su familia y salido con un hombre sin más compañía, incluso bajo coacción, es tan escandaloso para muchos sirios que trabajan en el caso de Zahra han tratado de oscurecer este hecho, prefiriendo describir lo que ocurrió como un simple secuestro. También dicen que a los quince era una niña extremadamente ingenua, tan joven para su edad que cuando estuvo en la cárcel se iba a dormir todas las noches con un oso de peluche.
El hombre aterrorizaba a Zahra, pero aparentemente creyó que si salía con él, aunque fuera brevemente, podría resguardar la reputación y seguridad de su familia. En lugar de eso, dice Yumin Abu al-Hosn, una trabajadora social en la cárcel, el hombre la llevó a Damasco, donde la retuvo en un apartamento y violó. Aterrada, en una ciudad extraña y atiborrada que no había visitado nunca, Zahra no trató de escapar. Estuvo en la capital durante casi una semana con el hombre cuando un dato de un vecino llevó a la policía al apartamento de Damasco. El hombre fue encarcelado, donde espera ahora que se le enjuicie por secuestro y violación. Entretanto, Zahra fue llevada a una comisaría para hacerle el llamado examen de virginidad, el análisis de himen que, por poco fiable que sea a la hora de establecer la virginidad, es un procedimiento estable en Siria en casos de violación y común cuando la policía detiene a mujeres.
En Estados Unidos, un edificio blanco y fuertemente custodiado como el edificio donde fue enviada Zahra para su propia protección podría probablemente ser llamado centro de detención juvenil, pero el árabe no ofrece esos eufemismos, así que se usan las palabras ‘cárcel' e ‘institución'. Siria no cuenta con refugios donde las niñas o mujeres puedan refugiarse si se las amenaza con asesinarlas por honor; en lugar de eso, las menores son a menudo colocadas en cárceles para niñas para protegerlas. Como muchas de las adolescentes que llegan allá, Zahra se sintió humillada de tener que pasar el examen genital obligatorio y al principio trató de resistirse, de acuerdo a Maha Ali. "Entré y vi a Zahra", dijo Ali. "Y me miró y me dijo: ‘Dios mío, ¿tengo que contarle la historia otra vez?'"
Para niñas como Zahra, la cárcel es sólo una solución temporal. Incluso las familias más criminalmente inclinadas a menudo obtienen órdenes judiciales de cortes de apelaciones para que les devuelvan a sus hijas. Los jueces normalmente tratan de extraer declaraciones juradas de los custodios, promesas de que las niñas, si son dejadas en libertad, no serán castigadas. Pero a menudo esas promesas se rompen.
Entre las llamadas familias tribales de Siria -clanes beduinos asentados como el de Zahra-, los matrimonios entre primos primeros son habituales. Así que no fue una sorpresa cuando su familia, buscando a alguien que se casara con ella mientras estaba en la cárcel, dio con uno de sus primos: Fawaz. Pero Fawaz no tenía intenciones de casarse con una prima, me dijo hace poco, y se asombró cuando el hermano de Fayyez se apareció por la casa.
"Fayyez empezó diciéndonos que su hermana Zahra había sido raptada", dijo la madre de Fawaz, que usualmente es llamada por su título honorífico Umm Fawaz, que quiere decir ‘madre de Fawaz'. Estaba sentada con las piernas cruzadas, con su hijo y su marido, en la sala de estar en el apartamento de la familia en las afueras de Damasco. Las persianas habían sido bajadas para protegerse del calor de una abrasadora tarde de primavera, y el cuarto estaba iluminado por un solo tubo fluorescente. Umm Fawaz indicó los cojines -ordenados al estilo árabe, en el suelo contra las paredes- donde se había sentado Fayyez.
El solo hecho de que Zahra hubiera sido sacada de su casa por unos días implicaba una deshonra para la familiar. "‘Oh, tiíta, no sé qué decir', dijo Fayyez, según recuerda Umm Fawaz, mientras se ajustaba su hijab con una mano y se palpaba su ojo con un pañuelo de papel con la otra. "Le dije: ‘No te avergüences de su hermana. Esto pasa incluso en las mejores familias'". Fayyez dijo que pese a haber sido secuestrada, su hermana todavía era virgen. Poco a poco fue abordando el tema que quería tratar. ¿Se casaría Fawaz con ella para que Zahra pudiera salir de la cárcel?
Al principio Fawaz, un hombre tímido y enjuto, lo rechazó cortésmente. Lo lamentaba por Fayyez, me dijo, pero no podía dejar de sentir algo de repugnancia con la historia, que en su comunidad es un feo escándalo sexual. Además, ya estaba comprometido con otra chica. Cuando Fayyez se marchó, Fawaz y su madre hablaron sobre la situación de Zahra. "Decidimos visitar a la niña, para ver", dijo Umm Fawaz. Y así varios días después las dos cogieron un taxi hasta la cárcel donde estaba la niña. Pasaron por un pesado portón de acero, y un custodio los escoltó hasta una oficina.
Fawaz sonrió cuando recordó el momento en que entró Zahra. No sería elegante comentar el aspecto de Zahra, de modo que fue Umm Fawaz quien habló de la belleza de Zahra ("¡Tan guapa como Sibel Can!", exclamó, mencionado a una popular cantante turca en el mundo árabe).
"Me gustó la chica", dijo Fawaz, que parecía algo avergonzado de haber admitido algo tan personal en público, y se corrigió rápidamente: "Quiero decir, aquí nos enamoramos de una chica después de casarnos con ella. Pero decidí abandonar a mi novia, por Zahra. Pensé que una chica normal como mi novia tendría otras oportunidades. Pero con Zahra pensé, Dios mío, que esta chica tenga que estar en la cárcel".
El padre de Fawaz lo desaprobó, sospechando desde el principio que la familia de Zahra la mataría apenas saliera de la cárcel. Pero cuando meses más tarde la familia de Zahra suplicó a la otra familia que lo reconsiderara, el padre de Fawaz cedió y Fawaz finalmente acompañó al padre de Zahra al tribunal para firmar los papeles que aseguraban su libertad. Zahra y Fawaz se casaron en una ceremonia formal en el barrio, en la nueva casa de la novia. Las pocas fotografías de la boda fueron tomadas con celulares, de modo que las impresiones son borrosas y de efímera calidad. En ellas Zahra tiene un aire aturdido y un poco enfurruñada, con el pelo recogido arriba, sus rasgos infantiles cubiertos con una gruesa capa de crema base, una estridente sombra de ojos rosada y pintura labial brillante.
El matrimonio, según los informes, era feliz. "Zahra me siguió llamando, incluso después de la boda", recordó Ali, la abogado. "‘¿Cómo está Fawaz?', le preguntaba. Y me decía: ‘Oh, tiíta Maha, pasamos toda la noche despiertos, hablando y divirtiéndonos'. Una vez su tía me llamó. Me dijo: ‘No le diga a Zahra que llamé, pero ¿puede usted hablar con ella? Usted tiene influencia sobre ella. Fawaz no se puede levantar a trabajar en las mañanas porque Zahra lo mantiene despierto toda la noche'".
Fawaz me dijo que de acuerdo a su interpretación del islam, él estaba "honrando a Zahra nuevamente" -recuperando su virtud perdida- casándose con ella. En esta decisión lo apoyaba su jeque, u orientador religioso, que de acuerdo a Fawaz apoya a una escuela progresista en la interpretación del Corán. Fawaz y su familia inmediata, aunque no muy cultos, están orgullosos de su tolerancia y él se fanfarronea de la inteligencia y escolaridad de Zahra. Incluso así, él y su familia rechazaron los intentos de Zahra de contarles sus sufrimientos, de modo que hasta el día de hoy conocen algunos detalles sólo de segunda mano. "Muchas veces, cuando estábamos casados, me quiso hablar sobre lo que le había ocurrido", dijo Fawaz. "Pero yo me negué. Le dije: ‘Tu pasado es tu pasado'".
De acuerdo a Fawaz, Zahra llevaba apenas cinco semanas de casada cuando su hermano, Fayyez, llegó en una visita no anunciada, diciendo que pensaba buscar trabajo en Damasco. Zahra se contentó de ver a su hermano, pero Fawaz dijo que se sintió dolorosamente desgarrado entre sus deberes de hospitalidad, una virtud central en la cultura beduina, y su presentimiento de que Fayyez -que dormía arriba en el apartamento de los padres de Fawaz- era un peligro para su mujer. La mañana en que Zahra fue atacada, Fawaz recuerda haber subido antes de marcharse al trabajo y haber encontrado a Fayyez despierto y golpeteando nerviosamente su celular.
"Él no tenía dinero para un celular", dijo Fawaz. "Me he estado haciendo preguntas sobre eso. Resultó que su tío se lo había regalado de modo que pudiera llamar y contar a la familia que había matado a su hermana. Nos enteramos más tarde de que esa noche tenían una fiesta en la casa para celebrar la limpieza de su honra. Invitaron a toda la aldea".
La mayoría de los asesinatos por honor sólo son mencionados brevemente en los diarios sirios, pero la muerte de Zahra al-Azzo era diferente a las demás. Decenas de artículos y programas de televisión han discutido en detalle su historia, nutriendo una atención pública sin precedentes sobre las raíces y moral de los crímenes de honor.
En mayo, esperando sopesar los sentimientos de la opinión pública sobre el caso de Zahra, pasé algunas horas caminando en un atestado vecindario de clase media baja en Damasco. En las zonas más ricas de la ciudad, la mitad de la gente en la calle pueden ser mujeres, pero aquí, al anochecer, no se las ve. En tiendas de shawarma y puestos de jugos, la mayoría de los hombres habían oído hablar de Zahra, pero más de la mitad de ellos creían que la práctica del asesinato por honor estaba protegida -o exigida- por las leyes islámicas. Un hombre llamado Abu Rajab, que posee un puesto de cigarrillos, lo describió como "algo de nuestra religión" y agregó que incluso si cambiaban las leyes, "un hombre matará a su hermana si tiene que hacerlo, incluso si eso significa pasarse quince años en la cárcel".
Sin embargo, la noción de que el islam aprueba esos asesinatos es una mala interpretación, de acuerdo a algunos abogados y prominentes estudiosos del islam. Daad Mousa, abogado y activista por los derechos de la mujer, me dijo que aunque las creencias sobre la limpieza del honor de los hombres se deriva de tradiciones beduinas, las tres leyes sirias utilizadas para perdonar a los hombres que cometen asesinatos por honor no se remontan a la ley islámica, sino al código civil, basado en el código napoleónico, que fue impuesto en el Levante durante el mandato francés. "El artículo 192 establece que si un hombre comete un crimen con un ‘motivo honorable', quedará en libertad", dijo Mousa. "En los países esta ley normalmente se aplica en casos en que los doctores matan accidentalmente a sus pacientes, cuando tenían la intención de salvarlos, pero aquí la idea de ‘motivo honorable' se interpreta a menudo de modo que incluya a hombres que se considera que actuaron en defensa de su honor.
"El artículo 242 se refiere a crímenes pasionales", continuó Mousa. "Pero es realmente el artículo 548 el que rechazamos. El artículo 548 estipula claramente que si un hombre presencia a una familiar en un acto inmoral y la mata, no será encarcelado". A menudo los jueces interpretan estas leyes de manera tan suelta que un asesinato premeditado -como el cometido por Fayyez- habitualmente es juzgado como ‘crimen pasional'; ‘presenciar' la conducta de una mujer de la familia se define a veces como oír los rumores en el vecindario sobre el asunto; y para una mujer el mero hecho de hablar con un hombre puede ser considerado como un ‘acto inmoral'. Siria, que ha sido gobernando desde 1963 por un régimen baazista laico, tiene una fuerte reputación en la región en cuanto a la igualdad de género; las mujeres estudian en secundarias y universidades en número similares a los hombres y alcanzan frecuentemente posiciones influyentes como médicos, profesoras e incluso ministros de gobierno. Pero en la familia se aplican normas diferentes. "Aquí el honor significa una sola cosa: mujeres, y especialmente la vida sexual de las mujeres", dijo Mousa. La decisión de cometer un asesinato por honor usualmente la toma la familia como grupo, y a menudo se designa a un menor de edad para que lo ejecute, para eliminar incluso el riesgo más pequeño de una sentencia de prisión.
Algunos activistas dicen que Siria tiene un número especialmente alto de asesinatos por honor per cápita, diciendo que es el segundo o tercer país del mundo. De hecho, es casi imposible conseguir estadísticas fiables sobre los asesinatos por honor. El Fondo de Población de Naciones Unidas dice que al año ocurren unos cinco mil asesinatos por honor en el mundo, pero debido a que ocurren a menudo en áreas rurales donde no se lleva la cuenta ni de nacimientos ni de defunciones, es muy difícil contarlos por país. Se han reportado algunos asesinatos por honor en culturas europeas, incluyendo Italia, y en comunidades cristianas y drusas en países predominantemente musulmanes. Pero se acepta ampliamente que los asesinatos por honor son desproporcionadamente altos en comunidades musulmanas, desde Bangladesh hasta Egipto y Gran Bretaña.
El Gran Muftí Ahmad Badr Eddin Hassoun, el profesor islámico de más alto estatus en Siria, ha condenado los asesinatos por honor, y el artículo 548 en términos inequívocos. A principio de año, cuando nos reunimos para una rara entrevista en su espaciosa oficina en décimo piso del ministerio de Dotaciones Religiosas de Siria, me dijo: "A veces ocurre que un estudioso religioso misógino afirme que las mujeres son la fuente todo mal. "De hecho, dijo, el Corán no hace distingos entre hombres y mujeres en cuanto a sus leyes morales, y exige castidad sexual de ambos, por ejemplo. Dijo que la creencia comúnmente aceptada de que el artículo 548 se deriva de la ley islámica es falsa.
Con su turbante blanco apretado y un anillo de perla gigante, el gran muftí es una de las figuras públicas más reconocibles de Siria. Es carismático y es un jeque generalmente popular, pero debido a que es nombrado por el estado, muchos sirios creen que sus opiniones reflejan las del partido gobernante, y piensan que sus enseñanzas son también sospechosas. En el centro de Damasco, un hombre al que entrevistaba en la calle declaró que el grand muftí no era un "verdadero musulmán" si creía en la cancelación del artículo 548. "Es una ley islámica matar a un familiar que ha errado", dijo el hombre, que dijo que se llamaba Ahmed y dijo que se había enterado de la historia de Zahra en la televisión siria. "Si el jeque trata de controlarlo, el pueblo se levantará y le cortarán la garganta".
Hay personajes religiosos que defienden el status quo. En una conferencia sobre los asesinatos por honor realizada este año en la Universidad de Damasco, Mohammed Said Ramadan al-Bouti, uno de los clérigos más apreciados de Siria, sostuvo que no se debían cambiar las leyes, defendiéndolas sobre el principio en la ley sharia de que matar en defensa de tu propiedad debe ser tratado con indulgencia (pero se cree que a moderado su posición desde entonces). Cuando, al principio de la conferencia, el grand muftí anunció que no creía que proteger la virginidad de la mujer fuera el componente más importante del honor, muchos asistentes se marcharon indignados. En respuesta, un grupo de una media docena de mujeres, todas con las largas túnicas negras abayas que en Siria las llevan usualmente las mujeres muy conservadoras, salieron de la sala.
En nuestra entrevista, el grand muftí me dijo que creía que el artículo 548 será derogado por el parlamento sirio en algunos meses, y dados los vínculos oficiales que cultiva, debería saberlo. Sin embargo, las activistas por los derechos de la mujer no se muestran tan optimistas. Señalan que las elites educadas de Siria se han opuesto siempre a los asesinatos por honor, aunque hay a menudo remilgos a la hora de tocar una práctica que les es vergonzosa. Dicen que algunos sirios conservadores están dudando de la costumbre gracias a los esfuerzos de sus maestros islámicos, pero son pocos.
Bassam al-Kadi, una abogada de mujeres, me dijo que el caso de Zahra era un grito de guerra ideal. "Tenemos cientos de Zahras", dijo. "Pero hay sólo algunas historias con las que puedes salir de campaña". En otras palabras, Zahra -extremadamente joven, víctima de una violación, casada al mismo tiempo que se la mató- es una figura agradable para un amplio público sirio de un modo que no se daría, digamos, si alguien mayor fuera asesinada después de ser vista con su novio en un café.
Con tensiones como estas en el ambiente, las activistas por los derechos de la mujer en Siria se muestran cautelosas a la hora de expresar sus críticas a las tradiciones tribales con respecto al honor y el artículo 548 en términos islámicos. Aunque algunas admiten en privado que son laicas, incluso feministas, prefieren ser discretas. Sería completamente imposible sugerir en público, por ejemplo, que las mujeres tienen derecho a elegir a sus parejas sexuales. La cultura básica de la castidad no está siendo discutida de ningún modo. Algunas activistas dicen que su causa resultaría perjudicada si fuera percibida como tolerante de ‘valores occidentales' y algunos conservadores ven incluso al asesinato por honor como un baluarte contra esos valores. Mientras que hace quince años Siria prohibía la importación de máquinas de fax y módems, hoy internet es ampliamente accesible. "Ha habido una reacción muy complicada hacia la nueva disponibilidad de medios occidentales en esta parte del mundo", explicó Kadi, la activista por los derechos de la mujer. "Estamos atravesando una transición, y nuestros valores están cambiando de manera dramática.
"Nuestros padres nos dicen que hubo una época en que el honor significaba que eres honorable en tu trabajo, que no aceptabas sobornos, por ejemplo", dijo Kadi. "Pero ahora la situación política y económica es tan mala que se necesita algún grado de corrupción para poder sobrevivir. La gente dirá que eres un proveedor de tu familia; no te culparán de nada. Históricamente hablando, todas nuestras ideologías se han derrumbado. Nadie habla de lealtad con el país, nadie habla del honor profesional. Ahora es apenas la familia, la tribu, la mujer. Es el único tipo de honor que nos va quedando".
Activistas sirias dicen que aunque muchos en el gobierno aprobarían cambiar el artículo 548, el gobierno, dirigido por la diminuta minoría religiosa de los alawitas, puede tener miedo a ofender a los elementos más conservadores de la mayoría sunní siria. En otras partes en Oriente Medio las tensiones entre las elites gobernantes y los conservadores religiosos han complicado los intentos de combatir el asesinato por honor. Rana Husseini, una activista jordana por los derechos de la mujer, me dijo que aunque un intento de fijar castigos más severos para hombres que maten a mujeres de la familia recibió el apoyo de miembros de la familia real, el parlamento jordano rechazó la ley en 2003 después de que grupos conservadores se opusieran a ella. En Marruecos, una campaña para parar el asesinato por honor resultó en una resolución que, si tuviese algún efecto, sería el de apoyar la práctica, otorgando a mujeres que matan en un ataque de celos sexuales las mismas garantías legales que tenían los hombres.
Sin embargo, hay signos de cambio. En el Líbano el mes pasado, el gran ayatolá Mohammed Hussein Fadlallah, el más importante clérigo chií y líder espiritual de Hezbolá, emitió una fatwa prohibiendo el asesinato por honor y describiéndolo como "un acto repulsivo, condenado y prohibido por la religión". Y antes este año el gran muftí de Egipto defendió un edito que afirma que el islam permite que una mujer pueda ‘restaurar' su virginidad por medio de una cirugía del himen, lo que le permitiría casarse y anularía la necesidad de limpiar la llamada mancha en el honor de la familia. Incluso apareció en televisión nacional para aconsejar a las mujeres egipcias que consideraran la operación. Aunque el dictamen ha sido atacado por estudiosos conservadores, ha sido bien recibido por aquellos que esperan que impida futuros asesinatos por honor.
En Siria, las activistas dicen que la existencia de un caso como Zahra -que ha seguido abierto en parte debido a la mala sangre entre Fawaz y la familia de Zahra- ha resultado ser esencial para mantener el ímpetu de la campaña para cambiar el artículo 548. La demanda civil entablada por Fawaz dice que Fayyez conspiró para engañarlo, y la existencia del caso civil significa que, bajo la ley siria, el caso criminal no será abandonado tan rápidamente como otros similares. Fayyez está detenido a la espera de su juicio (aunque todavía no se le ha asignado un abogado) y si la muerte de Zahra es declarada homicidio antes que asesinato por honor, podría pasar en prisión entre doce y quince años. Las activistas dicen que la pena, se anule o no el artículo 548, sería una fuerte advertencia a otros candidatos a cometer esos crímenes en nombre del honor. Fawaz y su familia están bajo una enorme presión de su tribu para abandonar el caso. Han tomado contacto con familiares de la familia de Zahra -los que, dicen, no niegan en crimen ni que lo hayan celebrado. La familia de Zahra ha ofrecido a Fawaz dinero y otra hija con quien casarse, dice, si abandona la demanda que es ahora la causa de tanta atención pública.
"Ahora es un gran escándalo en todo el barrio, en toda la comunidad", dijo Fawaz. "Ahora ni siquiera puedo tomar café con mis mejores amigos, porque tienen miedo por sus hermanas".
Pero Fawaz me dijo que no sabía qué pensaba sobre el asesinato por honor hasta la muerte de Zahra y esperaba que la publicidad que había rodeado el caso ayudara a otros hombres a revaluar sus opiniones. "En el caso de Zahra, la chica fue básicamente secuestrada", dijo Fawaz. "Si hubiese sido una chica mala, si ella hubiese decidido huir con un hombre, yo diría entonces, quizás. Es una solución brutal, pero quizás".
Su padre lo interrumpió. "¡Incluso entonces! Cuando una chica hace algo malo como eso, especialmente una chica joven, no creo que sea responsable. La familia es responsable. El padre es responsable. Nadie debe tener excusas para matar".
Fawaz asintió. "Pienso en Zahra tendida ahí, muriéndose, y no creo que yo siga creyendo en esos valores".
Katherine Zoepf está trabajando en un libro sobre jóvenes mujeres en el mundo árabe contemporáneo.
25 de septiembre de 2007
©new york times
©traducción mQh
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