escisión y retirada en irak
[E. J. Dionne Jr.] Para salir de Iraq.
Asombrosamente, la semana pasada 26 senadores republicanos rompieron con la política iraquí del presidente Bush. Pero es probable que usted no lo haya advertido, y no es su culpa.
La resolución del senador Joe Biden proponiendo una solución federal del caos en Iraq -conocida también como la ‘división blanda'- no causó apenas reacción, aunque fue aprobada por 75 contra 23 votos. Parece que hay mucho más interés en cómo va la recaudación de fondos de Hillary Clinton, Barack Obama y John Edwards.
La votación sobre la propuesta de Biden de devolver el poder a las regiones iraquíes y a los tres grupos principales, podría convertirse en una piedra angular en los intentos para terminar la guerra. Fue también un reflejo de la frustración existente en el campo republicano con el gobierno iraquí y la conducción de la guerra por Bush.
Desde el principio, Bush ha insistido en que la actual cosecha de políticos iraquíes podría alcanzar la paz entre chiíes, sunníes y kurdos y dirigir un gobierno central fuerte. Pero esa idea es cada vez más improbable. Las obras del gobierno (en contraste con sus palabras) son una admisión tácita de fracaso.
Los reclamos de éxito con respecto al aumento del nivel de tropas descansan en gran parte en la alianza entre tropas norteamericanas y jeques sunníes en la provincia de Anbar para luchar contra al-Qaeda y otros grupos de la resistencia. Sin embargo, este acuerdo de base no tiene nada que ver con un gobierno central fuerte y puede incluso trabajar contra este.
En una entrevista, Biden dijo que no le sorprendía que tantos republicanos apoyaran su resolución no vinculante. No cree que hay siquiera "doce republicanos" que todavía piensen en privado que "la presencia norteamericana en Iraq hará posible un gobierno central fuerte".
El mayor problema con el federalismo -Biden rechaza el término ‘escisión', pues cree que un gobierno central más débil es el único modo de mantener incluso una apariencia de unidad en el país- es que los iraquíes mismos no han hecho a la idea. Durante el fin de semana, el gobierno iraquí condenó en duros términos la acción del senado. Escisión o descentralización, no podrán imponerla fácilmente ni Estados Unidos ni sus aliados
Esto no impide que Biden, que se unió ayer a su co-patrocinador el senador Sam Brownback (republicano de Kansas) al pedir una reunión con Bush para tratar la resolución. Biden insiste en que la lógica de la descentralización está ganando terreno entre los iraquíes, pese a lo que dice su gobierno, y menciona un encuentro con un prominente líder sunní durante una visita reciente a Iraq. Poco después de criticar públicamente las propuestas de descentralización de Biden, este líder le dijo a Biden en privado: "Mi corazón está en guerra con mi cabeza". Biden dijo que los iraquíes veían la descentralización como el único modo práctico de salir del caos actual. El personero agregó: "Necesito tiempo para convencer a mi gente".
La claridad de Biden es un reto no solamente para Bush, sino también para Clinton, Obama and Edwwards. En un debate el miércoles pasado, todos ellos rehusaron prometer que las tropas norteamericanas en Iraq dejarán ese país antes del fin de sus mandatos. ¿Si las tropas permanecen allá, que estrategia propondrán? ¿Si no es el federalismo, la ‘división blanda', qué será entonces? Clinton, dicho sea de paso, votó por la resolución de Biden, mientras que Obama no llegó a votar. ¿Será el federalismo también la opción de Clinton?
Y si Biden está aumentando la presión sobre los favoritos en una dirección, el gobernador Bill Richardson de Nuevo México está empezando a ganar ímpetu sobre la izquierda con su compromiso de retirar todas las tropas "en seis a ocho meses", como escribió el mes pasado en el Post.
Es asombroso que Richardson, cuyas opiniones sobre política nacional están, según criterios convencionales, a la ‘derecha' de la derecha, se pudiera transformar en el favorito de la izquierda. Pero ha estado aumentando en las encuestas en Iowa y New Hampshire, en parte debido a una efectiva campaña de anuncios, y ahora tiene la posibilidad de hacerse con los votos contra la guerra.
John Nichols, uno de los analistas electorales más perspicaces, dijo en la edición del 8 de octubre de The Nation, que "el avance de Richardson" hará difícil que los favoritos "sigan eludiendo las preguntas centrales de la guerra".
Los candidatos demócratas más importantes podrían argüir que Bush ha provocado tanto caos en Iraq que las soluciones nítidas y aparentemente novedosas ofrecidas por Biden y Richardson simplemente no son operacionales.
Pero no se puede eludir lo importante que es Iraq para muchos votantes demócratas. Están buscando alternativas bien definidas a la receta de Bush de enviar más tropas. Biden y Richardson están tratando de hacerse camino ofreciendo visiones bastante diferentes de un futuro que quizás nos permita marcharnos.
La resolución del senador Joe Biden proponiendo una solución federal del caos en Iraq -conocida también como la ‘división blanda'- no causó apenas reacción, aunque fue aprobada por 75 contra 23 votos. Parece que hay mucho más interés en cómo va la recaudación de fondos de Hillary Clinton, Barack Obama y John Edwards.
La votación sobre la propuesta de Biden de devolver el poder a las regiones iraquíes y a los tres grupos principales, podría convertirse en una piedra angular en los intentos para terminar la guerra. Fue también un reflejo de la frustración existente en el campo republicano con el gobierno iraquí y la conducción de la guerra por Bush.
Desde el principio, Bush ha insistido en que la actual cosecha de políticos iraquíes podría alcanzar la paz entre chiíes, sunníes y kurdos y dirigir un gobierno central fuerte. Pero esa idea es cada vez más improbable. Las obras del gobierno (en contraste con sus palabras) son una admisión tácita de fracaso.
Los reclamos de éxito con respecto al aumento del nivel de tropas descansan en gran parte en la alianza entre tropas norteamericanas y jeques sunníes en la provincia de Anbar para luchar contra al-Qaeda y otros grupos de la resistencia. Sin embargo, este acuerdo de base no tiene nada que ver con un gobierno central fuerte y puede incluso trabajar contra este.
En una entrevista, Biden dijo que no le sorprendía que tantos republicanos apoyaran su resolución no vinculante. No cree que hay siquiera "doce republicanos" que todavía piensen en privado que "la presencia norteamericana en Iraq hará posible un gobierno central fuerte".
El mayor problema con el federalismo -Biden rechaza el término ‘escisión', pues cree que un gobierno central más débil es el único modo de mantener incluso una apariencia de unidad en el país- es que los iraquíes mismos no han hecho a la idea. Durante el fin de semana, el gobierno iraquí condenó en duros términos la acción del senado. Escisión o descentralización, no podrán imponerla fácilmente ni Estados Unidos ni sus aliados
Esto no impide que Biden, que se unió ayer a su co-patrocinador el senador Sam Brownback (republicano de Kansas) al pedir una reunión con Bush para tratar la resolución. Biden insiste en que la lógica de la descentralización está ganando terreno entre los iraquíes, pese a lo que dice su gobierno, y menciona un encuentro con un prominente líder sunní durante una visita reciente a Iraq. Poco después de criticar públicamente las propuestas de descentralización de Biden, este líder le dijo a Biden en privado: "Mi corazón está en guerra con mi cabeza". Biden dijo que los iraquíes veían la descentralización como el único modo práctico de salir del caos actual. El personero agregó: "Necesito tiempo para convencer a mi gente".
La claridad de Biden es un reto no solamente para Bush, sino también para Clinton, Obama and Edwwards. En un debate el miércoles pasado, todos ellos rehusaron prometer que las tropas norteamericanas en Iraq dejarán ese país antes del fin de sus mandatos. ¿Si las tropas permanecen allá, que estrategia propondrán? ¿Si no es el federalismo, la ‘división blanda', qué será entonces? Clinton, dicho sea de paso, votó por la resolución de Biden, mientras que Obama no llegó a votar. ¿Será el federalismo también la opción de Clinton?
Y si Biden está aumentando la presión sobre los favoritos en una dirección, el gobernador Bill Richardson de Nuevo México está empezando a ganar ímpetu sobre la izquierda con su compromiso de retirar todas las tropas "en seis a ocho meses", como escribió el mes pasado en el Post.
Es asombroso que Richardson, cuyas opiniones sobre política nacional están, según criterios convencionales, a la ‘derecha' de la derecha, se pudiera transformar en el favorito de la izquierda. Pero ha estado aumentando en las encuestas en Iowa y New Hampshire, en parte debido a una efectiva campaña de anuncios, y ahora tiene la posibilidad de hacerse con los votos contra la guerra.
John Nichols, uno de los analistas electorales más perspicaces, dijo en la edición del 8 de octubre de The Nation, que "el avance de Richardson" hará difícil que los favoritos "sigan eludiendo las preguntas centrales de la guerra".
Los candidatos demócratas más importantes podrían argüir que Bush ha provocado tanto caos en Iraq que las soluciones nítidas y aparentemente novedosas ofrecidas por Biden y Richardson simplemente no son operacionales.
Pero no se puede eludir lo importante que es Iraq para muchos votantes demócratas. Están buscando alternativas bien definidas a la receta de Bush de enviar más tropas. Biden y Richardson están tratando de hacerse camino ofreciendo visiones bastante diferentes de un futuro que quizás nos permita marcharnos.
4 de octubre de 2007
2 de octubre de 2007<br>©traducción <b>mQh</b><br>©washington post
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