plan con mar para bolivia
columna de mérici
Ayer firmaron Bolivia y Chile, anunció la prensa, "un inédito plan de cooperación militar". Este plan incluye intercambios académicos, participación en operaciones de paz y transparencia en gastos militares.Estos son algunos de los trece puntos en la agenda bilateral, que también incluye la demanda boliviana de una salida al mar (emol).
El propósito de este amplio plan es construir confianza. "Bolivia ha reclamado de manera permanente su salida al mar, pero somos conscientes que hablarlo de una manera franca y directa no es posible sin un proceso previo de confianza mutua", dijo el ministro de Defensa boliviano, Walter San Miguel.
Destacó también el ministro que en el último año hubo, en las relaciones bilaterales, más logros que en los últimos treinta años.
Uno de esos logros o gestos fue el igualmente inédito homenaje que rindió este año el ejército chileno al héroe boliviano Eduardo Abaroa, que murió en la Batalla de Topater en 1879, durante la Guerra del Pacífico.
Felizmente se vislumbra una ruta hacia una salida al Pacífico para Bolivia, ahora que ambos países han renunciado a las posturas intransigentes que asumieron desde 1978, cuando retiraron a sus embajadores respectivos.
Lejos estamos de la ceguera e intransigencia del presidente Lagos, que, según recuerdo, en 2004 retiró de su cargo al cónsul chileno en La Paz por expresar simpatía por el anhelo boliviano de salir al mar.
La clase política chilena había adoptado una intransigencia en torno a esta demanda que a veces delataba una profunda xenofobia -como se puede advertir en las inopinadas declaraciones de entonces del señor Tarud.*
Hasta hoy, se oponían en todos los tonos y recurriendo a todo tipo de argumentos y triquiñuelas, siquiera a tocar el tema de la salida al mar. Siempre se argumentó que era imposible llegar acuerdos con Bolivia porque este país era demasiado inestable. Pero desde hace ya veinte años Bolivia ha perfeccionado bastante su sistema político y pese a los disturbios y frágil situación política de estos días, se ha convertido en un país ni más ni menos estable que otras naciones sudamericanas. Lejos estamos de la época en que en Bolivia los presidentes duraban un promedio de seis meses.
Además, en realidad si Bolivia es estable o no compete a los chilenos. Chile también ha conocido períodos de inestabilidad. ¿Qué país hubiese querido llegar a algún acuerdo con Chile durante la larga dictadura pinochetista? Entonces los no fiables éramos nosotros.
Argumentaban también los políticos que, en caso de ceder una franja territorial, Chile no podía en ningún caso ceder también la soberanía en ese tramo. Esto se transformó en un escollo insuperable, habida cuenta que Bolivia había también había convertido esta demanda en una exigencia irrenunciable.
En esto veo yo más razón en la postura boliviana que en la chilena. ¿Qué importancia tiene que la soberanía en esa franja la ejerza Bolivia? Todavía tiene Chile cuatro mil kilómetros donde ejercer una soberanía vacía de contenido. Obviamente que aun si sólo fuera por razones de orden público, la demanda de Bolivia es muy razonable. Y las intenciones chilenas de continuar humillando a Bolivia siguen careciendo de sentido.
¿Qué terrible mal nos caería encima por ceder esa soberanía? Por lo demás, nadie ha dicho que en esa franja no sea posible ejercer una soberanía compartida. O que podamos llegar a acuerdos sobre asuntos que atañan a la seguridad nacional de Chile o de ambos países.
También ha Bolivia abandonado la estrategia de confrontación de exigir mar por gas. Nunca tuvo esta estrategia ningún sentido y sólo sirvió para fortalecer en sus posiciones a los más nacionalistas. Bolivia ha debido entender, y debe hacerlo si aún no lo hace, que esa estrategia es contraproducente, que la perjudica terriblemente y que fortalece a la postura antiboliviana. Hoy en día, no debiesen intervenir criterios arbitrarios en las relaciones comerciales. Si Bolivia quiere vender el gas que Chile necesita, debe hacerlo de acuerdo a las habituales leyes del mercado, sin la operación de criterios ajenos al mercado.
Al contrario, el fortalecimiento de los lazos económicos podría conducirnos a un estado de mutua dependencia, que no puede sino redundar en beneficios para ambos países.
Es sobre la base de relaciones económicas necesarias que Chile y Bolivia podrán cosechar más frutos en una relación que seguramente significará para Bolivia la anhelada salida al Océano Pacífico.
También se argumentaba que Chile y Bolivia habían ya firmado una serie de convenios y tratados y que nada había que hablar sobre el asunto, una postura ciega y obtusa que, aparte su falsedad, demuestra una enorme rigidez, intransigencia e hipocresía. Bolivia ha estado siempre, desde que tropas chilenas se hicieran con parte de su territorio, en una situación de supeditación. No sé qué valor pueden tener tratados firmados poco menos que a punta de pistola, o con administraciones corruptas.
O se responsabilizaba a Perú, que se opondría a una salida al mar para Bolivia en virtud de que esta se cedería en territorios antiguamente peruanos. Pero si esta es de verdad la posición peruana, es igualmente espuria.
Yo creo que tanto Perú como Chile han considerado durante décadas que había que impedir o contener el desarrollo de Bolivia, al que veían como una amenaza. Pero este punto de vista anticuado, para decirlo generosamente, está felizmente dando paso a la constatación contraria: que el subdesarrollo y enclaustramiento boliviano es un obstáculo y una fuente de tensión en las relaciones multilaterales.
También suelen los políticos recurrir a las encuestas de opinión. Una muy notoria fue un chapucero plebiscito en Arica en 2006, que naturalmente ganó el segmento nacionalista de la población -mucho más acentuado en el norte que en el resto del país.
Un nacionalismo bien entendido nos haría ver que la mejor estrategia para asegurar la paz y estabilidad regional, es una Bolivia en camino al desarrollo, y para este desarrollo necesita urgentemente esa salida al mar. Una Bolivia entrampada en la miseria no le sirve ni a los bolivianos ni a Chile ni a nadie. Sería hipócrita, o delataría una increíble ceguera, pretender que el enclaustramiento de Bolivia no ha contribuido a su actual subdesarrollo.
Finalmente debiésemos entender, chilenos y bolivianos, que poco tenemos ya que ver con esos conflictos perimidos y que, dejando de lado las disputas entre nuestros ancestros, es nuestro deber avanzar en la solución de unas relaciones empantanadas sin gran motivo. Ningún chileno puede sentirse orgulloso de las tropelías de las tropas chilenas, que saquearon y cometieron actos de salvaje violencia contra ese pueblo hermano. Ambos países pueden negociar razonablemente, y conservando sus tradiciones militares respectivas, sin empecinarse en la defensa de las mismas posiciones que entonces terminaron en ese conflicto. Estas tradiciones no deben impedir el reconocimiento de que una franja marítima ayudaría enormemente a Bolivia a salir de su actual subdesarrollo y abandono.
Chile y Bolivia parecen pues estar iniciando una nueva relación de incalculables beneficios para ambos.
Siempre he soñado con que Bolivia, Chile y Perú debiesen conformar un solo territorio, un poco al modo de las autonomías españolas: con fuerzas armadas y policiales integradas, pero cada país con su propio parlamento y sistemas jurídicos federales y regionales, recibiendo cada país los aportes necesarios de los otros y distribuyendo los recursos destinados al desarrollo de acuerdo a las necesidades de todos y cada uno. Como España, o incluso la Unión Europea, constituiríamos una sola región, con libertad de circulación de su población, con mercados compartidos libremente y con un sistema jurídico supranacional.
Es un sueño. Pero una salida al mar para Bolivia nos acercaría más a él. En última instancia, beneficia igualmente a Chile ceder esa franja marítima. "El desarrollo de Bolivia y su participación en la vida económica, social y cultural del sur de América es un reto histórico y ceder una salida al mar por Chile constituiría también para nuestro país un acto histórico de solidaridad y nobleza" (mérici).
* Hay que señalar que las posiciones más nacionalistas, que rechazan todo diálogo y obviamente la cesión de territorios a Bolivia del modo que sea, las adoptan políticos llamados de izquierda, como el señor Tarud (PPD). El senador de extrema derecha Jorge Arancibia (UDI) es partidario de conceder una franja con soberanía a Bolivia. Creo que es lo único en que coincido yo con alguien de extrema derecha. Eso es un nacionalismo bien entendido, que comparto (radio u.chile [2006]).
[mérici]
[mérici]
El propósito de este amplio plan es construir confianza. "Bolivia ha reclamado de manera permanente su salida al mar, pero somos conscientes que hablarlo de una manera franca y directa no es posible sin un proceso previo de confianza mutua", dijo el ministro de Defensa boliviano, Walter San Miguel.
Destacó también el ministro que en el último año hubo, en las relaciones bilaterales, más logros que en los últimos treinta años.
Uno de esos logros o gestos fue el igualmente inédito homenaje que rindió este año el ejército chileno al héroe boliviano Eduardo Abaroa, que murió en la Batalla de Topater en 1879, durante la Guerra del Pacífico.
Felizmente se vislumbra una ruta hacia una salida al Pacífico para Bolivia, ahora que ambos países han renunciado a las posturas intransigentes que asumieron desde 1978, cuando retiraron a sus embajadores respectivos.
Lejos estamos de la ceguera e intransigencia del presidente Lagos, que, según recuerdo, en 2004 retiró de su cargo al cónsul chileno en La Paz por expresar simpatía por el anhelo boliviano de salir al mar.
La clase política chilena había adoptado una intransigencia en torno a esta demanda que a veces delataba una profunda xenofobia -como se puede advertir en las inopinadas declaraciones de entonces del señor Tarud.*
Hasta hoy, se oponían en todos los tonos y recurriendo a todo tipo de argumentos y triquiñuelas, siquiera a tocar el tema de la salida al mar. Siempre se argumentó que era imposible llegar acuerdos con Bolivia porque este país era demasiado inestable. Pero desde hace ya veinte años Bolivia ha perfeccionado bastante su sistema político y pese a los disturbios y frágil situación política de estos días, se ha convertido en un país ni más ni menos estable que otras naciones sudamericanas. Lejos estamos de la época en que en Bolivia los presidentes duraban un promedio de seis meses.
Además, en realidad si Bolivia es estable o no compete a los chilenos. Chile también ha conocido períodos de inestabilidad. ¿Qué país hubiese querido llegar a algún acuerdo con Chile durante la larga dictadura pinochetista? Entonces los no fiables éramos nosotros.
Argumentaban también los políticos que, en caso de ceder una franja territorial, Chile no podía en ningún caso ceder también la soberanía en ese tramo. Esto se transformó en un escollo insuperable, habida cuenta que Bolivia había también había convertido esta demanda en una exigencia irrenunciable.
En esto veo yo más razón en la postura boliviana que en la chilena. ¿Qué importancia tiene que la soberanía en esa franja la ejerza Bolivia? Todavía tiene Chile cuatro mil kilómetros donde ejercer una soberanía vacía de contenido. Obviamente que aun si sólo fuera por razones de orden público, la demanda de Bolivia es muy razonable. Y las intenciones chilenas de continuar humillando a Bolivia siguen careciendo de sentido.
¿Qué terrible mal nos caería encima por ceder esa soberanía? Por lo demás, nadie ha dicho que en esa franja no sea posible ejercer una soberanía compartida. O que podamos llegar a acuerdos sobre asuntos que atañan a la seguridad nacional de Chile o de ambos países.
También ha Bolivia abandonado la estrategia de confrontación de exigir mar por gas. Nunca tuvo esta estrategia ningún sentido y sólo sirvió para fortalecer en sus posiciones a los más nacionalistas. Bolivia ha debido entender, y debe hacerlo si aún no lo hace, que esa estrategia es contraproducente, que la perjudica terriblemente y que fortalece a la postura antiboliviana. Hoy en día, no debiesen intervenir criterios arbitrarios en las relaciones comerciales. Si Bolivia quiere vender el gas que Chile necesita, debe hacerlo de acuerdo a las habituales leyes del mercado, sin la operación de criterios ajenos al mercado.
Al contrario, el fortalecimiento de los lazos económicos podría conducirnos a un estado de mutua dependencia, que no puede sino redundar en beneficios para ambos países.
Es sobre la base de relaciones económicas necesarias que Chile y Bolivia podrán cosechar más frutos en una relación que seguramente significará para Bolivia la anhelada salida al Océano Pacífico.
También se argumentaba que Chile y Bolivia habían ya firmado una serie de convenios y tratados y que nada había que hablar sobre el asunto, una postura ciega y obtusa que, aparte su falsedad, demuestra una enorme rigidez, intransigencia e hipocresía. Bolivia ha estado siempre, desde que tropas chilenas se hicieran con parte de su territorio, en una situación de supeditación. No sé qué valor pueden tener tratados firmados poco menos que a punta de pistola, o con administraciones corruptas.
O se responsabilizaba a Perú, que se opondría a una salida al mar para Bolivia en virtud de que esta se cedería en territorios antiguamente peruanos. Pero si esta es de verdad la posición peruana, es igualmente espuria.
Yo creo que tanto Perú como Chile han considerado durante décadas que había que impedir o contener el desarrollo de Bolivia, al que veían como una amenaza. Pero este punto de vista anticuado, para decirlo generosamente, está felizmente dando paso a la constatación contraria: que el subdesarrollo y enclaustramiento boliviano es un obstáculo y una fuente de tensión en las relaciones multilaterales.
También suelen los políticos recurrir a las encuestas de opinión. Una muy notoria fue un chapucero plebiscito en Arica en 2006, que naturalmente ganó el segmento nacionalista de la población -mucho más acentuado en el norte que en el resto del país.
Un nacionalismo bien entendido nos haría ver que la mejor estrategia para asegurar la paz y estabilidad regional, es una Bolivia en camino al desarrollo, y para este desarrollo necesita urgentemente esa salida al mar. Una Bolivia entrampada en la miseria no le sirve ni a los bolivianos ni a Chile ni a nadie. Sería hipócrita, o delataría una increíble ceguera, pretender que el enclaustramiento de Bolivia no ha contribuido a su actual subdesarrollo.
Finalmente debiésemos entender, chilenos y bolivianos, que poco tenemos ya que ver con esos conflictos perimidos y que, dejando de lado las disputas entre nuestros ancestros, es nuestro deber avanzar en la solución de unas relaciones empantanadas sin gran motivo. Ningún chileno puede sentirse orgulloso de las tropelías de las tropas chilenas, que saquearon y cometieron actos de salvaje violencia contra ese pueblo hermano. Ambos países pueden negociar razonablemente, y conservando sus tradiciones militares respectivas, sin empecinarse en la defensa de las mismas posiciones que entonces terminaron en ese conflicto. Estas tradiciones no deben impedir el reconocimiento de que una franja marítima ayudaría enormemente a Bolivia a salir de su actual subdesarrollo y abandono.
Chile y Bolivia parecen pues estar iniciando una nueva relación de incalculables beneficios para ambos.
Siempre he soñado con que Bolivia, Chile y Perú debiesen conformar un solo territorio, un poco al modo de las autonomías españolas: con fuerzas armadas y policiales integradas, pero cada país con su propio parlamento y sistemas jurídicos federales y regionales, recibiendo cada país los aportes necesarios de los otros y distribuyendo los recursos destinados al desarrollo de acuerdo a las necesidades de todos y cada uno. Como España, o incluso la Unión Europea, constituiríamos una sola región, con libertad de circulación de su población, con mercados compartidos libremente y con un sistema jurídico supranacional.
Es un sueño. Pero una salida al mar para Bolivia nos acercaría más a él. En última instancia, beneficia igualmente a Chile ceder esa franja marítima. "El desarrollo de Bolivia y su participación en la vida económica, social y cultural del sur de América es un reto histórico y ceder una salida al mar por Chile constituiría también para nuestro país un acto histórico de solidaridad y nobleza" (mérici).
* Hay que señalar que las posiciones más nacionalistas, que rechazan todo diálogo y obviamente la cesión de territorios a Bolivia del modo que sea, las adoptan políticos llamados de izquierda, como el señor Tarud (PPD). El senador de extrema derecha Jorge Arancibia (UDI) es partidario de conceder una franja con soberanía a Bolivia. Creo que es lo único en que coincido yo con alguien de extrema derecha. Eso es un nacionalismo bien entendido, que comparto (radio u.chile [2006]).
[mérici]
[mérici]
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