guerra fría vuelve a kosovo
[Tracy Wilkinson] Rusia y Estados Unidos se encuentran en lados opuestos en la disputa entre serbios y albaneses étnicos.
Kosovska Mitrovica, Serbia. Pararse aquí en el puente de neón azul sobre el río Ibar es montarse a horcajadas en la primera línea de la Guerra Fría de hoy.
Al sur se encuentra Kosovo, una provincia de albaneses étnicos apuntalada y defendida por Estados Unidos. Al norte está Serbia, un estado que recurre a Rusia en búsqueda a ayuda y protección.
La lucha de Kosovo por independizarse de Serbia es uno de los varios problemas (Irán es otro) que han opuesto a Estados Unidos y Rusia de modos inéditos durante muchos años. Y de momento Moscú ha logrado hacerse aquí con la iniciativa y estropear los planes de Washington.
Hace nueve meses, la independencia de Kosovo parecía inevitable e inminente. En lugar de eso, las conversaciones se arrastraron hasta la semana pasada y el estatus de la república secesionista sigue sin resolver. Su resolución se aplazó al menos hasta el próximo año. El punto muerto amenaza la estabilidad regional, advierten algunos funcionarios.
Que Rusia haya sido capaz de socavar las intenciones norteamericanas se debe a la creciente influencia del presidente Vladimir V. Putin y a la reluctancia de muchos gobiernos europeos, que dependen del gas y el petróleo rusos, de oponerse a Moscú, según analistas.
El apoyo de Rusia ha envalentonado al gobierno serbio de modos que pueden entorpecer las reformas democráticas.
Rusia y Servia han sido aliados durante generaciones, gracias en parte a su historia común, el idioma eslavo y el cristianismo ortodoxo. Pero esa alianza, desde el punto de vista del gobierno serbio, a menudo ha sido más aparente que real. Rusia, por ejemplo, no bloqueó las sanciones impuestas por Naciones Unidas en 1992 sobre lo que era entonces Yugoslavia cuando reprimía las rebeliones en Bosnia-Herzegovina y Croacia.
Kosovo, con su mayoría de albaneses étnicos, demostró ser una causa diferente.
"Hoy, cuando Serbia se encuentra en un cruce, ciertamente contamos con que Rusia entienda nuestra posición", dijo el presidente serbio Boris Tadic hace algunos meses cuando su país empezó a pedir apoyo a Moscú. "Rusia es uno de los pilares de nuestra política exterior".
En 1999, para pesar de una debilitada Rusia, fuerzas de la OTAN dirigidas por Estados Unidos combatieron a las tropas serbias obligándolas a retirarse de Kosovo. Desde entonces la provincia ha sido gobernada por Naciones Unidas. Occidente apoya sus intenciones de independencia.
Moscú dice que está especialmente preocupado sobre Kosovo debido al precedente que sentaría, dice, en cuanto a la independencia de los movimientos separatistas más cerca de sus propias fronteras, como la república rusa de Chechenia. Mantener la integridad territorial, junto con el fortalecimiento del estado, han sido las piedras angulares del gobierno de Putin.
El fervor del apoyo ruso sorprendió incluso a algunos personeros serbios y ha provocado que el gobierno en Belgrado endurezca su posición, haciendo prácticamente imposible llegar a un compromiso. Esta semana, por primera vez un miembro del círculo íntimo del primer ministro serbio Vojisla Kostunica, Aleksandar Simic, planteó la posibilidad de declarar la guerra como una opción legítima que debe ser considerada por el gobierno.
Con el apoyo de Estados Unidos, hace tiempo los albaneses étnicos endurecieron su argumento principal. Pero están dispuestos a aceptar el plan de Naciones Unidas sobre una ‘independencia supervisada'. Belgrado rechazó la propuesta, diciendo que la independencia es como el embarazo: lo estás o no.
Así que en lugar de llegar a un acuerdo ahora parece probable que el gobierno albanés-kosovar declare en algún momento en los próximos meses unilateralmente la independencia, después de asegurarse de que algunos países claves, empezando por Estados Unidos, reconozcan rápidamente su nuevo estatus.
Si eso ocurriera, probablemente Belgrado argumentará que esa independencia es ilegal y no permanente, ya que no lleva la firma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Y la intervención de Putin ha sido la de impedir que el tema sea tratado en el Consejo, debido al poder de veto de Rusia.
Apoyar a Belgrado y oponerse a Occidente ha permitido a Moscú reafirmar su autoridad regional y reconquistar gran parte de la influencia perdida con la humillante intervención de la OTAN en Kosovo, especialmente en Europa, dicen analistas. Debilitar la solidaridad transatlántica era la estrategia consagrada de la Guerra Fría.
Para los líderes serbios, el apoyo ruso es bueno para el consumo doméstico, especialmente en vistas a la elección presidencial que se realizará en el primer semestre del próximo año.
"Para ellos es jugar seguros", dice Cedomir Antic, historiador del Instituto de Estudios de los Balcanes en Belgrado. "Están tratando de mantenerse en el poder, de tener buenas relaciones con las potencias mundiales, y proteger los intereses de los serbios".
Entre los albaneses de Kosovo existe la impresión de que deberían haber declarado la independencia hace uno o dos años, antes de que Putin tuviera oportunidad de entrometerse en el asunto.
"Quizás fue un error no solucionar esto antes", dijo Shpend Ahmeti, del Instituto de Estudios Avanzados en Pristina, la capital albanesa de Kosovo.
Esta reedición de la Guerra Fría ruso-americana está inscrita aquí en la tierra.
A un lado, pocos lugares en el planeta son más pro-americanos que Kosovo. Un boulevard de Pristina se llama Bill Clinton. Un cartel gigantesco con su retrato saluda a los transeúntes. Fotografías del presidente Bush adornan la publicidad para las elecciones provinciales de este mes. Ondean banderas estadounidenses en todas partes.
Sin embargo, al lado derecho todo cambia. Y aquí en Kosovska Mitrovica, la línea divisoria se adentra por varios kilómetros en Kosovo debido a que la mitad norte de la ciudad está todavía en poder de los serbios, lo que complica todavía más cualquier escisión.
Un enorme monumento en el puente sobre el río Ibar, mirando desde el lado controlado por los serbios hasta el lado controlado por los albaneses de la provincia rinden tributo a los serbios caídos durante los bombardeos de la OTAN y por obra de los "terroristas y criminales" de Kosovo.
Al sur se encuentra Kosovo, una provincia de albaneses étnicos apuntalada y defendida por Estados Unidos. Al norte está Serbia, un estado que recurre a Rusia en búsqueda a ayuda y protección.
La lucha de Kosovo por independizarse de Serbia es uno de los varios problemas (Irán es otro) que han opuesto a Estados Unidos y Rusia de modos inéditos durante muchos años. Y de momento Moscú ha logrado hacerse aquí con la iniciativa y estropear los planes de Washington.
Hace nueve meses, la independencia de Kosovo parecía inevitable e inminente. En lugar de eso, las conversaciones se arrastraron hasta la semana pasada y el estatus de la república secesionista sigue sin resolver. Su resolución se aplazó al menos hasta el próximo año. El punto muerto amenaza la estabilidad regional, advierten algunos funcionarios.
Que Rusia haya sido capaz de socavar las intenciones norteamericanas se debe a la creciente influencia del presidente Vladimir V. Putin y a la reluctancia de muchos gobiernos europeos, que dependen del gas y el petróleo rusos, de oponerse a Moscú, según analistas.
El apoyo de Rusia ha envalentonado al gobierno serbio de modos que pueden entorpecer las reformas democráticas.
Rusia y Servia han sido aliados durante generaciones, gracias en parte a su historia común, el idioma eslavo y el cristianismo ortodoxo. Pero esa alianza, desde el punto de vista del gobierno serbio, a menudo ha sido más aparente que real. Rusia, por ejemplo, no bloqueó las sanciones impuestas por Naciones Unidas en 1992 sobre lo que era entonces Yugoslavia cuando reprimía las rebeliones en Bosnia-Herzegovina y Croacia.
Kosovo, con su mayoría de albaneses étnicos, demostró ser una causa diferente.
"Hoy, cuando Serbia se encuentra en un cruce, ciertamente contamos con que Rusia entienda nuestra posición", dijo el presidente serbio Boris Tadic hace algunos meses cuando su país empezó a pedir apoyo a Moscú. "Rusia es uno de los pilares de nuestra política exterior".
En 1999, para pesar de una debilitada Rusia, fuerzas de la OTAN dirigidas por Estados Unidos combatieron a las tropas serbias obligándolas a retirarse de Kosovo. Desde entonces la provincia ha sido gobernada por Naciones Unidas. Occidente apoya sus intenciones de independencia.
Moscú dice que está especialmente preocupado sobre Kosovo debido al precedente que sentaría, dice, en cuanto a la independencia de los movimientos separatistas más cerca de sus propias fronteras, como la república rusa de Chechenia. Mantener la integridad territorial, junto con el fortalecimiento del estado, han sido las piedras angulares del gobierno de Putin.
El fervor del apoyo ruso sorprendió incluso a algunos personeros serbios y ha provocado que el gobierno en Belgrado endurezca su posición, haciendo prácticamente imposible llegar a un compromiso. Esta semana, por primera vez un miembro del círculo íntimo del primer ministro serbio Vojisla Kostunica, Aleksandar Simic, planteó la posibilidad de declarar la guerra como una opción legítima que debe ser considerada por el gobierno.
Con el apoyo de Estados Unidos, hace tiempo los albaneses étnicos endurecieron su argumento principal. Pero están dispuestos a aceptar el plan de Naciones Unidas sobre una ‘independencia supervisada'. Belgrado rechazó la propuesta, diciendo que la independencia es como el embarazo: lo estás o no.
Así que en lugar de llegar a un acuerdo ahora parece probable que el gobierno albanés-kosovar declare en algún momento en los próximos meses unilateralmente la independencia, después de asegurarse de que algunos países claves, empezando por Estados Unidos, reconozcan rápidamente su nuevo estatus.
Si eso ocurriera, probablemente Belgrado argumentará que esa independencia es ilegal y no permanente, ya que no lleva la firma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Y la intervención de Putin ha sido la de impedir que el tema sea tratado en el Consejo, debido al poder de veto de Rusia.
Apoyar a Belgrado y oponerse a Occidente ha permitido a Moscú reafirmar su autoridad regional y reconquistar gran parte de la influencia perdida con la humillante intervención de la OTAN en Kosovo, especialmente en Europa, dicen analistas. Debilitar la solidaridad transatlántica era la estrategia consagrada de la Guerra Fría.
Para los líderes serbios, el apoyo ruso es bueno para el consumo doméstico, especialmente en vistas a la elección presidencial que se realizará en el primer semestre del próximo año.
"Para ellos es jugar seguros", dice Cedomir Antic, historiador del Instituto de Estudios de los Balcanes en Belgrado. "Están tratando de mantenerse en el poder, de tener buenas relaciones con las potencias mundiales, y proteger los intereses de los serbios".
Entre los albaneses de Kosovo existe la impresión de que deberían haber declarado la independencia hace uno o dos años, antes de que Putin tuviera oportunidad de entrometerse en el asunto.
"Quizás fue un error no solucionar esto antes", dijo Shpend Ahmeti, del Instituto de Estudios Avanzados en Pristina, la capital albanesa de Kosovo.
Esta reedición de la Guerra Fría ruso-americana está inscrita aquí en la tierra.
A un lado, pocos lugares en el planeta son más pro-americanos que Kosovo. Un boulevard de Pristina se llama Bill Clinton. Un cartel gigantesco con su retrato saluda a los transeúntes. Fotografías del presidente Bush adornan la publicidad para las elecciones provinciales de este mes. Ondean banderas estadounidenses en todas partes.
Sin embargo, al lado derecho todo cambia. Y aquí en Kosovska Mitrovica, la línea divisoria se adentra por varios kilómetros en Kosovo debido a que la mitad norte de la ciudad está todavía en poder de los serbios, lo que complica todavía más cualquier escisión.
Un enorme monumento en el puente sobre el río Ibar, mirando desde el lado controlado por los serbios hasta el lado controlado por los albaneses de la provincia rinden tributo a los serbios caídos durante los bombardeos de la OTAN y por obra de los "terroristas y criminales" de Kosovo.
wilkinson@latimes.com
10 de diciembre de 2007
6 de diciembre de 2007
©los angeles times
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