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corrupción y hambre en zimbabue


[Robyn Dixon] Un tercio de la población depende de la ayuda extranjera. Los pobres del campo son los más afectados.
Lupane, Zimbabue. Jane Sibanda espera hasta que el hambre le arañe las tripas; está tan mareada por la falta de alimento que apenas lo puede aguantar.
Luego, avergonzada, la mujer de setenta años se obliga a mendigar comida a otros aldeanos -que también están cerca de la muerte por inanición.
"Me paso algunos días posponiéndolo y posponiéndolo. Resisto hasta que mi cuerpo ya no lo puede aguantar. Hay veces en que siento como si las tripas me estuvieran subiendo hasta el pecho y entonces sé que he estado demasiado tiempo sin comer", dijo Sibanda, describiendo cómo se siente después de sobrevivir toda una semana con frutos silvestres de la reseca vegetación cerca de su casa a algunos kilómetros de Lupane, al sur de Zimbabue.
La vecina Beby Ndebele dijo que se desesperaba cuando veía a Sibanda aparecer en su puerta, porque no tenía suficiente mealie, el plato de maíz típico de Zimbabue, para compartir. Pero no podía comer mientras su anciana vecina se moría de hambre, así que de algún modo reunía lo justo como para rellenar un pequeño cuenco.
Sibanda, que recuerda la época en que poseía ganado y no era una carga para nadie, prometió hacerlo durar toda una semana.
Mientras el gobierno del presidente Robert Mugabe proclama planes para una ‘Madre de Todas las Cosechas', esta temporada agrícola muchos campesinos de Zimbabue se tambalean al borde de la inanición.
Y amenaza una nueva hambruna. Pese a las predicciones de abundantes lluvias para los cultivos después de la severa sequía del año pasado y la pérdida de la cosecha, el caos económico de Zimbabue ha dejado al país con una aguda escasez de semillas.
Hace apenas unos años Zimbabue era la panera del sur de África. Exportaba maíz a sus vecinos menos afortunados. Pero en 2000 Mugabe empezó a expropiar miles de granjas comerciales poseídas por blancos y a desmantelar la distribución desigual de la propiedad establecida durante el gobierno racista de Ian Smith.

Sospecha Favoritismo
Sin embargo, algunos analistas dicen que el verdadero motivo detrás de las redistribución de la tierra era compartir el botín del poder con los amigos de Mugabe y los veteranos de la guerra de liberación a cambio de su prolongada lealtad. Ministros de gobierno, funcionarios de seguridad y aliados del partido gobernante se apoderaron de las tierras que expropiaron a los granjeros. La rica industria de la exportación del país se derrumbó de un día para otro.
La cosecha nacional se hundió. Entre 1999 y 2004 la producción de maíz cayó en un 74 por ciento, según cifras del Centro para el Desarrollo Global [Center for Global Development], de Washington, mientras aumentaba en la vecina Zambia.
Ahora, casi un tercio de la población de Zimbabue depende de la ayuda alimenticia humanitaria.
El gobierno favorece a sus protegidos a la hora de distribuir granjas, y también a la hora de distribuir el alimento. Para los hambrientos campesinos de los pueblos, la amenaza de la muerte por hambre es aterradora.
Con las elecciones presidenciales convocadas para el próximo año, hay informes desde áreas rurales de que la Comisión de Comercialización del Maíz, que tiene el monopolio de la distribución del maíz, está vendiendo solamente a partidarios del partido gobernante o desviándolo hacia funcionarios del partido, policías y burócratas que lo revenden en el mercado negro a exorbitantes precios.
Pero de acuerdo a organizaciones de derechos humanos que están estudiando el hambre, el mayor problema es que la comisión del maíz está distribuyendo muy poco maíz en las áreas rurales.
"Hemos recogido un montón de historias sobre el abuso político del alimento", dijo Shari Eppel, un activista de derechos humanos de Bulawayo, al sur del país. "Pero creo que uno de los problemas más graves en torno al alimento es que no hay. Aunque tuvieras dinero, no hay dónde comprar. Sin embargo, esta es la época de mayor hambre del año".
Matebeleland, una árida región en el sur donde el apoyo a la oposición política es más fuerte, es la más afectada por el hambre.

Grave Crisis
En Zimbabue, el alimento ha sido usado a menudo como un instrumento político, especialmente durante elecciones, pero este año el impacto es más severo debido a la dura sequía del año pasado y al hecho de que en todo el país las tiendas están prácticamente vacías. Eso significa que las familias rurales no pueden recurrir a familiares en zonas urbanas para que les ayuden a sobrevivir hasta la próxima cosecha en abril.
La única defensa contra la manipulación política del maíz es la ayuda humanitaria internacional, pero el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas y otras organizaciones se dirigen solamente al grupo de gente más vulnerable, como Jane Sibanda, que sufren una desesperada hambruna.
"Recuerdo vividamente que lloré cuando me dijeron que yo no sería beneficiaria del centro de distribución de World Vision", dijo, recordando la inscripción de receptores de ayuda que realizó el grupo de ayuda a principios de noviembre.
"Hay algunas personas que reciben maíz y no lo merecen, pero no me atrevo a decir sus nombres", por temor a que la echen una maldición o la golpeen. "Prefiero morir de hambre antes que decir que esta u otra persona está recibiendo alimento injustamente".
El Programa Mundial de Alimentos y World Vision niegan que haya oportunidades de manipulación de la distribución, diciendo que los campesinos deciden como grupo quién recibe ayuda y quién no. Dicen que existen procedimientos de control para cerciorarse de que nadie que lo necesite sea dejado fuera y que aquellos que no necesitan ayuda no sean incluidos.
Pero la manipulación en la distribución del maíz es algo de todos los días, dicen campesinos y activistas de derechos humanos.
En Mzola, una aldea al sur del país, un grupo de una docena de jóvenes partidarios de Mugabe requisaron hace poco todo el maíz del gobierno, que estaba destinado a 175 familias, de acuerdo a residentes entrevistados por el Times. Dicen que la ayuda humanitaria era manipulada por los dirigentes de la comunidad con el partido gobernante, que advirtieron a los campesinos que no denunciaran los casos de gente que recibe ayuda humanitaria sin necesitarla.
El problema del hambre no se limita a las áreas rurales. En Killarney, una barriada de Bulawayo, las familias dependen de la ayuda intermitente de iglesias locales, y pasan hambre cuando las iglesias no tienen alimentos que dar. La mayoría de la gente que perdió sus casas hace dos años durante la Operación Murambatsvina, o "sacando la basura", cuando el gobierno de Mugabe arrasó decenas de miles de chozas dejando al menos a 750 mil personas sin casa.
Al viajar por Zimbabue, la crisis económica y sus secuelas son evidentes, especialmente en el distrito de Binga, al sur, uno de los rincones más pobres y abandonados del país. El transporte es un problema en todas partes, pero aquí usualmente la gente tiene que esperar tres o cuatro días antes de que pase un vehículo.

Esperando para Comer
El paisaje es rojizo y polvoriento, sin un solo tallo de hierba verde. Al pasar por una aldea se ve a decenas de personas de aspecto demacrado esperando en el calor tras oír rumores sobre la llegada de maíz del gobierno. El día anterior también habían esperado.
En la cima de una colina con vistas a una imponente montaña, se veía a un hombre sentado en una silla tallada a mano en medio de un terreno. No tenía interés en el paisaje, ni siquiera en el futuro, porque no puede llenar las barrigas de sus nueve hijos.
Siaviri Muleya, 48, y su esposa habían recién terminado de comer un pequeño cuenco de harina de maíz, la blanca y suave papilla que se hace cociendo maíz molido. Era su último alimento. Él lleva un viejo mono, tan usado que parecía hecho añicos. Y se estaba preparando para vender su futuro.
Tenía una bolsa de semillas de girasol, que quería usar para plantar su campo. Pero, desesperado, su única opción era venderlas a cambio de comida para uno o dos días. La familia ha estado alimentándose de baobab y otros frutos silvestres. Y mendiga por papilla de maíz a sus vecinos, que tienen poco para dar.
Muleya tiene alguna pega varias veces al mes, que se las pagan con comida. Pero cada trabajo sólo paga un día de comida. No tiene cabras, ganado ni pollos, y sin embargo le dejaron fuera de la inscripción para el Programa Mundial de Alimentos.
"Me preocupa porque soy jefe de familia", dijo. "Ya no puedo dormir bien en la noche. Me quedo la noche pensando en cómo voy a alimentar a mi familia".
En un hogar para huérfanos en la ciudad de Nkayi, los niños duermen sobre el suelo de concreto, sin colchones. Los niños vestidos con ropas raídas hacen sus labores de todos los días. En el pato, se oye la voz de un niño cantando con entusiasmo, pero discordantemente.
La despensa tenía dos mohosos repollos y una bolsita de harina de maíz cuando el Times visitó el lugar el mes pasado, lo que no es suficiente para alimentar a treinta y cinco niños. Sin embargo, los vecinos dicen que han visto bolsas de maíz apiladas hasta el techo en la casa del policía del pueblo.
"Es muy doloroso. Me siento muy triste porque no puedo hacer nada para remediarlo. Esa es nuestra vida hoy", dijo uno de los huérfanos, un chico de veinte que pidió que no se mencionara su nombre por temor a represalias.
"A veces los más jóvenes lloran de hambre. Pero no sabemos si tendremos comida mañana, o si podremos tomarnos una buena cena", dijo. "No les podemos decir nada, excepto que eso es lo que hay".
Cuando no hay suficiente comida, pasa hambre para que puedan comer al menos los más pequeños.
"Los mayores pueden aguantar la presión. Pero si los pequeños no comen, se pasarán toda la noche llorando de hambre".
Para cuando tengan diez años, dice, los niños ya no llorarán. Habrán aprendido que no tiene sentido".

robyn.dixon@latimes.com

15 de diciembre de 2007
9 de diciembre de 2007
©los angeles times
cc traducción mQh

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1 comentario

angelica -

porfavor ayuden a estas persona todo somos hermanos ayudemonos uno a otro dice la palabra de dios