alumno de satanás
[Miguel Terry Valdespino] Participación de la iglesia en crímenes contra la humanidad.
Las viejas noticias, las que ya conocíamos desde hace décadas, volvieron a desempolvarse y adquieren (para bien y para mal) una vigencia entre dolorosa y escalofriante: sacerdotes de la Iglesia Católica argentina participaron en el martirio, tortura y muerte de una incalculable cantidad de sus coterráneos, a quienes la represión, estimulada por los gorilas nacionales y los gobiernos norteamericanos causó la cifra de 30 000 víctimas, entre asesinados y desaparecidos.
Sacerdote Christian Von Wernich
El asunto volvió a refrescarse recientemente, cuando la justicia argentina decidió poner entre rejas para siempre al sacerdote Christian Von Wernich, un tipo al que Adolfo Hitler hubiera aceptado con verdadero gusto entre sus filas de desalmados.
Según informaciones irrebatibles, Christian, en sus tiempos de esplendor satánico, estuvo vinculado al asesinato de siete personas, a 31 casos de tortura y a 42 privaciones ilegales de libertad. Con una sonrisa socarrona y alguna que otra monserga bíblica, debió "asistir" a sus compatriotas en los peores instantes de la matanza, mutilación y tortura fascistas.
El pastor de ovejas no resultó otra cosa que un enviado de Satanás, o un enviado de aquellos ricos que, según la Biblia, no accederán jamás el cielo mientras no pase un camello por el ojo de una aguja.
Contaba el gran poeta argentino Juan Gelman que una vez se cruzó en la calle con una de aquellas bestias que había asesinado a su familia. Frescamente, el asesino se paseaba por las calles del país, como si la justicia y el pueblo argentino fueran el clásico aceite y vinagre, dos elementos químicos que pueden revolverse en un mismo frasco, pero jamás unirse.
Si bien la negra historia del sacerdote Christian desnuda un pasado no muy distante en ese país sureño, no es, ni por mucho, la única historia por resolver y enjaular. En naciones como Chile, Brasil, Uruguay, Paraguay continúan abiertas las heridas de personas que siguen pidiendo la cárcel para tipos que ensangrentaron un continente completo a través del terror más demencial.
Por suerte, hoy la justicia fue implacablemente certera con un sacerdote endemoniado. Pero apenas nos hallamos frente a la punta del iceberg, aún queda mucho por resolver, aún quedan muchos nombres siniestros por darle frente a la justicia que una vez pisotearon y ensangrentaron. En el proceso de Nurenberg, un tipejo como Von Wernich hubiera terminado en la horca. Ahora, si no está la horca, que purguen él y otros canallas en el fondo de una celda. Dios es amor, dice la Biblia. Pero el sacerdote Christian no era precisamente amor. Que pague ahora como bestia y fariseo. Que paguen también los otros asesinos y torturadores que faltan y se pasean impunemente por las calles de Latinoamérica o de Miami. El que a hierro mata...
Sacerdote Christian Von Wernich
El asunto volvió a refrescarse recientemente, cuando la justicia argentina decidió poner entre rejas para siempre al sacerdote Christian Von Wernich, un tipo al que Adolfo Hitler hubiera aceptado con verdadero gusto entre sus filas de desalmados.
Según informaciones irrebatibles, Christian, en sus tiempos de esplendor satánico, estuvo vinculado al asesinato de siete personas, a 31 casos de tortura y a 42 privaciones ilegales de libertad. Con una sonrisa socarrona y alguna que otra monserga bíblica, debió "asistir" a sus compatriotas en los peores instantes de la matanza, mutilación y tortura fascistas.
El pastor de ovejas no resultó otra cosa que un enviado de Satanás, o un enviado de aquellos ricos que, según la Biblia, no accederán jamás el cielo mientras no pase un camello por el ojo de una aguja.
Contaba el gran poeta argentino Juan Gelman que una vez se cruzó en la calle con una de aquellas bestias que había asesinado a su familia. Frescamente, el asesino se paseaba por las calles del país, como si la justicia y el pueblo argentino fueran el clásico aceite y vinagre, dos elementos químicos que pueden revolverse en un mismo frasco, pero jamás unirse.
Si bien la negra historia del sacerdote Christian desnuda un pasado no muy distante en ese país sureño, no es, ni por mucho, la única historia por resolver y enjaular. En naciones como Chile, Brasil, Uruguay, Paraguay continúan abiertas las heridas de personas que siguen pidiendo la cárcel para tipos que ensangrentaron un continente completo a través del terror más demencial.
Por suerte, hoy la justicia fue implacablemente certera con un sacerdote endemoniado. Pero apenas nos hallamos frente a la punta del iceberg, aún queda mucho por resolver, aún quedan muchos nombres siniestros por darle frente a la justicia que una vez pisotearon y ensangrentaron. En el proceso de Nurenberg, un tipejo como Von Wernich hubiera terminado en la horca. Ahora, si no está la horca, que purguen él y otros canallas en el fondo de una celda. Dios es amor, dice la Biblia. Pero el sacerdote Christian no era precisamente amor. Que pague ahora como bestia y fariseo. Que paguen también los otros asesinos y torturadores que faltan y se pasean impunemente por las calles de Latinoamérica o de Miami. El que a hierro mata...
24 de diciembre de 2007
7 de diciembre de 2007
©el habanero
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