espeluznantes crímenes en kenia
[Robyn Dixon] Mueren 35 personas cuando turba incendia iglesia. Tensiones tribales continúan alimentado la violencia post-electoral, con un número oficial de bajas de 170. Grupos independientes hablan de 270 muertos.
Nairobi, Kenia. Los disturbios post-electorales en Kenia descendieron el martes al nivel de salvajes asesinatos tribales cuando una turba quemó una iglesia donde varias familias habían buscado refugio de la violencia, dejando al menos 35 muertos, según declaraciones de testigos. Muchas de las víctimas eran niños.
La masacre en la iglesia en Eldoret se produjo después del asesinato durante la noche de dieciocho personas, algunas decapitadas, en la ciudad a unos 240 kilómetros al noroeste de Nairobi, la capital. El martes también fue asesinado un agente de policía.
Según declaraciones de testigos hubo asesinatos en venganza y enfrentamientos entre turbas de tribus rivales armadas de machetes pangas o con arcos y flechas.
"Están armados con pangas, y cuando un grupo mata a tres personas, el otro grupo también mata a tres personas. Cuando uno quema tres casas, el otro también quema tres casas. La situación se ha deteriorado", dijo Ken Wafula, un activista de derechos humanos.
"Hay violencia en todas partes de la ciudad", dijo Kikechi Biket, corresponsal en Eldoret del diario Standard. "Se han incendiado casas indiscriminadamente en todo Eldoret. Están quemando llantas en las calles. No hay transporte. No te puedes movilizar. La situación es desastrosa".
La policía de Eldoret estima que en los últimos cuatro días en la ciudad han muerto unas cien personas después de que furibundos partidarios de la oposición provocaran disturbios en la ciudad, denunciando un supuesto fraude electoral en las elecciones presidenciales del jueves. La policía informó sobre 170 muertos en enfrentamientos en todo el país, pero las agencias de noticias mencionan una cifra de entre doscientos y 270 muertos.
Decenas de miles de personas han huido de sus casas en Eldoret y buscado refugio en recintos policiales y atrios eclesiásticos. Algunas casas albergan a decenas de personas aterrorizadas.
Aunque los candidatos presidenciales habían evitado una campaña tribal abierta, lo que es tabú en la sociedad keniata, la violencia étnica explotó inmediatamente después de que se anunciara al presidente Mwai Kibaki como ganador y este fuera investido a toda prisa el domingo en la noche en su segundo término.
Mientras continuaba la violencia el martes, diplomáticos en Nairobi instaron a Kibaki y su principal rival Raila Odinga a negociar una solución política para contener los asesinatos.
Aumentado la presión sobre Kibaki, observadores europeos pidieron el martes una investigación independiente sobre las discrepancias en el conteo de votos, informando que la elección no estaba a la altura de normas democráticas. Llamaron a poner fin a la violencia. Naciones Unidas también llamó a los líderes keniatas a mostrar moderación.
Los keniatas se han mostrado consternados por el nivel de brutalidad en un país que, aunque en una región volátil de África, había emergido como un santuario de estabilidad política y prosperidad económica.
Una desazonada calma reinaba en muchas partes de Kenia el martes, incluyendo algunas de las áreas más afectadas por la violencia, tales como Kisumu en el occidente y la barriada de Kibera en una comuna de Nairobi. Pero se temen nuevos estallidos de violencia el jueves cuando Odinga planea dirigir una ‘marcha de un millón de manifestantes' para protestar contra los resultados de los comicios. La policía advirtió que la manifestación será prohibida, pero Odinga insistió en que seguirá adelante con sus planes.
Las tensiones tribales se han estado incubando en Kenia desde la reintroducción de las elecciones multipartidistas en 1992 cuando las más de cuarenta tribus del país empezaron a competir en las urnas por poder político y los recursos. Gran parte del resentimiento se ha dirigido contra la tribu de Kibaki, kikuyu, el mayor grupo étnico que según los otros ha dominado la política y la economía del país durante décadas. Los kikuyu conforman el 22 por ciento del país al este de África, de 37 millones de habitantes.
En Kenia se vota según líneas tribales, pero la encarnizada competencia entre Kibaki y Odinga, que es luo, ha exacerbado las tensiones. Odinga se ganó el apoyo de los luo y varias otras tribus que piensan que es su turno de ocupar el poder.
Después de la investidura de Kibaki, miles de furiosos jóvenes luo se echaron a la calle, incendiando negocios poseídos por tenderos kikuyu y golpeando a miembros de esa tribu.
En Eldoret, donde viven pocos luo, la violencia se ha producido en gran parte entre miembros de la tribu kalenjin, que respaldaba a Odinga, y los kikuyu, que votaron por Kibaki.
La ciudad está ubicada en el fértil Valle del Rift, una zona étnicamente mixta donde las tensiones tribales son altas y a menudo se tornan violentas durante campañas electorales. Gran parte de la violencia pre-electoral vista en los últimos meses tomó lugar en el Valle del Rift.
El martes unos doscientos kikuyu de la ciudad se habían refugiado en la Iglesia Asambleas de Dios de Kenia. Para el almuerzo la mayoría de ellos habían sido evacuados, pero unos cincuenta todavía permanecían en el lugar cuando cientos de jóvenes armados con arco y flecha atacaron el edificio a eso de la una de la madrugada, de acuerdo a Biketi, el corresponsal del Standard, que visitaba el lugar.
Cuatro hombres y seis mujeres fueron asesinados fuera de la iglesia antes de que los jóvenes pusieran fuego al edificio, dijo Biketi, que como otros de Eldoret fue entrevistado por teléfono. Al menos treinta cuerpos yacían apilados en un rincón, por donde la gente había tratado de escapar, dijo Biketi. Dijo que la mayoría de las víctimas eran niños de entre seis y quince años. Algunos estaban tan quemados que será imposible reconocerlos.
Un portavoz de la Cruz Roja, Patrick Nyongesa, dijo que los voluntarios de la organización calculan que al menos 35 personas fueron asesinadas. Un voluntario de la Cruz Roja, que no dio su nombre por miedo, dijo que gente de la zona había indicado que el número de muertos podía llegar hasta ochenta, pero era difícil saberlo porque algunos cuerpos se convirtieron en cenizas.
Wafula, el activista de derechos humanos, dijo que los enfrentamientos tribales se extendieron durante toda la noche del lunes en la zona de Eldoret donde vive él. El martes antes de la noche decenas de kikuyu armados se estaban preparando para hacer frente a los kalenji.
"Hay un campo de batalla entre estos dos estados. Los grupos se están esperando para pelear", dijo.
La situación se complica todavía más en Eldoret con el cierre de las tiendas. Mucha gente que no se atreve a salir a la calle ha estado sin acceso a alimentos durante cuatro días.
Tony Sisule, analista político de un centro de investigación, dijo que la contienda entre Kibaki y Odinga en la carrera presidencial había sido tan intensa que se vieron obligados a recurrir a sus electorados tribales para aumentar sus posibilidades.
"Hay un gran problema en nuestra mentalidad: La gente piensa que si es de tu tribu, tienes que apoyarlo", dijo. "Eso es algo que sólo se puede cambiar con educación".
Aunque los mensajes tribales de los principales candidatos no fueron explícitos, el mero hecho de que un luo estuviera compitiendo contra un kikuyu en una elección de dos personas había elevado las tensiones al punto de ebullición.
"Creo que hay un resentimiento latente de muchos años debido a la creencia defendida por políticos de que algunos grupos están recibiendo una cuota más alta de los recursos que otros grupos", dijo Sisule. "Esto ha sido utilizado por políticos en sus mensajes durante largo tiempo. Esta es una gran lección para los políticos en Kenia, de que no se puede hacer campaña sobre una plataforma étnica".
El tribalismo se remonta a la historia precolonial de Kenia, dijo, pero fue explotada por los colonos británicos y por los partidos políticos después de la independencia.
Dijo que sólo una solución política entre Kibaki y Odinga podría reducir la violencia.
En la extensa barriada de Kibera en Nairobi, hogar de casi un millón de personas, los enfrentamientos cesaron el martes, pero decenas de saqueadores fueron vistos acarreando láminas de hojalata de un mercado destruido donde pandillas de luo habían incendiado las tiendas. Escombros y desperdicios cubrían todo el lugar, y pilas de basura ardiendo llenaban el aire de humo.
Husmeando entre las cenizas de su puesto, Daniel Kahura, 34, describió como él y otros kikuyu se defendieron lanzando piedras y peleándose con saqueadores luo en un intento de proteger sus negocios.
"Llegaron con pangas", dijo Kahura. "Llegaron en un gran grupo, golpeando a todo el mundo y llevándoselo todo. Todo el mundo trataba de huir. Fue espantoso. No teníamos alternativa y tuvimos que huir para salvar la vida".
"Pensé: ‘Si me agarran, me matan'".
Dijo que en las preliminares de la elección las tensiones aumentaron en Kibera cuando ciudadanos luo dijeron a kikuyu que saquearían sus propiedades si Odinga llegaba a ser investido.
"Dijeron que nosotros, kikuyu, habíamos estado en el poder demasiado tiempo y nos habíamos beneficiado durante tantos años, que ahora era su turno".
La masacre en la iglesia en Eldoret se produjo después del asesinato durante la noche de dieciocho personas, algunas decapitadas, en la ciudad a unos 240 kilómetros al noroeste de Nairobi, la capital. El martes también fue asesinado un agente de policía.
Según declaraciones de testigos hubo asesinatos en venganza y enfrentamientos entre turbas de tribus rivales armadas de machetes pangas o con arcos y flechas.
"Están armados con pangas, y cuando un grupo mata a tres personas, el otro grupo también mata a tres personas. Cuando uno quema tres casas, el otro también quema tres casas. La situación se ha deteriorado", dijo Ken Wafula, un activista de derechos humanos.
"Hay violencia en todas partes de la ciudad", dijo Kikechi Biket, corresponsal en Eldoret del diario Standard. "Se han incendiado casas indiscriminadamente en todo Eldoret. Están quemando llantas en las calles. No hay transporte. No te puedes movilizar. La situación es desastrosa".
La policía de Eldoret estima que en los últimos cuatro días en la ciudad han muerto unas cien personas después de que furibundos partidarios de la oposición provocaran disturbios en la ciudad, denunciando un supuesto fraude electoral en las elecciones presidenciales del jueves. La policía informó sobre 170 muertos en enfrentamientos en todo el país, pero las agencias de noticias mencionan una cifra de entre doscientos y 270 muertos.
Decenas de miles de personas han huido de sus casas en Eldoret y buscado refugio en recintos policiales y atrios eclesiásticos. Algunas casas albergan a decenas de personas aterrorizadas.
Aunque los candidatos presidenciales habían evitado una campaña tribal abierta, lo que es tabú en la sociedad keniata, la violencia étnica explotó inmediatamente después de que se anunciara al presidente Mwai Kibaki como ganador y este fuera investido a toda prisa el domingo en la noche en su segundo término.
Mientras continuaba la violencia el martes, diplomáticos en Nairobi instaron a Kibaki y su principal rival Raila Odinga a negociar una solución política para contener los asesinatos.
Aumentado la presión sobre Kibaki, observadores europeos pidieron el martes una investigación independiente sobre las discrepancias en el conteo de votos, informando que la elección no estaba a la altura de normas democráticas. Llamaron a poner fin a la violencia. Naciones Unidas también llamó a los líderes keniatas a mostrar moderación.
Los keniatas se han mostrado consternados por el nivel de brutalidad en un país que, aunque en una región volátil de África, había emergido como un santuario de estabilidad política y prosperidad económica.
Una desazonada calma reinaba en muchas partes de Kenia el martes, incluyendo algunas de las áreas más afectadas por la violencia, tales como Kisumu en el occidente y la barriada de Kibera en una comuna de Nairobi. Pero se temen nuevos estallidos de violencia el jueves cuando Odinga planea dirigir una ‘marcha de un millón de manifestantes' para protestar contra los resultados de los comicios. La policía advirtió que la manifestación será prohibida, pero Odinga insistió en que seguirá adelante con sus planes.
Las tensiones tribales se han estado incubando en Kenia desde la reintroducción de las elecciones multipartidistas en 1992 cuando las más de cuarenta tribus del país empezaron a competir en las urnas por poder político y los recursos. Gran parte del resentimiento se ha dirigido contra la tribu de Kibaki, kikuyu, el mayor grupo étnico que según los otros ha dominado la política y la economía del país durante décadas. Los kikuyu conforman el 22 por ciento del país al este de África, de 37 millones de habitantes.
En Kenia se vota según líneas tribales, pero la encarnizada competencia entre Kibaki y Odinga, que es luo, ha exacerbado las tensiones. Odinga se ganó el apoyo de los luo y varias otras tribus que piensan que es su turno de ocupar el poder.
Después de la investidura de Kibaki, miles de furiosos jóvenes luo se echaron a la calle, incendiando negocios poseídos por tenderos kikuyu y golpeando a miembros de esa tribu.
En Eldoret, donde viven pocos luo, la violencia se ha producido en gran parte entre miembros de la tribu kalenjin, que respaldaba a Odinga, y los kikuyu, que votaron por Kibaki.
La ciudad está ubicada en el fértil Valle del Rift, una zona étnicamente mixta donde las tensiones tribales son altas y a menudo se tornan violentas durante campañas electorales. Gran parte de la violencia pre-electoral vista en los últimos meses tomó lugar en el Valle del Rift.
El martes unos doscientos kikuyu de la ciudad se habían refugiado en la Iglesia Asambleas de Dios de Kenia. Para el almuerzo la mayoría de ellos habían sido evacuados, pero unos cincuenta todavía permanecían en el lugar cuando cientos de jóvenes armados con arco y flecha atacaron el edificio a eso de la una de la madrugada, de acuerdo a Biketi, el corresponsal del Standard, que visitaba el lugar.
Cuatro hombres y seis mujeres fueron asesinados fuera de la iglesia antes de que los jóvenes pusieran fuego al edificio, dijo Biketi, que como otros de Eldoret fue entrevistado por teléfono. Al menos treinta cuerpos yacían apilados en un rincón, por donde la gente había tratado de escapar, dijo Biketi. Dijo que la mayoría de las víctimas eran niños de entre seis y quince años. Algunos estaban tan quemados que será imposible reconocerlos.
Un portavoz de la Cruz Roja, Patrick Nyongesa, dijo que los voluntarios de la organización calculan que al menos 35 personas fueron asesinadas. Un voluntario de la Cruz Roja, que no dio su nombre por miedo, dijo que gente de la zona había indicado que el número de muertos podía llegar hasta ochenta, pero era difícil saberlo porque algunos cuerpos se convirtieron en cenizas.
Wafula, el activista de derechos humanos, dijo que los enfrentamientos tribales se extendieron durante toda la noche del lunes en la zona de Eldoret donde vive él. El martes antes de la noche decenas de kikuyu armados se estaban preparando para hacer frente a los kalenji.
"Hay un campo de batalla entre estos dos estados. Los grupos se están esperando para pelear", dijo.
La situación se complica todavía más en Eldoret con el cierre de las tiendas. Mucha gente que no se atreve a salir a la calle ha estado sin acceso a alimentos durante cuatro días.
Tony Sisule, analista político de un centro de investigación, dijo que la contienda entre Kibaki y Odinga en la carrera presidencial había sido tan intensa que se vieron obligados a recurrir a sus electorados tribales para aumentar sus posibilidades.
"Hay un gran problema en nuestra mentalidad: La gente piensa que si es de tu tribu, tienes que apoyarlo", dijo. "Eso es algo que sólo se puede cambiar con educación".
Aunque los mensajes tribales de los principales candidatos no fueron explícitos, el mero hecho de que un luo estuviera compitiendo contra un kikuyu en una elección de dos personas había elevado las tensiones al punto de ebullición.
"Creo que hay un resentimiento latente de muchos años debido a la creencia defendida por políticos de que algunos grupos están recibiendo una cuota más alta de los recursos que otros grupos", dijo Sisule. "Esto ha sido utilizado por políticos en sus mensajes durante largo tiempo. Esta es una gran lección para los políticos en Kenia, de que no se puede hacer campaña sobre una plataforma étnica".
El tribalismo se remonta a la historia precolonial de Kenia, dijo, pero fue explotada por los colonos británicos y por los partidos políticos después de la independencia.
Dijo que sólo una solución política entre Kibaki y Odinga podría reducir la violencia.
En la extensa barriada de Kibera en Nairobi, hogar de casi un millón de personas, los enfrentamientos cesaron el martes, pero decenas de saqueadores fueron vistos acarreando láminas de hojalata de un mercado destruido donde pandillas de luo habían incendiado las tiendas. Escombros y desperdicios cubrían todo el lugar, y pilas de basura ardiendo llenaban el aire de humo.
Husmeando entre las cenizas de su puesto, Daniel Kahura, 34, describió como él y otros kikuyu se defendieron lanzando piedras y peleándose con saqueadores luo en un intento de proteger sus negocios.
"Llegaron con pangas", dijo Kahura. "Llegaron en un gran grupo, golpeando a todo el mundo y llevándoselo todo. Todo el mundo trataba de huir. Fue espantoso. No teníamos alternativa y tuvimos que huir para salvar la vida".
"Pensé: ‘Si me agarran, me matan'".
Dijo que en las preliminares de la elección las tensiones aumentaron en Kibera cuando ciudadanos luo dijeron a kikuyu que saquearían sus propiedades si Odinga llegaba a ser investido.
"Dijeron que nosotros, kikuyu, habíamos estado en el poder demasiado tiempo y nos habíamos beneficiado durante tantos años, que ahora era su turno".
robyn.dixon@latimes.com
4 de enero de 2008
2 de enero de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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