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inocente 17 años en prisión


[Frank Eltman] Era inocente. Estuvo diecisiete años en prisión.
Garden City, Nueva York, Estados Unidos. Momentos antes de que un juez lo sentenciara a cincuenta años de prisión, Martin Tankleff pronunció las palabras que ha repetido durante casi dos décadas: "Ante usted hay un hombre inocente. Yo quería a mis padres. Yo no los maté".
Su apelación encontró oídos sordos ese día de octubre de 1990, como en muchas otras ocasiones durante los diecisiete años que languideció en prisión.
Entonces una comisión de jueces revocó el mes pasado la condena por homicidio de Tankleff, mencionando posibles evidencias de que un socio de este hubiera tenido algo que ver con la muerte de los padres de Tankleff. El miércoles, los fiscales dijeron que no pedirían un nuevo juicio de Tankleff, haciendo posible su libertad.
El jueves en una rueda de prensa en Manhattan, Tankleff, ahora de 56 años, agradeció a su equipo de abogados. Habló sobre estudiar en la universidad y quizás estudiar en la facultad de derecho. "Tengo un montón de cosas por hacer", dijo. "Cada día que me levantaba en la cárcel, sabía que no estaba solo en mi lucha. Tenía mis tías, mis tíos, mis primos, y todavía están allí".
Su exoneración puso fin a una extraordinaria odisea legal que incluyó una confesión bajo apremios, una prolongada apelación que financiada por un equipo de abogados de alto nivel que se ocuparon del caso gratuitamente y teorías conspirativas sobre la identidad de los verdaderos asesinos.
Seymour Tankleff y su mujer Arlene fueron encontrados muertos en su casa en la costa de Belle Terre, un vecindario de familias acomodadas en Long Island, el 7 de septiembre de 1988, la mañana en que Martin debía comenzar su último año en la escuela secundaria. Arlene Tankleff fue matada a golpes en su dormitorio; Seymour fue apuñalado en su biblioteca y murió un mes después.
Los detectives interrogaron al adolescente en la casa después de que este llamara al 911 para denunciar al ataque. Más tarde lo llevaron al cuartel de policía, donde emplearon una técnica de interrogatorio en la que le dijeron falsamente que su padre había recobrado la conciencia y había dicho que él era el atacante.
Tankleff se preguntó en voz alta si quizás lo había olvidado todo después de cometer los crímenes, agregando: "Ahora empiezo a recordar". El motivo, contó a la policía, era que estaba enfadado por una variedad de ofensas, incluyendo el hecho de que lo obligaban a conducir un "destartalado y viejo Lincoln". Talkleff se retractó casi inmediatamente de su confesión, negándose a firmar lo que habían escrito los agentes.
Desde el día de su detención hasta el fin del juicio -uno de los primeros del país en ser televisado en Court TV- Tankleff señaló a un socio de su padre que administraba una serie de puestos de rosquillas. Dijo que el hombre de negocios, Jerry Steuerman, debía a su padre miles de dólares y había contratado a matones para que cometieran los crímenes y así no tener que pagar la deuda.
Steuerman negó las acusaciones e insistió en que no estaba implicado. Las autoridades nunca consideraron a Steuerman seriamente como sospechoso, pese a su extraña conducta: Apenas días después de los asesinatos de los Tankleff, fingió su propio suicidio y huyo disfrazado a California.
Steuerman, que fue la última persona en salir de casa de los Tankleff a eso de las tres de la mañana el día de los asesinatos después de una partida de poker de toda la noche, dijo que su conducta errática era el resultado del estrés.
El equipo de la defensa de Tankleff presentó numerosas apelaciones, pero en vano; en 2000, la Corte Suprema de Estados Unidos se negó a oír su alegato de que la confesión estaba viciada.
Finalmente, en 2003, sus abogados pudieron iniciar una nueva audiencia en el condado de Suffolk, diciendo que tenían un testigo que diría que él condujo a dos hombres hacia y desde la casa de los Tankleff la noche del crimen, y que uno de ellos fue visto más tarde quemando su ropa.
Pero ese testigo nunca declaró, excusándose en la quinta enmienda que prohíbe declarar contra uno mismo. Otros testigos declararon que habían oído de uno de los hombres en el coche esa noche, Joey ‘Guns' Creedon, decir que estaba implicado.
Creedon, un delincuente profesional que declaró en el juicio que era culpable de violaciones y asaltos, negó haber participado en los asesinatos.
Tankleff dijo que estaba durmiendo durante la carnicería.
En 2006, un juez del condado de Suffolk rechazó la apelación de Tankleff, diciendo que las declaraciones eran infiables y refiriéndose a los testigos como un "desfile de personajes infames".
Sus abogados recurrieron entonces a la División de Apelaciones de la Corte Suprema del estado, que resolvió el mes pasado que era "probable" que un nuevo jurado dictara otro veredicto.
El caso fue devuelto al condado de Suffolk, donde el fiscal de distrito Thomas Spota decidió esta semana que un segundo juicio sería, en el mejor de los casos, muy difícil.
Spota dijo que pediría al gobernador Eliot Spitzer que nombrara un fiscal especial para que investigara las aseveraciones de Tankleff de que Steuerman u otros estaban implicados.
En cuanto a Tankleff, cuando se le preguntó qué le gustaba más de su recobrada libertad, respondió: "Despertar como hombre libre, beber una taza de café y ver salir el sol".

Karen Matthews en New York contribuyó a este reportaje.

8 de enero de 2008
©pocono record
cc traducción mQh
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1 comentario

beluz andrades rios -

Me he cansado de ver el documental y estoy plenamente segura que martin tankleff asesino a sus padres adoptivos.