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cómo se muere en el congo


[Lydia Polgreen] Pese al fin de la guerra, la tasa de mortalidad en el Congo sigue igual.
Dakar, Senegal. De acuerdo a una nueva encuesta, cinco años después de que terminara oficialmente la catastrófica guerra del Congo, el índice de mortalidad de este país sigue prácticamente igual, pese a los esfuerzos de la más importante fuerza del paz del planeta, miles de millones de dólares en ayuda internacional y una histórica elección que significó el retorno de la democracia después de décadas de violencia y despotismo.
El sondeo, dado a conocer el martes, estima que mueren al mes unas 45 mil persona, casi la misma cantidad que en 2004, cuando los esfuerzos internacionales para reconstruir el país apenas habían empezado. Casi todas las muertes se deben al hambre y a enfermedades, todos signos de que el país todavía está lidiando con las secuelas de una guerra que destruyó su infraestructura, obligó a huir a millones de personas y arruinó su economía.
En total, desde que comenzara la guerra en 1998, han muerto en el Congo unos 5.4 millones de personas, según las estimaciones del estudio más reciente, el último de una serie del Comité Internacional de Rescate, una organización de ayuda norteamericana. Casi la mitad de las defunciones son niños de menos de cinco años.
Quizás lo más alarmante es que, aunque la tasa de mortalidad ha disminuido ligeramente en las regiones orientales del Congo, el último nodo de conflicto, en algunas partes del centro del Congo en realidad ha aumentado, aunque en la zona no se ha presenciado hace años ningún combate. Los autores del estudio y otras organizaciones de ayuda dicen que la concentración de la ayuda en el este y el abandono de la región de parte del gobierno, son las dos explicaciones más probable de los cambios. Estas sorprendentes conclusiones demuestran la complejidad y profundidad de la continuada crisis del Congo, dijo Richard Brennan, director de salud para el Comité Internacional de Rescate y uno de los autores del estudio.
"El Congo está todavía sufriendo una crisis de enormes proporciones", dijo el doctor Brennan. "Prolongadas alzas de la mortalidad más de cuatro años después del fin de la guerra demuestra que la recuperación de este tipo de crisis es en sí mismo un proceso prolongado. El compromiso internacional debe ser sostenido y efectivo en los años por venir".
El estudio se basó en una muestra de catorce mil familias estudiadas en setecientas aldeas y ciudades en todo el Congo entre enero de 2006 y abril de 2007.
Sus autores enfatizaron que las cifras del informe son estimaciones, basadas en métodos estadísticos ampliamente aceptados, para calcular el número de bajas en períodos de desastre, pero la cifra acumulativa de los que han muerto desde el inicio de la guerra tiene un amplio margen de error, considerando las dificultades del terreno en el Congo y la falta de información demográfica básica precisa, como la tasa de mortalidad de preguerra o incluso la población actual del Congo.
Sin embargo, el mejoramiento de la situación de seguridad desde 2004, cuando se completó el último sondeo, hicieron posible que los investigadores visitaran muchas áreas que previamente eran inaccesibles, y, como consecuencia, dijeron sus autores, la encuesta actual proporciona el panorama más completo existente sobre el número de víctimas del deslizamiento del Congo hacia la desesperación.
Ese panorama no es alentador. La tasa de mortalidad en el Congo es 57 veces más alta que en el resto del África subsahariana, según la encuesta. Los niños fueron particularmente afectados, ya que son especialmente susceptibles a enfermedades como la malaria, la alfombrilla, la disentería y el tifus, que pueden causar la muerte cuando no hay medicinas disponibles. En un pueblo en la provincia del Kivu del Norte, una zona álgida en permanente conflicto, tres mujeres de las veinte familias encuestadas perdieron dos hijos cada una en los dieciséis meses cubiertos por el sondeo, dijo el doctor Brennan.
Menos de la mitad del uno por ciento de las muertes fueron causadas por la violencia, ilustrando cómo las secuelas de la guerra pueden ser más mortíferas que la guerra misma. Gran parte de la ayuda de emergencia de concentra en la parte oriental del país, donde las milicias combaten contra las tropas congoleñas que el año pasado expulsaron a casi medio millón de personas de sus hogares. Recién el lunes de llegó a un acuerdo que pone fin a ese conflicto.
Pero el aumento de la tasa de mortalidad en zonas fuera del volátil este es particularmente inquietante porque indica problemas de largo plazo que persisten mucho después del fin de las hostilidades.
"Dada la naturaleza de este país, las enormes diferencias de terreno, la infraestructura destruida, no me sorprende", dijo Alan Doss, el recién nombrado jefe de la operación de paz de Naciones Unidas en el Congo. "Esto tomará bastante tiempo".
El gobierno congoleño gasta apenas quince dólares por persona al año en servicios médicos, según la Organización Mundial de la Salud, menos de la mitad de lo que se recomienda para proporcionar cuidados médicos básicos, como vacunas, redes para protegerse de la malaria y sales hidratantes.
"Podemos decir que en los últimos dos años la situación sanitaria no ha mejorado en absoluto", dice Brice de le Vigne, coordinador de operaciones en la región que incluye el Congo para la organización de ayuda Médicos Sin Fronteras. "Lo único que ha mejorado algo es la cobertura telefónica. Ahora tenemos más contactos con más gente como para saber que la situación no ha mejorado".
Los sondeos de mortalidad son herramientas fundamentales para las agencias de ayuda, las tropas de Naciones Unidas e incluso para los historiadores, pero los métodos utilizados para compilar esa información son a menudo polémicos.
Por ejemplo, una encuesta de 2006 de la Facultad de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins en Bloomberg, que concluyó que desde la invasión norteamericana han muerto seiscientos mil civiles iraquíes -mucho más que los cálculos del gobierno iraquí y otras fuentes-, fue atacada como "no creíble" por el presidente Bush y el Pentágono, y criticada igualmente por otros cientistas.
Para la encuesta los equipos de colaboradores se distribuyeron por todo el Congo, un país tan grande como Estados Unidos al este del Mississippi, pero con ríos en lugar de carreteras, canoas y bicicletas en lugar de aviones y coches.
Debarati Guha-Sapir, directora del Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres, una institución belga, dijo que la encuesta del Congo era metodológicamente correcta. Sin embargo, extrapolar paquetes de datos sobre una zona tan vasta y con tantos aspectos desconocidos como el Congo presenta problemas específicos, dijo.
"El hecho es que, desde todo punto de vista, la mortalidad en el Congo es muy alta", dijo la doctora Guha-Sapir. "Parte de la explicación es la guerra, parte el gobierno, parte el hecho de que en muchas áreas no existen servicios sanitarios, parte pobreza y el horrible legado de lo que hicieron en el Congo el colonialismo y la codicia occidentales".
Varias variables hacen que los resultados de la encuesta sean inevitablemente imprecisos, especialmente cuando se trata de convertir una tasa de defunción abstracta en la cantidad real de muertes. La población congoleña, por ejemplo, es en realidad desconocida: Naciones Unidas la estima en 56.8 millones de personas; el ministerio de la Salud congoleño dice que es de 69.9 millones. Si la cifra de Naciones Unidas es la correcta, por ejemplo, el número real de muertes en el período cubierto por la encuesta más reciente sería de 522 mil personas, pero si en cambio son las cifras del gobierno las correctas, la cifra sería de 1.05 millones de personas, según el estudio.
El número de muertes atribuidas al conflicto y sus secuelas se basa en cuántas personas se espera que mueran en circunstancias normales. Debido a que la tasa de mortalidad en el Congo de preguerra no es aceptada unánimemente por diferentes fuentes, es también una fuente de imprecisión.
De acuerdo a varias estimaciones de Naciones Unidas, la tasa de preguerra estaba por debajo del África sub-sahariana como un todo, pero los autores del sondeo dicen que piensan que la tasa más alta del continente es conservadora.
Sin embargo, incluso la tasa de defunción del África subsahariana podría ser un punto de partida problemático, dijo Guha-Sapir, porque en muchos países los diferentes tipos de censos se realizan muy rara vez y no son siempre precisos.
En última instancia, utilizando las estimaciones menos y más conservadoras, los datos muestran un 95 por ciento de certidumbre de que desde 1998 han muerto entre 3.5 y 7.8 millones de personas, de acuerdo a los autores de la prospección.
Una encuesta anterior del Comité Internacional de Rescate, completado en 2004, fue publicado en 2006 en The Lancet, una revista médica británica, pero el estudio más reciente fue rechazado para su publicación en The Lancet. Otros expertos dicen que ese rechazo no pone necesariamente en cuestión la validez científica de las conclusiones.
Brennan dijo que pese a las inevitables imprecisiones, los datos indican una profunda crisis.
"¿Es posible que apenas hayan muerto cinco millones de personas?", dijo. "Es mucho más probable que hayan muerto 5.4 millones. Pero la cifra exacta no es crucial. Esos datos pueden ayudarnos a entender la dimensión del problema y a orientar nuestras soluciones a salvar vidas".

27 de enero de 2008
23 de enero de 2008
©new york times
cc traducción mQh
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