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iraq purga policía nacional


[Alexandra Zavis] Las medidas de adiestramiento, integración y anti-corrupción tienen por fin crear un cuerpo policial que contribuya a la estabilidad del país.
Numaniya, Iraq. "¡Policía, policía, policía!" Jóvenes reclutas blandiendo ametralladoras de juguete forman fila frente a un edificio, se identifican a sí mismos tres veces en árabe, y luego irrumpen por una puerta.
El ejercicio puede ser corriente, pero la clase en el centro de adiestramiento policial aquí no lo era: Por primera vez, el grupo -1.830 cadetes que egresaron el 21 de enero- incluye tanto a musulmanes chiíes como sunníes.
Son parte de un intento de reformar la policía nacional, una fuerza que en la mente de muchos iraquíes es sinónimo de escuadrones de la muerte chiíes que secuestran, torturan y matan a sunníes, cuyos cuerpos aparecían por docenas día tras día hace unos meses en vertederos y cloacas de Bagdad.
El año pasado el jefe de la policía nacional, general división Hussein Awadi envió tres equipos de reclutamiento a antiguos bastiones sunníes insurgentes, como en las provincias de Anbar y Diyala, para convencer a los sunníes de unirse al cuerpo de policía abrumadoramente chií. También sacó de las calles a cientos de policías corruptos y abusadores; regularizó los uniformes, los equipos y el adiestramiento; e introdujo una nómina de salarios computarizada para reducir el fraude.
Pero su principal reto, dijo, es convencer a sus críticos de que la policía nacional ha cambiado. En septiembre, una comisión norteamericana independiente recomendó el desmantelamiento de esa organización.
"Se ha convertido en el tendedor en el que todo el mundo cuelga su ropa sucia", dijo el fornido comandante, con un rosario de cuentas en la mano en su oficina en la Zona Verde fortificada de Bagdad, a unos 130 kilómetros al noroeste de Numaniya. Toda vez que se denuncia un abuso de autoridad, se da por sentado que la responsable es la policía nacional.
"No niego que es probable que todavía se cometan errores", dijo Awadi. "Pero tan pronto como los detectamos, los solucionamos".
Una comisión presidida por el general de la Armada en retiro, general James L. Jones, concluyó que la policía nacional seguía siendo "un elemento altamente sectario de las fuerzas de seguridad iraquíes y que en su mayor parte es incapaz de contribuir a la seguridad y estabilidad de Iraq".
El cuerpo de policía informa al ministerio del Interior, que la comisión concluyó que estaba tan plagada de elementos corruptos y grupos sectarios que sería incapaz de realizar reformas.
La comisión recomendó utilizar unos seis mil de los veintiséis mil miembros de la organización para crear unidades especializadas para colaborar en la eliminación de pertrechos de guerra, control de disturbios civiles y otras tareas imposibles de realizar por la policía local. El resto de los miembros serían absorbidos por la policía y el ejército, dijo.
Oficiales norteamericanos en Iraq reconocen importantes deficiencias en la policía nacional, pero dicen que las autoridades iraquíes están purgando a los elementos sectarios.
"Optaron por el intento de eliminar... a los malos elementos y poner en la policía el liderazgo correcto y adiestrar a los agentes para implementar las reformas", dijo el general de división del ejército Michael Jones, que dirige los equipos de asistencia norteamericana que asesoran al ministerio del Interior iraquí. "En este caso, me parece que esa opción está dando resultados".
En algo más de un año se ha remplazado a los nueve comandantes de brigada -uno de ellos dos veces- por conductas impropias, junto con dieciocho de los veintisiete comandantes de batallón y cerca de 1.300 agentes corrientes, de acuerdo a cifras estadounidenses. Miles más han sido sacados de las planillas de pago por no aparecerse sin permiso, dijoAwadi.
Pero funcionarios de alto nivel son rara vez sometidos a juicio; la mayoría de ellos son reasignados a posiciones de menor influencia dentro del ministerio.
Las acusaciones de mala conducta persiguen a todas las fuerzas de seguridad iraquíes, pero pocas son tan temidas como la policía nacional. Fue creada para poner coto a todo un mosaico de unidades antiterroristas de estilo comando con dudosas lealtades y sin un comando unificado.
Asesores norteamericanos de Bayan Jabr, que fue nombrado ministro del Interior en mayo de 2005, lo acusaron de sacar a los sunníes del ministerio y organizar a milicianos chiíes en brigadas de comandos de fuerzas especiales. Jabr dijo que se necesitaban nuevos comandos para perseguir a los extremistas sunníes responsables de los implacables atentados con bomba contra comunidades chiíes y las fuerzas de seguridad iraquíes. Admitió que fueron infiltradas por las milicias, pero negó que fuese algo sistemático o extendido.
Cuando en febrero de 2006 los atentados contra un venerado santuario chií empujaron a Iraq a la guerra civil, quedó en claro que los milicianos chiíes estaban usando las unidades de comandos como fachada de los escuadrones de la muerte que recorrían las calles de Bagdad atacando a civiles sunníes.
En abril de ese año, fuerzas norteamericanas persuadieron a Jabr de que fusionara los comandos y otras fuerzas fuertemente armadas en un solo cuerpo, la policía nacional.
Con el sucesor de Jabr, Jawad Bolani, los oficiales de la policía nacional han sido investigados y enviados a un curso de adiestramiento básico que se concentra en el profesionalismo y la ética -en muchos casos fue el primer curso de adiestramiento que habían recibido. Al término del curso, se les entregaban uniformes azules producidos digitalmente. Jabr sostenía que los delincuentes estaban comprando uniformes falsos en los mercados; los nuevos eran más difíciles de copiar.
La última unidad de comando completó su adiestramiento, conocido como la ‘repintura' en noviembre, y carabineros italianos están ahora dictando cursos avanzados de liderazgo.
Vecinos de Dora, un barrio predominantemente sunní que era uno de los peores campos de la muerte de Bagdad, dicen que han observado un cambio.
Jasim Kamil, que vende vestidos de novia en el mercado de Dora, dijo que el año pasado vio a hombres con el uniforme de la policía nacional matar a balazos a cinco tenderos sunníes. Unos días después, insurgentes sunníes bombardearon la unidad, matando e hiriendo a algunos de los tenderos que quedaban dijo.
"Ahora hay una enorme diferencia en la actitud de la policía nacional hacia la gente", dijo. "En los puestos de control han empezado a saludar a la gente y a tratarla con respeto".
Pero al oeste de Dora, dicen oficiales norteamericanos, una notoria unidad de la policía nacional conocida como la Brigada Lobo, continuó ayudando a la milicia chií Ejército Mahdi para expulsar a los sunníes de sus casas después del readiestramiento del año pasado.
La Brigada Lobo llegó a tener su propio programa de televisión en el que presuntos insurgentes, algunos de ellos claramente torturados, eran mostrados frente a las cámaras para que confesaran. En mayo de 2006 una inspección conjunta norteamericana-iraquí halló a más de 1.400 prisioneros hacinados en una cárcel de Bagdad bajo el control de la brigada, algunos de ellos con signos de haber sido torturados.
En una campaña para limitar la influencia de las milicias en esta unidad, dijo Awadi, despidió al comandante de brigada, un chií, en octubre, reasignando a la mitad de sus miembros e incorporando a agentes sunníes. El nuevo comandante es un kurdo sunní, al que Awadi se refiere bromeando como su "león de la montaña", una referencia a la región montañosa kurda en el norte de Iraq.
Pero es un proyecto en proceso. Cuando hace poco se le preguntó a un agente sunní si confiaba en los chiíes de su comando, pensé en la pregunta durante un rato, y luego levantó su mano empuñada y dijo: "Los tengo bajo control".
Awadi, un chií, dice que cerca del cuarenta por ciento de sus agentes son sunníes. Ahora está tratando de que los agentes más corrientes reflexionen sobre la composición étnica y sectaria de Iraq.
Cuando dirigentes tribales sunníes de la provincia de Anbar empezaron a alentar a su gente para que lucharan contra los insurgentes a los que antes apoyaban, Awadi dijo que les ofreció quinientas matrículas para el curso de 460 horas en Numaniya.
Al principio los jeques estaban escépticos, y sólo unos doscientos voluntarios se aparecieron durante el primer día de reclutamiento. Awadi se negó a aceptarlos y les dijo a los jeques que iba a interrumpir el curso si no tenía quinientos hombres de Anbar. Eso, dijo, convenció a los jeques de que estaba hablando en serio.
Más de trescientos reclutas de Anbar asistieron al curso más reciente en Numaniya. Awadi los describe como "embajadores de la policía nacional en Anbar" y dijo que esperaba que convencerían a otros para que participaran.
Los árabes sunníes componen más del cincuenta por ciento curso. La mayoría de los otros cursistas eran chiíes, pero pequeños contingentes de kurdos, turcomanos y cristiano.
Algunos de los sunníes reclutados reconocieron ante sus instructores que se ponían nerviosos cuando pensaban en la posibilidad de incorporarse. Pero después de un mes de curso, los hombres empezaron a acostumbrarse unos a otros. Dijeron que comían, dormían, se ejercitaban y rezaban juntos.
"Pensábamos que esta día no iba a llegar nunca", dijo Allah Nouri Shakir, un sunní que abandonó su trabajo como carpintero en Faluya para unirse a la policía nacional", dijo. "Es un sueño".

alexandra.zavis@latimes.com

Said Rifai enNumaniya y Saif Rasheed en Baghdad contribuyeron a este reportaje.

16 de febrero de 2008
6 de febrero de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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