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animalista en boca del león


Un investigador de la Sociedad Protectora que trabajó en la planta procesadora de carne de Chino dijo que pinchar al ganado no-ambulatorio se hacía con todo "descaro" y era "habitual".
[Steve Chawkins y Victoria Kim] Para ocultar su identidad y evitar posibles represalias, el investigador encubierto que provocó el retiro de carne de vacuno más grande de la historia de Estados Unidos se niega a decir su nombre, su estado marital, su ciudad natal, sus antecedentes laborales ni incluso su edad. Una de las pocas cosas personales que revelará son sus preferencias culinarias: es vegano.
Pero en una conferencia telefónica el lunes, el investigador de la Sociedad Protectora de Estados Unidos dio una descripción vívida y lúgubre de sus seis semanas en un matadero de Chino que abastecía de carne a los programas de almuerzo y supermercados en todo Estados Unidos.
De día, dijo el investigador, ayudaba a llevar al ganado desde los camiones y corrales a la rampa que lleva al área de sacrificio. Al mismo tiempo, con el uso de una diminuta cámara oculta filmaba la violencia con que se trataba a los animales demasiado débiles o enfermos como para llegar caminando al sacrificio. Según las reglas federales, sólo los animales en estado de caminar pueden ser usados como carne.
De noche, contó el agente, se retiraba, exhausto y manchado de estiércol, a un motel en Ontario para escribir sus observaciones en una libreta y guardar sus cintas de video en una caja fuerte.
"Era tan descarado, tan corriente", dijo, hablando desde un lugar que no quiso revelar. "Era tan ostentoso... Arreaban animales que sabíamos que no habían sido autorizados para el consumo humano".
El video producido por la operación encubierta llevó al fiscal de distrito del condado de San Bernardino a presentar cargos criminales contra dos empleados de Hallmark/Westland Meat Packing Co. y empujó al Departamento de Agricultura de Estados Unidos a anunciar el retiro de 64 millones de kilos de carne de vacuno. Funcionarios del departamento dijeron que creían que la mayor parte de la carne ya había sido consumida, y que el riesgo para la salud pública era mínimo.
Ahora la planta ha sido cerrada, y no hay modo de localizar a empleados de la compañía para que comentaran este lunes.
El infiltrado dijo que estaba en una misión no relacionada -que no quiso decir de qué se trataba- cuando pasó por una planta de Chino. Hasta entonces, dijo, no sabía que la mayor parte de los animales sacrificados en Hallmark/Westland provenían de granjas lecheras -muchas vacas, dijo, ya estaban débiles y escuálidas cuando eran cargadas a los camiones.
El investigador dijo que dio su nombre verdadero y su número de la Seguridad Social y no tuvo problemas en obtener el trabajo. A ocho dólares la hora en turnos de doce horas al días de agotador trabajo, dijo, el movimiento de personal era tan alto que los capataces se contentaban con tener a empleados que no renunciaran al día siguiente.
Trabajaba desde la salida hasta la puesta de sol, arreando al ganado por una larga y estrecha rampa hacia el área de sacrificio. Al final del día, pasaba una hora sacando estiércol y limpiando.
Durante una breve pausa de almuerzo en su coche, comió hamburguesas de soya y substituto de cecina en un intento de parece otro empleado más.
Desde su primer día empezó a presenciar acciones ilegales que dijo que eran rutina. Cuando una vaca se derrumbaba en su camino al sacrificio, dos empleados saltaban inmediatamente a la rampa. Uno cogía a la vaca por el rabo y el otro le aplicaba descargas eléctricas, dijo. Cuando eso no daba resultados, los empleados mataban a la vaca ahí mismo, enganchaban una cadena alrededor del cogote y la arrastraban sobre sus rodillas hasta la zona de sacrificio.
El ganado que no puede caminar -llamado no ambulatorio- tiene una ocurrencia más alta del mal de las vacas locas, o de encefalopatía espongiforme bovina, y se supone que deben ser sacrificados en el lugar mismo y retirados inmediatamente.
Mientras el investigador trabajaba a 38 grados Celsius, sudado y apestoso, documentaba lo que ocurría mediante una cámara estenopeica debajo de su camisa, que manejaba con un interruptor en el bolsillo, dijo. Pudiendo filmar sólo una hora de cada día, tenía que tomar decisiones rápidas y reservar la cinta para lo que consideraba las prácticas más atroces.
Dijo que vio a animales más débiles ser aguijoneados para que se levantaran, o vacas a las que disparaban agua en sus narices antes de llevarla, temblando, al área de sacrificio. Algunas animales no ambulatorios eran arrastrados con cadenas. Dijo que un capataz ordenaba a sus hombres que las levantaran cuando las vacas parecían demasiado enfermas como para caminar.
Pero funcionarios de gobierno encargados de la inspección del proceso nunca estuvieron presentes para presenciar esas acciones, dijo.
"Simplemente, no existía ese nivel de control", dijo. "Cuando las vacas dan sus últimos pasos, no hay funcionarios del Departamento de Agricultura que objete esa conducta".
Describiéndose a sí mismo como una "persona entre bastidores", el empleado encubierto dijo que le preocupaba el trato dado a los animales desde que era un niño.
"Hay que ser especial para hacer lo que él hace", dijo Frank Loftus, ex periodista radial que dirige investigaciones para la Sociedad Protectora y supervisa operaciones encubiertas. "Cuando haces operaciones encubiertas, ves las cosas de primera mano".
Los largos días se cobraron su peaje, dijo el investigador. Adolorido y empapado en sudor, volvía a su motel, controlaba las grabaciones y se aseguraba de que su cámara estuviera funcionando perfectamente. Luego apuntaba los principales sucesos del día en un diario de vida, cargaba la cámara para el día siguiente, y se echaba a dormir.
Durante el curso de la operación, dijo, tres cámaras se destruyeron por el intenso trabajo físico.
"Realmente te agotas", dijo el investigador. "Comes mal -comida del microondas, la misma comida congelada todos los días. Al final del día, estás muerto".
No había llamadas a casa y pocas a su patrón. No hizo amigos entre sus colegas, la mayoría de los cuales hablaban tan poco inglés como español él. En sus días libres se quedaba en casa, demasiado cansado como para salir. Dijo que su fachada nunca corrió peligro. Era muy consciente de la seguridad.
"Hay un montón de gente a la que no les gustan estas investigaciones", dijo. "Es por eso que no doy a conocer lo que podrían parecer detalles de poca importancia; estoy más preocupado de que alguien encuentre una conexión con la gente a mi alrededor que de mí mismo".
En una entrevista con la policía de Chino, los agentes le preguntaron si había sido detenido alguna vez. De acuerdo a un informe policial, reconoció tres arrestos por ofensas en protestas en Washington D.C., Filadelfia y Carolina del Norte por "cargos de desobediencia civil".
Hablando con el Times, el investigador dijo que las protestas eran "políticas", pero se negó a decir si tenían relación con temas sobre derechos de los animales.
El investigador dijo que antes había entrando encubiertamente a varios locales, incluyendo una granja porcina. No quiso decir dónde ocurrieron esas investigaciones o cuáles fueron los resultados.
Empleados de la Sociedad Protectora dicen que la planta en Chino fue escogida al azar para ser investigada, y sugieren que los hallazgos no son inhabituales.
"En mi opinión, no es único", dijo Loftus. "¿Hay otros locales donde se cometan tantos abusos? No podría decírtelo".
Loftus dijo que sociedad cuenta con varios operativos encubiertos, pero no quiso decir cuántos.
El lunes el Instituto Americano de la Carne advirtió contra generalizaciones basada en Hallmark/Westland, diciendo que las prácticas descritas en las cintas del investigador "están en agudo contraste" con las de plantas procesadoras típicas.
El investigador dijo que sabía que algún día -quizás en un proceso relacionado con el matadero de Chino- que su identidad sería descubierta.
"Nada de esto tendría sentido si yo no estuviera dispuesto a correr ese riesgo", dijo. "Pero eso es algo que ahora mismo no me interesa realmente. El ocultamiento de mi identidad es algo que todavía considero realmente importante".

steve.chawkins@latimes.comvictoria.kim@latimes.com

1 de abril de 2008
19 de febrero de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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