en defensa de los quiltros
El actual embajador de Chile en Ecuador y ex vicepresidente de la República, Enrique Krauss es un resuelto animalista.
[Enrique Krauss] Chile. En Defensa del Quiltro. En la concepción cristiana, los animales forman parte de la creación y existen para complementar la presencia del hombre en el mundo. Quien mejor entendió esta identidad entre ser humano y animales fue San Francisco de Asís, "el varón que tiene corazón de lis, alma de querube, lengua celestial", según los conocidos versos de Rubén Darío.
Muchos animales han pasado del estado salvaje al doméstico y se han incorporado al entorno humano, llegando, incluso, a formar parte de la familia que los ha acogido.
No siempre la reacción humana ha sido proporcional al servicio que le proporcionan los animales, a los cuales se les acosa y extermina, y se les hace objeto de actos de increíble crueldad.
Frente a estos hechos han reaccionado numerosos autores y la propia comunidad internacional que en 1977 acordó una Declaración de los Derechos del Animal, ratificada por la Organización de las Naciones Unidas y la Unesco, la que reacciona contra los crímenes que el hombre comete contra la naturaleza y los animales.
Con ello se aspira a que el homo sapiens simplemente reconozca el derecho a la existencia de otras especies animales, esencial fundamento de la coexistencia universal. Probablemente, el animal que mayor cercanía ha establecido con el género humano es el perro.
Se dice que hace 14 mil años solo existía el lobo, especie que se adecuó a las prácticas humanas dando lugar a un vasto número de razas caninas, la mayoría de ellas caracterizada por su devoción a toda prueba con el amo al que obedecen. Son incontables las anécdotas, cuentos y filmes que confirman la lealtad, la sagacidad y hasta el heroísmo de los perros.
Estas apreciaciones de simpatía y reconocimiento por estos animales ciertamente no son compartidas por Guillermo Vargas Habacuc, pretendido artista costarricense, que, realizando lo que llama arte conceptual, mostró en agosto pasado en una galería de Managua, a un perro abandonado, famélico y enfermo, un típico callejero de los que pululan en nuestras ciudades, homenajeados alguna vez por Alberto Cortez. Habacuc mantuvo amarrado a ese quiltro -conforme los llamamos en mi país- a corta cadena, sin comida ni agua mientras duró su seudo experiencia artística hasta que el pobre animal murió de inanición. Lo singular es que esta ‘obra' fue presenciada sin reclamos por el público e, incluso, premiada por su originalidad. Es más, se ha invitado a Habacuc a repetir su instalación en la próxima Bienal Centroamericana de Honduras en noviembre próximo. Un planteamiento de rechazo a esta brutalidad ha logrado hasta ahora el respaldo de más de un millón de personas, producto de una campaña que recorre los correos informáticos del mundo entero repudiando tal expresión de salvajismo. Quien adhiere obtiene que los perros callejeros le saluden moviendo con el alegre mensaje de su cola. Ellos sí saben ser agradecidos.
Enrique Krauss Rusque
Embajador de Chile en el Ecuador
Muchos animales han pasado del estado salvaje al doméstico y se han incorporado al entorno humano, llegando, incluso, a formar parte de la familia que los ha acogido.
No siempre la reacción humana ha sido proporcional al servicio que le proporcionan los animales, a los cuales se les acosa y extermina, y se les hace objeto de actos de increíble crueldad.
Frente a estos hechos han reaccionado numerosos autores y la propia comunidad internacional que en 1977 acordó una Declaración de los Derechos del Animal, ratificada por la Organización de las Naciones Unidas y la Unesco, la que reacciona contra los crímenes que el hombre comete contra la naturaleza y los animales.
Con ello se aspira a que el homo sapiens simplemente reconozca el derecho a la existencia de otras especies animales, esencial fundamento de la coexistencia universal. Probablemente, el animal que mayor cercanía ha establecido con el género humano es el perro.
Se dice que hace 14 mil años solo existía el lobo, especie que se adecuó a las prácticas humanas dando lugar a un vasto número de razas caninas, la mayoría de ellas caracterizada por su devoción a toda prueba con el amo al que obedecen. Son incontables las anécdotas, cuentos y filmes que confirman la lealtad, la sagacidad y hasta el heroísmo de los perros.
Estas apreciaciones de simpatía y reconocimiento por estos animales ciertamente no son compartidas por Guillermo Vargas Habacuc, pretendido artista costarricense, que, realizando lo que llama arte conceptual, mostró en agosto pasado en una galería de Managua, a un perro abandonado, famélico y enfermo, un típico callejero de los que pululan en nuestras ciudades, homenajeados alguna vez por Alberto Cortez. Habacuc mantuvo amarrado a ese quiltro -conforme los llamamos en mi país- a corta cadena, sin comida ni agua mientras duró su seudo experiencia artística hasta que el pobre animal murió de inanición. Lo singular es que esta ‘obra' fue presenciada sin reclamos por el público e, incluso, premiada por su originalidad. Es más, se ha invitado a Habacuc a repetir su instalación en la próxima Bienal Centroamericana de Honduras en noviembre próximo. Un planteamiento de rechazo a esta brutalidad ha logrado hasta ahora el respaldo de más de un millón de personas, producto de una campaña que recorre los correos informáticos del mundo entero repudiando tal expresión de salvajismo. Quien adhiere obtiene que los perros callejeros le saluden moviendo con el alegre mensaje de su cola. Ellos sí saben ser agradecidos.
Enrique Krauss Rusque
Embajador de Chile en el Ecuador
3 de abril de 2008
cc unión de defensa del derecho animal
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