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después de diez años de guerra


Contra Occidente, al-Qaeda sigue impenetrable para los espías.
[Craig Whitlock] Barcelona, España. Diez años después de que al-Qaeda declarara la guerra contra Estados Unidos, las agencias de espionaje norteamericanas no han tenido demasiada suerte en el reclutamiento de informantes bien colocados y han descubierto que los escalones superiores de la red son más difíciles de penetrar que el Kremin durante la Guerra Fría, según funcionarios de las inteligencias norteamericana y europeas.
Algunos funcionarios de contraterrorismo dicen que sus agencias perdieron tempranas oportunidades de atacar a la red desde dentro. Dependiendo de tácticas de la Guerra Fría como recompensas en dinero para delatores, pasaron por alto los motivos religiosos de los radicales islamitas y no obtuvieron casi resultados.
Según los funcionarios desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 al-Qaeda ha estrechado la seguridad interna de sus mandos, colocando más énfasis en lealtades personales y tribales para determinar quiénes pueden tener acceso a sus líderes.
Alain Chouet, ex jefe del servicio de seguridad e inteligencia de la DGSE, la agencia de espionaje de los franceses, dijo que puede tomar años que los informantes se amadriguen en las redes islamitas radicales. Incluso si tienen éxito al principio, dijo, siempre hay nuevos miembros de al-Qaeda que están "altamente disponibles" -candidatos por excelencia para misiones suicidas.
Después de perder oportunidades anteriores, dijo que puede ser demasiado tarde para que las agencias occidentales redoblen sus esfuerzos por infiltrar la red. "Creo que ahora no se puede penetrar ese movimiento", dijo.
Al mismo tiempo, esas agencias han hecho más difícil su tarea al revelar la identidad de algunos prometedores informantes o maltratando a otros.
En enero, la policía española arrestó a catorce hombres en Barcelona sospechosos de haber estado preparándose para colocar bombas en los metros en ciudades de toda Europa. Los detectives revelaron en documentos judiciales que las detenciones fueron provocadas por un informante paquistaní que trabaja para la inteligencia francesa.
La revelación encolerizó a los funcionarios franceses, que se vieron obligados a perder un informante -un raro ejemplo de un agente que ha infiltrado con éxito campamentos de adiestramiento en Pakistán. Las autoridades españolas expresaron su pesar, pero dijeron que no tenían alternativa; después de no encontrar bombas ni otras evidencias durante las detenciones, el caso dependía en gran parte de la palabra de un informante.
"Los atentados suicidas no dejan demasiado margen para tomar una decisión", dice Vicente González Mota, el fiscal jefe. "Actuar después de un atentado sería una tragedia".
Hace diez años, el 23 de febrero de 1998, Osama bin Laden emitió una fatwa declarando que era "el deber de todo musulmán" matar a estadounidenses y sus aliados en todo el planeta. Retrospectivamente, algunos funcionarios de las inteligencias norteamericana y europeas han subestimado al enemigo y pensaron que podían emplear métodos antiguos para desestabilizar a al-Qaeda.
Durante la Guerra Fría, por ejemplo, la CIA tuvo algo de éxito en el reclutamiento de topos de la KGB y convenciendo a desertar a funcionarios soviéticos. La agencia pudo comprar a señores de la guerra afganos con maletas de dinero, convenciéndoles de luchar contra las tropas soviéticas en los años ochenta y atacar a los talibanes en 2001. Una estrategia similar ha dado resultados, en cierta medida, contra los insurgentes en Iraq: El dato de un informante condujo directamente a la muerte de Abu Musab al-Zarqawi, cabecilla del grupo al-Qaeda en Iraq, en 2006.
Pero la organización central de al-Qaeda y Afganistán ha demostrado ser impermeable a filtraciones perjudiciales.
Parte del problema es que la CIA y el FBI tienen muy pocos agentes que hablen árabe que podrían dirigir o reclutar a informantes. En lugar de convertir en prioridad el desarrollo de las fuentes de desarrollo humano, las agencias asumieron que podían contar con los satélites espías y otras tecnologías de vanguardia.
Agencias de espionaje paquistaníes, preocupadas por la política interna y otras amenazas, tampoco ayudaron demasiado, dijeron funcionarios.
De 1992 a noviembre de 2004, "trabajamos codo a codo con los egipcios, los jordanos -los mejores servicios de inteligencia árabes- y no reclutaron ni a una sola persona que pudiera informar sobre al-Qaede desde dentro", dijo Michael Scheuer, que en los años noventa dirigió una unidad de la CIA para encontrar a bin Laden. Dejó la agencia en noviembre de 2004.
Después del 11 septiembre de 2001, funcionarios norteamericanos trataron otra táctica probaba: ofrecer enormes recompensas por datos que lleven a la captura o muerte de los líderes de al-Qaeda, incluyendo veinticinco millones de dólares cada uno por bin Laden y su delegado Ayman al-Zawahiri.
Sin embargo, ese anzuelo ha sido en gran parte inútil en Pakistán y Afganistán. Las recompensas no han sido anunciadas públicamente en ninguno de estos países desde que Khalid Sheik Mohammed, el organizador de los atentados del 11 de septiembre de 2001, fuera capturado en Rawalpindi, Pakistán, en marzo de 2003.
Scheuer dijo que no era probable que el dinero y otros alicientes persuadieran a islamitas radicales a traicionar una causa religiosa con la que se identifican completamente. Mientras que la gente en los márgenes de al-Qaeda -los traficantes de armas, los de drogas y los extremistas rivales- pudiera tentarse, dijo, las posibilidades son remotas con gente más arriba en la cadena de comando.
"Todavía estamos aplicando una estrategia de la época de la Guerra Fría. "Este es un objetivo mucho más difícil que los soviéticos. Estas personas creen realmente. Viven de acuerdo a sus creencias, no en el regazo del lujo".

Protegidos de los Espías
Desde el 11 de septiembre de 2001, el FBI y agencias policiales europeas han tenido algo de suerte en el reclutamiento de informantes en sus propios países, lo que les permitió desbaratar células terroristas en Miami, Nueva York, Londres y Copenhagen.
Pero el liderazgo central de al-Qaeda en Pakistán sigue incólume, en parte por un mayor control de su aparato de seguridad interna de por si bastante sofisticado, según dicen pasados y actuales agentes de inteligencia.
Sus reclutadores buscan discretamente nuevos operativos en los campos de adiestramiento administrados por otros grupos radicales, como los talibanes. Los elegidos reciben misiones específicas y rara vez entran en contacto con figuras de alto rango de al-Qaeda. También deben pasar por extensos chequeos de antecedentes, que requieren normalmente referencias personales de simpatizantes del movimiento, dijeron funcionarios.
Los vínculos tribales o familiares son fundamentales, y ciertas categorías de personas son automáticamente sospechosas, dijeron funcionarios de inteligencia. Durante años al-Qaeda ha evitado a reclutas argelinos, agregaron, porque se asume que los grupos terroristas argelinos han sido infiltrados por los servicios de seguridad de ese país.
"Nos enfrentamos a una organización muy disciplinada", dijo Louis Caprioli, ex jefe de contraterrorismo internacional del servicio de inteligencia nacional francés y ahora consultor para GEOS, una firma de seguridad global. "Esta gente ha entendido que son blanco de los informantes, de modo que es más difícil penetrarlos".
Agencias de espionaje norteamericanas y europeas han evitado enviar a sus propios agentes encubiertos a campos de adiestramiento en Pakistán y Afganistán, dijeron los funcionarios.
Dijeron que pocos operativos tienen las habilidades lingüísticas, la formación personal y el conocimiento del radicalismo islamita que les permitiría hacerse camino en los campos. Además, las consecuencias políticas del riesgo de que al-Qaeda desenmascare a un espía serían enormes, dijeron.
Más allá de eso, los agentes encubiertos necesitan normalmente una extensa red de apoyo que sería difícil de mantener durante los años que se requieren para infiltrar la jerarquía de al-Qaeda, dijo un funcionario de la inteligencia británica que habló a condición de preservar el anonimato.
Además, los operativos encubiertos podrían recibir alguna orden de al-Qaeda para organizar un ataque suicida o matar a alguien. "Que no podemos dejar que suceda", dijo el ex funcionario británico. "Tienes la obligación de impedir que ocurra".
Intentar eludir una misión semejante sólo levantaría sospechas. La gente de al-Qaeda son "muy astutos en estas cosas", dijo el ex agente. "Tienen un enfoque preventivo bastante brutal. Si sospechan que eres informante o agente, te matan".
Reclutar a externos para que hagan de espías tiene sus propios riesgos. Estados Unidos y los países europeos tienen restricciones para la contratación de informantes con pasados turbios. En 1995, por ejemplo, la CIA adoptó instrucciones que exigen una aprobación especial para reclutar a fuentes pagadas que hayan sido acusadas de violaciones a los derechos humanos u otros crímenes graves.
Además, colaborar con ese tipo de gente puede ser un tiro por la culata.
El mes pasado las autoridades de Casa Blanca arrestaron a un ciudadano belga-marroquí, Abdelkader Belliraj, y lo acusaron de conspirar para cometer actos terroristas. Los detectives dijeron que había trabajado estrechamente con al-Qaeda y se había reunido en Afganistán con Zawahiri, el segundo líder de la red, en 2001. De acuerdo a funcionarios marroquíes, durante el interrogatorio Belliraj confesó su participación en seis asesinatos no resueltos en Bélgica a fines de los años ochenta.
El caso provocó un escándalo cuando unos días después los diarios en Bruselas informaron que Belliraj había sido un informante pagado del servicio de inteligencia nacional belga, incluso en momentos en que su red tramaba asesinatos y robaba vehículos blindados en Europa.

En la Yihad
Pero funcionarios de contraterrorismo conservan la esperanza de que algún día lograrán colocar a alguien dentro de al-Qaeda. La red tiene un lado flaco, observan: Sigue siendo dependiente de un flujo fresco de militantes para rellenar sus filas y los agentes podrían ser introducidos en ese flujo.
El 6 de marzo, Mustafa Abu al-Yazid, un comandante de al-Qaeda, subió a internet una grabación en la que pedía reclutas para luchar contra tropas de la OTAN y Naciones Unidas en Afganistán. La red necesita urgentemente ingenieros y médicos, dijo, agregando que "vuestros hermanos en Afganistán os están esperando".
Al-Qaeda también ha mostrado que acepta a militantes con antecedentes poco usuales.
Adam Gadahn, 29, un californiano con raíces judías, se mudó a Pakistán después de que se convirtiera al islam hace diez años. Se unió años más tarde a al-Qaeda y ahora es su asesor de propaganda, en contacto directo con Zawahiri y otros líderes. En 2006 fue acusado de traición por un gran jurado norteamericano.
A mediados de los años noventa, un informante de origen marroquí que trabajaba para el servicio de inteligencia francés infiltró dos campos de adiestramiento en Afganistán y forjó una relación personal con varias figuras de alto rango de al-Qaeda.
El informante -un musulmán amantes del tabaco y el vino con el don de la labia- se hizo camino hacia los campos simplemente llegando a Pakistán y preguntando, de acuerdo al libro que publicó en 2006 titulado ‘Inside the Jihad'.
Escrito con el seudónimo de Omar Nasiri, el informante dijo que sus jefes franceses le desaconsejaron que emprendiera la misión porque dudaban que pudiera hacerlo.
"Yo era la solución que estaban esperando, pero no lo reconocían", dijo Nasiri en una entrevista hace poco. "Les dije: ‘Sabes, no estoy haciendo ni el diez por ciento de lo que puedo hacer'. Y se enfadaron cuando dije eso. Pero sabían que tenía la razón".
Ahora vive bajo el alero del programa de protección de testigos. Funcionarios de la inteligencia europea confirmaron que había trabajado como informante, pero se negaron a comentar otros detalles.
En la entrevista, Nasiri dice que sería difícil, pero no imposible, infiltrar a al-Qaeda en el sudeste asiático con informantes pagados. "Todo momento de mi vida era una prueba, toda respuesta, todo movimiento", dijo sobre su periodo en los campos de adiestramiento. "Tienes que mostrar una devoción completa a la causa. Si alguien hace todo esto para amoldarse, el riesgo es que tarde o temprano empezará a creer en todo ello".

Cristina Mateo-Yanguas en Madrid contribuyó a este reportaje.

4 de abril de 2008
20 de marzo de 2008
©washington post
cc traducción mQh
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