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el legado de castro


Una América Latina cambia. El presidente cubano vivió lo suficiente como para ver debilitarse el control de la región por Estados Unidos.
[Héctor Tobar] Ciudad de México. Cuando Fidel Castro y su grupo de rebeldes armados entraron en La Habana justo después de la noche de año nuevo en 1959, Dwight Eisenhower era presidente de Estados Unidos y pocos cuestionaban su hegemonía en América Latina.
Pero pronto Castro se declaró pronto comunista, y casi todos los gobiernos de la región se unieron a Estados Unidos en la condena del régimen. Dos generaciones y nueve presidentes estadounidenses después, Castro finalmente se ha apartado -ampliamente admirado, incluso si sus políticas no son imitadas.
Castro no ganó su guerra contra el ‘imperialismo' norteamericano, una lucha que ha empobrecido y aislado a su pueblo. Pero se mantuvo suficiente tiempo como para ver cómo se debilita el control de Washington de la región.
Su revolución fue, en muchos modos, el evento definitorio de la historia de América Latina en el siglo veinte, dijo Lorenzo Meyer, profesor de El Colegio de México aquí. "No ha habido otro líder que haya sido capaz de enfrentarse a Estados Unidos durante medio siglo, y sobrevivir".
Durante décadas América Latina fue uno de los frentes en la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Como aliada de Moscú, Cuba estaba en el lado opuesto de Washington en el tira y afloja ideológico para la región.
Hoy, todos los gobiernos latinoamericanos, excepto Cuba, tienen un jefe de estado elegido democráticamente. Como nunca antes, la suspensión de barreras comerciales permiten que el dinero y las mercaderías fluyan libremente en la región, y el dólar circula incluso como la moneda oficial de El Salvador y Ecuador.
Pero Estados Unidos está lejos de ser el vencedor. En algunos lugares, han emergido nuevos participantes que desafían su influencia, incluyendo al rico gobierno del revoltoso de Hugo Chávez en Venezuela.
Pero aunque no adopten las políticas de Castro, muchos líderes de la región están adoptando la misma retórica desafiante que Castro al comienzo de su carrera. Fue la retórica que atacó a la ‘oligarquía' servil a los intereses foráneos, expresada en un discurso que hizo Castro en 1943 mientras era sometido a juicio por una insurrección fracasada contra el dictador Fulgencio Batista.
"Nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres", dijo Castro, "y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie".
La improbable victoria de los rebeldes de Castro contra Batista menos de seis años después, inspiró a toda una generación de jóvenes y muchachas para adoptar su campaña de guerrilla. Cuba proporcionó el financiamiento y el adiestramiento para sus campañas, aunque la mayoría de ellas fueron quijotescos desastres.
Agentes cubanos fundaron pequeñas organizaciones guerrilleras en Argentina, Perú y otros países, que fueron rápidamente aplastadas. Su más estrecho colaborador, el médico argentino Ernesto ‘Che' Guevara, fue asesinado en un desastroso intento de lanzar una "revolución continental" en Bolivia.
Sin embargo, la supervivencia de Castro al otro lado del Estrecho de Florida cambió los cálculos políticos en toda la región.
"En América Latina, los pasos tomados por la Revolución Cubana fueron un claro ejemplo de que el cambio era posible", dijo José Gabriel Vazeilles, historiador bonaerense.
El régimen cubano, aunque encarcela a los disidentes y ha construido un estado con un solo partido, también construyó un modelo de educación y de programas de salud.
El gobierno de Kennedy respondió con la Alianza por el Progreso, un mini New Deal para abordar los temas de la pobreza y el analfabetismo y la reforma agraria. Miles de millones de dólares fluyeron hacia el sur.
Para parar la expansión de la ‘amenaza comunista' que representaba Castro para otros países, Estados Unidos respaldó algunas de las dictaduras más violentas en la historia de la región, incluyendo el gobierno militar que fue responsable de diez mil muertos en Argentina en los años setenta y ochenta. La CIA organizó una campaña para socavar al gobierno socialista de Salvador Allende, elegido democráticamente en Chile, un aliado de Castro que fue derrocado en un golpe de estado en 1973.
El nuevo gobernante militar de Chile, Augusto Pinochet, impuso las medidas de libre mercado de la ‘escuela de Chicago' en la economía. Para cuando dejó el poder en 1990, tenía la economía más vibrante de América del Sur.
Pero otros países fracasaron estrepitosamente en sus intentos por implementar reformas económicas y políticas preferidas por Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional. La economía de Argentina colapsó en 2001-2002, y los intentos de Bolivia de privatizar su economía provocaron insurrecciones populares que finalmente llevaron al poder a Evo Morales, un indio aimará con orígenes radicales.
Al mismo tiempo, el derrumbe de la Unión Soviética privó a Castro de dinero, poder e influencia, y a principios de los años noventa tuvo que permitir modestas reformas económicas.
Estados Unidos sigue siendo incuestionablemente la potencia más poderosa de la región, y algunos países latinoamericanos han buscado unir sus fortunas económicas directamente con la del vecino del norte. México y Chile cerraron tratados de libre comercio con Estados Unidos; Panamá, Colombia y otros países están tratando de hacer lo mismo.
Pero para muchos otros, denunciando las reformas económicas exigidas por Washington, como la privatización de los servicios, es simplemente hacer política. Líderes con biografías parecidas a las del joven Castro han llegado al poder por medio de elecciones democráticas fomentadas por Estados Unidos.
Además de Venezuela, ex populistas de izquierda están en el poder en Nicaragua, Brasil, Bolivia y otros países. La mayoría de ellos han tomado la precaución de no enfrentarse de lleno a Washington. Pero con Estados Unidos concentrado en gran parte en Oriente Medio, también están buscando en otros lugares.
El año pasado, Nicaragua volvió a elegir al ex revolucionario izquierdista Daniel Ortega a la presidencia, y ahora mantiene buenas relaciones con Estados Unidos. Pero uno de los líderes que visitó a Ortega después de que este asumiera el cargo fue Mahmoud Ahmadinejad, el presidente iraní.
Ahmadinejad es también un estrecho aliado de Chávez.
En enero, los iraníes enviaron una delegación de alto nivel a la investidura del presidente guatemalteco Álvaro Colom.
"En América Latina, cada país está siguiendo su propio derrotero", dijo Colom, un ingeniero elegido con un programa que rechaza las privatizaciones económicas y otras medidas respaldadas por Estados Unidos. "Ahora hay montones de sabores diferentes, para todos los gustos".
China también está buscando expandir su influencia en la región. Ha contemplado la construcción de un canal a través de América Central para competir con el Canal de Panamá.
Dada su edad y la precaria economía de su país, Castro ya no representa un peligro para los conservadores de la región.
En lugar de eso, en sus últimos años ha sido acogido -incluso por presidentes de centro-izquierda, como el ex presidente Néstor Kirchner, de Argentina- como el símbolo de la independencia latinoamericana.
"Fidel es el único mito vivo en la historia de la humanidad", dijo esta semana el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. "El mito continúa".
En 2002 Castro visitó Argentina, donde habló una noche ante decenas de miles de personas reunidas frente a la escuela de derecho de la Universidad de Buenos Aires. "¡Cuéntanos sobre el Che!", gritaron varios estudiantes, refiriéndose a Guevara. Castro, entonces un hombre frágil con voz temblorosa, ofreció veinte minutos de historias de guerra y anécdotas sobre su viejo amigo.
"Hay millones de hombres como el Che entre las masas de América Latina", dijo Castro, entre entusiastas vítores.
Incluso si era más retórica que realidad, los críticos del gobierno de Bush dicen que la Casa Blanca carece de un visión efectiva y unificadora de América Latina. Elsa Falkenburger, analista del laboratorio ideológico Washington Office on Latin America,, dijo que la política norteamericana se ha concentrado en el libre comercio como una solución universal a los problemas de la región, a expensas de la inversión social.
"Por muchas razones", dijo, "nuestra influencia en la región se está evaporando".

hector.tobar@latimes.com

Andrés D'Alessandro contribuyó a este reportaje.

10 de abril de 2008
23 de febrero de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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