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murió joseph miko


Filmó la Revolución Húngara de 1956, y tuvo que huir del país. A los 87.
[Dennis McLellan] Murió Joseph S. Miko, un ex camarógrafo cuyas cintas sobre la Revolución Húngara de 1956 fueron sacadas clandestinamente de Budapest y son consideradas componentes importantes de los archivos documentales de la histórica insurrección nacional contra la opresión soviética. Tenía 87 años.
Miko murió el 28 de abril, de cáncer a la sangre, en el Centro Médico de la UCLA, informó su hijo Joe.
Propietario retirado de tiendas de cámaras y artículos electrónicos en Santa Monica y Manhattan Beach, Miko fue obligado a abandonar Hungría con su familia después de captar en película la breve revolución.
Parte del metraje que filmó Miko de las masivas manifestaciones y enfrentamientos en las calles de Budapest fue mostrado en ‘The 20th Century’, una serie documental de la CBS narrada por Walter Cronkite. Más de cuatro décadas después, Miko y sus cintas fueron incluidos en un episodio del especial de cuatro partes de History Channel, ‘Caught on Film’.
Las cintas de Miko, que guardó durante décadas en su garaje antes de donar 177 minutos al Archivo Húngaro Nacional del Cine en 1993, también fueron utilizadas en los recientes documentales ‘Freedom’s Fury’ y ‘Torn From the Flag’.
"Miko es una de las figuras más reconocidas e instrumentales en la historia de la Revolución Húngara", dijo Klaudia Kovacs, productora y co-directora de ‘Torn From the Flag’ (2007).
Como otros húngaros que captaron la revolución en película, dijo Kovacs, Miko "arriesgó su vida" y al hacer así "mostró algo que no se suponía que debía ser mostrado".

Egresado de la estatal Academia de Teatro y Cine de Budapest, Miko trabajó a veces como camarógrafo de noticiarios de cine. El 23 de octubre de 1956 estaba volviendo de una locación cuando vio una marcha de estudiantes universitarios.
"Siempre llevaba consigo un cámara de 35 milímetros, y cuando entró a la ciudad y vio la marcha y demostración de los estudiantes, los empezó a filmar", contó su hijo al Times.
Desde la calle y tejados, Miko captó dramáticas imágenes, que mostraban cómo aumentaban los manifestantes y llenaban la enorme plaza.
Filmó a los manifestantes atacando con un martillo una estatua derribada del ex dictador soviético José Stalin y cortando con un cuchillo un emblema del Partido Comunista de la bandera húngara -y más tarde captó a un grupo de manifestantes corriendo por sus vidas mientras miembros de la policía secreta les disparaban.
Cuando las manifestaciones se convirtieron en enfrentamientos a toda escala, Miko recorrió la ciudad en el asiento trasero de la moto de un amigo y filmó a los manifestantes armándose a sí mismos y arrojando bombas incendiarias contra los tanques soviéticos que habían entrado a la ciudad para sofocar la revolución.
"Quiero que Occidente vea lo que está ocurriendo en Hungría... Quizás puedan ayudarnos de alguna manera", dijo Miko en el programa de History Channel.
En una impresionante toma captada después de que los manifestantes tomaran la sede del Partido Comunista, Miko mostró el cuerpo de un funcionario del partido que fue asesinado y luego colgado en la calle.
Continuó filmando después de la retirada de las tropas soviéticas, cuando los húngaros quemaban propaganda comunista y destruían símbolos rusos en los edificios. Y estuvo ahí con su cámara el cuatro de noviembre cuando los soviéticos volvieron con refuerzos y aplastaron rápidamente la revolución. Se estima que murieron unos dos mil quinientos manifestantes.
El hijo de Miko dijo que su padre entregó las cintas que había filmado a su suegro, "que las hizo llegar clandestinamente, poco a poco, a la embajada norteamericana".
Miko también escondió copias de las cintas en su armario en el estudio de cine. Varios días después en los alrededores del estudio, contó en el programa de History Channel, se encontró con colegas que le advirtieron no entrar porque los rusos lo estaban esperando, y no volver a casa porque sabían dónde vivía.
Pero volvió a casa, y le dijo a su mujer Eva que tenían que marcharse del país.
"Le dijo a mi madre que él tenía que marcharse o que sería capturado, arrestado, encarcelado y probablemente ejecutado", dijo el hijo de Miko, que entonces tenía ocho años. "Mi madre dijo: ‘No vamos a separarnos; nos iremos juntos’".
"Mis padres me despertaron, metieron algunas cosas en una mochila, y nos marchamos en mitad de la noche".
La estación de trenes, contó, "estaba llena de gente con las mismas intenciones. Pudimos meternos en el vagón del correo, lo que resultó ser una bendición".
Cuando el tren se encaminaba hacia la frontera austríaca, dijo, fue detenido repetidas veces por patrullas rusas, y muchos de los pasajeros fueron detenidos.
Pero cada vez que el tren paraba, dijo, la gente escondida en el vagón del correo reunía dinero para dárselo al encargado del vagón como "incentivo" para que convenciera a los soldados de que no había motivos para revisar el vagón.
Cuando llegaron a un pequeño pueblo cerca de Austria, la familia de Miko y unos treinta pasajeros más pagaron a un hombre de la localidad para que les guiara y cruzar la frontera.
Después de cruzar, parte del grupo fue capturado. Pero la familia de Miko siguió caminando durante horas y finalmente llegaron a Viena. "Sin tener dónde ir y sin dinero", dijo el hijo de Miko, fueron aceptados por un hombre que apenas hablaba húngaro.
Cuando llamó desde Viena a amigos en Budapest, Miko se horrorizó al enterarse de que los soviéticos habían encontrado y confiscado las cintas en su armario, y las estaban usando para identificar a los manifestantes.
"Me sentí muy mal porque no había pensado en ello", dijo en el programa de History Channel. "Montones de personas terminaron en la cárcel debido a mis cintas, así que pensé que había causado mucho daño".
El hijo de Miko dijo que la embajada norteamericana en Budapest sacó las cintas de Hungría por valija diplomática.
"El gobierno norteamericano hijo una copia de las cintas para su propio servicio de inteligencia, lo que ayudó a que nos transportaran en avión hacia Estados Unidos", dijo.
Miko se mudó a Los Angeles. No pudo encontrar trabajo en la industria del cine, así consiguió empleo en un taller de herramientas y troqueles.
Antes de comprar una tienda de cámaras en Santa Monica a principios de los años sesenta, trabajó en películas independientes de bajo presupuesto, incluyendo ‘The Sadist’. Fue el operador de cámara del thriller de 1963, cuyo camarógrafo era un amigo de Hungría que también había filmado la revolución: Vilmos Zsigmond, que llegaría a ganar un Oscar por su trabajo en ‘Encuentros cercanos del tercer tipo’ [Close Encounters of the Third Kind].
Décadas después, Miko recibió el premio Logros de Excelencia del gobierno húngaro por su trabajo sobre la revolución, además de la medalla Héroe de la Libertad y la Cruz de la Orden del Mérito.
En Hungría, donde nació en un suburbio de Budapest el seis de agosto de 1920, sus cintas son conocidas como ‘The Miko Collection: A Historial Document and a National Treasure’.
Además de su hijo, le sobreviven su segunda esposa, Victoria; y dos nietos.

dennis.mclellan@latimes.com

27 de mayo de 2008
11 de mayo de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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