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cocaína en españa


Fue durante largo tiempo la puerta de entrada a Europa; ahora es el principal consumidor de la droga del continente.
[Tracy Wilkinson] Madrid, España. Los domingos al alba, grupos de jóvenes se arremolinan en los semáforos, o recorren el Paseo del Prado.
Pese a la hora, para ellos no es que el día acabe de empezar. Como otros miles de jóvenes españoles, están terminando una larga noche de esforzada parranda que es muy probable que incluya un desenfrenado consumo de cocaína.
En los apretados clubes y vibrantes bares a lo largo de la Gran Vía de Madrid, y en las calles laterales que irradian desde la Puerta del Sol, el corazón de la ciudad, un gramo de cocaína cuesta unos cincuenta euros -79 dólares- y se esnifa rápidamente en los cuartos de servicio o en coches aparcados cerca.
"Es más fácil conseguir cocaína que sacar un carné de biblioteca", dice Gustavo Rodríguez, estudiante de económicas de 31 años, hablando sobre sus farras de antes de la rehabilitación.
Según un reciente estudio sobre el uso de drogas en la Unión Europea, España se ha convertido en el principal consumidor de cocaína de Europa continental. Según estadísticas de Naciones Unidas, el tres por ciento de la población adulta de España consume cocaína; es un porcentaje más alto que el anterior líder, Estados Unidos, que llegó a un 2.3 por ciento.
Según las estadísticas, durante la última década, el consumo se ha duplicado, incluso cuadruplicado, entre los jóvenes de grupos de menor edad.
Parte de la razón que explica este dramático aumento es que España es el primer puerto de entrada de la cocaína que llega a Europa desde América Latina. Todos los meses llegan a puertos españoles y portugueses, en buques de carga y en aviones, oculta en repuestos de máquinas, congelada con los pulpos y en realidad en cualquier cosa, toneladas de cocaína.
Y no puedes ser una ruta de tránsito toda la vida sin probar finalmente la mercadería.
Hace algunas décadas se vivió una historia similar en los países productores más importantes, como Perú, Bolivia y Colombia; durante años se fanfarronearon de no tener drogadictos entre sus habitantes -solamente la cultivaban y procesaban para enviarla al extranjero. Pero no iba a ser siempre así.
En España, el aumento en el consumo también está asociada con la rápida transformación de la sociedad española. En apenas una generación, este país de cuarenta millones de habitantes pasó de una prolongada y represiva dictadura militar a una joven y dinámica democracia con (hasta hace poco) una pujante economía.
Con la recuperada libertad de los españoles llegó también un renacimiento cultural y un rápido cambio en una época que se llamó La Movida, que también dio lugar a la permisividad y al relajo de las tradiciones. Y aunque parte del hedonismo de los años ochenta ha evolucionado hacia algo más sofisticado, las nuevas generaciones de jóvenes españoles siguen aferrándose a una compulsión firmemente establecida: la desenfrenada celebración del fin de semana.
"Es una generación estropeada. Han sufrido poco, madurado poco y no han sido bien educados", dice Modesto Salgado, que dirige uno de los principales programas de rehabilitación de España. "Viven para el momento, viven para gozar".
Salgado dice que el principal problema de drogadicción en España en los años ochenta y principios de los noventa lo causó la heroína. Hoy la cocaína es de lejos la droga más popular: Casi dos tercios de los pacientes de veintiséis centros gestionados por su programa Proyecto Hombre son cocainómanos. El Proyecto Hombre empezó el programa para cocainómanos hace sólo cinco años; antes de eso nadie pensaba que fuera necesario, dijo Salgado.
En su centro de rehabilitación en Guadalajara, una ciudad dormitorio a 56 kilómetros al nordeste de Madrid, los pacientes siguen programas residenciales de todo un año o regímenes externos todavía más prolongados. La mayoría de los pacientes se acercan a la treintena y son profesionales de clase media o alta.
Una noche hace poco, los pacientes, en su mayoría hombres, estaban parados frente a un nuevo edificio de ladrillos, fumando. Sus padres y otros parientes estaban dentro en una reunión especial para las familias; algunos salieron llorosos.
Rodríguez, el estudiante de económicas, estaba allí. Un hombre alto, atractivo, de sonrisa fácil, Rodríguez dijo que el peligro de la cocaína es que te domina sigilosamente. Y, en comparación con la cocaína, todavía es socialmente aceptada y, en la mente de muchos, se la asocia con el éxito y el glamour. Además, es barata -una línea cuesta lo mismo que dos tazas de café.
"Crees que puedes seguir viviendo normalmente, pero no ves lo que hace con tu salud", dijo Rodríguez, que agregó que se liberó de una adicción de diez años. "No terminaba nada de lo que empezaba. Mis padres no sabían dónde estaba ni qué estaba haciendo. La tragedia es que mi vida familiar se destruyó".
La abrumadora mayoría de los usuarios de cocaína en España, y de los que quieren rehabilitarse, son hombres, dijeron Salgado y otros empleados. Cuando se trata del uso de drogas y el recurso a los tratamientos, las mujeres todavía hacen frente a un mayor estigma que los hombres, dice Antonio Cuadrado, terapeuta de Proyecto Hombre.
La policía y algunos funcionarios de gobierno cuestionan la posición de España como el principal consumidor europeo. Las autoridades dicen que creen que están empezando a controlar el problema, y el ministerio de Salud dice que el consumo entre los jóvenes ha empezado a disminuir por primera vez.
Pero nadie pone en duda la prevalencia de la droga y el hecho de que la cocaína que llega y sale de España está dejando su rastro de polvo y adicción.
Los traficantes, dealers y otros proveedores del polvo "encuentran aquí un muy buen mercado", dijo José Luis Conde Velázquez, jefe de la unidad antinarcóticos y crimen organizado.
Sin embargo, el gobierno todavía está tratando de diseñar una estrategia para combatir la cocaína. Carmen Moya García, epidemióloga que dirige el Plan Nacional sobre Drogas del ministerio de Salud, dijo que se ha prestado más atención a la persecución de los traficantes que al consumo. Finalmente eso está cambiando.
Un plan de acción de cuatro años lanzado el año pasado por el gobierno intenta, con campañas en televisión y en la red, romper los glamorosos mitos que rodean el consumo de cocaína. Y se está pidiendo a clubes nocturnos, bares y otros establecimientos, que cooperen con las autoridades prohibiendo el uso de drogas en sus locales, colocando carteles e impidiendo que la gente se concentre en los cuartos de servicio.
Moya dijo que las autoridades han logrado convencer a algunos clubes de que la cooperación no daña los negocios.
El verano pasado, en Ibiza, la Meca de la parranda, el gobierno envió un mensaje clausurando tres clubes de la isla mediterránea con nombres como Amnesia durante un mes o más, en el punto más álgido de la temporada, como castigo por lo que la policía dijo que era ostentación de drogas.
La demanda de tratamientos de rehabilitación ha aumentado tanto como el consumo y programas como Proyecto Hombre funcionan a toda capacidad. Los expertos de esos centros dicen que la crisis es un fenómeno más profundo que tiene que ver con ideales cuestionados y cambio de valores, algo que no se puede resolver solamente reprimiendo a los clubes y deteniendo a dealers de poca monta.
"La sociedad pasó de ser demasiado rígida a demasiado permisiva", dijo Cuadrado, el terapeuta. El abuso de la cocaína "va a crecer", dijo. "Apenas hemos empezado a tratarlo".

wilkinson@latimes.com

29 de mayo de 2008
14 de abril de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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