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mujeres maltratadas en dubai


Voz para mujeres maltratadas molesta a patriarcado de Dubai.
[Robert F. Worth] Dubai, Emiratos Árabes Unidos. Durante años Sharla Musabih ha librado una solitaria guerra para proteger a las esposas maltratadas y a las víctimas del tráfico de personas. Fundó el primer refugio de mujeres en los emiratos y se convirtió en un personaje familiar en las comisarías de policía, pidiendo incansablemente a los agentes que sean más estrictos con los maridos abusadores.
También se ha ganado muchos enemigos. Los emiratos normalmente no aprecian a los defensores de derechos que llaman la atención sobre el lado oscuro de su ciudad-estado en el Golfo Pérsico, mejor conocida por sus brillantes torres de oficinas e islas artificiales.
Sin embargo, nadie estaba realmente preparado para las historias que empezaron a aparecer en los diarios de Dubai este mes. Repentinamente, víctimas no identificadas se atrevían a decir que ‘Mama Sharla’ misma las había maltratado y obligado a trabajar como criadas y que había vendido sus historias a periodistas extranjeros por miles de dólares para embolsarse las ganancias. Incluso habría vendido al bebé de una mujer, decía un artículo, sugiriendo una investigación criminal.
Para la señora Musabih y sus seguidoras, las acusaciones, que parecen ser infundadas, son el último capítulo de una larga campaña de amenazas y calumnias que empezaron con maridos enfadados y a la que ahora se han sumado prominentes clérigos e incluso los directores de un nuevo refugio de mujeres oficial que, dice, quieren silenciarla.
La ferocidad de la disputa es inusual en Dubai y subraya la importancia del problema que esta orgullosa y apolítica ciudad comercial debe satisfacer. Los pocos abogados de derechos de la ciudad se han sentido siempre dejados de lado. Pero mientras el ethos musulmán conservador de la minoría árabe nativa de Dubai choca con las variadas perspectivas de una población extranjera mucho más numerosa, los debates sobre cómo tratar temas prohibidos como la violencia doméstica y la extendida prostitución en la ciudad se están volviendo más ruidosos.

Luchando contra la Tradición
Musabih, 47, una bulliciosa expatriada americana que nació y se crió en Bainbridge Island, Washington, dice que el enfrentamiento es esencial en la lucha contra las patriarcales tradiciones árabes que permiten que los hombres golpeen con impunidad a sus mujeres. Ella y sus partidarias también dicen que los emiratos no han reconocido la gravedad del problema del tráfico en seres humanos, el brutal negocio que atrae a mujeres extranjeras hacia el país con promesas de trabajo para ser luego obligadas a trabajar en la prostitución o como criadas. El año pasado, el Departamento de Estado de Estados Unidos colocó a los emiratos y otros treinta y un países en una lista de observación por su incapacidad para combatir el tráfico ilegal.
"Cuando una mujer tiene tres huesos rotos en la espalda, y la policía no la toma en serio, sí, eso me enfada", dice Musabih.
Otros dicen que el agresivo método de Musabih -que incluye aproximarse a la prensa extranjera así como duras y abiertas presiones- es inapropiado en el mundo árabe y que ha nutrido innecesariamente la violenta reacción a la que se enfrenta ahora. Esa asertividad también puede haber facilitado la campaña para descalificarla por su origen extranjero. Aunque ha vivido aquí durante veinticuatro años, se ha convertido al islam, es una ciudadana de los emiratos, lleva un pañuelo de cabeza y ha criado a seis hijos con su marido nativo, Musabih es todavía inconfundiblemente estadounidense, desde su celo moralista hasta su hábito de llamar ‘darlin’ a las mujeres en su refugio.
"Le he dicho algunas veces que creo que está equivocada, que va demasiado lejos", dijo el teniente general Dahi al-Khalfan, jefe de la policía de Dubai, que ha apoyado a Musabih en el pasado pero que ahora tiende a criticar su trabajo por provocar divisiones. "Es un asunto entre marido y mujer; dejemos que decidan los tribunales".

Seguridad y un Billete para Volver a Casa
Musabih empezó a trabajar como activista aquí en 1991, cuando comenzó a estudiar y seguir los casos de violencia doméstica y ofreció refugio en su casa a mujeres de Dubai.
En 2001 alquiló una casa de dos plantas en el barrio de Jumeira y abrió un refugio para mujeres maltratadas y sus hijos, llamándola Ciudad de la Esperanza.
Una tarde hace poco, los juguetes de los niños yacían dispersos por el suelo en la soleada salita del refugio, y varias mujeres picaban en la cocina, mientras otras, recostadas sobre sofás, miraban televisión arriba. Aunque Musabih ha contado con algunas dedicadas ayudantes en los últimos años, básicamente el refugio lo lleva ella sola; se encarga de todo, desde los belicosos ex maridos hasta la compra de billetes de avión, a veces con su propio dinero, para que las extranjeras puedan volver a casa.
"En los últimos seis meses he repatriado a cuatrocientas víctimas", dijo Musabih, un enérgica figura de voz rápida que dirige el refugio como una madre con demasiado trabajo.
Fundar el refugio fue algo bastante inusual para el mundo árabe, donde salir de la familia para resolver conflictos domésticos no existe ni en la ley ni en las costumbres. El compromiso personal de Musabih hace que su trabajo sea todavía más asombroso. Aconseja a las mujeres abandonar a sus maridos si estos las golpean, y las ayuda en tribunales y consulados extranjeros.
También entra a las comisarías de policía y grita a los agentes si cree que no han protegido a mujeres en peligro. En el mundo árabe es insólito que una mujer se comporte de esa manera con un hombre, y a veces los agentes creen que los humilla públicamente.
Algunos mujeres que han pasado algún tiempo en el refugio dicen que este método es necesario. La policía en Dubai "no hará nada para protegerte si todavía estás casada", dijo una ex residente del refugio, que se negó a identificarse por miedo a represalias, de su marido y otros que se oponen a Musabih.
Después de que su marido la golpeara repetidas veces, dijo la mujer, recurrió a la policía, que logró que el marido prometiera que no lo volvería a hacer. Pero violó una y otra vez esa promesa, dijo, y la policía no hizo nada, incluso después de que el marido entrara a la casa donde se había refugiado y la violara.
"La policía me dijo: ‘No podemos hacer nada, es su marido’", dijo.
Pero el estilo de Musabih claramente molestó y enfadó a muchos, y no solamente a los maridos cuyas esposas encontraron refugio.
Un prominente clérigo, Ahmed al-Kobeissi dio hace poco entrevistas a diarios de Dubai diciendo que las actividades de Musabih "contradicen las tradiciones de los habitantes de los emiratos", porque "azuzan a las esposas contra sus maridos". Kobeissi también expresó indignación ante la sugerencia de Musabih de que los hombres de los emiratos eran clientes de las numerosas prostitutas de Dubai.
Las actividades de Musabih se hicieron más notorias cuando se unió a una campaña contra la práctica de utilizar a niños, algunos de apenas cuatro años, como jinetes de camellos, antiguamente una práctica habitual en el Golfo Pérsico. Su campaña llevó a varios canales de televisión y periódicos a producir y publicar reportajes sobre los horrendos maltratos que sufrían los jóvenes jinetes, y parece haber contribuido a la prohibición de la práctica en los emiratos en 2005.
Musabuh todavía elogia la respuesta del gobierno de los emiratos sobre este problema, y dice que respondió rápida y efectivamente a sus llamados a cambiar las leyes. Pero se dice que su estilo público ha molestado a algunos influyentes en los emiratos, que creen que ha avergonzado al gobierno en lugar de permitir que el asunto fuera resuelto discretamente.
A principios de la primavera de 2007, funcionarios de gobierno se acercaron a Musabih para discutir sus planes para la fundación de un nuevo refugio para mujeres con apoyo del estado, aparentemente con la intención de remplazar el suyo. Al principio acogió la idea, porque su refugio se llenaba frecuentemente y tenía dificultades para sobrevivir. Los personeros elogiaron su trabajo pionero y le dijeron que podía ayudar al nuevo refugio como miembro de la directiva.
A medida que el proyecto avanzaba, quedó en claro que el estilo del gobierno era bastante diferente al de Musabih. Contrataron a un director con experiencia en administración y de un estilo más apagado. En el terreno de un antiguo centro de rehabilitación a veinte minutos del centro de Dubai, con altas vallas y guardias, el nuevo refugio, conocido como la Fundación para Mujeres y Niños, se parece a una cárcel norteamericana de baja seguridad.
Ahmed al-Mansouri, presidente de la directiva de la fundación, dice que se necesita un enfoque más organizado y un refugio que, a diferencia del de Musabih, tenga permiso del gobierno. Dice que ella no estaba avanzando en los casos legales de las mujeres en el refugio, una acusación que ella rechaza vehementemente. También describe el caos familiar de Ciudad de la Esperanza como un "horrible modo de vivir".
Ciertamente, el nuevo refugio es más espacioso, y ofrece a los hijos de las mujeres un mejor acceso a las escuelas.

Sentimientos de Traición
En octubre llegaron buses a Ciudad de la Esperanza y trasladaron a treinta y cinco mujeres al refugio de la fundación.
Pero Musabih se dio cuenta pronto de que los directores del nuevo centro la habían traicionado y en algunos casos se comportaron con negligencia con las mujeres, una acusación que la fundación rechaza. Dice que la fundación estaba más interesada en devolver a las extranjeras a sus países de origen con un mínimo de vergüenza, que en investigar los maltratos a los que habían sido sometidas y prevenir que volviesen a ocurrir.
Si el nuevo refugio debía remplazar al de Musabih y tranquilizarla, en los meses siguientes quedó claro que eso no funcionaría. La Ciudad de la Esperanza siguió recogiendo a nuevas mujeres, y sus relaciones con sus directores se volvieron cada vez más problemáticas.
Cuando en diciembre una de las mujeres que había sido trasladada a la fundación trató de suicidarse, Musabih acusó al personal de negligencia. Después de una acalorada discusión, el director de la fundación, Afra al-Basti, se querelló contra Musabih por calumnias.
Fue entonces que empezaron a aparecer en los diarios de Dubai esos artículos escandalosos sobre Musabih.
Las fuentes de esos artículos parecen haber sido mujeres en el centro de la fundación que, como algunas de sus contrapartes en Ciudad de la Esperanza, son vulnerables e inestables y han sido empujadas a la guerra que se libra sobre ellas. Algunas no hablan ni inglés ni árabe y son fácilmente manipuladas. No está claro cómo llegaron a contar historias falsas diciendo que Musabih vendía bebés o que se quedaba con el dinero que recibiría de periodistas extranjeros.
Musabih, hablando por teléfono desde Etiopía, donde está fundando un refugio, dijo que se sentía traicionada.
"Nunca pensé que llegaríamos a este punto", dijo. "Esa gente cree que soy una enemiga del estado y que tienen que controlarme".
Pero incluso algunos de sus partidarios se preguntan si Musabih, con sus logros como pionera, no hubiese podido evitar todos estos malos ratos si hubiese estado dispuesta a hacer las cosas más discretamente.
"Sharla te dice: ‘No, yo tengo razón’, y siempre es muy franca con la gente", dice Awatif Badredline, supervisora de Ciudad de la Esperanza. "Pero yo le dijo que aquí a la gente hay que tratarla de otra manera. A los árabes no les gusta esto. A veces tienes que dar un rodeo para conseguir lo que quieres".

10 de junio de 2008
23 de marzo de 2008
©new york times
cc traducción mQh
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