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Las especies invasoras: mascotas para unos, pesadillas para otros.

[Joel Achenbach] Bushnell, Florida, Estados Unidos. RobRoy MacInnes es el hombre que necesitas para comprar un cocodrilo. O un escorpión, una serpiente cascabel o una boa. ¿Se te antoja una cobra? Por apenas seiscientos dólares puedes adquirir las especies más letales.
"Es una amenaza muy efectiva", dice MacInnes, 49, mientras una cobra negra de Pakistán, de dos metros de largo, siseando, la capucha abierta, se retuerce en recinto y golpea una y otra y otra vez contra el delgado cristal que separa a la criatura del visitante. "Cuando ves que se acerca a ti una serpiente como esa, te convence que es mejor no molestarla".
O simplemente morirte de miedo.
MacInnes es co-propietario de Glades Herp Farms, un imperio de garras, púas, escamas, colmillos y lenguas bífidas. El comercio de reptiles, dice alegre, está prosperando. La industria de mascotas calcula que unos 4.8 millones de familias poseen al menos un reptil como mascota, una cifra que en la última década casi se ha duplicado. Los reptiles son cada vez más populares en un país afluente y urbanizado. Los reptiles no necesitan patio. Y a los lagartos no hay que sacarlos a pasear.
Pero los biólogos consideran el comercio en criaturas no-nativas como un factor en el creciente número de especies invasoras, como la pitón de Birmania, que está acusando conmoción en Everglades, y el lagarto monitor del Nilo, un carnívoro dentado que puede llegar a los tres metros de largo y ha hecho su un hogar en los canales de Cabo Coral. De acuerdo a una nueva ley del estado, un comprador debe obtener un permiso anual de cien dólares para poder comprar un lagarto monitor o alguna de las especies más grandes: cuatro especies de pitón y la anaconda verde. Además, debe implantarle al animal un microchip. Este ayudará a los funcionarios a identificar al animal si llegase a escapar de su domicilio.
MacInnes dice que el gobierno sobrestima la amenaza que representan los reptiles invasores. El Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos ha bloqueado la importación de algunos animales atractivos comercialmente, como la iguana de las islas Fiji y las tortugas radiadas de Madagascar.
Incluso el término ‘especies invasora’ es injusto, dice. "Son ‘introducidas’. Creo que el término ‘invasora’ implica un juicio de valor".
Sobre las pitones dice: "Para mí son una introducción maravillosa. Creo que es lo mejor que le ha pasado a Everglades en los últimos doscientos años".
Sin embargo, los biólogos dicen que las especies invasoras, sin depredadores naturales, son una seria amenaza a la biodiversidad. En la Tierra, la vida ha evolucionado rápidamente, pero nunca tanto. Los organismos evolucionan en nichos medioambientales. ¿Qué ocurre cuando se retiran las barreras naturales? ¿Cuándo cualquier cosa puede desplazarse a cualquier parte?
Surgen complicaciones.

Serpientes Vivas
Skip Snow, biólogo de fauna silvestre del Parque Nacional Everglades, ha ayudado a sacar cientos de pitones de Birmania de entre los matorrales, las bermas de los caminos e incluso desde debajo de la capó de un turismo. Dice que el argumento de MacInnnes es "ridículo". Las serpientes, dice, están amenazando a cinco especies en peligro de extinción en Florida Keys, incluyendo la rata maderera de Key Largo, un espécimen que, equipado con un transmisor de radio, fue seguida durante todo su trayecto hasta el estómago de una pitón.
A las pitones se las ve a menudo yaciendo en medio del camino. Los moteros las describen habitualmente como troncos, tan grandes como un poste de teléfonos.
En su oficina en el parque, Snow tiene un petate a mano con la piel de una pitón dentro, enrollada como una moqueta. Claramente disfruta desenrollándola en la mesa de conferencias, porque con sus cinco metros de largo, la cubre toda y se desliza sobre una silla en el extremo.
Nadie sabe cuántas serpientes se quedaron, pero se especula que el huracán Andrew, que borró del mapa miles de casas, jugó un papel importante en la masiva fuga de pitones en 1992. Muchas especies invasoras sufrieron un retraso antes de reproducirse. Lo que es seguro es que para 2002 varias pitones fueron vistas en sitios en remotos rincones de Everglades.
Una mañana a principios de 2003, un grupo de turistas en el Rastro Anhinga del parque, un terreno seguro para observar a la fauna silvestre, se asombraron al ver a un caimán con una pitón en su hocico. La serpiente estaba enrollada en el caimán. Veinticuatro horas después, la pitón se liberó y desapareció en el pantano.
Más dramático fue lo que ocurrió en Everglades en 2005: Una pitón engulló a un caimán y -no se puede decir más delicadamente- explotó. La fotografía dio la vuelta al mundo; no era bonita, pero te obligaba a mirar.
En febrero de este año, el Levantamiento Geológico de Estados Unidos [USGS] informó que las pitones viven en climas similares al clima imperante en un tercio del territorio estadounidense continental. Un mapa de USGS mostró un potencial hábitat para las pitones, que iba desde California hasta Delaware e incluía a gran parte del Sur. En realidad, se podrían encontrar pitones hasta en el Potomac.
El mapa no era, sin embargo, una predicción de por dónde se dispersarían las serpientes. La cobertura de la prensa fue demasiado sensacionalista, dice el co-autor del mapa, Robert Reed.
"¿Cuál fue la última historia de serpientes que no fue sensacionalista?", preguntó.
"La ecofobia está jugando un papel", dijo Jamie K. Reaser, asesor científico y de programas del Consejo Asesor Conjunto de la Industria de Mascotas. "Los mamíferos son calientes y greñudos. Las aves tienden a tener muchos partidarios. Pero animales como los lagartos y las serpientes tienden a ser, al menos en esta cultura, menos respetados o apoyados".

Un Crótalo en Su Elemento
Lagartos y serpientes reciben un montón de cariño en las Glades Herp Farms.
"Me encantan los reptiles o crótalos o como quieras llamarlos", dice MacInnes.
"Creo que los reptiles son animales inherentemente fascinantes y maravillosamente hermosos".
De niño recogía serpientes en Everglades mientras se calentaban en el pavimento de un camino conocido por el Rastro Tamiami. Pasó gran parte de su vida adulta administrando una tienda de mascotas en Fort Myers. Finalmente se cansó de los clientes que entraban, levantaban sus narices y decían: "Odio a los reptiles".
Ahora está en el paraíso de los reptiles. Él y el co-propietario Robbie Keszey no sólo tienen enormes serpientes, sino también iguanas, lagartos, salamandras, tarántulas, cocodrilos, tortugas de tierra y otros. Un recinto vallado de dos hectáreas cobija caimanes.
La granja hace la mayoría de sus negocios por correo. Es conveniente y fácil: Los animales son enviados a los clientes por UPS o FedEx, aunque las serpientes venenosas son enviadas por cargo aéreo en Delta.
En el cobertizo de las cascabeles abre un tubo de plástico en el que se encuentra una serpiente castañeteando -"es simplemente una serpiente mala". Para las cobras escupidoras guarda a mano una gafas de soldador, aunque a veces el veneno le cae en la cabeza y, si suda, puede deslizarse hacia sus ojos, lo que es -dice- terriblemente doloroso.
En el siguiente cobertizo abre una caja y echa una mirada a una pitón de tres metros. La criatura se escurre más que se desliza. MacInnes ha aprendido a juzgar a las serpientes por sus ojos -las pupilas dilatadas y los ojos nerviosos son una señal de que algo feo está a punto a pasar. Esta, sin embargo, no se inquieta; quizás sólo está formidablemente aburrida.
MacInnes, que es extremadamente flemático, cuenta la triste historia de un predicador de Tennessee que vino de visita. Era de una iglesia que maneja serpientes, y trajo consigo una pareja de cascabeles que quería cambiar por una cobra. MacInnes advirtió que las cobras no son muy religiosas. Si tratas a una cobra como tratas a una serpiente cascabel, no vivirás demasiado tiempo, le dijo al predicador.
El pastor insistió. Compró la cobra.
"Pero no vivió un mes", dijo MacInnes.
Durante un recorrido de la granja, fanfarroneó sobre sus cocodrilos cubanos, que son antropófagos, y tortugas de tierra, que son lentas y no exactamente temibles, aunque si pones el zapato en una coraza, tratará de empujarte hacia atrás como lo haría un defensor de línea en el fútbol americano.

El Experimento
Lo que está pasando en Florida ilustra un hecho más amplio sobre la vida en la Tierra: Vivimos en una era que favorece más a los generalistas que a los especialistas.
Son generalistas animales como el mapache, la pitón, la cucaracha, el venado de cola blanca. El máximo generalista es el hombre, que con la ayuda de tecnología puede vivir en cualquier lugar, desde Florida a la Antártica y el espacio sideral. No es un accidente que las especies más numerosas a menudo son las que se adaptan y viven con seres humanos.
En China un especialista es el panda, que no come sino bambú, o el oso koala australiano, que come hojas de eucalipto casi exclusivamente.
MacInnes no carece de conciencia ecológica.
"Estamos degradando a la Tierra a una velocidad alarmante", dijo. "¿Se extinguirá el hombre antes de que encontremos un modo de evitarlo?"
Agregó: "Lo que favorece a los generalistas es el cambio. Lo que favorece a los especialistas es la estabilidad. De momento, la humanidad ha decidido hacer de la Tierra un lugar de cambios rápidos".
En Everglades, Skip Snow coincide con esa parte de la filosofía de MacInnes. Todos somos parte de un enorme experimento en la amalgama de organismos de todo el mundo, dice.
"Lo que ocurre con este experimento es que no fue planeado y no hay nadie a cargo", agregó Snow. "Es un experimento descontrolado".

15 de junio de 2008
18 de abril de 2008
©washington post
cc traducción mQh
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