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murió gilberto león


Lió habanos con la mano durante veintinueve años en la Calle 6 de Los Angeles. El cubano-americano pasaba seis días a la semana en su apretada tienda cerca de la Western Avenue, atendiendo a clientes que eran sus amigos. A los 87.
[Mary Rourke] Gilberto León vendía solamente cigarros en su Leon Cigars, la pequeña tienda donde pasaba seis días a la semana. No hablaba mucho inglés, y la mayoría de sus clientes no hablaban español, pero cuando murió el lunes, un letrero en la puerta de la tienda ofrecía -en inglés- los detalles de su funeral. Después de veintinueve años en la misma ubicación en la Calle 6, cerca de Western Avenue, muchos de sus clientes lo consideraban un buen amigo.
León, 87, murió en el Hospital del Buen Samaritano de Los Angeles por complicaciones de una enfermedad respiratoria, dijo su hijastra Mónica Castillo. Vivió largo tiempo en Silver Lake.

Nacido el 17 de marzo de 1921, aprendió a liar puros en las fábricas de su Habana natal. "Éramos pobres. Tenías que aprender a hacer algo, y esto es lo que aprendí",
dijo León en una entrevista con el Times en 2002.
Abrió su propia tienda, pero la vendió en 1959 durante la revolución cubana, convencido de que su propiedad sería requisada por el nuevo gobierno marxista.
Volvió a la fábrica de cigarros hasta que el nuevo presidente de Cuba, Fidel Castro, lo mandó a trabajar sin paga en las plantaciones de caña de azúcar.
"Así es como me gané el derecho a dejar el país", dijo León más tarde. Después de cinco años cortando caña, obtuvo una visa de salida en 1971 y se mudó a Los Angeles.
Abrió su tienda en la Calle 6 en 1979. El pequeño y atiborrado espacio tenía hojas de tabaco apiladas sobre viejos escritorios, un mesón de madera y un diminuto espacio de trabajo donde liaba los puros.
"Si estiraba los brazos, podía tocar las dos paredes a la vez", dijo Dean Kamiyama, cliente y amigo de León que pasaba por su tienda, a veces, a las cinco de la mañana, se fumaba un cigarro y bebía café cubano que León preparaba en un hornillo caliente. Cuatro personas en la tienda eran toda una multitud. Si la puerta se abría, todos tenían que apretujarse para dejar espacio.
León compraba tabaco de semillas cubanas que se cultiva en México, la República Dominica y América Central. Jueces, abogados, camioneros y barrenderos eran algunos de sus clientes habituales.
"Gilberto trataba a todo el mundo de la misma manera", dijo Kamiyama.
Nadie lo apuraba.
"Podría haber una multitud esperando fuera, pero él se tomaba su tiempo a la hora de liar un puro", dijo Kamiyama.
León y sus dos ayudantes liaban unos seiscientos cigarros al día, y los precios iban de tres a seis dólares.
"Siempre había hombres en la tienda, fumando, mirando a mi papá haciendo los cigarros", dijo Castillo esta semana.
Nadie hablaba mucho.
"Un amigo de mi papi me dijo que los hombres no necesitan hablar", dijo Castillo. "Se entienden sin hablar".

León se casó tres veces. Su mujer, Carmelina, trabajó con él en la tienda y piensa mantenerla abierta.
Le sobreviven, con su esposa e hijastra, su hijo Miguel, de Miami; una hijastra, Ivy Frazier, de Los Angeles; y varios nietos. También le sobreviven su hermano Armando, de Artemisa; y sus hermanas Marina Rivero, de Miami, y Janicenta Cabrera, de West Covina y Miami.

mary.rourke@latimes.com

 

4 de agosto de 2008
18 de julio de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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1 comentario

Miguel -

Mi nombre es Miguel Ramos hijo de Gilberto Leon nacido en Artemisa, Cuba.
Gilberto Leon nunce reconocio a su hijo incluso lo habandono recien nacido ni siquera le dio para comer.
yo en el Diciembre 1993 llegue a este pais, a los Angeles California donde me dio alberque en la casa de su hermana Marina, el cual no me llevo a su casa, ni a so trabajo. yo permanesi cayado, puesto que nunca me conciderarron como tal.
En diciembre 1993 sai de los angeles a Miami donde nunca me pregunto si me faltaba algoy sin darme nada, ya en Miami me esperaba el padre de mi esposa del cual estoy agredecido.
Gilberto Leon
como se puede observar ni su apellido me dio, visitaba Miami y no se comunicaba con su hijo ni lo visitaba.
Reconosco que fue muy buena persona pero no supo lo que era un hijo, ni menos lo que era un nieto

------- Miguel Ramos