Blogia
mQh

¿qué quiere el general nkunda?


Sacerdote ordenado y comandante de una organización rebelde, el general Laurent Nkunda amenaza con arrastrar a la guerra a otros países al este del Congo.
[Scott Baldauf] Johanesburgo, Suráfrica. El general Laurent Nkunda, el hombre que está sitiando la ciudad de Goma al este del Congo, es un cúmulo de contradicciones. Es un exitoso comandante militar, casi imbatible en el campo de batalla, pero casi sin futuro político. Es un predicador adventista ordenado, que lleva a consejo de guerra a los soldados que cometen violaciones. Sin embargo, su jefe de estado mayor militar es un criminal de guerra fugitivo.
Todo lo que quiere es hablar, dice el general Nkunda. Pero si el gobierno del presidente congoleño Joseph Kabila se niega a hablar, Nkunda amenaza con extender la guerra y derrocar al presidente Kabila. Acepta la presencia de tropas de paz africanas si adoptan una posición neutra en una misión humanitaria, pero si luchan junto con el ejército congoleño (FARDC), promete darles guerra.
"Si vienen y luchan junto con las FARDC", dijo a la agencia de noticias Reuters en una conferencia telefónica, "van a compartir la misma vergüenza que el gobierno de la RDC [República Democrática del Congo]".
Nkunda no es de ninguna manera el único señor de la guerra en la RDC y observadores de derechos humanos dicen que el ejército congoleño y otros grupos armados han cometido numerosas atrocidades contra civiles como los hombres de Nkunda. Pero en los dos meses que han pasado desde que Nkunda iniciara su última incursión contra el gobierno congoleño, cientos de civiles han muerto en el fuego cruzado, y más de 250 mil han sido expulsados de sus hogares. Es una guerra de un tipo muy personal, y mientras más territorio ocupa Nkunda, más determinado parece el gobierno congoleño en su derrota, antes que en conversaciones.
"Esto no va a terminar pronto, pero está mal encaminado", dice Henri Boshoff, analista del Instituto de Estudios de Seguridad en Tshwane, Sudáfrica. "A menos que las fuerzas militares sean convencidas de detener la guerra, y a menos que haya presión internacional para que Nkunda y Kabila empiecen a hablar, nos esperan malos tiempos".
Durante el fin de semana, líderes regionales reunidos en Nairobi llamaron a poner fin al conflicto, y prometieron enviar fuerzas de paz para ayudar al contingente de diecisiete mil hombres de Naciones Unidas para restaurar la paz. "La Región de los Grandes Lagos no se limitará a presenciar los incesantes y destructivos actos de violencia que cometen grupos armados contra civiles inocentes de la RDC; si, y cuando sea necesario, la región enviará tropas de paz a la provincia de Kivu de la RDC", dijeron los líderes en una declaración.
La región de los Grandes Lagos incluye a Kenia, Tanzania, Uganda, Ruanda, Burundi, Sudán y la RDC. Otro grupo regional, la Comunidad para el Desarrollo del Sur de África (SADC) también ofreció enviar tropas de paz en una reunión separada en Johanesburgo.
"La SADC debería enviar ayuda inmediata a las fuerzas armadas de la RDC", dijo el secretario general ejecutivo de la SADC, Tomaz Salomoa. "La situación de seguridad en la RDC está afectando la paz y la estabilidad en la SADC y el región de los Grandes Lagos".
El jueves, un miembro de la SADC, Angola, llevó esta idea un poco más lejos, amenazando con enviar sus propias tropas al Congo para apoyar al gobierno de Kabila. Una decisión unilateral semejante podría implicar a otros países vecinos -algunos de los cuales se piensa que apoyan al movimiento de Nkunda- en un conflicto regional desatado. Durante cinco años, nueve países pelearon en el Congo en un conflicto que terminó en 2003.
Hay poco en el pasado del general Nkunda que sugiera que disfruta del sufrimiento que causa. Ex maestro de escuela en la ciudad de Kichanga -donde tiene ahora sus cuarteles militares- y devoto predicador adventista del Séptimo Día, Nkunda es admirado entre su propio grupo étnico tutsi.
En una breve entrevista el año pasado, Nkunda dijo a periodistas que él sólo quiere proteger a su pueblo de organizaciones armadas que tienen una larga historia de ataques y asesinatos de tutsi, especialmente de los rebeldes de Ruanda que llevaron a cabo el genocidio de 800 mil tutsi en la vecina Ruanda.
"Es una amenaza", dijo sobre la FDLR, o Fuerza Democrática de la Liberación de Ruanda, "y no solamente para nosotros, sino para la gente del Congo. Tienen una ideología del genocidio, y cometieron genocidio en Ruanda y ahora lo quieren hacer en el Congo".
En una región del Congo con literalmente decenas de grupos armados que cambian de alianza e ideología todo el tiempo, Nkunda ha sido consistente con sus demandas, y ha sido consistentemente un espina clavada en el gobierno congoleño.
Ha exigido que los rebeldes de Ruanda de la FDLR vuelvan a Ruanda. Ha exigido seguridad para su propia minoría tutsi congoleña, que son económicamente poderosos pero crecientemente atacados. Ha exigido que los cuarenta mil refugiados tutsi congoleños que están viviendo en campos en Ruanda reciban un ambiente seguro donde retornar. Y aunque ha aceptado en principio desarmar las tropas de su Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo, insiste en que sus hombres permanezcan en la región de Kivu para ayudar a proteger a otros tutsi étnicos de amenazas externas e internas.
Sin embargo, hay un patrón de crueldad entre las tropas al mando de Nkunda, dice Anneke van Woudenberg, analista de Human Rightd Watch en Londres.
En 2002, cuando Nkunda era comandante de Agrupación Congoleña por la Democracia [Rally for Congolese Democracy], ahora una milicia tutsi desaparecida respaldada por Ruanda, Nkunda dirigió la brutal respuesta a un motín de sus propios soldados de la RDC en Kisangani, una ciudad en el centro de Congo. Más de ciento cincuenta amotinados fueron detenidos y decapitados y sus cuerpos fueron arrojados al río Congo, dice Human Rights Watch.
En 2004, los hombres de Nkunda se apoderaron por la fuerza de Bukavu, la capital de Kivu del Sur -entonces bajo control de las tropas de paz de Naciones Unidas- creando una crisis humanitaria similar a la que vive hoy Goma. Nkunda justificó sus acciones aludiendo al asesinato de más de quince de hombres de negocios tutsi congoleños, pero el desplazamiento de civiles en Bukavu, y los crímenes cometidos por sus tropas -incluyendo violaciones públicas, dice Human Rights Watch- causaron un montón de sufrimiento.
"Hemos visto sus actos y los de sus tropas", dice Van Woudenberg. "¿Es el único que lo está haciendo? No, el ejército congoleño mismo comete abusos, los mai mai son terribles. Pero no convirtamos en Nkunda en un líder rebelde legítimo sin sangre en sus manos".
Sin embargo, la facilidad con que las fuerzas de Nkunda ocupan terreno del ejército congoleño lo convierten en una fuerza a la que hay que tomar en cuenta, dice Boshoff. "Está en una posición muy buena", dice. "Básicamente, Goma está bajo sitio y la puede ocupar cuando quiera".

18 de noviembre de 2008
14 de noviembre de 2008
©christian science monitor
cc traducción mQh
rss

0 comentarios