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milicias locales en afganistán


Lecciones de Iraq. Estados Unidos crea milicias locales para combatir a los talibanes.
[Anand Gopal] Maydan Shahr, Afganistán. A primera vista, Muhammad Nasim Gul y sus hombres -con monótonos uniformes verde oliva y gorras de béisbol- se ven como guerrilleros cubanos. Patrullan lentamente las embarradas calles de la provincia de Wardak, con las armas empuñadas en un constante estado de alerta.
Son centinelas días y noche, alertas ante la presencia de intrusos y otros enemigos. A veces se detienen para hablar con los vecinos del pueblo, para ver si alguien ha tenido algún problema.
Gul y los miembros de su tribu forman parte de un nuevo y ambicioso plan respaldado por Estados Unidos, que empezó aquí hace dos semanas, para adiestrar, vestir y armar a los vecinos del pueblo para hacer frente a los talibanes. Los oficiales acogieron la idea después del éxito de un plan similar implementado en Iraq, conocido como el Despertar de Anbar, por el que se armó a tribus sunníes para combatir a al Qaeda. Esperan que el programa, llamado ‘Fuerza de Protección Pública Afgana’ pueda ayudar a frenar la violencia en esta región.
"Los miembros de mi tribu se unieron a esta milicia para proteger nuestro pueblo", dice Gul, un ex agente de policía que ahora es comandante de la fuerza de protección de la comuna de Jalrez en Wardak, a treinta minutos de Kabul.
Según el plan, los miembros de cada concejo comunal shura en Wardak proponen vecinos para integrar la milicia, y son subsecuentemente adiestrados durante tres semanas por afganos (con la ayuda de asesores norteamericanos). Luego vuelven a sus comunas de origen y cobran un salario de casi 125 dólares al mes, que es superior al ingreso promedio de un policía, que normalmente está por debajo de los cien dólares al mes. Si tiene éxito en Wardak, los oficiales planean expandir el programa a más de cuarenta comunas en todo el sur y este del país.
Oficiales afganos y estadounidenses enfatizan que la fuerza no es una milicia tribal. "Los shuras no son de una o dos tribus, así que enrolarán a gente de todos los pueblos", dice Barna Karimi, director general del Directorado Independiente del Gobierno Local, un organismo gubernamental que trabaja con los concejos locales.

¿Sembrando Cizaña?
Pero en la práctica la fuerza se está formando a lo largo de líneas étnicas y tribales. En Jalrez, una de las comunas donde se ha implementado el programa, sólo 38 de los 128 miembros son pashtuns. El resto pertenece a otros grupos étnicos minoritarios. Pero los talibanes y sus seguidores son casi todos pashtun, como la mayoría de los habitantes de Jalrez.
"No es sabio utilizar a los miembros de un grupo étnico para combatir a otra etnia", dice Waliullah Rahmani, un analista del Centro de Estudios Estratégicos de Kabul.
De los 38 pashtuns de la fuerza de Jalrez, todos pertenecen a una sola tribu -la de los kharoti. Varios vecinos dicen que otras tribus en la zona se negaron a formar parte de ella. "Somos la única tribu que se ha incorporado al programa", dice el comandante Gul. "Las otras tribus están indignadas con nosotros y piensan que estamos ayudando a los infieles".
"Desgraciadamente, la mayoría de las tribus que viven en estas zonas no apoyan al gobierno actual", dice Rahmani, "y no es probable que vayan a luchar contra los insurgentes".
Críticos del programa dicen que es peligroso armar a tribus específicas en un país con una guerra civil todavía reciente.
Pero funcionarios de gobierno defienden la composición del destacamento, diciendo que puede combatir la insurgencia sólo con los que están dispuestos a tomar las armas, independientemente de su etnia o tribu.

Reclutas Se Niegan a Luchar
Mientras que en Iraq las tribus sunníes tuvieron que luchar contra extranjeros -al Qaeda-, en Wardak la mayoría de los insurgentes son de la zona. "La gente de mi comuna es pesimista en cuanto a la efectividad de estas fuerzas", dice Roshanak Wardak, parlamentario de la comuna de Saydabad. "Dicen que si se integraran al destacamento, terminarían peleando contra sus propios hermanos, porque en mi comuna los talibanes son vecinos, no vienen de Pakistán ni de Kandahar".
Incluso aquellos que no tienen lazos con los insurgentes ni les apoyan dicen que temen las represalias si se unieran al grupo. "Los talibanes de Wardak son muy poderosos", dice un vecino de la comuna de Jaghatu, que pidió que no nombráramos su nombre por razones de seguridad. "Hasta los enemigos de los talibanes tienen miedo".
Algunos dicen que si se integraran a la milicia, no sería por las razones que creen los oficiales. "Me gustaría incorporarme y defender mi comunidad", dice un vecino de la comuna de Saydabad, que pidió no ser identificado. "Pero solamente contra los delincuentes. No quiero pelear contra los talibanes".
Fazel Qazizai, de la comuna de Chak, dice: "La mayoría de nosotros sólo queremos el dinero para comprar alimentos y un arma para nuestra seguridad. Piensa en eso: un Kalashnikov vale seiscientos pesos. ¿De dónde sacaría yo esa cantidad de dinero? Pero en la fuerza de protección, te regalan uno. Y nos entregan un carné de identidad para que la policía no te moleste".
Pero agrega: "No tenemos ningún interés en hacerle la guerra a los talibanes".
Además, algunos críticos dicen que la introducción de armas puede exacerbar rivalidades tribales y políticas de larga data. En la comuna de Chak, por ejemplo, los vecinos dicen que el principal grupo que fomenta la fuerza de protección es Ittehad-e-Islami, una organización fundamentalista leal al gobierno que fue acusada de violaciones a los derechos humanos en los años noventa.
La posibilidad de que grupos o individuos saquen ventaja de la fuerza de protección es algo que preocupa a las autoridades de la tribu, dice Muhammad Hazrat Janaan, miembro del gobierno provincial de Wardak. "Están preocupados de que la fuerza pueda en realidad afectar negativamente la seguridad, a menos que se haga muy, muy cuidadosamente".

Todo un Pasado de Milicias Tribales
Aunque son controvertidas, las milicias tribales y las guardias comunitarias tienen una larga historia en Afganistán. En partes de algunas de las provincias orientales, un cierto tipo de milicia tribal, conocida como arbakai, asume las funciones de una guardia comunitaria. Estas arbaki actúan con independencia del gobierno y están formadas completamente por iniciativa de miembros de la tribu. La Fuerza de Protección Pública Afgana no es una arbakai, ya que esta última es una milicia local voluntaria bajo el mando de líderes tribales, mientras que la fuerza de protección fue creada y es pagada y controlada por Estados Unidos y el ministerio del Interior afgano.
En algunos casos, las arbakai han logrado mantener fuera de sus territorios a los insurgentes. Pero podría ser difícil repetir esos éxitos. "Las arbakai se restringen a las provincias del sudeste", dice Muhammad Osman Tariq, del Centro de Investigación de Estados en Crisis [Crisis States Research Center], de Londres, que ha escrito hace poco un informe sobre el tema. "Las arbakai han existido aquí durante cientos de años, independientemente del gobierno, y seguirán existiendo durante muchos años más".
Las condiciones en provincias como Wardak, que no tienen una tradición demasiado larga de milicias tribales, difieren grandemente de las de las provincias orientales, dice Tariq. Las arbakai en el este están más motivadas en la defensa de sus tribus, ya que son creadas y organizadas por las tribus mismas.

Se Necesitan Armas, Alimentos y Motivación
Los analistas dicen que si se quiere que funcione la Fuerza de Protección Pública Afgana, los funcionarios tendrán que aprender de intentos frustrados en el pasado en la formación de iniciativas locales. Por ejemplo, una iniciativa previa respaldada por la OTAN para armar a los habitantes de las provincias sureñas, llamada el Cuerpo de Policía Auxiliar Afgano, terminó en un fracaso después de que los países occidentales lo consideraran inefectivo. Funcionarios de la época dijeron que había sido mal adiestrada y estaba mal motivada. En algunos casos, acusaron a la fuerza de favorecer a tribus específicas o de desarrollar actividades criminales. En otros casos, los reclutas simplemente se fugaron con las armas y no se les volvió a ver nunca más.
Gul, el comandante de la Fuera de Protección Pública de Jalrez, está convencido de que el plan actual funcionará, si sus hombres son bien equipados. "Necesitamos más armas, más ropa, más comida. Nos hace falta de todo", dice. "Nos falta de todo".
"Somos la única tribu que se ha unido a la fuerza, así que tenemos que protegernos a nosotros mismos", agrega. "Si me atrapan las otras tribus, me matarán".

22 de abril de 2009
13 de abril de 2009
©christian science monitor
cc traducción mQh
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