otra vez los talibanes
[Jonathan S. Landay] Han vuelto a emerger en Afganistán.
Kabul, Afganistán. Casi cuatro años después de que la invasión norteamericana los sacara del poder, los talibanes han vuelto a emerger como una potente amenaza a la estabilidad de Afganistán.
Aunque está lejos de ser el movimiento de masas que dominó gran parte del país en los años noventa, los talibanes de hoy están haciendo una guerra de guerrillas con nuevas armas, incluyendo misiles antiaéreos portátiles, y equipos comprados con dinero enviado a través de la red de Osama bin Laden, de acuerdo a funcionarios afganos y estadounidenses. Cuando estaban en el poder, los talibanes proporcionaron refugio a al-Qaida.
El dinero proveniente de "elementos criminales y faccionales que viven en Oriente Medio", afirmó Abdul Rahim Wardak, el ministro afgano de Defensa, en una entrevista con Knigth Ridder.
"Al-Qaida está proporcionando dinero y equipos", dijo el teniente George Hughbanks, un agente de inteligencia del ejército norteamericano en la provincia de Zabul, una de las más afectadas por la insurgencia talibán.
Los talibanes son ahora una colección disparatada de grupos radicales que se calcula suman varios miles, mucho menos que cuando estaban en el poder antes de noviembre de 2001. Los combatientes operan en pequeñas células que se reúnen ocasionalmente para misiones específicas. Son incapaces de mantener territorios o derrotar a las tropas de la coalición.
Están enlazados por una floja estructura de mando y por el objetivo de expulsar a la coalición estadounidense y tropas de la OTAN, derrocar al presidente Hamid Karzai y reimplantar el severo gobierno islámico en Afganistán, de acuerdo a funcionarios y expertos afganos y occidentales.
Los insurgentes talibanes han adoptado algunas tácticas terroristas que sus contrapartes iraquíes han utilizado para provocar la indignación popular contra el gobierno iraquí y los militares norteamericanos. Han logrado paralizar la reconstrucción y fomentado las tensiones sectarias en un país que sigue atascado en la pobreza y la corrupción, las drogas ilegales y el odio étnico y político.
Sus tácticas incluyen atentados con explosivos caseros, y decapitaciones, asesinatos y secuestros de funcionarios públicos y otros que cooperan en los proyectos internacionales de democratización y reconstrucción.
La violencia continuó el jueves. Una bomba improvisada colocada por los talibanes mató a dos soldados norteamericanos en la sureña ciudad de Kandahar, subiendo al menos a 44 el número de bajas en acciones hostiles en los últimos seis meses.
El nuevo embajador norteamericano en Afganistán, Ronald E. Neumann, dijo el jueves que los talibanes no "ninguna posibilidad" de descarrillar las elecciones parlamentarias y regionales, porque la vigilancia será reforzada.
Las nuevas tácticas de los talibanes, sin embargo, sugieren a algunos expertos que el incremento de la violencia que empezó hace cinco meses es más que un intento de torpedear las elecciones. Estos expertos temen que la insurgencia talibán sea parte de una estrategia de al-Qaida para mantener a las fuerzas militares americanas bajo tensión y desangrarlas no sólo en Iraq, sino también en Afganistán.
"Creo que ellos [al-Qaida] están abriendo un segundo frente", dijo Marvin Weinbaum, ex analista del ministerio de Asuntos Exteriores que trabaja ahora en Instituto de Oriente Medio en Washington. "No creo que les interesen las elecciones".
"Esta gente ve las cosas de manera más amplia", dijo.
Un diplomático occidental en Kabul estuvo de acuerdo, diciendo que la propaganda talibán asocia las insurrecciones de Iraq y Afganistán.
"Ellos mismos a menudo hacen la relación entre Afganistán e Iraq y, en cierto sentido, lo ven como un todo", dijo, a condición de conservar el anonimato debido a lo delicado del tema.
Funcionarios norteamericanos en Washington dijeron que no tenían pruebas de que hubiese una estrategia de al-Qaida semejante. Pero un funcionario del ministerio de Defensa norteamericano dijo que no podían excluir la idea, y que él y otros funcionarios norteamericanos estaban preocupados sobre las lecciones que estaban aprendiendo los talibanes en Iraq.
"De nuestra parte sería extraordinariamente ingenuo creer que el enemigo no piensa o no aprende, o que no se adapta", dijo el funcionario de la defensa americana, que pidió mantener el anonimato debido a que el asunto es una materia de inteligencia. "Están aprendiendo y tenemos que recordar no caer en la trampa de no entenderlo".
"Potencialmente, es mucho más grande que Iraq y Afganistán", agregó.
Lo que algunos expertos ahora llaman los "neo-talibanes" constan de cuatro componentes:
-La mayoría de los dirigentes originales que nunca fueron capturados, incluyendo al ulema Omar, que fundó el movimiento entre miembros del dominante grupo étnico pashtún de Afganistán. Otros dirigentes importantes son el ulema Dadullah, el ex jefe de inteligencia de los talibanes; Maulavi Obaidullah, ex ministro de defensa; y Jalalludin Haqqani, un prominente comandante de la lucha para expulsar a las tropas soviéticas del país en los años ochenta y ex ministro talibán de asuntos tribales. Se dice que sus combatientes incluyen a partidarios del movimiento original y estudiante afganos recientemente indoctrinados en escuelas musulmanes radicales en Pakistán y Afganistán.
"Nos apoyan muchos musulmanes, a pesar de los deseos de Bush", dijo Dadullah en una entrevista el 20 de julio, con Al-Yasira. "Seguimos recibiendo apoyo de otros hermanos musulmanes en todo el mundo".
"La cooperación entre nosotros y al-Qaida es muy intensa", dijo.
-Gulbuddin Hekmatyar y su partido Hizb-e-Islami, los principales receptores de armas norteamericanas que Pakistán canalizó hacia los grupos de muyahedines que lucharon contra la ocupación soviética en 1979-1989. Hekmatyar, un ferviente musulmán, fue primer ministro en el gobierno de los partidos muyahedines que se hicieron con el poder en 1992, y empezaron entonces una guerra entre ellos. Huyó a Irán después de que los talibanes capturaran Kabul en 1996. Volvió cuando cayeron y llamó a sus antiguos enemigos a unirse a él en la lucha contra la coalición norteamericana y Karzai.
-Extremistas musulmanes paquistaníes, yihadistas extranjeros y combatientes de al-Qaida de Chechenia, Uzbekistán y países árabes a los que las tribus pashtún amigas protegieron en el Pakistán tribal después de la intervención estadounidense.
-Traficantes de drogas afganos, contrabandistas de maderas y piedras preciosas, y bandas criminales que encubren sus actividades haciéndose pasar por afganos que defienden a Afganistán de no-musulmanes.
Los talibanes asumieron el poder en los años noventa después de décadas de guerra civil e implantaron un régimen islámico. Muchos de sus seguidores murieron con la intervención norteamericana y otros, incluyendo a varios líderes, cambiaron de bando tras un programa de amnistía del gobierno.
Sin embargo, en lugar de derrumbarse, el movimiento se transformó a sí mismo. Cuando se derritió la nieve en la primavera pasada, los talibanes sorprendieron a comandantes afganos y norteamericanos con su renovada insurgencia.
"Todos asumíamos que las cosas en este país estaban controladas", dijo el ministro de Defensa, Wardak.
Funcionarios afganos y occidentales dicen que la creciente insurgencia está siendo ayudada por la poderosa agencia de la inteligencia militar de Pakistán, la Inter-Services Intelligence ISI.
Islamabad, dijeron, quiere un gobierno débil en Kabul, al que pueda influir. También quiere mantener alta la tensión en las áreas dominadas por los pashtún en la frontera para impedir un acuerdo de una disputa fronteriza que dura décadas y a la que el nuevo parlamento afgano quiere poner fin, dijeron.
"Pakistán está... avivando el fuego", acusó Latfullah Maashal, el portavoz jefe del ministerio del Interior afgano. "Los paquistaníes... no quieren un Afganistán fuerte, pacífico o próspero".
Pakistán permite que los talibanes tengan depósitos de armas, campos de adiestramiento y refugios en el caótico cinturón tribal al lado paquistaní de la frontera, dijo.
Islamabad rechaza la acusación, diciendo que dejó de apoyar a los talibanes después de los atentados terroristas de al-Qaida en Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001.
En la entrevista con Al-Yasira, Dadullah negó recibir ayuda de Pakistán.
Rápido Repaso de los Talibanes
El grupo surgió en el sudeste de Afganistán, en territorio pashtún, en la frontera con Pakistán, como una andrajosa milicia islámica en 1994. Con el apoyo de Pakistán y Arabia Saudí, se convirtió en un movimiento de masas de fanáticos musulmanes que dominaron a los grupos muyahedines anti-soviéticos que manejaban el gobierno.
Los militantes ocuparon gran parte del país en 1998, siendo recibidos calurosamente por imponer el orden tras años de caos y derramamiento de sangre. Pero llegaron a ser despreciados por su severa versión del islam, que prohíbe la música y el baile, exige que los hombres se dejen crecer barbas sin recortarlas y prohíbe que las mujeres trabajen. Dieron refugio a Osama bin Laden hasta que fueron expulsados del poder por la coalición norteamericana en noviembre de 2001.
Desde entonces, los líderes talibanes han sido fugitivos con recompensas que penden sobre sus cabezas, y siguen siendo muy odiados en Afganistán.
19 de agosto de 2005
©miami herald
©traducción mQh
Aunque está lejos de ser el movimiento de masas que dominó gran parte del país en los años noventa, los talibanes de hoy están haciendo una guerra de guerrillas con nuevas armas, incluyendo misiles antiaéreos portátiles, y equipos comprados con dinero enviado a través de la red de Osama bin Laden, de acuerdo a funcionarios afganos y estadounidenses. Cuando estaban en el poder, los talibanes proporcionaron refugio a al-Qaida.
El dinero proveniente de "elementos criminales y faccionales que viven en Oriente Medio", afirmó Abdul Rahim Wardak, el ministro afgano de Defensa, en una entrevista con Knigth Ridder.
"Al-Qaida está proporcionando dinero y equipos", dijo el teniente George Hughbanks, un agente de inteligencia del ejército norteamericano en la provincia de Zabul, una de las más afectadas por la insurgencia talibán.
Los talibanes son ahora una colección disparatada de grupos radicales que se calcula suman varios miles, mucho menos que cuando estaban en el poder antes de noviembre de 2001. Los combatientes operan en pequeñas células que se reúnen ocasionalmente para misiones específicas. Son incapaces de mantener territorios o derrotar a las tropas de la coalición.
Están enlazados por una floja estructura de mando y por el objetivo de expulsar a la coalición estadounidense y tropas de la OTAN, derrocar al presidente Hamid Karzai y reimplantar el severo gobierno islámico en Afganistán, de acuerdo a funcionarios y expertos afganos y occidentales.
Los insurgentes talibanes han adoptado algunas tácticas terroristas que sus contrapartes iraquíes han utilizado para provocar la indignación popular contra el gobierno iraquí y los militares norteamericanos. Han logrado paralizar la reconstrucción y fomentado las tensiones sectarias en un país que sigue atascado en la pobreza y la corrupción, las drogas ilegales y el odio étnico y político.
Sus tácticas incluyen atentados con explosivos caseros, y decapitaciones, asesinatos y secuestros de funcionarios públicos y otros que cooperan en los proyectos internacionales de democratización y reconstrucción.
La violencia continuó el jueves. Una bomba improvisada colocada por los talibanes mató a dos soldados norteamericanos en la sureña ciudad de Kandahar, subiendo al menos a 44 el número de bajas en acciones hostiles en los últimos seis meses.
El nuevo embajador norteamericano en Afganistán, Ronald E. Neumann, dijo el jueves que los talibanes no "ninguna posibilidad" de descarrillar las elecciones parlamentarias y regionales, porque la vigilancia será reforzada.
Las nuevas tácticas de los talibanes, sin embargo, sugieren a algunos expertos que el incremento de la violencia que empezó hace cinco meses es más que un intento de torpedear las elecciones. Estos expertos temen que la insurgencia talibán sea parte de una estrategia de al-Qaida para mantener a las fuerzas militares americanas bajo tensión y desangrarlas no sólo en Iraq, sino también en Afganistán.
"Creo que ellos [al-Qaida] están abriendo un segundo frente", dijo Marvin Weinbaum, ex analista del ministerio de Asuntos Exteriores que trabaja ahora en Instituto de Oriente Medio en Washington. "No creo que les interesen las elecciones".
"Esta gente ve las cosas de manera más amplia", dijo.
Un diplomático occidental en Kabul estuvo de acuerdo, diciendo que la propaganda talibán asocia las insurrecciones de Iraq y Afganistán.
"Ellos mismos a menudo hacen la relación entre Afganistán e Iraq y, en cierto sentido, lo ven como un todo", dijo, a condición de conservar el anonimato debido a lo delicado del tema.
Funcionarios norteamericanos en Washington dijeron que no tenían pruebas de que hubiese una estrategia de al-Qaida semejante. Pero un funcionario del ministerio de Defensa norteamericano dijo que no podían excluir la idea, y que él y otros funcionarios norteamericanos estaban preocupados sobre las lecciones que estaban aprendiendo los talibanes en Iraq.
"De nuestra parte sería extraordinariamente ingenuo creer que el enemigo no piensa o no aprende, o que no se adapta", dijo el funcionario de la defensa americana, que pidió mantener el anonimato debido a que el asunto es una materia de inteligencia. "Están aprendiendo y tenemos que recordar no caer en la trampa de no entenderlo".
"Potencialmente, es mucho más grande que Iraq y Afganistán", agregó.
Lo que algunos expertos ahora llaman los "neo-talibanes" constan de cuatro componentes:
-La mayoría de los dirigentes originales que nunca fueron capturados, incluyendo al ulema Omar, que fundó el movimiento entre miembros del dominante grupo étnico pashtún de Afganistán. Otros dirigentes importantes son el ulema Dadullah, el ex jefe de inteligencia de los talibanes; Maulavi Obaidullah, ex ministro de defensa; y Jalalludin Haqqani, un prominente comandante de la lucha para expulsar a las tropas soviéticas del país en los años ochenta y ex ministro talibán de asuntos tribales. Se dice que sus combatientes incluyen a partidarios del movimiento original y estudiante afganos recientemente indoctrinados en escuelas musulmanes radicales en Pakistán y Afganistán.
"Nos apoyan muchos musulmanes, a pesar de los deseos de Bush", dijo Dadullah en una entrevista el 20 de julio, con Al-Yasira. "Seguimos recibiendo apoyo de otros hermanos musulmanes en todo el mundo".
"La cooperación entre nosotros y al-Qaida es muy intensa", dijo.
-Gulbuddin Hekmatyar y su partido Hizb-e-Islami, los principales receptores de armas norteamericanas que Pakistán canalizó hacia los grupos de muyahedines que lucharon contra la ocupación soviética en 1979-1989. Hekmatyar, un ferviente musulmán, fue primer ministro en el gobierno de los partidos muyahedines que se hicieron con el poder en 1992, y empezaron entonces una guerra entre ellos. Huyó a Irán después de que los talibanes capturaran Kabul en 1996. Volvió cuando cayeron y llamó a sus antiguos enemigos a unirse a él en la lucha contra la coalición norteamericana y Karzai.
-Extremistas musulmanes paquistaníes, yihadistas extranjeros y combatientes de al-Qaida de Chechenia, Uzbekistán y países árabes a los que las tribus pashtún amigas protegieron en el Pakistán tribal después de la intervención estadounidense.
-Traficantes de drogas afganos, contrabandistas de maderas y piedras preciosas, y bandas criminales que encubren sus actividades haciéndose pasar por afganos que defienden a Afganistán de no-musulmanes.
Los talibanes asumieron el poder en los años noventa después de décadas de guerra civil e implantaron un régimen islámico. Muchos de sus seguidores murieron con la intervención norteamericana y otros, incluyendo a varios líderes, cambiaron de bando tras un programa de amnistía del gobierno.
Sin embargo, en lugar de derrumbarse, el movimiento se transformó a sí mismo. Cuando se derritió la nieve en la primavera pasada, los talibanes sorprendieron a comandantes afganos y norteamericanos con su renovada insurgencia.
"Todos asumíamos que las cosas en este país estaban controladas", dijo el ministro de Defensa, Wardak.
Funcionarios afganos y occidentales dicen que la creciente insurgencia está siendo ayudada por la poderosa agencia de la inteligencia militar de Pakistán, la Inter-Services Intelligence ISI.
Islamabad, dijeron, quiere un gobierno débil en Kabul, al que pueda influir. También quiere mantener alta la tensión en las áreas dominadas por los pashtún en la frontera para impedir un acuerdo de una disputa fronteriza que dura décadas y a la que el nuevo parlamento afgano quiere poner fin, dijeron.
"Pakistán está... avivando el fuego", acusó Latfullah Maashal, el portavoz jefe del ministerio del Interior afgano. "Los paquistaníes... no quieren un Afganistán fuerte, pacífico o próspero".
Pakistán permite que los talibanes tengan depósitos de armas, campos de adiestramiento y refugios en el caótico cinturón tribal al lado paquistaní de la frontera, dijo.
Islamabad rechaza la acusación, diciendo que dejó de apoyar a los talibanes después de los atentados terroristas de al-Qaida en Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001.
En la entrevista con Al-Yasira, Dadullah negó recibir ayuda de Pakistán.
Rápido Repaso de los Talibanes
El grupo surgió en el sudeste de Afganistán, en territorio pashtún, en la frontera con Pakistán, como una andrajosa milicia islámica en 1994. Con el apoyo de Pakistán y Arabia Saudí, se convirtió en un movimiento de masas de fanáticos musulmanes que dominaron a los grupos muyahedines anti-soviéticos que manejaban el gobierno.
Los militantes ocuparon gran parte del país en 1998, siendo recibidos calurosamente por imponer el orden tras años de caos y derramamiento de sangre. Pero llegaron a ser despreciados por su severa versión del islam, que prohíbe la música y el baile, exige que los hombres se dejen crecer barbas sin recortarlas y prohíbe que las mujeres trabajen. Dieron refugio a Osama bin Laden hasta que fueron expulsados del poder por la coalición norteamericana en noviembre de 2001.
Desde entonces, los líderes talibanes han sido fugitivos con recompensas que penden sobre sus cabezas, y siguen siendo muy odiados en Afganistán.
19 de agosto de 2005
©miami herald
©traducción mQh
0 comentarios