folclore inglés obligatorio
[Farah Stockman] Gran Bretaña impone examen de valores ingleses para inmigrantes y se encamina hacia implantación de un apartheid al estilo holandés.
Londres, Gran Bretaña. Ali Kasim, un estudiante doctoral de Iraq, apenas recuerda la carta que recibió en su buzón hace tres años, informándole que se había convertido en ciudadano británico.
Pero su esposa recordará el momento en que se hizo inglesa: El viernes a las 3:35 de la tarde, parada en el ayuntamiento, en un titubeante inglés, juró lealtad a la Reina y a todos sus herederos y recibió una medalla conmemorativa.
"Ahora estoy muy feliz", dijo Zahira Kasim, aferrando la medalla. "Fue muy bonito".
Esa ceremonia de estilo americano, que fue instituida el año pasado por primera vez en la historia inglesa, hace parte de un nuevo intento de elevar los obstáculos para obtener la ciudadanía, y para aumentar el sentimiento de lealtad y pertenencia al Reino Unido de la floreciente población inmigrante.
En noviembre, el gobierno exigirá a todos los nuevos ciudadanos que aprueben un "test de Britishness" [valores o folclore ingleses], que demuestren un dominio mínimo del inglés y conocimiento de las prácticas de gobierno, una decisión que según funcionarios no tiene precedentes en la historia inglesa.
El intento de elevar las normas para obtener la ciudadanía se ha hecho más urgente tras los mortíferos atentados kamikaze del 7 de julio en el metro y un autobús de Londres, perpetrado por jóvenes británicos de padres inmigrantes de Pakistán y Jamaica. Un segundo atentado frustrado fue llevado a cabo por inmigrante de África Oriental.
Antes este mes, en un discurso introduciendo nuevas y más severas medidas antiterrroristas, el primer ministro Tony Blair dijo que el "test de Britishness", sería revisado para determinar si era lo suficientemente severo. Dijo que era una de las medidas del gobierno contra el extremismo.
Los atentados han dado un empujón a los conservadores que intentan desde hace tiempo limitar la inmigración.
"Creo que el gobierno está escuchando", dijo Humphrey Malins, miembro del parlamento por el partido conservador. "Ahora es realmente más importante".
Los atentados también han colocado la ciudadanía y los enclaves étnicos en Gran Bretaña en el centro de atención de la prensa, y diarios y sondeos de opinión escudriñan si las comunidades musulmanes de Gran Bretaña -conocidas peyorativamente como Londonistán- están lo suficientemente integradas en la sociedad inglesa convencional.
"Creo que hay claramente un debate sobre qué significa ser británico y en qué tipo de sociedad queremos vivir", dijo Andrew Dennis, director de investigación en Migration Watch, un grupo de vigilancia que investiga y publica lo que considera que son problemas asociados a la creciente tasa de inmigración en Gran Bretaña.
"Creo que Gran Bretaña ha seguido la ruta del multiculturalismo que probablemente ha ido demasiado lejos", dijo, expresando su opinión personal antes que la de la organización. "Casi ha sido una especie de desarrollo separado, que ha sido aceptado. Es un apartheid voluntario".
En realidad, en el East End de Londres, en el municipio de Tower Hamlet, donde un tercio de la población proviene de Bangladesh, un inmigrante puede pasar toda la vida sin alejarse demasiado de su propia cultura.
Aunque muchos británico celebran esta diversidad como parte de lo que hace especial a Londres, la cohesión social se convirtió en un serio problema hace cuatro años, cuando disturbios raciales entre sudasiáticos y blancos conmovieron la norteña ciudad obrera de Bradford, llevando al gobierno a instalar un comité asesor para estudiar el problema.
"Un problema era que la gente se estaba amontonando en ciertas áreas en el país y tenían muy pocos contactos con otros grupos étnicos, incluyendo a la mayoría de viejos británicos", dijo Sir Bernard Crick, asesor del entonces ministro del Interior, David Blunkett, que presidía el comité.
El grupo de Crick recomendó las ceremonias de ciudadanía, para que los nuevos ciudadanos se sientan más bienvenidos y probar su dominio del inglés y de principios políticos básicos para cerciorarse de que cuentan con las herramientas que necesitarán para empezar aquí una nueva vida. Las nuevas exigencias son mucho más estrictas que en el viejo sistema, en el que un candidato sólo tenía que contar con un miembro de la comunidad para que atestara su dominio del inglés, y firmar un juramento de lealtad a la reina en una notaría local.
Las ceremonias y el nuevo test han generado importantes debates; los conservadores han propuesto una prueba con preguntas difíciles sobre la historia de Inglaterra, que algunos liberales han desechado como una idea estúpida y snob -similar a la propuesta de Lord Tebbit, asesor de la conservadora ex primer ministro Margaret Thatcher, de que los nuevos inmigrantes sean considerados británicos solamente después de que demuestren su lealtad al equipo de cricket inglés en lugar de las selecciones de sus países nativos.
Desde los atentados de julio, el debate sobre la cohesión social se ha convertido en un debate sobre seguridad nacional, a medida que los nuevos ciudadanos ingleses reciben pasaportes que les permiten viajar con facilidad a través de Europa.
"Aquí vive una gran población musulmana que no siente lealtad hacia el Reino Unido", dijo Bob Ayers, un ex agente de la inteligencia estadounidense que es ahora un conferencista invitado en la Chatham House, un respetado laboratorio ideológico británico.
La semana pasada, en la oficina del registrador general, M.D. Habibur Rahman, originalmente de Bangladesh, esperaba con su esposa y tres hijos la ceremonia de 20 minutos que lo convertiría en ciudadano después de vivir aquí durante 25 años.
Al otro lado de la habitación, Mariam Farah Goje, una mujer de más edad con brillantes pañuelos que llegó desde Somalia hace seis años, se sentía excitada con la ceremonia, que dijo que hacía que los recién llegados se "sintieran importantes".
Pero para Rahman, 48, la ceremonia era una especie de castigo.
"Antes éramos buenos. Nadie hacía preguntas. Todo lo recibíamos por correo", dijo, recordando el simple proceso de llevar los certificados de nacimiento de sus hijos al ayuntamiento, y recibir las actas de su ciudadanía por correo.
"Ahora es más difícil. El mundo se está poniendo más difícil. Pero si quieres vivir en paz, tienes que aceptar las reglas, y yo las acepto".
19 de agosto de 2005
©boston globe
©traducción mQh
Pero su esposa recordará el momento en que se hizo inglesa: El viernes a las 3:35 de la tarde, parada en el ayuntamiento, en un titubeante inglés, juró lealtad a la Reina y a todos sus herederos y recibió una medalla conmemorativa.
"Ahora estoy muy feliz", dijo Zahira Kasim, aferrando la medalla. "Fue muy bonito".
Esa ceremonia de estilo americano, que fue instituida el año pasado por primera vez en la historia inglesa, hace parte de un nuevo intento de elevar los obstáculos para obtener la ciudadanía, y para aumentar el sentimiento de lealtad y pertenencia al Reino Unido de la floreciente población inmigrante.
En noviembre, el gobierno exigirá a todos los nuevos ciudadanos que aprueben un "test de Britishness" [valores o folclore ingleses], que demuestren un dominio mínimo del inglés y conocimiento de las prácticas de gobierno, una decisión que según funcionarios no tiene precedentes en la historia inglesa.
El intento de elevar las normas para obtener la ciudadanía se ha hecho más urgente tras los mortíferos atentados kamikaze del 7 de julio en el metro y un autobús de Londres, perpetrado por jóvenes británicos de padres inmigrantes de Pakistán y Jamaica. Un segundo atentado frustrado fue llevado a cabo por inmigrante de África Oriental.
Antes este mes, en un discurso introduciendo nuevas y más severas medidas antiterrroristas, el primer ministro Tony Blair dijo que el "test de Britishness", sería revisado para determinar si era lo suficientemente severo. Dijo que era una de las medidas del gobierno contra el extremismo.
Los atentados han dado un empujón a los conservadores que intentan desde hace tiempo limitar la inmigración.
"Creo que el gobierno está escuchando", dijo Humphrey Malins, miembro del parlamento por el partido conservador. "Ahora es realmente más importante".
Los atentados también han colocado la ciudadanía y los enclaves étnicos en Gran Bretaña en el centro de atención de la prensa, y diarios y sondeos de opinión escudriñan si las comunidades musulmanes de Gran Bretaña -conocidas peyorativamente como Londonistán- están lo suficientemente integradas en la sociedad inglesa convencional.
"Creo que hay claramente un debate sobre qué significa ser británico y en qué tipo de sociedad queremos vivir", dijo Andrew Dennis, director de investigación en Migration Watch, un grupo de vigilancia que investiga y publica lo que considera que son problemas asociados a la creciente tasa de inmigración en Gran Bretaña.
"Creo que Gran Bretaña ha seguido la ruta del multiculturalismo que probablemente ha ido demasiado lejos", dijo, expresando su opinión personal antes que la de la organización. "Casi ha sido una especie de desarrollo separado, que ha sido aceptado. Es un apartheid voluntario".
En realidad, en el East End de Londres, en el municipio de Tower Hamlet, donde un tercio de la población proviene de Bangladesh, un inmigrante puede pasar toda la vida sin alejarse demasiado de su propia cultura.
Aunque muchos británico celebran esta diversidad como parte de lo que hace especial a Londres, la cohesión social se convirtió en un serio problema hace cuatro años, cuando disturbios raciales entre sudasiáticos y blancos conmovieron la norteña ciudad obrera de Bradford, llevando al gobierno a instalar un comité asesor para estudiar el problema.
"Un problema era que la gente se estaba amontonando en ciertas áreas en el país y tenían muy pocos contactos con otros grupos étnicos, incluyendo a la mayoría de viejos británicos", dijo Sir Bernard Crick, asesor del entonces ministro del Interior, David Blunkett, que presidía el comité.
El grupo de Crick recomendó las ceremonias de ciudadanía, para que los nuevos ciudadanos se sientan más bienvenidos y probar su dominio del inglés y de principios políticos básicos para cerciorarse de que cuentan con las herramientas que necesitarán para empezar aquí una nueva vida. Las nuevas exigencias son mucho más estrictas que en el viejo sistema, en el que un candidato sólo tenía que contar con un miembro de la comunidad para que atestara su dominio del inglés, y firmar un juramento de lealtad a la reina en una notaría local.
Las ceremonias y el nuevo test han generado importantes debates; los conservadores han propuesto una prueba con preguntas difíciles sobre la historia de Inglaterra, que algunos liberales han desechado como una idea estúpida y snob -similar a la propuesta de Lord Tebbit, asesor de la conservadora ex primer ministro Margaret Thatcher, de que los nuevos inmigrantes sean considerados británicos solamente después de que demuestren su lealtad al equipo de cricket inglés en lugar de las selecciones de sus países nativos.
Desde los atentados de julio, el debate sobre la cohesión social se ha convertido en un debate sobre seguridad nacional, a medida que los nuevos ciudadanos ingleses reciben pasaportes que les permiten viajar con facilidad a través de Europa.
"Aquí vive una gran población musulmana que no siente lealtad hacia el Reino Unido", dijo Bob Ayers, un ex agente de la inteligencia estadounidense que es ahora un conferencista invitado en la Chatham House, un respetado laboratorio ideológico británico.
La semana pasada, en la oficina del registrador general, M.D. Habibur Rahman, originalmente de Bangladesh, esperaba con su esposa y tres hijos la ceremonia de 20 minutos que lo convertiría en ciudadano después de vivir aquí durante 25 años.
Al otro lado de la habitación, Mariam Farah Goje, una mujer de más edad con brillantes pañuelos que llegó desde Somalia hace seis años, se sentía excitada con la ceremonia, que dijo que hacía que los recién llegados se "sintieran importantes".
Pero para Rahman, 48, la ceremonia era una especie de castigo.
"Antes éramos buenos. Nadie hacía preguntas. Todo lo recibíamos por correo", dijo, recordando el simple proceso de llevar los certificados de nacimiento de sus hijos al ayuntamiento, y recibir las actas de su ciudadanía por correo.
"Ahora es más difícil. El mundo se está poniendo más difícil. Pero si quieres vivir en paz, tienes que aceptar las reglas, y yo las acepto".
19 de agosto de 2005
©boston globe
©traducción mQh
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