quién se queda con el litio
31 de mayo de 2009
Compañías japonesas y europeas están tratando de llegar a acuerdos para explotar el recurso, pero en el gobierno de Evo Morales los sentimientos nacionalistas sobre el litio se están incrementando a gran velocidad. El presidente boliviano es un ardiente crítico de Estados Unidos. Bolivia ya ha nacionalizado las industrias del petróleo y el gas natural del país.
De momento, el gobierno habla de controlar estrechamente el litio y mantener a raya a los extranjeros. En adición de esa presión, los grupos indígenas aquí en el remoto salar donde yace el mineral están exigiendo una parte del tesoro.
"Sabemos que Bolivia se puede convertir en la Arabia Saudí del litio", dice Francisco Quisbert, 64, presidente de Frutcas, una organización de recolectores de sal y productores de quínoa de las orillas del Salar de Uyuni, el salar más grande del mundo. "Somos pobres, pero no somos campesinos estúpidos. El litio está en Bolivia, pero está también en nuestras propiedades".
La nueva Constitución que Morales logró que fuera aprobada tan convenientemente por los votantes en enero reforzó esas pretensiones. Una disposición da a los indios el control de los recursos naturales en sus territorios, reforzando su posición para obtener concesiones de las autoridades y empresas privadas, o inclusive bloquear los proyectos mineros.
Nada de esto está apagando los intentos de los extranjeros, incluyendo a los conglomerados japoneses Mitsubishi y Sumitomo y un grupo dirigido por un industrialista francés, Vincent Bolloré. En los últimos meses los tres han enviado representantes a La Paz, la capital, para reunirse con el gobierno de Morales a discutir sobre el acceso al litio, un componente crítico de las baterías que impulsan a coches y otros artículos eléctricos.
"Hay salares en Chile y Argentina, y un prometedor depósito de litio en el Tibet, pero la mayor parte se encuentra en Bolivia", dijo en La Paz un ejecutivo de la Unidad de Metales de Mitsubishi. "Si queremos ser un actor que cuente en la siguiente ola de coches y las baterías que los impulsan, debemos estar aquí".
Mitsubishi no es la única que planea producir coches con baterías de litio. Los alicaídos fabricantes de coches en Estados Unidos están centrando sus esperanzas en el litio. Uno de ellos es General Motors, que planea el próximo año extender su Volt, un coche que utiliza una batería de litio y un motor a gasolina. Nissan, Ford y BMV, entre otros fabricantes, tienen proyectos similares.
Mientras los gobiernos, incluyendo el de Obama, buscan aumentar la eficiencia del combustible y reducir su dependencia del petróleo importado, las compañías privadas se están concentrando en este desolado rincón de los Andes, donde los indios quechua subsisten sobre los restos de un antiguo mar interior vendiendo la sal que transportan con caravanas de llamas.
El Servicio Geológico de Estados Unidos dice que se podrían extraer en Bolivia 5.4 millones de toneladas de litio, en comparación con los tres millones en Chile, 1.1 millones en China y apenas 410 mil en Estados Unidos. Geólogos independientes calculan que Bolivia podría tener inclusive más litio en Uyuni y sus otros salares, aunque la altitud y la calidad de las reservas podría dificultar el acceso al mineral.
Aunque las estimaciones varían ampliamente, algunos geólogos dicen que los fabricantes de coches eléctricos podrían depender durante décadas de las reservas de litio de Bolivia.
Pero en medio de ese potencial, los extranjeros que quieren explotar las reservas de litio de Bolivia deben explorar las políticas de Morales,49, que ha chocado repetidas veces con inversores estadounidenses, europeos e inclusive sudamericanos.
Morales causó consternación en Brasil, país con el que Bolivia mantiene relaciones amistosas, al nacionalizar en 2006 los proyectos de gas natural del país y aumentar fuertemente los precios. Bolivia realizó su última nacionalización antes de la votación sobre la Constitución, enviando soldados a ocupar las operaciones del gigante petrolero británico BP.
En la sede en La Paz de Comibol, la agencia estatal que supervisa los proyectos mineros, la visión de Morales, que combina el socialismo con la defensa de los indios bolivianos, ocupa un lugar prominente. Se pueden recoger en el vestíbulo ejemplares de Cambio, un nuevo diario de propiedad estatal, mientras que carteles de Che Guevara, el popular líder de izquierda asesinado en Bolivia en 1967, ilustran las puertas de las oficinas de Comibol.
Con ese fin Comibol está invirtiendo cerca de seis millones de dólares en una pequeña planta cerca del pueblo de Río Grande a orillas del salar de Uyuni, donde espera iniciar el primer intento industrial de Bolivia para explotar el litio presente en los blancos paisajes lunares y convertirlo en carbonato para baterías.
Los técnicos necesitan primero sacar agua saturada con sal que se encuentra debajo del salar, hacia la superficie, donde se evapora en pozos, para exponer el litio. Morales quiere ver la planta terminada para fines de año.
Aquí los trabajadores se afanaban frenéticamente para lograr esa meta a fines de enero, trabajando bajo el sol levantando murallas de ladrillos. Mientras disfrutaba de un estofado de llama y una Pepsi, Marcelo Castro, 48, encargado de la supervisión del proyecto, explicó que además de procesar el litio, la planta tenía otro objetivo.
"Por supuesto, el litio es el mineral que nos introducirá a la era post-petróleo", dijo Castro. "Pero para entrar por esa ruta, debemos elevar la conciencia revolucionaria de nuestro pueblo, empezando en los talleres mismos de esta fábrica".
Más allá de la pequeña planta, los analistas del litio dicen que Bolivia, uno de los países de menos desarrollo de América Latina, debe invertir mucho más para empezar a producir carbonato. Pero con la desaceleración del crecimiento económico y el descenso del precio del petróleo limitando el alcance de su principal cliente, Venezuela, no está claro cómo podría Bolivia lograrlo por sus propios medios.
Sin embargo, aunque Bolivia está reclamando un mayor control de la economía y haciéndose con el control de los proyectos petroleros y de gas, algunos analistas optimistas señalan que el presidente Morales ha permitido que algunas compañías extranjeras permanezcan en el país como socios minoritarios.
La minería del litio en Bolivia tiene su propia historia de tropezones. A principio de los años noventa, la oposición nacionalista dirigida por Gonzalo Sánchez de Lozada, un adinerado titular de concesiones mineras que fue más tarde presidente de Bolivia, frustró un plan de Lithco, una compañía estadounidense, para explotar aquí los depósitos de litio.
Esa historia, con las actuales tensiones de Bolivia con Washington, podrían explicar por qué las compañías estadounidenses parecen estar al margen mientras otras tratan de llegar a acuerdos con el país. Sánchez de Lozada fue finalmente obligado a abdicar de la presidencia en 2003, después de que Morales dirigiera las protestas contra sus intentos de exportar gas natural con la ayuda de capitales extranjeros.
Pero geólogos y economistas están debatiendo apasionadamente sobre si las reservas de litio fuera de Bolivia son suficientes para satisfacer la creciente demanda global. Keith Evans, geólogo de California, dice que los recursos accesibles fuera de Bolivia, son significativamente mayores que los estimados por el Servicio Geológico de Estados Unidos.
Juan Carlos Zuleta, un economista de La Paz, dijo que "tenemos la mayor reserva de litio del planeta, pero si no nos metemos ahora en la carrera, perderemos la oportunidad. El mercado encontrará otras soluciones para la demanda mundial de baterías".
En el salar de Uyuni, ese debate parece remoto para los que todavía trabajan como hicieron sus ancestros, raspando la sal del suelo y formando pilas en forma de conos que destacan contra el horizonte como un espejismo geométrico. El litio que se encuentra bajo la superficie de este desierto parece incluso más remoto para estos recolectores de sal del siglo veintiuno.
"He oído hablar del litio, pero sólo espero que nos signifique trabajo", dijo Pedro Camata, 19, su cara protegida contra el implacable sol por un pasamontañas y gafas de sol baratas que cubren sus ojos. "Aquí, sin trabajo nos morimos".
2 de febrero de 2009
©new york times
cc traducción mQh
0 comentarios