asesinan a activista chechena
Andrew E. Kramer contribuyó al reportaje. 22 de julio de 2009
La víctima, Natalya Estemirova, 50, se había convertido en una importante fuente de información sobre los abusos en Chechenia, donde la guerra separatista ha dado pie una brutal campaña contrainsurgente. En los últimos años, Estemirova se concentró en secuestros que creía que habían sido cometidos por orden del presidente checheno, Ramzan A. Kadryrov, que tiene el respaldo público incondicional del Kremlin.
Su trabajo fue recibido con amenazas y denuncias de las autoridades chechenas. En marzo de 2008, después de que Estemirova criticara una nueva ley que exige que las mujeres en Chechenia lleven pañuelo de cabeza, Kadyrov la llamó para un encuentro personal y la amenazó -una experiencia tan aterradora que huyó al extranjero, donde permaneció durante varios meses, informó Tatyana Kasetkina, subdirectora de la organización de derechos humanos rusa, Memorial, donde Estemirova trabajaba desde 1999. Amigos trataron de convencer a Estemirova de que apartara del tema, pero ella se sentía compelida a volver.
Un empleado de Memorial en la oficina de Moscú, Andrei Mironov, dijo que un grupo de hombres subieron a Estemirova a un coche blanco cuando se dirigía a su trabajo en la capital chechena de Grozny a eso de las ocho y media de la mañana del miércoles. Testigos dijeron que gritó que la estaban secuestrando. Su cuerpo fue encontrado en la tarde a unos ochenta kilómetros de distancia, a unos cientos de metros de una autopista en Ingushetia, de acuerdo a una declaración del ala investigativa del procurador general. Las autoridades dijeron que su bolsa, con su pasaporte y otros documentos, fue encontrada en las cercanías.
Kasatkina dijo que creía que el responsable del asesinato era Kadyrov.
"Hubo amenazas durante un período, y ahora Kadyrov espera cerrar la cortina", dijo Kasatkina. "Con el asesinato de Natacha, Kadyrov trazó una línea, con la que dice a las organizaciones de derechos humanos: "No les vamos a tolerar".
Kadyrov emitió una declaración el miércoles noche diciendo que "no escatimaría gastos" para encontrar a los asesinos. Dijo que creía que el asesinato tenía el objetivo de desviar la atención de la policía de las operaciones contraterroristas y fue realizado por "fuerzas que son incapaces de aceptar que Chechenia es una república, que las acciones militares terminaron y que llegó la paz", de acuerdo a la agencia de noticias Ria Novosti.
El asesinato presenta un doble desafío para el presidente ruso, Dmitri A. Medvedev, que asumió el cargo el año pasado con la promesa de restaurar el estado de derecho. Continúan los descarados ataques contra periodistas y funcionarios de derechos humanos y todavía ninguno de los asesinos ha sido llevado a justicia, incluso en casos célebres, especialmente el de Anna Politkovskaya, la periodista investigativa rusa que también trabajaba para denunciar abusos en Chechenia hasta su asesinato en octubre de 2006. Al año siguiente, Estemirova ganó un premio instituido en homenaje a Politkovskaya.
También se enfrenta a una creciente marea de violencia al norte del Cáucaso, donde el Kremlin ha dejado en manos de Kadyrov la erradicación de la violencia separatista. Kadyrov ha prácticamente eliminado la insurgencia, pero activistas como Estemirova han dicho que su régimen usa métodos brutales, entre ellos el secuestro y la tortura.
Thomas Hammarberg, comisionado de derechos humanos del Consejo de Europa, dijo que su asesinato "exige una respuesta resuelta y efectiva" de las autoridades rusas.
"Si no se aclara este caso, tendrá efectos negativos sobre el trabajo de derechos humanos en Rusia", dijo. "Es imperativo que el fiscal le otorgue al caso la más alta prioridad y que la investigación comience inmediatamente".
Medvedev emitió una declaración a través de su secretario de prensa en la que condena el asesinato, diciendo que "desgraciadamente, es aparente que este asesinato premeditado puede estar relacionado con las actividades en el ámbito de los derechos humanos de Natalya Estemirova".
En el pequeño círculo de activistas de derechos humanos que trabajan sobre Chechenia, Estemirova destacaba porque había decidido quedarse en su ciudad natal de Grozny, viviendo en un departamento de dos cuartos que desde la guerra no había sido reparado nunca. Su casa -afectada por cortes de agua y de electricidad- se convirtió en una especie de casa de invitados para periodistas y personas activas en los derechos humanos, dijo Shakhman A. Akhbulatov, que trabajó con ella en Memorial.
"Era una persona muy estricta, directa y abierta", dijo Akhbulatov. "No hacía compromisos. Si pensaba que tenía la razón, defendía su posición. Así era su carácter".
Especialmente en los últimos años, cuando las amenazas sonaron más graves y más frecuentes, la desgarraba una preocupación: su hija Lana, ahora de quince, que, dijo, se estaba criando sola.
"Hacía todo por su hija", dijo Akhbulatov, que habló por teléfono desde Grozny, donde se podía oír en el fondo a gente gritando. "Por otro lado, no dejaba de trabajar. Su trabajo la estaba consumiendo".
Grozny era cada vez más tenebrosa para Estemirova. Hace tres meses fue interrogada durante horas en el ministerio checheno del Interior, una experiencia que la dejó tan preocupada que su organización, Memorial, la informó al Consejo de Europa, dijo Hammarberg.
"Era un caso en el que al menos ella creía que estaba siendo amenazada", dijo Hammarberg. "Ella lo interpretaba como que algunos grupos habían puesto sus ojos en ella".
Este mes, Nurdi Nukhazhiyev, el ombudsman de derechos humanos respaldado por el gobierno checheno, arremetió públicamente contra las organizaciones de derechos humanos rusas y occidentales, incluyendo Memorial, calificándolas de herramientas de los enemigos de Rusia.
"Existe la creencia de que necesitan una Chechenia inestable y violenta como si fuera aire", dijo Nukhaziyev, en una actualización en su página web.
Estemirova es la última muerte violenta dentro de la cerrada comunidad de activistas de Chechenia. Había colaborado con Politkovskaya y Stanislav Markelov, un joven abogado que representaba a menudo a las víctimas en las investigaciones de Politkovskaya. Markelov fue asesinado en enero, cuando salía de una rueda de prensa en Moscú.
Funcionarios en Moscú anunciaron esta primavera el fin de la campaña contraterrorista rusa en Chechenia, diciendo que había retornado al país la estabilidad después de casi dos décadas de guerra y conflictos internos. Pero la violencia sigue siendo habitual, con frecuentes balaceras entre la policía y un debilitado, pero todavía potente movimiento separatista. Los secuestros también son comunes.
Desde enero, Memorial ha documentado cincuenta secuestros en Chechenia, dijo Usam Baisayev, colega de Estemirova. Al menos cuatro de las víctimas fueron encontradas muertas.
Baisayev dijo que los combatientes separatistas eran responsables de algunos de los secuestros, pero que creía que agentes de policía y las fuerzas armadas protegidos por el gobierno eran los autores de la mayoría de ellos.
Estemirova describió la mecánica de las desapariciones durante una entrevista con el New York Times en abril de 2008. Era una fumadora empedernida, con anillos negros debajo de sus ojos, pero también dicharachera y divertida, siempre apresurada. Dijo que los secuestros se habían convertido en un método dominante a medida que la insurgencia se desvanecía y el ejército ruso traspasaba a las milicias locales los aspectos más difíciles del trabajo de seguridad.
"Llega gente armada, de uniforme, y los suben a coches", dijo, describiendo un secuestro típico. "La gente no entiende que ellos son las fuerzas de seguridad. Esta gente vuelve derrotada, pero son tranquilos, y no hablan.
"Sabemos que han desaparecido personas", dijo. "Sabemos que han matado a personas, y las estamos buscando con pala".
15 de julio de 2009
©new york times
cc traducción mQh
0 comentarios