pinochet y la muerte de berríos
8 de agosto de 2009
El juez que instruye el proceso por el crimen en 1995 del químico de la DINA Eugenio Berríos, le había preguntado a Covarrubias por la respuesta que el dictador Augusto Pinochet le había dado cuando él le informó que, en abril de 1995 en Uruguay, había aparecido el cuerpo del químico y que había resultado muerto, a pesar de que la DINE lo mantenía bajo vigilancia permanente en un departamento en Montevideo.
Todos, querellantes y defensores, esperaban en la sala conocer "la primicia", puesto que en el expediente de 40 tomos el dato no estaba registrado hasta ahora.
Lo que sí pudieron saber, también "en exclusiva", porque tampoco se conocía en el juicio, fue que cuando Covarrubias le informó a Pinochet del aparecimiento del cadáver en la playa El Pinar, cerca de Montevideo, éste le preguntó: "¿Tenemos alguna responsabilidad nosotros?". Covarrubias dijo que le respondió "ninguna, mi general".
La pregunta del dictador no era nueva, porque diecinueve años antes, en 1976 se la había hecho al jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), Manuel Contreras, por el crimen de Orlando Letelier en Washington. Y Contreras le contestó lo mismo: ninguna.
Pero los temblores de su cuerpo no terminarían allí para Covarrubias. Un tanto acorralado, contestó al juez que nunca informó del aparecimiento del cuerpo del químico al Ministerio de Interior, en una reunión de la comunidad de inteligencia de las Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones, con el entonces subsecretario Belisario Velasco.
El juez le consultó entonces por qué no lo hizo, si ya le había informado a Pinochet. Además, minutos antes, el mismo Covarrubias había declarado que en 1995 la DINE le había aportado antecedentes de Berríos a la inteligencia uruguaya, para ayudar al reconocimiento del cuerpo hallado escondido en la playa, dato que también resultaba nuevo para el proceso. La contradicción resultaba obvia.
Pero la respuesta timorata del general fue "es que yo me enteré del crimen de Berríos recién por la prensa".
El Episodio de Silva
En la audiencia probatoria y pública del juicio que recién terminará el próximo viernes, declaró también hoy el mayor (R) Arturo Silva Valdés, quien produjo un curioso episodio.
"Yo nunca conocí al señor Berríos", le dijo con voz marcada al juez. Era extraño, porque Silva es sindicado como uno de los dos autores materiales de los tres balazos en la cabeza que terminaron con la vida de "Hermes", chapa de Berríos como agente de la DINA.
Ahí saltó el abogado Álvaro Varela, parte querellante en el proceso por la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva, para recordarle a Silva que apenas el día anterior había dicho algo distinto en la audiencia.
El magistrado dijo entonces "pero Señor Silva, usted declaró en el proceso que en 1991 esperó a Berríos en Buenos Aires cuando fue sacado de Chile clandestinamente y con identidad falsa, y lo condujo por barco a la ciudad uruguaya de Colonia y desde allí en bus a Montevideo. ¿Cómo que no lo conoció?"
Por primera vez bajando el volumen de su altanera conducta, Silva contestó "es que yo sólo lo conocí unos días antes, cuando lo tenían en Santiago en el Batallón de Inteligencia del Ejército".
Terminadas las audiencias probatorias, el próximo paso del juez Madrid será la dictación de la sentencia de primera instancia.
La fase probatoria es la etapa del juicio en el sistema procesal penal antiguo, en la que las partes presentan a sus testigos, sean acusados o no, para que ratifiquen, aclaren, o agreguen nuevos antecedentes en la causa.
En la investigación judicial está debidamente acreditado que el químico fue sacado de Chile clandestinamente por orden del dictador Pinochet, con dinero de los fondos reservados de la comandancia en jefe.
También que el objetivo fue impedir que Berríos declarara en la investigación que en 1991 instruía el juez Adolfo Bañados por el crimen en Washington del canciller de Salvador Allende, Orlando Letelier.
El químico, finalmente, fue asesinado en complicidad con la inteligencia uruguaya, cuando el agente decidió regresar a Chile para declarar lo que sabía sobre ese crimen y de otros cometidos después del golpe militar de 1973.
©la nación
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