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nueva estrategia de las farc


Los rebeldes de las FARC contraatacan. Los militantes de izquierda han lanzado un plan de renacimiento después de un año de fulminantes reveses.
[Sibylla Brodzinsky] Tumaco, Colombia. ‘Fénix’ llevaba meses sin trabajo en esta animada ciudad en la costa Pacífico al sur de Colombia cuando aceptó un trabajo, por el que le pagarían dieciséis dólares al día en un laboratorio de cocaína -con otros veinticuatro hombres.
Pero cuando fueron trasladados hacia donde se suponía que debían trabajar, resultó que era un campo de adiestramiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con otros 75 nuevos reclutas. "Nos dijeron que ahora éramos revolucionarios", dice Fénix, que habló a condición de conservar el anonimato.
‘Fénix’, que escapó tres meses después, dice que nunca quiso ser miembro del ejército revolucionario más grande de Colombia, pero que durante su tiempo como guerrillero pudo observar la estrategia de las FARC de reagruparse después de un año de devastadores reveses.
Después de lo que describió como un mes y medio de agotadoras sesiones de adiestramiento y adoctrinamiento, le entregaron un rifle automático, granadas y municiones. Pero utilizó su adiestramiento para escapar y entregarse. Y aunque muchos de los otros reclutas parecían tan miserables como él, dice que piensa que muchos todavía siguen en la guerrilla por falta de mejores opciones.
El reclutamiento y el adoctrinamiento son dos pilares del plan de renacimiento de las FARC, iniciado para insuflar nueva vida a la organización rebelde de 45 años, después de una serie de serios golpes a su comando, moral y finanzas.
Los rebeldes de izquierda sufrieron siete años de continuada presión militar bajo el presidente conservador Álvaro Uribe -un período durante el cual fueron asesinados algunos de sus líderes más importantes y cuadros de nivel medio y que presenció el dramático rescate de sus principales rehenes. Cientos de guerrilleros han desertado y la estructura de comando y control de las FARC fue desbaratada.
Pero con un nuevo líder y filas más reducidas, las FARC parecen estar recuperando la iniciativa. A principios de mayo, las FARC atacaron a fuerzas del gobierno en diferentes áreas en todo el país, matando al menos a dos docenas de soldados y agentes de policía. De hecho, en un solo día las FARC lanzaron ataques en al menos cuatro zonas, matando a seis militares. Desde principios de años, las fuerzas de gobierno han chocado con los rebeldes 488 veces.
"Es como un juego de poker. Perdieron unas manos, pero todavía tienen suficientes cartas como para seguir jugando", dice Luis Eduardo Celis, analista de la Corporación Nuevo Arco Iris, un laboratorio ideológico sobre seguridad en Bogotá.
La última mano está siendo barajada por el nuevo líder de las FARC, Alfonso Cano, que asumió la jefatura el año pasado después de la muerte -por causas naturales- del fundador, Manuel Marulanda.
"En 2009 debemos obligarnos a retomar la iniciativa", dijo Cano en un comunicado publicado en enero.
Durante su historia, las FARC han logrado adaptarse y reinventarse, demostrando su resistencia ante presiones militares y políticas.
Las FARC fueron creadas por los sobrevivientes de un ataque del ejército contra una pequeña fuerza de autodefensa campesina en las montañas del centro de Colombia en 1964. Definiéndose como marxistas-leninistas, los miembros de las FARC juran defender a los campesinos pobres contra las oligarquías gobernantes.
Han pasado de ser una banda de rebeldes andrajosos a un poderoso ejército que se convirtió en una amenaza real para el estado. Han negociado con cuatro presidentes de Colombia, sobrevivido las ofensivas de los paramilitares, y rellenado sus arcas con el dinero de los rescates y ganancias del negocio de las drogas.
Hoy, son el ejército insurgente de izquierda más grande y antiguo de América Latina.
Pero es una insurgencia en decadencia. Desde un máximo estimado de dieciocho mil combatientes en 2002, se cree que las FARC cuentan ahora con sólo nueve mil. Las filas se han reducido debido a bajas en combate, capturas y deserciones.
Como estrategia de gobierno, alentar las deserciones ofreciendo indulgencia, protección y formación profesional, ha sido al menos tan efectivo como las ofensivas militares contra las FARC. El año pasado, desertaron de las FARC 2.940 combatientes. A fines de abril de este año se habían contabilizado 544 deserciones.
Para compensar la pérdida de combatientes, las FARC están atrayendo a jóvenes desempleados como ‘Fénix’. Y parte del Plan Renacimiento, según documentos encontrados por el gobierno en ordenadores incautados que describen la nueva estrategia, incluye el refuerzo del adoctrinamiento político para impedir las deserciones.
Fénix describe a la unidad de las FARC a la que fue asignado como "bien organizada". Dice que los comandantes de la unidad parecían convencidos de que las FARC estaban luchando por los pobres y que algún día tomarían el poder.
Otra parte del plan de las FARC es utilizar minas terrestres y francotiradores para atacar a unidades del ejército, evitando el combate directo. Fénix dice que las tropas recibieron la orden de evitar atacar directamente a las fuerzas del gobierno. "Mirábamos en silencio cuando pasaban las patrulleras río arriba, pero nos dijeron que no atacáramos porque podríamos provocar una respuesta aérea", dice.
Parte de la misión de su unidad era ampliar el control sobre las tierras bajas de la provincia de Nariño, un importante corredor para los envíos de cocaína con destino a Estados Unidos. "Nos dijeron que nos preparáramos para una lucha territorial", dice, principalmente controlando las rutas de cocaína, otra parte de la nueva estrategia de las FARC.
"Nos dijeron que colocáramos bombas para desviar la atención de los militares para proteger las drogas", dice.
El comercio de drogas sigue siendo una importante fuente de financiamiento de las FARC, cuya participación va desde ‘gravar’ la producción y el transporte hasta el procesamiento y envío de la droga.
Al mismo tiempo, las FARC siguen buscando un ‘canje de prisioneros’ de sus rehenes a cambio de rebeldes encarcelados.
Después de tener más de cincuenta políticos y militares que las FARC consideraban rehenes ‘canjeables’, las fugas, rescates y liberaciones unilaterales han dejado a los rebeldes con los restantes veintidós policías y oficiales del ejército para utilizar en negociaciones.
En marzo, Uribe dijo que si las guerrillas realmente querían la paz, estaría dispuesto a iniciar conversaciones con las FARC, pero sólo si suspendían sus "actividades terroristas" durante cuatro meses.
Esa idea fue descartada después de las emboscadas rebeldes del mes pasado.
"Las FARC están lejos de la derrota", dice Markus Schultze-Kraft, director de programa América Latina para el Grupo Internacional de Crisis, "y con Alfonso Cano está teniendo algo de éxito en cuanto a adaptarse a la nueva situación estratégica y recuperar la cohesión interna".

9 de agosto de 2009
9 de junio de 2009
©christian science monitor 
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