recordando el holocausto
10 de abril de 2010
En el Día de la Recordación del Holocausto hay que pensar también en los animales que viven y mueren en campos de concentración.
[Heather Moore] Isaac Bashevis Singer, el escritor judío galardonado con el Premio Nobel, que huyó de Polonia a Estados Unidos en 1935 y alquiló un cuarto encima de un matadero, observó una vez que "sólo hay un pequeño paso entre matar animales y crear cámaras de gas al estilo de Hitler y campos de concentración al estilo de Stalin..." Singer, que defendió el vegetarianismo hasta su muerte en 1991, creía que deberíamos escandalizarnos y horrorizarnos por todas las formas de maltrato, y mostrar simpatía con todas las víctimas de injusticias.
Este domingo 11 de abril, el Día de la Recordación del Holocausto, mientras piensas en todas esas desdichadas personas que sufrieron y murieron durante el Holocausto, por favor detente un momento a pensar en los campos de concentración de nuestra época y en los miles de millones de animales que son criados y matados al año para que sirvan de alimento. Hay un inquietante paralelo entre los sistemas de confinamiento, maltrato y sacrificio de los judíos y los de los animales de las granjas industriales. Aunque las víctimas son diferentes -excepto en su capacidad de sentir dolor, amor, alegría, temor y pesar-, los métodos de opresión y persecución son los mismos.
A menudo me pregunto sobre la especie humana, y sé que muchos de ustedes también lo hacen. ¿Qué se necesita para convencer a más personas de que se comporten de manera civilizada y muestren sentimientos de compasión, no solamente con los que son como ellos, sino también con los que son diferentes?
Once millones de personas fueron escupidas, ridiculizadas, golpeadas y asesinadas en cámaras de gas durante el Holocausto, mientras que millones más -aquellos que no temían por sus vidas- miraron indiferentes y no hicieron nada para impedirlo. Y la mayoría de la gente consume complaciente la carne y secreciones de animales criados en dantescas empresas de confinamiento intensivo, conocidas como fábricas de cría intensiva. Son los campos de concentración de nuestra época.
Pollos, cerdos, vacas y otros animales criados en granjas viven apretujados en los más pequeños espacios imaginables. La mayoría de ellos no respiran nunca aire fresco ni sienten la hierba debajo de sus patas. Bebés aterrados son separados violentamente de sus madres desesperadas. A los pollos les cortan el pico; a las vacas les extraen los cuernos de sus cabezas; los cerdos son castrados -y todo ello sin anestesia. Luego son arreados y metidos en sucios y resbaladizos camiones de transporte y llevados a los mataderos, donde son colgados por sus patas, boca abajo, para ser degollados.
¿Nos sentaremos a mirar? El filósofo y académico Helmut Kaplan, dijo una vez: "Nuestros nietos nos preguntarán un día: ‘¿Dónde estabas durante el Holocausto de los animales? ¿Qué hiciste contra esos espantosos crímenes?’"
¿Qué responderás?
Ojalá digas que te hiciste vegano porque no puedes soportar ninguna forma de crueldad. Alguna gente dice que eligen comer animales criados en el campo, sin jaulas, o en granjas orgánicas. Pueden tener buenas intenciones, pero hay una diferencia entre tratar de manera más suave a los esclavos y no tener esclavos de ninguna manera. Cuando nos sentamos a comer, podemos elegir entre apoyar el holocausto contra los animales o ayudar a ponerle fin.
Desgraciadamente, nadie puede hacer nada para borrar el dolor y los ultrajes que sufrieron las víctimas del Holocausto, pero todos podemos ayudar a impedir agresiones y sufrimientos adicionales convirtiéndonos en veganos. Si todavía no lo has hecho, por favor promete no comer carne ni durante el Día de la Recordación del Holocausto ni durante ningún día del año.
8 de abril de 2010
©care2
cc traducción mQh
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