posible negociación con las farc
Colombia abre la puerta para conversaciones con las FARC.
[Juan Forero] Bogotá, Colombia. La asunción de un presidente más moderado en Colombia ha abierto la posibilidad, nunca tan mínima, de conversar con los revolucionarios marxistas para poner fin a un conflicto alimentado por la cocaína y que se remonta a los años sesenta.
Aunque como ministro de Defensa propinó decisivos golpes a la más poderosa organización rebelde de Colombia, como presidente Juan Manuel Santos se ha mostrado dispuesto a negociar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, para terminar con el único conflicto armado de América Latina. "La puerta de las negociaciones no está cerrada", dijo Santos el sábado en su discurso inaugural.
Carlos Lozano, editor del semanario comunista Voz, dijo que los comentarios de Santos sugieren que el nuevo gobierno de Colombia está dispuesto a considerar una negociación. "Eso es importante, particularmente porque su predecesor había prácticamente cerrado esa posibilidad, y su política era expandir la guerra", dijo Lozano, refiriéndose a Álvaro Uribe, que gobernó durante ocho años.
Los presidentes latinoamericanos, algunos de los cuales eran hostiles a Uribe y sus políticas de seguridad, han expresado interés en ayudar a Colombia a forjar un pacto de paz con las FARC, una organización de ocho mil combatientes, debilitada en los últimos años en medio de una ofensiva militar financiada por Estados Unidos, pero que continúa actuando en zonas remotas.
Entre esos presidentes se encuentra el presidente ecuatoriano Rafael Correa, que rompió relaciones con Uribe en 2008 después de que Colombia bombardeara un campamento de la guerrilla en Ecuador. Este fin de semana, en una entrevista con el canal Caracol de Colombia, Correa dijo que podría jugar un papel en futuras negociaciones con los revolucionarios. "Esa lucha ya no tiene ningún sentido", dijo Correa sobre las tácticas de las FARC.
Los comentarios más sorprendentes, sin embargo, provinieron del presidente venezolano Hugo Chávez. Hace algunas semanas había advertido que si Santos era elegido, las relaciones podrían empeorar.
En lugar de eso, el martes llegó a la ciudad portuaria colombiana de Santa Marta y se reunió con el nuevo presidente en un intento de reparar las relaciones diplomáticas que había suspendido el 22 de julio después de que el gobierno de Uribe acusara públicamente a Chávez de apoyar a las FARC.
El presidente socialista, que ha elogiado frecuentemente a los rebeldes de las FARC e invitado a importantes comandantes al palacio presidencial en Caracas, dijo este fin de semana que las FARC deberían liberar a los rehenes para abrir el camino hacia las negociaciones.
"Las guerrillas colombianas no tienen futuro con la lucha armada", dijo Chávez en su programa de televisión del domingo. "Justo cuando se propone que el gobierno colombiano busque la paz, las guerrillas deberían hacer lo mismo".
Chávez hizo estos comentarios después de que Santos, después de asumir el cargo, expresara interés en restablecer las relaciones con Venezuela. Eso condujo a la reunión del martes, que terminó con Santos anunciando que Chávez no permitirá que las organizaciones armadas ilegales operen en Venezuela. Antes, durante su investidura, Santos también mencionó usar su mandato de cuatro años para sembrar "los fundamentos de una verdadera reconciliación entre los colombianos" y poner fin a la guerra con las FARC.
La hermética y dogmática organización revolucionaria, que habla de revolución pero es considerada como un importante cartel de la cocaína, también ha emitido comentarios que han apaciguado a funcionarios colombianos.
En un video dado a conocer el mes pasado, Guillermo Sáenz Vargas, el intelectual bogotano que encabeza a la organización, abandonó la sostenida demanda de las FARC de crear una zona desmilitarizada para las negociaciones. "Lo que estamos plantando de nuevo, una vez más, es, hombre, hablemos", dijo Sáenz, mejor conocido como Alfonso Cano.
Expertos en las FARC dicen que no se hacen ilusiones de que las conversaciones puedan empezar pronto, en gran parte porque Santos las ha hecho depender de que los rebeldes liberen a los rehenes y acepten una tregua.
Las FARC y el estado colombiano han estado librando una guerra sin cuartel desde 2002, cuando el presidente Andrés Pastrana rompió las conversaciones de paz después de acusar a los rebeldes de usar una extensa franja territorial cedida por su gobierno, para esconder a rehenes y planear ataques.
Poco después, Uribe fue elegido presidente, modernizó a las fuerzas armadas y recuperó territorio que había estado en manos de las guerrillas. Ahora que Uribe se ha marchado, dicen los analistas políticos, el ambiente es algo más propicio para un nuevo acercamiento.
"Santos no tiene ese odio visceral hacia las FARC que tiene Uribe", dice Adam Isacson, analista militar en Washington, observando que el padre de Uribe fue asesinado por las FARC. "Las consideraba un obstáculo para su gobierno, que debía ser eliminado".
Camilo Gómez, uno de los negociadores del gobierno de Pastrana, dijo que la más probable ruta hacia la paz es una combinación de fuerza y negociaciones, aunque, agregó, probablemente las negociaciones deban realizar fuera de Colombia.
Gómez también dijo que se necesitaba un mediador respetado, alguien digerible para la izquierda y la derecha de la región. Planteó la posibilidad de que lo sea el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, que pronto terminará su mandato.
13 de agosto de 2010
11 de agosto de 2010
©washington post
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