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el agente del das


Y el caso de Correa de Andreis. VerdadAbierta.com conoció detalles del testimonio que rindió Javier Valle en 2008 ante la justicia desde Estados Unidos, en donde está asilado, y analiza hasta dónde se ha esclarecido el caso.
Colombia. En su larga versión libre ante un Fiscal delegado ante la Corte Suprema de Justicia, el ex agente del DAS Javier Alfredo Valle Anaya contó que había estudiado solo tres semestres de ingeniería industrial en una universidad capitalina cuando tuvo que devolverse a su natal Montería en diciembre de 1991, porque no tenía cómo pagar sus estudios. Un día vio en un periódico que el Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, estaba reclutando agentes.  La oferta del DAS era clara: ofrecían estudio y puesto para los seleccionados.
Valle rindió este testimonio, que ahora ha conocido VerdadAbierta.com, desde un consulado colombiano en Estados Unidos el 27 de marzo de 2008 en el proceso que lleva el alto tribunal contra Jorge Noguera por su presunta implicación en el asesinato de varios sindicalistas.
De 200 postulados, cuenta Valle, sólo lograron entrar él y otros 16 a la Academia Superior de Inteligencia y Seguridad Pública "Aquimindia" en febrero de 1993. Por un año realizó cursos de espionaje, policía judicial, investigación, derechos humanos, manejo de armamento, defensa personal y "aprendió algo de la Constitución Nacional".
Después de graduarse, Valle llegó a Barranquilla a estudiar derecho en la Universidad Simón Bolívar, pues creía que así ascendería en la institución y llegaría a ser jefe de un grupo de inteligencia. "No me iba aquedar como un detective raso, la única manera que podía adecuarme era estudiando derecho", agrega.
Mientras iba a la universidad hacía las tareas más diversas en el DAS, como cualquier agente de base y sin palanca: guardia de garita, escolta y una que otra investigación de "blancos", como le dicen en el departamento de inteligencia a los sospechosos. Sin embargo, no logró destacarse y sus misiones dependían mucho de quién lo dirigiera.
En 2001, con el diploma de abogado en sus manos estuvo una temporada en la Unidad de Fuentes Humanas en Bogotá, pero a los pocos meses lo trasladaron a la Costa. En Cartagena le tocó espiar a sus propios compañeros, una tarea mal vista y peligrosa en la institución.
A pesar de su título y de sus diez años de carrera en el DAS, Valle era trasladado de un lado a otro, teniendo que rehacer su vida cada vez que los directores cambiaban. Con cada nuevo director había nuevos "blancos"y ellos pedían resultados a los que, detectives como él, se tenían que adecuar.
La incómoda situación de Valle llegó a su fin en 2002, con la llegada de Jorge Noguera Cotes a la dirección del DAS. Lo trasladaron a Barranquilla, y después a Valledupar, para trabajar en el área de inteligencia.
Vivía en La Paz, una población a pocos minutos de Valledupar, con presencia tanto de guerrilleros como de paramilitares. Y como todos sabían que él era del DAS, se sentía muy inseguro y temía por la seguridad de su esposa y sus dos hijos.
Necesitaba dar un golpe, sobresalir, para que lo sacaran de allá. En Valledupar empezó a visitar a paramilitares desmovilizados, para ver si ellos le daban pistas para dar algún golpe y así conseguir avanzar en su carrera.  La orden que le habían dado era claramente perseguir a Farc, Eln y Auc. "Me dediqué a recorrer los batallones, cada vez que había un desmovilizado en el Batallón de la Popa, yo iba a la Popa", recuerda.
En ese momento, el comandante del Batallón La Popa era el coronel Hernán Mejía Gutiérrez, quien había llegado a ese regimiento en enero de 2002 y duró en el cargo hasta diciembre de 2004. Este oficial ha sido acusado por la Fiscalía por su presunta complicidad con las Autodefensas en varios delitos, entre otros haber asesinado personas inocentes, para cobrar así logros contra este grupo armado ilegal.
En una de las visitas a ese batallón, Valle dijo que había conocido a varios hombres que supuestamente habían sido guerrilleros del Eln y las Farc que le hablaron de alias ‘Eulogio’, un hombre que les dictaba charlas políticas en los campamentos. Aseguró que los guerrilleros le habían contado además, que a esas charlas siempre lo acompañaban tres guerrilleros con los alias de ‘Peter’, ‘Gorbachov’ y ‘Cabeza de clavo’, quienes tenían relación directa con Iván Márquez, miembro del secretariado de las Farc.
"Me dijeron que todos esos personajes venían de Barranquilla hacia los campamentos del Perijá, con grupos estudiantiles de universidades de allá; que se iban a hacer los campamentos en Perijá a dictar charlas bolivarianas, a hacer congresos y reuniones", dijo Valle.
Los guerrilleros, según aseguró Valle, le describieron a ‘Eulogio’ como un abogado o sociólogo, reconocido profesor universitario, con un físico muy particular, alto, encorvado y con cola de caballo.  Con esa información, Valle Anaya empezó a frotarse las manos y a pensar que, si daba ese golpe, podría tener el cargo por el que tanto había peleado.
Mientras rastreaba a ‘Eulogio’, con información de otros desmovilizados, Valle investigó a la bacterióloga Rina Bolaños.
Esta mujer había sido secuestrada por guerrilleros de las Farc el 12 de agosto de 2003 y liberada dos semanas después. Cuando ‘Beltrán’, uno de sus agresores, se desmovilizó, les mintió a las autoridades acusando a Bolaños de ser del Eln, pero ese testimonio falso sirvió para encarcelarla. Meses después se comprobó el montaje y la bacterióloga salió libre. Sin embargo, Jorge Noguera, entonces director del DAS, mostró la detención de Bolaños como un éxito de inteligencia, y el fraudulento ‘positivo’ le empezó a dar a Valle Anaya la notoriedad que tanto tiempo llevaba buscando.
Dijo Valle a la justicia que uno de sus compañeros, en Atlántico, le envió después por correo electrónico una foto de un hombre alto, encorvado y con cola de caballo, tomada a la salida de la Universidad Simón Bolívar con un teleobjetivo.
El 23 de abril de 2004, Valle fue comisionado con José David Rivero Gómez, subdirector de la seccional del DAS en Cesar, para que asistiera una reunión de directores regionales del DAS en el hotel Las Américas de Cartagena, en donde se encontraría con el entonces director general del organismo, Jorge Noguera Cotes.
Allí, según se ha conocido en el juicio contra el ex director del organismo, Noguera le pidió a Rivero elaborar un listado de los delincuentes del Cesar en el que incluyera a los hermanos Gnecco Cerchar, otrora aliados de ‘Jorge 40’ y declarados enemigos de las autodefensas, para que a su vez, el DAS le remitieran este informe al Bloque Norte de las Auc.
Rivero se negó a cumplir esta extraña orden, según dijo el mismo Rivero en el juicio. Y añadió que Noguera, enfurecido, le había dicho que necesitaba gente "leal y proactiva",  y le pidió a Valle Anaya que se encargara del informe en su condición de jefe de inteligencia. A los pocos meses del incidente, el DAS declaró insubsistente a Rivero y un mes después Valle Anaya fue trasladado a la seccional Bolívar, al puesto que andaba buscando desde hacía meses. Tanto Valle como Noguera han negado que este encuentro hubiera existido. Noguera dijo en su defensa que las declaraciones de Rivero fueron para vengarse porque lo había expulsado de la entidad.

La Guerra Sucia
A los pocos días de ser trasladado a Cartagena, dos oficiales de inteligencia de la Armada, un capitán al que él identificó como Cristian y un suboficial que dijo llamarse Nicolás, fueron a preguntarle por alias ‘Eulogio’. "No sé cómo llegaron allá, cómo me contactaron, eso fue por su propia iniciativa", dijo Valle intentando explicarle al fiscal delegado ante la Corte Suprema el encuentro y, a renglón seguido, aseguró que los militares le reclamaron por haber dejado el caso tirado.
"Ellos tenían a unos reinsertados que estaban dispuestos a colaborar", dijo Valle, y relató que los oficiales llevaron a Cartagena a tres personas que identificaron como desmovilizados de las Farc a Cartagena. Ellos eran Javier Alfredo Larrazábal, José Daniel Satizábal y Mayerly Torres Carvajal.
Los oficiales que Valle Anaya dijo que eran de fuerza aérea (refiriéndose a la división aérea de la Armada) se encargaron de ubicar al fiscal Demóstenes Camargo a quien le presentaron los testimonios y la fotografía del posible ‘Eulogio’. El fiscal les tomó una declaración a los desmovilizados y ordenó la captura del hombre de la foto.
Varios agentes de la fiscalía y del DAS, con la orden de detención en la mano, emprendieron la marcha hacia Barranquilla, cerca de la medianoche del 17 de junio de 2004, con la certeza de que iban a capturar a alias ‘Eulogio’. Para ellos, el profesor alto, encorvado y con cola de caballo era Alfredo Correa de Andreis, un respetado investigador social de 48 años, profesor en las Universidades del Norte y Simón Bolívar de Barranquilla. Había sido rector de la Universidad del Magdalena y funcionario de la Alcaldía de Barranquilla.
Desde 2003 venía liderando una investigación, patrocinada por Colciencias y Usaid, sobre patrimonios y personalidad jurídica de los desplazados en La Cangrejera, Pinar del Río y Loma Roja, en Magdalena y Atlántico. Cuatro años antes, según contó a El Heraldo de Barranquilla, Magda Correa, su hermana, había llevado a cabo otro estudio en Nueva Venecia (Magdalena) posterior a la masacre cometida por las autodefensas allí, en la cual cayeron asesinados 39 pescadores. En ese trabajo, hecho para la Universidad Simón Bolívar, el sociólogo advirtió sobre los riesgos que tenía para el medio ambiente y para la comunidad el montaje de un puerto carbonífero en el sector de Palermo. Detrás de ese proyecto estaban el gobernador Trino Luna y como se conocería después, el jefe paramilitar Rodrigo Tovar Pupo, alias ‘Jorge 40’.
Esa noche, Correa se había acostado como siempre después de haber preparado sus clases para el día siguiente. Cuando todo estaba tranquilo, a la medianoche irrumpieron varios agentes del DAS y el CTI en su apartamento al norte de Barranquilla.  Los detectives le leyeron la orden de captura en la que se le sindicaba de ser ideólogo de la guerrilla. Valle Anaya estaba con el grupo que capturó a Correa.
Aunque Valle siempre sostuvo que no conoció a Correa de Andreis cuando estudiaba en la Universidad Simón Bolívar, declaró ante la justicia que cuando lo arrestó, el profesor le dijo con familiaridad: "Javier, ¿tú si crees que yo soy guerrillero?, ¿por qué a mí?, ¿tú si crees que yo soy guerrillero?", a lo que el detective le respondió: "Profesor Correa eso no lo digo yo, los reinsertados son los que están diciendo eso y lo que determine la Fiscalía. Yo no tengo nada contra usted…".
En ese momento según atestiguó ante el Fiscal, Valle Anaya se le pasaron varios pensamientos por la cabeza:  "Yo dije, no joda, a mí eso me preocupó, yo dije, bueno, caramba, ahora…, a uno como que le da cierta cosa, porque qué tal que estos…, a uno como que le pasan ciertas hipótesis por la cabeza; bueno…, y qué tal que estos tipos…, este tipo tiene como cara de buena gente y estos guerrilleros estén echando mentiras, o una cosa, con tal de ganarse dinero o ganarse algo y una de las cosas que más les advertí el mismo día de la diligencia, les dije, cuidado van…, ¿están seguros?, cuidado van a hacer un montaje, porque eso es para problemas. No, no, se lo juro, yo para qué voy a echar mentiras y ellos se ratificaron ante el Fiscal y dijeron lo mismo, que lo habían visto…".
Valle Anaya sólo llevaba diez días en Cartagena y pensó, independiente de las dudas que le había dejado la conversación con el profesor Correa de Andreis, que así conseguiría anotarse un golpe y quedar bien con sus jefes.
La captura del reconocido profesor Correa desató un escándalo en los medios y sus colegas de la academia, que conocían bien su valioso trabajo social, denunciaron que se trataba de un montaje.
A los dos meses de ser capturado, Alfredo Correa de Andreis fue liberado porque se encontró que los testimonios de los desmovilizados eran sospechosamente idénticos. El DAS, sin embargo, defendió la investigación de su detective.
Cuando la revista Semana la entrevistó en 2005, su esposa Alba recordó que desde que salió libre estaba seguro de que intentarían matarlo. "Desde entonces lo único que hizo fue temblar", dijo al reportero de Semana en Barranquilla. "A pesar de que había sido ateo toda su vida, después de la detención orábamos cada día. Pensábamos que la dimensión divina podría corregir la injusticia humana. Durante semanas vivimos una persecución insoportable. Las amenazas contra su vida eran claras. El dilema diario era pensar si nos debíamos ir del país, pero no teníamos plata. No teníamos a dónde ir. Él tenía miedo pero trataba de ocultarlo porque veía cómo sufríamos todos. Pero también confiaba demasiado y decía: ‘Cómo me voy a ir, no tengo nada oscuro detrás de mí’".
Tocó todas las puertas, le envió dos cartas al entonces presidente Álvaro Uribe para que lo escuchara, pero no lo atendieron. Lo que pretendía era que le resolvieran su situación jurídica. "Durante el tiempo que estuvo libre, lo dejó todo, su proyecto de vida como investigador," dijo su esposa.
Tres meses después, el 17 de septiembre de 2004, cuando se despidió de su mujer, ella lo vio preocupado. Él le dijo, como al pasar, que le dolía no despedirse de su hija. "Me siento barro", dijo, besó a Alba y se fue. Eran las 2:20 de la tarde. A unos metros de la Universidad Simón Bolívar, en un andén del barrio El Prado de Barranquilla, lo acribillaron, junto con su guardaespaldas.
Ese día y a la misma hora en que moría el profesor Correa, según aseguró el agente Valle él estaba haciendo escala en Barranquilla de un vuelo de Aires con la ruta Cartagena-Valledupar. Dijo que sólo entonces se enteró del asesinato de Correa porque un amigo lo llamó a contarle.
El 16 de febrero de 2005, cinco meses después del asesinato del sociólogo, Jorge Noguera lo promocionó a Subdirector Seccional del Atlántico.  Así se cumplió su sueño de llegar a un alto cargo en el DAS. Unos días después, sin embargo, fue trasladado al cargo equivalente, pero en Magdalena, y estuvo allí hasta  el 17 de junio de 2005.

Una Versión Que No Cuadra
Los documentos hallados en diversos campos paramilitares, sin embargo, parecen sugerir que la relación del agente Valle con los paramilitares fue bastante más allá de lo que él reconoció ante la justicia. Y que el asesinato de Correa de Andreis, no estuvo tan desconectado con el hecho de que este detective lo hubiera capturado semanas antes con evidencias falsas.
Luego del asesinato de Correa de Andreis, en Barranquilla, Santa Marta y Cartagena se recrudecieron las amenazas y asesinatos de sindicalistas, profesores y defensores de derechos humanos. Mientras los paramilitares negociaban con el gobierno, uno de sus jefes, ‘Jorge 40’ continuaba con su guerra sucia.
Cuando se inició el proceso de desmovilización, este paramilitar, siempre reacio a cumplir los acuerdos de Ralito, urdió un plan para expandir el control de los negocios ilegales en varios departamentos de la Costa. Para ello, nombró al excapitán del Ejército, Édgar Ignacio Fierro, alias ‘don Antonio’, como su sucesor en el Bloque Norte.
A ‘Antonio’ le seguía la pista una fiscal de Barranquilla por una denuncia de un comerciante del mercado público de la ciudad a quien estaba extorsionando. El 22 de enero de 2006, varios hombres del CTI, militares del batallón Córdoba y el DAS, organizaron el operativo ‘Exterminio’ al campamento de ‘Antonio’ en la Sierra Nevada. Cuando llegaron solo había un vigilante, pero encontraron documentos que contenían listados de sospechosos elaborados por miembros de la fuerza pública que habían ido a parar a manos de los paramilitares. Por ejemplo, una carpeta estaba clasificada con el nombre de "Jota Valle".
Un agente que estuvo en el operativo, le contó a VerdadAbierta.com que esa información les permitió identificar a la mayoría de los miembros de la banda. También que ‘Jorge 40’ estaba urdiendo un movimiento social y político en Magdalena, Atlántico, Sucre y Córdoba, y el encargado de organizarlo era ‘don Antonio’.
La cacería a ‘don Antonio’ siguió intensamente y el 12 de marzo de 2006, cinco días después de que se desmovilizara como patrullero raso del Bloque Norte en Chimila, Cesar, fue capturado en una cabaña en Santa Marta. En el operativo se le incautó, entre otras cosas, varias memorias usb y dos portátiles que luego se conocerían como el computador de ‘Jorge 40’.
En ese computador, los investigadores encontraron una carpeta rotulada con el nombre: ‘amigo del DAS’, en la que había listas que contenían 106 nombres, entre los que se encontraban sindicalistas, defensores de derechos humanos y líderes de oposición de la Costa Caribe. Varios de ellos, en efecto, habían sido objeto de amenazas y otros habían sido asesinados, como el reinsertado de la Corriente de Renovación Socialista, Miguel Espinosa Rangel (abaleado el 30 de junio de 2004), el profesor Alfredo Correa de Andreis (muerto el 17 de septiembre de 2004), el sindicalista Adán Pacheco (asesinado, el 2 de mayo de 2005) el defensor del Pueblo y ex secretario del interior de Barranquilla, Pedro Pérez Orozco (acribillado el 3 de octubre de 2005), entre otros.
También hallaron listas de supuestos ladrones y prostitutas que fueron asesinados.
Los investigadores también encontraron numerosos chats, y uno en especial en el que de nuevo se refería a Jota Valle, de quien los paramilitares decían que estaban buscándole un traslado a "su mujer".
El computador de ‘40’ o el de ‘don Antonio’, dejó en mayor evidencia aún la infiltración paramilitar a las agencias de seguridad del Estado y que miembros de éstas le pasaban información a los paramilitares para que fueran ellos los que ejecutaran la guerra sucia. Los informes tenían las direcciones de residencias de quienes serían las víctimas de su guerra sucia, así como sus rutinas diarias.
La aparición del nombre de Valle Anaya en varias pruebas incautadas a los paramilitares y el creciente escándalo de la colaboración de la agencia de seguridad con las Auc, hicieron que varios investigadores del CTI empezaran a averiguar por qué los paramilitares tenía información rotulada "Jota Valle" y hablaban de él en sus conversaciones virtuales.
El 17 de septiembre de 2006, exactamente dos años después del asesinato del profesor Correa De Andreis, una fiscal de Barranquilla, que investigaba el caso, llamó a declarar a Javier Valle Anaya y, un día después de la diligencia, fue expulsado del DAS, con la justificación de que había perdido un arma.
En marzo de 2007, Valle y su familia tomaron un avión a los Estados Unidos en donde solicitaron asilo político. Nunca ha sido procesado por complicidad en crimen alguno.

La Verdad Que Se Sabe
El crimen del profesor Alfredo Correa de Andréis fue cometido por paramilitares del Bloque Norte, al mando de ‘Don Antonio’.  El mismo ‘Antonio’ aseguró a Verdadabierta.com en una entrevista en la cárcel de Barranquilla en 2009, que organizó su asesinato, convencido de que era un miembro de la guerrilla, porque así se lo habían asegurado sus fuentes oficiales, pero que ahora, después de conocer mejor los hechos, ya no estaba seguro. Y a la justicia le dijo que sus hombres utilizaron informes de inteligencia del DAS para cometer el crimen, pero no ha confesado quién fue el funcionario que le dijo que Correa era amigo de la guerrilla.
La justicia ya determinó que el hombre que disparó fue Juan Carlos Rodríguez de León alias ‘El Gato’, quien contó con el apoyo de Henry Arbey Patiño Hurtado, alias ‘Felipe’, jefe de sicarios de los paramilitares en Barranquilla. Y que la orden, en efecto fue dada, por Edgar Ignacio Fierro Flórez, alias don ‘Antonio’, jefe del frente José Pablo Díaz.
Aunque no se sabe cuánto pagaron por el homicidio de Alfredo Correa, se conoce que fue coordinado por Wilmer Samper Meléndez, alias ‘Pupy’, que manejaba las finanzas de la organización paramilitar y quien entregó el dinero a alias ‘Felipe’. El que disparó fue alias ‘El Gato’.
‘Pupy’ dijo que Correa de Andreis fue asesinado porque hacía denuncias sobre la Red de Solidaridad y de la Corporación Autónoma Regional, CRA. Según ‘Pupy’ dijo a la justicia, Correa no era guerrillero, pero "tiraba más para el lado de la guerrilla que para el de los paramilitares", por el hecho de que reclamaba la inversión social en beneficio de los desplazados.
Hoy, de los que participaron en el homicidio de Alfredo Correa, sólo están vivos alias ‘don Antonio’ y ‘El Gato’, porque Jorge Palacios, ‘Pupy’ y ‘Felipe’ fueron asesinados por miembros de la misma organización armada.
En una versión libre que Carlos Mario García, alias ‘Gonzalo’, jefe político del frente José Pablo Díaz, dio a la justicia, dijo que Valle Anaya era colaborador de los paramilitares. Incluso, que en varias ocasiones les prestó vehículos para movilizarse entre Barranquilla, Santa Marta y Valledupar, y evadir a las autoridades, pero no lo relacionó con el crimen de Correa.
A lo largo de la investigación se ha relacionado con el crimen a Jorge Noguera, Giancarlo Auque, subdirector, Jose Miguel Narváez, Rafael García y otros funcionarios del DAS, quienes, según la acusación de la Fiscalía, filtraron informes de inteligencia del DAS para que paramilitares del Bloque Norte asesinaran a sindicalistas, líderes sociales, profesores y periodistas.
En una inspección al DAS en Bogotá se encontraron varios informes de inteligencia, entre ellos cuatro documentos de Alfredo Correa de Andreis, uno sobre la periodista Zully Esther Codina Pérez y nueve de Fernando Pisciotti Van Strahlen, todos asesinados por paramilitares.
De los listados y seguimientos encontrados en el DAS, 36 sindicalistas seguidos por ese organismo de seguridad fueron asesinados en Barranquilla en 2004 y 61 amenazados de muerte.
Aun cuando las cabezas del DAS han sido investigadas y en diferentes instancias del proceso por los asesinatos de Correa, Codina y Pisciotti, son pocos los entonces funcionarios de las seccionales del DAS en la Costa Caribe que han sido procesados.
Hasta la fecha nadie sabe quiénes fueron los oficiales del Estado que proveyeron las listas con nombres de personas supuestamente sospechosas a los paramilitares, a las cuales luego éstos mataron.
Desde Estados Unidos, donde aún vive, Javier Valle Anaya no ha sido investigado formalmente aún por la justicia colombiana. Su versión ante el fiscal delegado ante la Corte, sin embargo, ha sido la de que en el caso Correa de Andreis, él se limitó a seguir las pistas que le dieron oficiales de la Armada y colegas, con el afán de conseguir un ascenso en su trabajo, y que nunca le dio información a los paramilitares y la noticia de su muerte fue una sorpresa para él. Como se ha visto, otra cosa indican los documentos encontrados a los paramilitares.
24 de marzo de 2011
23 de marzo de 2011
©verdadabierta

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