sala de tortura con cura
Nuevos testimonios complican la situación del sacerdote Eugenio Zitelli por su rol en la dictadura. Era el capellán de la policía de Feced y varios ex detenidos aseguran haberlo visto y oído en los sótanos de la ex jefatura de Rosario. Se suman los testimonios.
[José Maggi] Argentina. En el marco de la causa Feced, donde se investiga entre otros el accionar de quien fuera capellán de la policía Eugenio Segundo Zitelli, se recibieron en la última semana dos nuevos testimonios que complican aún más la situación de sacerdote. Silvio Alcoba Rosa y Gladys Bonnafede de Bracaccini testimoniaron luego del pedido realizado a los fiscales a cargo de la Unidad Fiscal de derechos humanos Gonzalo Stara y Mario Gambacorta, por parte UMANO de Casilda y Familiares, la LADH y APDH Rosario. Los organismos defensores de derechos humanos entienden que sus dichos acreditan entre otras cuestiones el rol de la iglesia, en general, durante la dictadura y en particular el rol de Zitelli en el ámbito del Servicio de Informaciones. Cabe recordar que con el mismo objetivo, la anterior semana lo habían hecho Claudia Nigro, Juan José Noste y Héctor ‘Chinche’ Medina.
Alcoba Rosa, quien viajó especialmente desde Ingleses, Isla de Florianópolis, Brasil, donde actualmente reside, para prestar declaración en la causa, es profesor de Literatura, Lengua y Filosofia y uno de los fundadores del grupo UMANO de Casilda. Estuvo presente en las distintas reuniones en esa ciudad y, dio cuenta, de la misma manera que lo hicieron Noste y Nigro, de los encuentros entre Zitelli y Darío Castagnani mientras éste se encontraba detenido desaparecido en el Servicio de Informaciones.
Alcoba Rosa dio fue que "en el curso de una reunión en Casilda, uno de sus asistentes el Ingeniero Agrónomo Darío Castagnani (vecino de Casilda y de quien se tenía información había estado cautivo en el S.I. de Rosario para finales de 1976, principio de 1977), relató que una vez, estando en el sótano del Servicio de Informaciones, fue vendado y subido por unas escaleras hacia la parte superior de dicho CCD; que en un momento le quitaron las vendas y lo introdujeron en una habitación "similar a las que se utilizaba para torturar y seguramente en el mismo piso y a pocos metros de dónde se llevaban a cabo tales "interrogatorios" , y que allí se encontró con el Capellán Zitelli, con quien mantuvo un breve diálogo, dado que no lo conocía más que por ser de Casilda".
Según relató Castagnani y ahora dio fe Alcoba Rosa "este sólo alcanzó a comentarle que en ese lugar sólo había palos, golpes y tortura", a lo que Zitelli le respondió que era un momento complicado del país, que ya iba a pasar y que lea La Biblia, prometiendo enviarle una, incumpliendo aún esa promesa".
También contaron, como luego que Zitelli negara haber visto gente torturada en el programa televisivo del cable local "Contraluces", en otra reunión , un policía retirado de apellido Bocca que cumplió funciones en la UR IV Caseros y en la UR II Rosario, se mostró indignado por aquellas palabras del ex capellán. Alcoba Rosa recordó que este policía "comentó categóricamente ante el asombro de la concurrencia, que ello no era así por cuanto él mismo había observado una sesión de torturas dentro del S.I. de Rosario, donde se le aplicaba picana eléctrica a un joven sobre una camilla ortopédica u obstétrica, y en dicha sesión se encontraban también presentes Feced y Zitelli". "Como puede ese señor decir que no vio torturar" repitió el testigo de esa afirmación, mientras describía el gesto del ex policía que apuntaba con su mano hacia la Iglesia de Casilda donde reside Zitelli.
Dada la profesión de Alcoba Rosa, luego de transcribir el contenido del programa Contraluces "una de las pocas entrevistas otorgadas por el ex capellán el testigo trabajó el discurso de Zitelli vertido en ese programa y destacó especialmente "los tiempos de verbo y pronombres que utiliza, propio del discurso de la Iglesia y que Zitelli, a partir de cosas ciertas tales como que era cura, que era capellán de la Policía, que hubo caídos, construye una verdad, su verdad, y que con ello justifica cualquier acción o reacción que pudiera haber emprendido o tenido la policía en ese momento".
Según el profesor de literatura " esta explicación atemporal pudo servir para justificar el terrorismo de Estado en aquella época, en el momento en que está hablando en dicho programa y en cualquier otro momento del futuro en que fuera preguntado por lo mismo".
Asimismo en su análisis Alcoba Rosa destacó que cuando el periodista Campabadal, quien lo entrevistó al sacerdote le preguntó "por lo que pensaba la iglesia en aquel entonces de todo lo que estaba ocurriendo, Zitelli le contestó como policía, hablando de nosotros, de nuestros muertos, caídos y heridos, por lo que lejos de su función pastoral, explicó el fenómeno como parte del aparato represivo, señalando que era una guerra y que la sociedad le pedía a ellos que libraran al país de esa ideología de izquierda que quería para la Argentina otra Cuba u otra Rusia".
También testimonió Gladys Bonnafede, madre de Eduardo Bracaccini, quien a los 24 años de edad era Licenciado en Ciencias Políticas, estudiante de 2do. año de Ciencias Económicas y trabajaba en el banco BIR.
Según relató la mujer, "la contadora de este banco la llamó a Casilda y le comentó que Eduardo no estaba yendo a trabajar, que por ese motivo fue el médico al domicilio y no lo encontró. Que tras ese episodio comenzó su búsqueda y que por medio de un sobrino que tenía un taller mecánico sobre Bulevard Avellaneda donde realizaba algunos trabajos para la policía logró obtener la información de que su hijo estaba detenido en Jefatura".
La madre pudo reconstruir que a Eduardo "se lo llevaron en un auto verde, lo entraron por calle Dorrego y lo introdujeron en el SI". Luego por medio de dos compañeras de estudio, pudo saber que Eduardo fue llevado de su departamento de calle Pellegrini al 1100 de Rosario por averiguación de antecedentes".
Gladys recordó "que las chicas estaban muy asustadas" y no quisieron darle otra información. La testigo decidió entonces instalarse durante 15 días en Rosario, en la casa de aquel sobrino. Allí a través de un matrimonio que conocía a Zitelli por llevar juntos su hijo, y este ultimo a su sobrino al Liceo Militar, consigue una entrevista con el cura, quien la atiende en una oficina de Jefatura.
Gladys recordó que Zitelli le dijo que "los presos políticos no están en guía (quiso decir que no se registran). Voy a ver si puedo hacer algo pero no me pida que lo saque" le dijo el sacerdote.
Con esta información, la madre volvió a Casilda un poco más tranquila, dado que Zitelli era oriundo de esa ciudad. "En ese momento pensé que era una buena persona, además había confirmado que Eduardo estaba detenido en Jefatura y había dicho que iba a ayudarlo".
Aproximadamente a dos días de este encuentro, por uno de los canales de televisión de Rosario, la mujer se enteró del comunicado de prensa emanado del Segundo Cuerpo de Ejército donde se señalaba que "cinco terroristas habían sido abatidos al intentar copar la Comisaría de Alvear". Entre los muertos estaba su hijo. Esto ocurrió el 25 de julio de 1977, luego se enteraría que Eduardo antes de ser sacado del SI fue bajado al sótano para bañarse y afeitarse y luego fue trasladado hasta ese lugar junto a los demás, donde fueron fusilados contra un paredón de un club cercano a la dependencia policial donde se fraguó el enfrentamiento.
28 de marzo de 2011
27 de marzo de 2011
©rosario 12
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