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la carretera de la muerte


Se han encontrado varias fosas comunes a lo largo de la carretera, cada una con los cuerpos de viajeros asesinados a balazos o golpeados hasta la muerte por miembros de carteles de la droga.
[William Booth y Nick Miroff] México. Esta es la época del año en que las familias mexicanas tradicionalmente se desplazan sobre grandes distancias para celebrar juntos la Semana Santa. Pero la Carretera 101, que cruza el estado fronterizo de Tamaulipas, está vacía ahora: recorrerla se ha convertido en un viaje espeluznante, deprimente, potencialmente peligroso, para el que los viajeros se unen en caravanas de autodefensa y corren a toda prisa por la carretera de cuatro vías a 150 kilómetros por hora, sin parar para nada, y nadie anda por ahí en la noche.
"Mis amigas creen que estoy loca por venir por acá", dijo Ester Arce, viajando de Atlanta a San Luis en el sur. Arce paró en una gasolinera para que su marido volviera a asegurar las cuerdas que sujetaban el equipaje en la camioneta.
Su marido interrumpió abruptamente la conversación. "Tenemos que salir del estado antes de la noche, sino tendremos problemas con los delincuentes", dijo. Ester Arce se disculpó: "Nadie quiere andar por esa carretera".
A medida que se extendían los rumores de que secuestradores psicópatas estaban sacando a pasajeros de los autobuses y a medida que las autoridades encontraban fosas comunes con decenas de cadáveres, la gente empezó a llamar a este corredor "la carretera de la muerte", o "el camino del diablo".
El jueves en la noche, las autoridades anunciaron el hallazgo de 32 cuerpos más. Hasta la fecha, en los alrededores de la ciudad de San Fernando se han encontrado enterrados 177 cuerpos.
La carretera es tan peligrosa que ni las noticias de las últimas semanas sobre las fosas comunes más grandes encontradas en México en el marco de la guerra de las drogas de estos últimos cuatro años, han podido convencer ni a equipos de televisión ni periodistas de que recorran la carretera.
Los cuerpos descubiertos este mes están en la misma zona donde los secuestradores de un cartel masacraron a 72 inmigrantes que provenían de América Central y del Sur en agosto pasado. Desde entonces el terror no ha hecho más que extenderse. El miércoles las autoridades mexicanas anunciaron el rescate de 68 individuos fueron encontrados en una casa de seguridad en la ciudad fronteriza de Reynosa. Habían sido sacados de buses o atrapados en terminales de buses.
En San Fernando, el gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantu, llegó para una reunión con funcionarios del ayuntamiento el martes, acompañado por varios cientos de soldados y agentes de la policía federal. Ahí sólo había un equipo de la televisión mexicana. Había llegado con escolta de marines mexicanos.

Ruta Importante
La Carretera 101 no es un camino rural. En época normales, es la ruta más utilizada en el estado, una arteria tan vital para el comercio y la circulación en México como la Interstate 95 entre Washington y Philadelphia. La carretera canaliza el comercio desde el interior de México hasta los más frecuentados cruces fronterizos del mundo, con quince puentes entre Tamaulipas y Estados Unidos a lo largo del Río Grande desde Laredo a Tamaulipas.
Pero ahora la gente que ha usado la Carretera 101 toda la vida, que como sus vecinos texanos pensaban en el pasado que conducir cuatro horas para ir a cenar con amigos no era nada, se niegan a utilizar esa ruta.
"Esperé casi dos días en Browsville, leyendo diarios, mirando las noticias, tratando de acumular coraje para cruzar la frontera y volver", dijo Robert Avila, que vive en Dallas pero viaja a menudo a Ciudad Victoria, la capital del estado, para visitar a sus padres y hermanos.
"Pensaba volver a casa a por mi arma", dijo Avila, pero no lo hizo.
Desde el terminal de buses en Ciudad Victoria a la morgue del estado en la ciudad fronteriza de Matamoros, donde fueron llevados los cuerpos, hay 320 kilómetros. El gobierno de Estados Unidos ha advertido a sus ciudadanos no utilizar la carretera.
Algunos han empezado a volar a lo largo de la ruta, antes que aventurarse por la carretera. Las compañías de autobuses dejaron de usar la carretera durante dos semanas, prefiriendo un largo y serpenteante desvío hacia el oeste, hacia Monterrey, agregando cientos de kilómetros al viaje.
La Carretera 101 pasa por tierras agrícolas y ranchos con nombres de héroes de la revolución mexicana. Las lomas están cubiertas de bosques de algarrobo, creosota e higos chumbos, y la tierra parece sedienta debido a una persistente sequía que ha casado la muerte del ganado, que han llenado las zanjas a orillas de la carretera.
Es húmedo y la temperatura alcanza los 37 grados Celsius, lo que es bueno para los enormes campos de sorgo que se pierden en el horizonte. Muchos de los vendedores que se apostaban a lo largo de la ruta han desaparecido, abandonando sus puestos de tablilla donde vendían charqui, pomelo y asado a la parrilla. Los locales que quedan venden gasolina y cerveza. Durante años los texanos viajaban al sur por la Carretera 101 a pescar lubina en Lago Guerrero y cazar palomas, pero todo eso es cosa del pasado.

En Manos de Dios
Henry Dávila condujo desde Minnesota hasta Brownsville y esperó en la frontera por algunos amigos para formar una caravana. Conducía una mini furgoneta con artículos domésticos y jalando un coche pequeño que pensaba vender en Ciudad de Guatemala, su ciudad natal. Hace el viaje seis veces al año y nunca vio tan poco tráfico.
"Estamos en manos de Dios", dijo, y aceleró.
Algunos tramos cortos de la autopista están ahora llenos de soldados y agentes de policía. Patrullas de marines enmascarados con ametralladoras calibre 50 y lanzagranadas vigilan la carretera. Durante el viaje de cuatro horas, el viajero encuentra cinco puestos de control del gobierno, donde los conductores son interrogados y los vehículos revisados. Se divisan más de veinticinco patrulleras.
La seguridad tiene por fin calmar los nervios.
"Por supuesto, es sólo una percepción", dice Morelos Canseco Gómez, asistente del gobernador de Tamaulipas.
Canesco aplaudió el esfuerzo, pero pidió precaución. "No se trata de patrullar las calles. Se trata de reunir inteligencia e información. ¿Dónde se ocultan? ¿Cuándo volverán a golpear? ¿Dónde los detenemos? No los vamos a encontrar en la carretera", dijo.
10 de mayo de 2011
21 de abril de 2011
©washington post
cc traducción mQh

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