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murió hans keilson


Escritor que huyó de los nazis.
[Elaine Woo] Hans Keilson era un médico recién titulado a mediados de los años treinta cuando empezó la persecución. Como judío en la Alemania de Hitler, fue despojado del derecho a practicar la medicina. Como escritor, también perdió pronto esa identidad. Su primera novela autobiográfica fue destruida poco después de su publicación debido a una ley nazi que prohibía a los escritores judíos.
Huyó hacia Holanda, donde escribió el principio de dos novelas más y enterró las páginas en su jardín. Tras el fin de la guerra en 1945, las rescató y las terminó. ‘Comedia en clave menor’ [Comedy in a Minor Key], una historia de oscuro humor ambientada en los Países Bajos durante la ocupación nazi, fue publicada en Alemania en 1947, el mismo año en que se publicó el diario de Ana Frank. La segunda novela, que es una obra más filosófica, ‘The Death of the Adversary’, cosechó entusiastas reseñas cuando fue publicada en Estados Unidos en 1962.
Eso fue lo último que se supo en Estados Unidos sobre Keilson, hasta el año pasado. Después de cinco décadas de oscuridad literaria, apareció en la lista de éxitos de venta cuando ambos libros volvieron a ser publicados. Fue un milagro de vindicación literaria, cuanto más notable debido a que el autor, olvidado hacía mucho, había vivido lo suficiente como para presenciar su redescubrimiento.
Keilson murió el martes en un hospital en la ciudad holandesa de Hilversum, a unos veintinueve kilómetros al sureste de Amsterdam, según informó su editor, Farrar, Straus and Giroux. Tenía 101 años y se cree que murió por causas relacionadas con su edad.
El verano pasado, Farrar, Strauss publicaron la primera traducción al inglés de ‘Comedia en clave menor’ y reeditaron ‘The Death of the Adversary’. La reacción fue efusiva. El Observer de Londres describió a Keilson como "el más grande novelista de que se tenga conocimiento". En el New York Times, la novelista Francine Prose proclamó que sus libros eran "obras de arte" y Keilson, "un genio".
El centenario escritor se mostró cauto al principio, diciendo que la reseña le había parecido "un poco extrema", antes de reconocer sus logros. "Quizás logré escribir algo que va más allá de lo ordinario", dijo al Observer.
Su tardío éxito ocurrió por accidente. En 2007, el traductor Damion Searls estaba revisando la canasta de gangas en una librería austriaca cuando divisó un ejemplar de ‘Comedia...’ y lo compró, sin saber nada de su historia. Le sorprendió el tenso estilo de Keilson y su interpretación del Holocausto y se propuso introducirlo al público de habla inglesa. La elocuente traducción de Searls puso a Keilson en el centro de la atención.

Nacido el 12 de diciembre de 1909 en Brandenburg, Alemania, Keilson era el hijo de un comerciante de textiles que fue galardonado con una Cruz de Hierro por sus servicios durante la Primera Guerra Mundial. Estudió farmacología en Berlín y se tituló médico en 1934, cuando Hitler llegó al poder. Su primera novela, ‘Life Goes On’ [Das Leben Geht Weiter], fue publicada en 1933. Fue la última novela de un escritor judío que publicara la distinguida editorial alemana S. Fischer Verlag.
Impedido de ejercer la medicina, Keilson trabajó como profesor de natación y gimnasia en escuelas judías privadas. Conoció a Gertrud Manz, la mujer con la que quería casarse, pero era católica y los judíos no podían casarse con esposas no judías. Huyeron a Holanda en 1936. Él vivió en otra casa que ella, y adoptó un nombre falso para evitar ser detectado por los simpatizantes nazis. Cuando nació su hija en 1941, Manz dijo que el padre del niño era un soldado alemán.
Le sobreviven su segunda esposa, Marita Keilson-Lauritz, con la que se casó en 1969 después de la muerte de Manz; dos hijas; y tres nietos.
En 1943, Keilson se escondió, pero fue incapaz de convencer a sus padres de que hicieran lo mismo. Fueron deportados y murieron en Auschwitz, dejando a su hijo con un sentimiento de culpa que duró toda la vida.
La pareja holandesa que admitió a Keilson en su casa inspiró los personajes de Wim y Marie de ‘Comedia n clave menor’, que accedieron a ocultar a un vendedor de perfumes judío llamado Nico. Cuando empieza la historia, Nico ha muerto de causas naturales, dejando a Wim y Marie ante un dilema: ¿Cómo disponer del cuerpo sin ser sorprendido y castigado por proteger a un judío? ¿Y cómo reconciliar el riesgo que corrían con el hecho de que, como dice un personaje, "se les murió encima"?
La exposición de los dilemas prácticos y existenciales de Keilson produjeron lo que el crítico literario de Los Angeles Times, David Ulin, describió como "un libro de una belleza y comprensión tan profundas que casi parece una parábola".
En ‘The Death of the Adversary’, Keilson presenta una perspectiva más matizada del Holocausto, ofreciendo un relato en primera persona de un hombre obsesionado con un demagogo genocida que es claramente un doble de Hitler. Los detalles históricos particulares son ilusorios: Keilson llama "B" al dictador. La palabra "nazi" no la usa nunca.
Los críticos dicen que el poder de la historia surge de la capacidad de Keilson para mostrar cómo la víctima y el victimario contribuyen a la profunda tragedia humana que tuvo lugar durante el régimen de Hitler. La revista Time consideró la novela como una de los diez libros más vendidos de 1062, junto con obras de autores mucho mejor conocidos, incluyendo a William Faulkner, Philip Roth, Vladimir Nabokov y Jorge Luis Borges.
‘Adversary’ fue la última novela de Keilson, pero no el fin de su carrera literaria. Pasó los últimos años de la guerra en el movimiento de resistencia ayudando a conseguir refugios para niños refugiados judíos y utilizó sus conocimientos médicos para aliviar el dolor de verse separados de sus familias. Después de la guerra trabajó como psiquiatra y se basó en sus experiencias para escribir ‘Sequential Traumatization of Children’ (1979), un revolucionario estudio de 204 niños judíos que sobrevivieron la guerra en Holanda. Holanda se convirtió en su hogar permanente.
Keilson tenía todo el derecho de albergar amargura, si se considera todo lo que le quitó la guerra. Sin embargo, Searls, el traductor, que lo visitó el año pasado, encontró a una "persona vivaz, divertida, positiva", inclinada por la edad, pero todavía sin usar bastón a sus cien años.
Como la mayoría de las personas que conocieron al autor y sabían su historia, a Searls le sorprendió la capacidad de resistencia de Keilson. "Eso es justamente el milagro de su personaje", dijo el traductor en una entrevista el jueves.
O, como le dijo Keilson a Searls en un contexto diferente: "No todo termina en Auschwitz". Para Keilson, la vida continuaba.
6 de junio de 2011
4 de junio de 2011
©los angeles times

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