de william a shakespeare
[Rodrigo Miranda] Un libro asegura que el más célebre escritor de todos los tiempos tuvo un matrimonio infeliz: a su esposa sólo le legó una cama en el testamento. Cuando parece que ya no queda nada más que decir sobre el autor de Romeo y Julieta y El Rey Lear, llega la biografía Will in the World, del profesor de Harvard Stephen Greenblatt, donde se señala que el dramaturgo inglés creció en una familia de analfabetos que permaneció secretamente fiel al catolicismo en la Inglaterra protestante.
Cómo fue posible que un ser tan común, originario de una pequeña ciudad provincial de Inglaterra, hablara de Venecia o Verona sin haber pisado nunca Italia, escribiera con el más exuberante vocabulario sin haber tenido educación avanzada o haya sabido lo suficiente de bestiales asesinatos en serie, locura y sufrimiento para concebir Macbeth y El Rey Lear. Cómo hizo un hombre sin mayor riqueza y sin conexiones con familias poderosas para en un tiempo notablemente corto transformarse en el mayor dramaturgo no sólo de su época, sino de todos los tiempos. Estos son algunos de los misterios de la vida de Shakespeare sobre los que se interroga el profesor de Harvard Stephen Greenblatt en su libro Will in the World'.
Ante la falta de documentos incontestables, y en medio de habituales hallazgos' divulgados por la prensa -que van desde el uso de drogas hasta el origen racial del bardo-, Greenblatt no puede evitar las especulaciones y las conjeturas: los habría' y los pudo haber sido'. Así y todo, reinventa a una de las figuras más enigmáticas de la literatura en su contexto social, político y económico, cuando el teatro se asemejaba más a un espectáculo deportivo que a un arte elítico: cuando los espectadores presenciaban una obra mientras comían grasosos pedazos de carne o bebían abundante alcohol.
El autor revela que cuando William tenía cinco años, su padre contrató a dos grupos de actores ambulantes que en 1569 visitaban su ciudad, Stratford-upon-Avon, iniciándolo así en estos espectáculos.
Aunque su progenitor -por cierto, analfabeto- fue una figura prominente al llegar a tener un cargo municipal, desde la adolescencia de Shakespeare empezó a perder su modesta riqueza, lo que lo obligó a vender la mayoría de las propiedades familiares.
Esta debacle financiera podría originarse, indica el autor, con el alcoholismo paterno. En cualquier caso, Greenblatt conjetura que la caída de John Shakespeare transfirió a su hijo una perpetua obsesión con "el sueño de la restauración". La idea de recuperar la prosperidad perdida, junto a la muerte de su hijo Hamnet, pudieron servir de acicate para el frenesí creativo en el que, desde 1601, concibió sucesivamente sus más representadas tragedias: Hamlet' (título en el que honra el nombre de su hijo muerto), Otelo', Macbeth' y El Rey Lear'.
En el texto se enumeran también posibles analogías entre la vida de Shakespeare y su obra. Greenblatt afirma que el padre del bardo permaneció secretamente leal a la Iglesia Católica Romana y no aceptó el protestantismo. Sugiere que el dramaturgo supo reciclar las experiencias de su familia disidente y ocultarlas mediante la presencia de fantasmas y el habitual clima de terror presente en sus tragedias, el mismo que sintieron los católicos en la Inglaterra isabelina, perseguidos y sometidos a castigos públicos y torturas.
Un Matrimonio Infeliz
El autor de Will in The World' establece, por otra parte, que Shakespeare se casó precipitadamente en 1582 con Ana Hathaway, con quien dio a luz a una hija, Susanna, a la que bautizaron en 1583, y a dos gemelos, Hamnet y Judith, en 1585. Cuando Shakespeare muere en 1616 -el mismo día y año en que murió Cervantes-, la mayor parte de su herencia fue legada a su hija Susanna, mientras que su esposa sólo le dejó una cama, "la segunda mejor cama de la casa". Hechos que ofrecen a Greenblatt terreno fértil para la especulación sobre un matrimonio precipitado y supuestamente infeliz.
Greenblatt, asimismo, argumenta que las habituales fiestas rurales presenciadas por Shakespeare en su niñez formaron su sensibilidad por el teatro y su comprensión del concepto de la representación. A su vez, señala que la temprana familiaridad del dramaturgo con costumbres populares y las variadas profesiones de su entorno (su padre fue fabricante de guantes, también vendió cuero y lana) ayudaron en su trabajo de retratar fielmente el alma humana a través de sus personajes.
El libro establece, igualmente, que Shakespeare fue bautizado el 26 de abril de 1564. Aunque su cumpleaños es celebrado el 23 de abril en todo el mundo, la convención para festejar esta fecha, como muchos otros enigmas en su vida, no es más que una tradición inventada, ya que la fecha precisa, después de 400 años, sigue siendo incierta.
21 de noviembre de 2004
5 de diciembre de 2004
©la tercera
Ante la falta de documentos incontestables, y en medio de habituales hallazgos' divulgados por la prensa -que van desde el uso de drogas hasta el origen racial del bardo-, Greenblatt no puede evitar las especulaciones y las conjeturas: los habría' y los pudo haber sido'. Así y todo, reinventa a una de las figuras más enigmáticas de la literatura en su contexto social, político y económico, cuando el teatro se asemejaba más a un espectáculo deportivo que a un arte elítico: cuando los espectadores presenciaban una obra mientras comían grasosos pedazos de carne o bebían abundante alcohol.
El autor revela que cuando William tenía cinco años, su padre contrató a dos grupos de actores ambulantes que en 1569 visitaban su ciudad, Stratford-upon-Avon, iniciándolo así en estos espectáculos.
Aunque su progenitor -por cierto, analfabeto- fue una figura prominente al llegar a tener un cargo municipal, desde la adolescencia de Shakespeare empezó a perder su modesta riqueza, lo que lo obligó a vender la mayoría de las propiedades familiares.
Esta debacle financiera podría originarse, indica el autor, con el alcoholismo paterno. En cualquier caso, Greenblatt conjetura que la caída de John Shakespeare transfirió a su hijo una perpetua obsesión con "el sueño de la restauración". La idea de recuperar la prosperidad perdida, junto a la muerte de su hijo Hamnet, pudieron servir de acicate para el frenesí creativo en el que, desde 1601, concibió sucesivamente sus más representadas tragedias: Hamlet' (título en el que honra el nombre de su hijo muerto), Otelo', Macbeth' y El Rey Lear'.
En el texto se enumeran también posibles analogías entre la vida de Shakespeare y su obra. Greenblatt afirma que el padre del bardo permaneció secretamente leal a la Iglesia Católica Romana y no aceptó el protestantismo. Sugiere que el dramaturgo supo reciclar las experiencias de su familia disidente y ocultarlas mediante la presencia de fantasmas y el habitual clima de terror presente en sus tragedias, el mismo que sintieron los católicos en la Inglaterra isabelina, perseguidos y sometidos a castigos públicos y torturas.
Un Matrimonio Infeliz
El autor de Will in The World' establece, por otra parte, que Shakespeare se casó precipitadamente en 1582 con Ana Hathaway, con quien dio a luz a una hija, Susanna, a la que bautizaron en 1583, y a dos gemelos, Hamnet y Judith, en 1585. Cuando Shakespeare muere en 1616 -el mismo día y año en que murió Cervantes-, la mayor parte de su herencia fue legada a su hija Susanna, mientras que su esposa sólo le dejó una cama, "la segunda mejor cama de la casa". Hechos que ofrecen a Greenblatt terreno fértil para la especulación sobre un matrimonio precipitado y supuestamente infeliz.
Greenblatt, asimismo, argumenta que las habituales fiestas rurales presenciadas por Shakespeare en su niñez formaron su sensibilidad por el teatro y su comprensión del concepto de la representación. A su vez, señala que la temprana familiaridad del dramaturgo con costumbres populares y las variadas profesiones de su entorno (su padre fue fabricante de guantes, también vendió cuero y lana) ayudaron en su trabajo de retratar fielmente el alma humana a través de sus personajes.
El libro establece, igualmente, que Shakespeare fue bautizado el 26 de abril de 1564. Aunque su cumpleaños es celebrado el 23 de abril en todo el mundo, la convención para festejar esta fecha, como muchos otros enigmas en su vida, no es más que una tradición inventada, ya que la fecha precisa, después de 400 años, sigue siendo incierta.
21 de noviembre de 2004
5 de diciembre de 2004
©la tercera
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