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tapando el sol con un pito


El frío comportamiento de los canales ante la marihuana. Los problemas de las figuras con las drogas no son una situación nueva en la televisión. Carolina Arregui, una actriz de larga trayectoria, desapareció largas temporadas por su adicción a la cocaína.
[Juan Costeau] Santiago, Chile. Apenas se consignó en los medios: Erick Monsalvo, Lelo, uno de los personajes más reconocidos del programa ‘Yingo’ fue despedido el jueves último luego de volver hace menos de 7 días al espacio juvenil.
El muchacho de pelo azul cargaba con una pesada cruz: en mayo de 2010, lo detuvieron por estar fumando marihuana en la calle y con siete gramos del alucinógeno en su poder.
El truco de los ejecutivos de Chilevisión es burdo. No quieren tener nada que ver con nadie que arrastre algún problema con la marihuana. Para ello, despiden y no justifican sus acciones. Desde que el 7 de julio, Félix Soumastre y Camilo Huerta, dos de las caras más populares de ‘Yingo’, fueron encarcelados y ajusticiados por la opinión pública por tener cultivo indoor y vender hierba, los canales han entrado en pánico.
Más aún, cuando una semana después, Arturo Prat, un personaje habitué de los realities, cayó por un motivo similar: poseer diez plantas de distintos tamaños en su departamento y portar 720 gramos de la droga.
Todos se sienten en la mira. Creen que el enemigo está en sus estudios, sus oficinas y en sus reuniones de pauta.
Los problemas de las figuras con las drogas no son una situación nueva en la televisión. Y hace unos años, en TVN, el asunto también pareció escapárseles de las manos.
Una conocida actriz y un conductor también sufrieron los rigores de la adicción. Sin embargo, la estación se portó como correspondía: pagó los tratamientos respectivos y las personas se sanaron. Por supuesto, en los medios de comunicación nadie escribió una línea -aunque esos problemas eran vox populi-.
El caso de fondo es que Chile, como en tantas áreas, no avanza como corresponde a los tiempos. Mientras en Argentina se despenalizó el cultivo de la marihuana y en Uruguay se aprobó una ley que permite la plantación, cultivo y cosecha de hasta ocho plantas por hogar, en nuestro país –un lugar que tiene los más altos índices de consumo de cannabis en la región- se sigue intentando tapar el sol con un dedo. Y lo peor, criminalizando a unas personas por tener plantas en su casa.
Cuesta entender que las policías intervienen teléfonos y gastan dinero de todos los chilenos durante 4  meses para detener un microtráfico. Y más aún, cuesta entender que demonicen esta situación. Quizás porque estos muchachos atraen luces y flashes, su castigo es sinónimo de severidad para la población.
Es otro error mayúsculo. La pelea tiene que estar en otra parte: en los barrios marginales donde la cocaína y la pasta base, drogas comprobadamente degradantes para el ser humano, hacen nata en la juventud.
O en empresas como La Polar, donde sus ejecutivos estafan a personas modestas y ni siquiera piden perdón –y menos van a la cárcel-. La culpa, entonces, no es del chancho. Ni tampoco de estos muchachos que han sido señalados con el dedo por una situación –tener plantas- que, estoy seguro, más de la mitad de los chilenos estaría dispuesta a legalizar.
30 de julio de 2011
27 de julio de 2011
©la nación

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