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aberrante e injustificada violencia policial


columna de lísperguer
La Tercera elogia manera en que Carabineros han hecho frente a disturbios sociales.

No se puede decir que "la policía ha enfrentado en forma prudente y mesurada la violencia desatada en muchos sectores de la capital, incluso con ataques armados" en los meses que vivimos de protestas estudiantiles. Ni tampoco se puede asumir, como pretende el autor del editorial de La Tercera, que los que han atacado a Carabineros incluso con armas de fuego hayan tenido algo que ver con las manifestaciones. Esa es una idea infame que La Tercera no puede probar.
No se puede decir que la policía haya sido prudente porque sólo haya asesinado a dos manifestantes y no a diez, por ejemplo. La manera en que Carabineros cree que se pueden resolver problemas de orden público de este tipo es aberrante y revela un fanatismo político, un clasismo fomentado por las autoridades políticas y una falta atroz de profesionalismo.
Con la represión injustificada y sin provocaciones, que ha sido la norma en los últimos meses, Carabineros pretende ocultar su incapacidad profesional y el gobierno mantiene la situación porque cree que le conviene que los ciudadanos asocien las protestas con vandalismo. Y esto viene ocurriendo desde hace muchos años.
Pero La Tercera olvida una larga lista de conductas policiales violentas inadmisibles: golpizas y torturas a estudiantes en buses policiales, de las que fue testigo presencial, y casi víctima, la directora del Instituto de Derechos Humanos; allanamientos ilegales (de una concejala de Santiago); infiltración policial de protestas para incitar y provocar disturbios y justificar la intervención policial; espionaje de parlamentarios y dirigentes sociales a cargo del servicio secreto de Carabineros. Ninguno de estos actos delictivos tiene nada que ver con el resguardo del orden público.
Muchos de los actos violentos que cometen Carabineros ocurren porque existe un marco en el que la policía considera a los manifestantes como enemigos a los que se ha de machacar, no como ciudadanos con derechos. Cuando un carabinero dispara con balas de guerra en un barrio pobre con construcciones de madera sabe que puede fallar el tiro, pero le da lo mismo, porque manifestantes, delincuentes y pobladores pobres son para él, como para la clase política y el gobierno, una sola y misma cosa. Su vida tiene poco valor. Son ciudadanos de segunda, desechables.
Esto lo que tiene que cambiar. Los efectivos implicados en estos actos de violencia deben ser excluidos todos del cuerpo de Carabineros y llevados a justicia. Los enclaves autoritarios deben ser destruidos: se debe hacer una purga profunda y definitiva de los elementos pinochetistas en las instituciones armadas. Pero más fundamentalmente lo que debe cambiar es la doctrina que orienta a Carabineros y otras instituciones.
lísperguer


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